jueves, 28 de mayo de 2009

Película imprescindible

Hace bastante tiempo, diría que unos 6 años, vi una película que me encantó. Después la volví a ver unas dos otres veces más en televisión. El otro día la encontré, por casualidad, en una biblioteca mientras buscaba algo interesante. No resistí la tentación de cogerla para ver si realmente es tan buena como tengo en el recuerdo, o si sólo son deformaciones de la memoria. Vale, diré ya el título: "El indomable Will Hunting". La cogí, ayer, y ya la he visto dos veces. Cuando una película me gusta la puedo ver varias veces seguidas hasta que sé adelantarme perfectamente a cada diálogo. Podría copiar aquí un resumen de esos que hay por la web diciendo de qué va, pero ninguno me gusta. Lo que la película cuenta no es sólo una historia, tiene un trasfondo de filosofía y psicología genial. Tiene unos diálogos impactantes, y Robin Williams ganó un Oscar con su brillante interpretación. Muchas personas se plantean el mismo dilema que el protagonista en alguna etapa de su vida. Siempre, en algún momento, hay que hacer sacrificios. Muchas veces hay que elegir entre la vida o el trabajo; entre la intimidad o el éxito y el reconocimiento. Son duras elecciones, sin lugar a dudas.

Voy a reproducir una gran frase de una profesora de Derecho Internacional Privado II. Esta profesora se declara amante del Derecho (llegó a decir que "si la rajaran en canal le saldría algo de Derecho") y se declara también amante de la filosofía. Era una profesora muy singular, pero muy sabia en realidad. Nos dijo, en la última clase, en un momento en el que se sintió pletórica, que si alguna vez tenemos que elegir entre el Derecho o la vida, que elijamos la vida. En el momento nos dieron unas enormes ganas de reír, sobre todo por lo de las entrañas y esa descripción que nos hizo a todos ver la imagen de un Código Civil saliéndole de las entrañas, pero quizás se estaba refiriendo precisamente a lo que Robin Williams aconseja a Will Hunting. Bueno, sin más, ya os dejo el que es para mí uno de los mejores momentos de la película, para que os animéis a verla:



Éste es otro momento buenísimo de la peli:

martes, 26 de mayo de 2009

Palabras (II)

