lunes, 2 de diciembre de 2013

Adivino


Adivino que te diluyes aún en una suerte de ignorancia pretendida, que te arropa cada noche entre los susurros de tu inocencia perdida, entre el vaho de mi ausencia y tus ilusiones desvanecidas.
Adivino que aún te haces el loco y ciego, como si no hubieses perdido nada con nuestra despedida, como si todo hubiese seguido sin más, como si no nos hubiésemos conocido jamás, haciendo como que no escuchas esos deseos que tienes de volver y darme un beso. 

Adivino que te pierdes entre sueños 
buscando las huellas de los pasos que caminamos juntos, aquellos, cuando aún ninguno sabíamos quién iba con quién. Aquellos pasos mientras nos preguntábamos si eras tú el que se estaba enamorando o era yo, si eras tú el que lentamente me iba conquistando o si la conquistadora era yo. 

Aquellos pasos a ciegas cuando no sabíamos qué hacer ni hacia dónde mirar. Aquellos pasos cuando ninguno de los dos sabía el por qué, cuando nos preguntábamos qué nos había llevado allí, por qué seguíamos, para qué o con qué fin; 

no encontrando nunca respuesta pero sabiendo, sin explicación lógica, que aquél era nuestro sitio, que esos éramos nosotros, sin tapujos. Así, juntos, tanto en lo más insoportable de nosotros mismos, en lo más humano, en lo más vacío, en lo más mísero y desalmado, en lo más deshonroso y rebajado, como en lo más pulcro, culto, estimado, decoroso, angelical y sagrado. 


Tan ángeles y tan humanos, tan infernales a ratos como sacralizados. Tan díscolos como beatificados.. 

Adivino que cada viernes entras en mi cuarto a oscuras para velarme aún los sueños, esos, que poco a poco fuiste inundando de incoherencias, hasta llegar al sinsentido en que, aun a pesar de todo, te sigo esperando. 

Adivino, también, que aún tu alma frágil divaga silente perdida entre las piedras, o rocas, aquellas de cuya frialdad te fuiste contagiando, a las que les contabas de tu pena, mientras tus marcas saladas quedaban en su superficie.

------------------------

Si me preguntaras dónde ando, y si mi orgullo vanidoso me permitiera dirigirte la palabra, te diría que aún ando pugnando en batallas perdidas de antemano, perdidas porque ya nadie lucha por nada, y yo a veces pierdo también las ganas de seguir buscando mi destino. Con veintiséis que me pesan como doscientos y el alma perdida en algún punto del camino. 

Ciega, loca y desesperada que clama a gritos volver a sentir tus manos, esas que poco a poco sabían cómo hilvanar cada mirada perdida al infinito, cada caricia ausente o cada tímido guiño de contenido encanto, hilvanarlo hasta convertirlo en gesto, firme, eficaz y evocador de las más pulcras tentaciones. 

Boca esquiva y caudal de tentaciones, supiste resaltar cada uno de mis defectos, hasta el punto de que su propio reconocimiento llegó a convertirlos hasta en vanidades. Vanidosa ausencia la tuya, que lucha para no encontarme mientras muere de desvelos. 

Apenas nada que se convirtió en todo. 


-----------------

Y por más vueltas que le dé no consigo adivinar por qué esta necesidad tan loca de escribirte, por qué tantas vueltas y vueltas, y tantas noches de insomnio hasta que consigo encontrar las palabras que dirigirte, a ti, que nunca lo leerás, que me inspiras sin saberlo y nunca entiendes lo que quiero decirte, ni quizás jamás llegues a entenderlo, porque si hay dos destinos condenados a no encontrarse jamás son sin duda los nuestros, que sólo saben palpitar casi al unísono pero que jamás adivinarán por que desde horizontes tan lejanos eligieron el mismo compás. 

Y mi boca contradicha con cuanto marco en el papel, trazo a trazo, letra a letra, tan poco orgullosa de cuanto voy expresando, y sin embargo, tan ligero. Cómo este fluir a borbotones el alma por la boca o por los dedos, que se deslizan ágiles mientras mi corazón va gritando que no es cierto, cómo este fluir indefenso, decidido y ciego me avergüenza hasta la desesperación. Y cada frase una herida, dolorosa, seca, reseca y permanente, tatuada perenne en la angustia de mis entrañas, en ese vacío que siento por dentro cuando a solas te grito que no me ves, que no te acuerdas de mí, que vuelvas, que regreses, que por qué te fuiste y me dejaste tan sola. 