La escritura

Siempre escribo mucho. Esto no es más que la consecuencia inevitable de que pienso bastante también. Me planteo problemas que no me han surgido, me imagino situaciones en las que nunca he estado, me sitúo en contextos en los que nunca he estado y siento experiencias que jamás he vivido. ¿Y por qué? Pues simplemente porque quiero estar preparada para cuando llegue el momento. Quizás se deba pensar menos y vivir más. Pero yo no creo que ambas cosas sean excluyentes, incluso al contrario, creo que son complementarias. Alguien que no piensa mucho no puede vivir mucho. Vivir no es sólo que te sucedan cosas, no es que el tiempo pase por ti; vivir es también pararse a mirar, a reflexionar, es que tú pases por el tiempo. Cuando pensamos el tiempo se detiene, nos instalamos en un lugar ajeno a toda medición. Cuando pensamos nuestra mente no tiene una hora, ni un lugar, nuestra mente simplemente está. Y es bueno burlar al tiempo de vez en cuando, y no obsesionarse demasiado con él. De nada le sirve a un pintor pintar cuadros y cuadros, nunca apreciará el conjunto de su obra, si no tiene ningún rato libre para pararse a contemplar el conjunto de su obra y hacer una valoración. Escribo mucho, y siempre siento que las palabras no dicen nada, que no expresan ni una mínima parte de lo que quiero decir. Siempre parece que todo está imperfecto, como inacabado. Las palabras sólo llegan al intelecto humano, nada más. Las palabras racionales, estructuradas, no hacen más que moldear un mundo para que quepa en una mente. Las estructuras gramaticales perfectas, los enunciados muy elaborados no mueven nunca al alma. Por eso me gusta la poesía y la filosofía. Porque no quieren ser una ciencia, porque odian las ciencias exactas, porque la palabra es de por sí inexacta, y porque todo lo que el hombre inventa son sólo aproximaciones o acercamientos. Me gusta la poesía incoherente, con un mensaje oculto que no requiere una tarea racional sino emocional, porque no tiene sentido lo que dice sino lo que deja, lo que llega. Y me gusta la filosofía que no concreta, que no habla en términos de aquí y ahora, sino que habla en términos abstractos. Me gusta la poesía y la filosofía porque nunca mueren, porque perduran, porque no se crean con un fin, y por eso siempre serán válidas. Por eso no me gustan los dogmas, ni las religiones, ni las ideologías que creen en una sola verdad, inmutable e insuperable. Porque todas las doctrinas son sólo palabras, y más palabras. Tengo anotadas frases de muchos y muy grandes pensadores sobre esto que comento de las palabras, y me parecen muy dignas de compartir:
De Siddharta: “Pero no me hagas seguir hablando de esto. Las palabras son nocivas para el sentido secreto de las cosas; todo cambia ligeramente cuando lo expresamos, nos parece un poco deformado, un poco necio...; sí, y esto también es muy bueno y me agrada mucho: también estoy de acuerdo en que lo que constituye el tesoro y la sabiduría de un ser humano ha de sonar siempre un poco necio al oído de los otros”.
También hoy, estudiando una asignatura que me repele bastante, he encontrado un poco de luz entre esas palabras aburridísimas. Me ha dado un poco de alegría y entusiasmo, y he decidido guardarla. Son palabras de María Pilar Diezhandino: “El uso de la palabra, la propia y la ajena, la oral y la escrita, la mortal y la salvadora, la que dice vedad y la que miente, o la que expresa la verdad de la mentira, o la mentira de tantas verdades con las que se enarbolan extrañas banderas que esclavizan y destruyen. La palabra, que no es un mero instrumento de acceso fácil, que hay que rastrear para buscarla en el lugar y en el momento adecuados, en la persona, la página, la imagen o la voz adecuadas. La palabra que no vale sólo expresar, sino antes de nada, reconocer. A veces, sorprender.
Un empeño difícil”.

ÍTACA

Cuando nacemos somos una persona que no sabe nada, que no ha hecho nada, que está por desarrollar. Tenemos todo en potencia, somos cualquier cosa en potencia. Está en nosotros a la vez el talento para el piano, el talento para la escritura, para la ciencia, la física o simplemente para la mendicidad. Cuando nacemos somos cualquier cosa, podemos ser un gran abogado, un buen médico, un prestigioso actor y un escultor genial. No nos conoce nadie, no nos conocemos nosotros mismos. Después va pasando el tiempo y somos unos niños. Y entonces no tenemos conciencia de qué es el mundo, ni de por qué los adultos hablan como hablan, ni entendemos por qué la gente se comporta de ciertas maneras. El niño, sinvergüenza, el niño que no se sabe comportar en público, el niño que suele dejar en ridículo al padre, el niño que no ha a aprendido a reprimirse. Tras esto vamos creciendo, y llegamos a una edad adulta, a la edad de máxima madurez mental. Entonces sí sabemos reprimirnos, sí hemos a prendido a guardarnos de todo lo ajeno, de todo lo exterior. Y entonces es cuando nos creemos superiores, cuando hemos alcanzado la más alta cota de sabiduría. ¡Pobres hombres que se creen que la sabiduría de la madurez acaba ahí! Es necesaria esta etapa, es necesaria la represión para darse cuenta del absurdo de la misma. Se necesita una vida entera para volver a la etapa inicial. Porque ese es el objetivo de una vida, llegar nuevamente a ser un niño. La persona sin miedos, la persona sin respuestas racionales para todo, la persona que se entrega a sus sentimientos y no más que a eso, la persona que no tiene vergüenza de dar su opinión, esa es la persona sabia. Pero, no obstante, entre el niño y el anciano hay una gran diferencia, hay una gran vida de por medio. El anciano sabe quién es, dónde está y por qué. El problema está cuando pasamos directamente de niños a ancianos, cuando siempre somos niños, o cuando nos creemos ancianos antes de que sea su debido tiempo. En “Siddharta” de Hermann Hesse el protagonista piensa que ha sido necesario recorrer un largo camino para volver nuevamente al punto inicial. Pero el camino no ha sido en vano, sino que es un requisito necesario para poder volver y quedarse, para encontrar su sitio. No puedo dejar de transcribir aquí un poema que me gusta muchísimo. Es uno de mis favoritos. Seguro que lo conocéis, el “Ítaca” de Kavafis:

“Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas”.

lunes, 25 de mayo de 2009

EL TIEMPO

El tiempo es un gran enemigo del hombre. Muchos de sus problemas se deben a la idea del tiempo. Muchos de nuestros sufrimientos tienen su origen en el pasado, o en el futuro. Tenemos preocupaciones por lo que nos hicieron, por lo que sucedió; y preocupaciones por lo que vendrá, por la repercusión que nuestros actos del presente van a tener en el futuro. El tiempo no existe. El tiempo no es algo natural, no es más que una invención del hombre. Y es algo bueno la medición del tiempo, por supuesto que lo es. El tiempo resulta de gran utilidad. El hombre sin tiempo se perdería, estaría desorientado. El hombre no sabe vivir sin tiempo, necesita medir todo lo que encuentra a su alrededor. El hombre necesita medir la distancia, el volumen, la masa, el tiempo, necesita leyes y leyes físicas, químicas... Necesita comprender, en términos mentales, too el mundo que lo rodea. Y no está mal, es un gran mérito, una gran forma de buscar explicaciones. El problema viene cuando todo eso, lejos de ser útil, se convierte en un estorbo, en una obsesión. Michel ende, en su gran libro “Momo” hablaba de unos hombres grises que se fumaban el tiempo de los hombres. Es evidente que, con esa fábula preciosa sobre la vida, Michel Ende pretendía demostrarnos que somos unas máquinas de consumir tiempo, más que unos seres que viven. “Momo” es un cuento infantil, pero es como “El principito” de Antoine de Saint Exupery, es una gran esencia. Para mí los escritores de cuentos infantiles son, igual que los filósofos, los que pretenden resolver las dudas más complicadas. Y es que, ahí, en los cuentos, es donde se habla claro, donde se dan ejemplos, donde se reflexiona. Las preguntas que tratan de resolver los niños son las preguntas más esenciales del ser humano. El niño que empieza a descubrir es el ser humano que empieza a ser humano. Recomiendo “Momo” a cualquier edad, porque es un libro que leí hace mucho, pero tienen una ternura impresionante, unas fábulas muy logradas y un lenguaje simbólico y sencillo capaz de llegar a cualquier corazón. Porque sufres con la protagonista, porque te enfadas con ella, ríes y sientes a la vez que cada uno de sus personajes. Y es que, en literatura, se trata de eso. Y, decía Milan Kundera, que “las preguntas verdaderamente serias son aquellas que pueden ser formuladas hasta por un niño. Sólo las preguntas más ingenuas son verdaderamente serias. Son preguntas que no tienen respuesta. Pero precisamente las preguntas que no tienen respuesta son las que determinan las posibilidades del ser humano, son las que trazan las fronteras de la existencia del hombre”.

jueves, 21 de mayo de 2009

La inmortalidad

Hace tiempo leí un libro de Borges, "El Aleph". Es un libro que contiene varios relatos, y uno de ellos es "El Aleph". Lo primero que hay que decir sobre este relato es que no tiene nada que ver con la canción de Nena Daconte. Pero nada, nada, por mucho que la radio se empeñe en que tratan el mismo tema. Bueno, no quería hablar de este relato, pero ahora me veo obligada. El Aleph, para Borges, es un punto que contiene todos los puntos, donde está contenido el Universo entero. No es un punto concreto, que esté situado en un lugar, sino que es más bien un momento; en un momento el hombre se da cuenta de todo, descubre la esencia de todas las cosas. Lo primero, desde que leí a Sartre y a Nietzsche, no creo ya demasiado en esa Unidad y armonía del Universo que predican algunos filósofos. No comparto mucho esta idea de la unidad de Borges. Es más optimista creerse un mundo caótico, al menos eso nunca nos sumirá en la frustración.