Por qué prometías tanto para al final resultar tan desolador, por qué. No hay causa que explique tus motivos, ni tampoco argumento que te redima de tus culpas, ni de las mías. Tan pasada nuestra historia y tan tatuada en nuestras vidas. Tan lejana y tan presente. Tan viva, y tan acabada. Nunca llegaremos a nada. Lo sé. Nunca llegaremos porque ya estábamos derrotados de antemano. 

Y este deseo de llorarte en palabras, de anhelarte en poesía, de tenerte, en la verdad de cuanto escribo.

Miedosos, esquivos, desastrosos, amantes, esperanzados, orgullosos, vivos, fugaces, locos, desesperados, ciegos, temerosos. 

Solos.


 (Creación Propia)

martes, 20 de agosto de 2013

Contradicción


Cuantas veces necesitaría respirar fuera del vacío de la existencia, apostando por el Todo, que puede ser como no apostar por Nada, cuando el camino se diluye entremezclado entre el gentío y no encuentro alguna verdad indubitada.

Tantas veces necesito alzar la mirada y ver tan sólo el frente...
Tantas veces necesito cuanto escribo esto que reprimo.

Ángel que, con frecuencia, se debate entre el amor y la conciencia. Amor a la vida, que pasa ligera y tememos perderla; o conciencia, imperecedera, sedienta de huidas y de esperas.  

Alma: tan libre y tan presa.
Lo que creo enfrentado a lo que siento:
Un suspiro en boca desconocida o el sabor anónimo de un beso.

Tan imposible/s ellos o yo, cuan probables, tan contradictoria la mirada con la boca, tan adorable a ratos como odiosa, tan de carne y a la vez tan decorosa, tan libre y tan pudorosa, tan horrible y tan hermosa.

Tanta contradicción humana en mí como intuyo en el resto de las cosas.
Somos:

Seres de carne que huyen en figuras anónimas, que se esconden en moradas de semidioses sin nombre.
Solos:

Habitantes inciertos que construyen su persona, en persona impersonal que come vestigios de vacío, que bebe del mar salado que crea seres más sedientos que saciados.

Impersonales hastiados de comer Nada.
Mundo raro, extraño, que evoluciona convirtiendo en criaturas raras lo que antes se llamaban humanos, presencias bellas que se deforman y horrorizan bajo los verdaderos ojos del alma.

Y de repente un vómito de asco asalta las entrañas: de sudor y alas, de calor, temblor y ansias desesperadas.

Entonces calma.

Regreso al mundo y algo me empaña la mirada.

Creación Propia

jueves, 25 de abril de 2013

Tan a nuestro pesar





Él se giró y, sin previo aviso, le tendió la mano, dispuesto a salvarla, otra vez quizás, aunque ¿sería esta vez la definitiva? ¿sería esta vez la que se había decidido a salvarla para siempre o, sería nuevamente, una salvación temporal, de esas que después te dejan en un vacío cuyo fondo jamás llegarás a adivinar?


Fuese como fuese, aquella vez la rechazó. Había comprendido, al fin, que las manos tendidas sirven en el instante en que se ofrecen y que, después de eso, viene su simple y sola presencia. Y no sólo es tender una mano, es entregarla, es estar, permanecer inquebrantable a las eventualidades que pueden surgir, porque el mundo, como el hombre, es impredecible. El miedo nos abate ante lo que desconocemos, ante lo que jamás podremos afirmar con certeza pero, si tenemos una mano que esté siempre, en la que poder apoyarnos, confiar, a la que poder hablar, susurrar, mimar, criticar, besar… el mundo, con todos sus miedos y fantasmas, se hace un lugar mucho más habitable. 

(...)

Y aún puede pasear, muchísimos años después, por la playa, recordando en su buscada  soledad una caricia, un beso o un comentario que le abra la sonrisa, y decir que sí, que amó, que se sintió amada, que se siente privilegiada porque eso es algo que muchos desconocen, a pesar del tiempo, de las costumbres, de las conveniencias… Porque amar está más allá, es ese sentimiento inexplicable que te desconcierta la mente, el cuerpo y hasta el alma, porque hay parejas que no se aman y amantes que no se emparejan. 