Ahora, hablaré del relato que más me gustó. Es el primero del libro: "El Inmortal". Borges se planteó qué pasaría si el hombre fuera inmortal. Nos da un mensaje de "carpe diem", que apreciemos cada instante porque es fugaz y nunca se repetirá. Copiaré sus palabras:

"La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Cada acto que ejecutan puede ser el último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso. Entre los Inmortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario".

miércoles, 20 de mayo de 2009

Nuestros adolescentes

Resulta muy cómodo adoptar esta posición: ¡vaya jóvenes tenemos hoy día! ¡Están locos! ...

Es tan fácil quitarnos la responsabilidad. Es tan fácil decir: en mi época no estábamos tan mal. Pero esos jóvenes a los que tanto criticamos, de los que tanto nos cachondeamos, son nuestros jóvenes. Asumamos la parte de culpa. Somos una sociedad, y lo somos para todo, para lo bueno y para lo malo. Un joven que grita por la calle, que habla alto, que se pelea... es un joven que no se siente bien, está reclamando a gritos atención. Está pidiendo a su sociedad esa integración que su sociedad le niega. ¿Dónde están los espacios para el diálogo? ¿Dónde el tiempo para las conversaciones con sus familias? No reclaman nada que no les corresponda por naturaleza. Buscan un espacio para ellos, para decir que están ahí, para que no se les ignore, para que en algún sitio conste y se note que están vivos. Se les niega todo tipo de autoridad, en cualquier ámbito. Por fortuna he tratado con bastantes adolescentes, les he dado clases particulares, y no me parece que sean casos perdidos, sino más bien casos ignorados. La enseñanza de hoy día es una vergüenza, una verdadera vergüenza. Los jóvenes de hoy quieren hablar, participar, y no se les deja. En clase queda claro quién manda. Puede parecer que no sé de lo que hablo, pero sí lo sé.

Es muy fácil estudiar tres años de magisterio y convertirte en educador. Pero quizás haga falta otro tipo de maestros, no sólo aquellos que son capaces de memorizar un temario determinado. Se necesita mucha psicología, mucha pedagogía, mucha percepción de mundo y la realidad. Hay que comprender la sociedad en la que esos niños se van a insertar antes de prepararles para enfrentarse a ella. Los maestros tienen una labor muy importante, y muy decisiva en nuestra sociedad, y no sé si son conscientes de ello. Los adolescentes son las víctimas de estos cambios, de este mundo incoherente. No están en un bando ni en otro, no están en ningún lado, en tierra de nadie, son una transición. Ejemplos concretos: no se les educa en forma religiosa, no se creen ninguna religión, pero las enseñanzas éticas y filosóficas que se les imparten no son demasiado claras, y muchas veces no las entienden. Otro ejemplo: nadie les pone normas sobre el uso de internet, sus padres no lo entienden, sus hermanos les ignoran y sus profesores no les hablan de ello, no es un tema importante. Hay muchas cosas que enseñar, y creo que hay tiempo suficiente. Y habría más tiempo si los profesores no desperdiciaran el tiempo presumiendo delante de sus alumnos de sus grandes hazañas.

Es muy fácil culpar a chicos de 16 ó 17 años. Pero claro, ¡cómo vamos a culpar a esas personas con tanto prestigio, a esos profesores que tienen una carrera y han ido a la Universidad! ¡Y cómo vamos a culpar a sus hermanos, que son tan progresistas! ¡Cómo vamos a culpar a sus hermanos, padres o profesores, si nosotros mismos estamos en alguno de esos grupos!

Un poco de atención a nuestros jóvenes. Asumamos nuestra parte de culpa, y hagamos algo por remediarlo. Creo que podemos, yo creo en el hombre, en todas las etapas de su vida.

La vida se compone...