Y años después busca la soledad para regocijo de sus imaginaciones, para delirio de sus deleites y placer de sus misterios, para abrir paso a la imaginativa ilusión de los silencios, al miedo, ansia y deseos ocultos de sus silentes ojos que arden bajo el consuelo de su todavía amor. Alma, que se quedó a vivir un día entre sus rechazos, sentada en el porche de la casa de las promesas, aguardando a aquel amante ciego, sordo cobarde y casi mudo que la dijo que no un día, retando así ambos a todo aquel  orgullo vanidoso y privado de dicha, que tan pronto los separaba como los unía. 


Un sinfín de intentos por ser lo que deberías, o él lo que tu querrías, un desacertado juego de manías y obsesiones donde cada uno quiere desempeñar un papel que no es el suyo, que no le corresponde y que le hace casi llegar incluso a olvidar quién era, quién es, de qué y por qué se había enamorado. 


Un juego de acertijos que no tienen respuesta, porque ya se preguntaba el Poeta “¿para que besar tus labios si se sabe que la muerte está cerca, si se sabe que amar es sólo olvidar la vida para abrirla a los radiantes límites de un cuerpo?".

Y aún habiendo renunciado, mi cuerpo incluso más que mi alma, necesita a veces un poco de poesía, de la poesía de aquel amor inventado, desconocido, miedoso y cobarde que nos robó por un tiempo la conciencia y el sentido. Un amor mutuo, del que no dudaría un solo instante; a pesar de los noes, las negaciones, los temores y el paso del tiempo sin querer saber nada el uno del otro. Mutuo, a pesar de las caídas, los reproches y los comentarios que me rondaban la mente, mutuo a pesar de las innumerables dudas y preguntas sobre por qué nunca me habías querido. Mutuo, verdadero y para siempre, tan a nuestro pesar. 

Soledad independiente, independizada de amores y preguntas, de cuestiones y misterios... Soledad en que a veces existo y a veces recuerdo... Soledad, al fin, en la que evito y creo mi destino.


Creación Propia 

martes, 19 de febrero de 2013

Después de todo



Ójala pudiera decirte que puedo quererte sin miedo,
que puedo lanzarme sin buscar paracaídas ante el tropel
en que me lanzas tus intentos.
sin girar la vista ni mirar atrás,
ni alegando ni desistiendo.  

Ójala pudiera olvidar tu pasado, mi pasado,
olvidar los porqués y los peros
y pensar sólo en el futuro eterno
que en algún momento llegué a imaginar a tu lado.

Ójala pudiera decirte lo que esperas.

Pero tal vez, si dijera eso
dejaría de ser yo,
perdería el rumbo y riendas de mi vida
para pretender ser aquello que no soy ni espero ni creo.

Si miras al espejo de mis ojos,
verás que los días
y las actividades en que me expreso
no son mi esencia ni mi yo,
pues el vivir no es nada
comparado con el pensamiento.

A la espera de despertar tal vez un día de mis sueños
me arrincono en la orilla más oculta de mi yo
más profundo, más íntimo, más auténtico,
más desconocido, más puro, más cierto.

Celosa del aire y hasta de mis propios miedos,
desesperada hasta el placer,
en ese punto donde lo temido se une a lo añorado,
donde el miedo extremo se llega a convertir en valentía,
donde se une lo opuesto
y aun se conmina a permanecer así por periodo incierto.

Tengo el espíritu transparente
y cosido a base de insolencias,
libre como el aire o el viento
que viajan sin reposo cual dementes
y preso como las llamas 
del fuego
que no pueden desprenderse.

Mas, después de todo,
por algún instante fuiste latido de mis pulsos,
el rubor de mis temblores,
el aliento que encendió mi sangre
miel en mis labios, libando cual apicultor
lento y justo cada una de mis oquedades.

Más después de todo,
te quise desde lo desesperado:
desesperadamente;
desde lo inconsciente:
apasionadamente.

Creación Propia

(Tenía que decirlo)