La vida se compone de momentos robados al destino. De miradas furtivas a aquello que soñamos alcanzar un día. De un futuro remoto y un pasado que se recicla. La vida se compone de sonidos inauditos, de gritos silenciosos, llantos ahogados y alegrías sin risas. De estruendos de olas que se caen contra una pared enmohecida. De suspiros de barro enterrados para siempre en una playa. De amores desterrados al infierno de un lamento. De propósitos conjurados al olvido. Entre el ahínco y la desidia, la divagación y la melancolía. La vida se compone de telas con parches, de cuadernos con tachones y de espíritus en remiendos. En un ahogado chillar de gaviotas se desvela un mundo, que a la vez se descubre frío como el hielo y caliente como el fuego. La vida se compone de lo que se descubre y lo que se adivina. De lo que es y lo que se intuye. Hace falta un oído sordo, una boca muda y unos ojos ciegos para encontrarlo. Pero sobre todo, hace falta un corazón con alas.
PD: La pintura es de Monet. Es mi pintor favorito. Pintaba con el dedo. El color lila, según la colorterapia, inspira la espiritualidad, así que el cuadro encaja aquí. ¡Disfrutad del cuadro, y de la poesía! Es una poesía. En la poesía contemporánea no importa la rima, ni la métrica. Poesía es el juego de palabras y sentimientos, donde todo se mezcla y a la vez ordena.
Os copio un poema de Ada Salas, que creo que no es muy conocida. Quizás habrá que esperar un siglo para que sea reconocida y estudiada. O habrá que esperar a que muera. Yo aquí os dejo sus palabras:

"La escritura crea (¿es?) un estado permanente de carencia. Su lugar es el hueco. El poeta no enuncia: llama, convoca. Desanda el camino de la elipsis diaria. Busca, en la palabra, la faz de lo real que lo real elude. No huye la realidad, intenta completarla, acrecentarla. No transmuta, desvela. Su mirada no es parcial, sino totalizadora. Son fragmentos de los poemas, sí: esas piezas que faltan en el puzzle ilusorio de nuestra existencia".


¿Se ha leído alguna vez una descripción mejor?

martes, 19 de mayo de 2009

Creo en el hombre


Creo en el hombre
que siente,
que vive, nace
y nunca muere.
He visto levantar catedrales,
he visto pelear a las hueste;
Le he visto renovarse en el arte,
perder, ganar
y humillarse en la masacre.
Creo en el hombre
que arde
y creo en el hombre que se evade.
He visto cómo peleaba
y corría la sangre.
Cómo se arrepentía
demasiado tarde.
Le he visto negar al amigo
y pactar con el enemigo.
Denigrarse
y alabar a lo temido.
Le he visto hacer muchas cosas,
llegar hasta la cima y caer al vacío.
Le he visto pletórico
y flotando en el hastío.
Le he visto y he creído.
Le he visto en mucho malo,
pero he escuchado su latido.
En palpitaciones de vida
le he visto temblar de frío.
Por esto creo en el hombre,
y lo admiro.

lunes, 18 de mayo de 2009

Contradicción


Te llamo desde mi escondite
voz atronadora del silencio.
Te llamo con lamento,
ternura, dolor
y sufrimiento.
Vivo en un suspiro
y me recreo en el tormento.
Alma de grandes alas
de estrechas miras cuerpo.
Amor de supiros,
realidad de silencio.
Ansias de poder,
temblor de miedo.
Espíritu para la dicha
cuerpo para el defecto.
En este mundo para los vivos
donde se reproducen los muertos.
Sangre para el pobre
al poderoso el alimento.
Amor de suspiros,
realidad de silencio.
Te llamo, desde mi escondite.

sábado, 16 de mayo de 2009

El mal de los espejos

EL MAL DE LOS ESPEJOS
¿Qué es un espejo? ¿Cuándo empezaron los espejos? ¿Qué le pasó a Dionisio cuando se reflejó en el espejo más natural de todos, en el río? ¿Cuántas veces te ves reflejado en un espejo a lo largo de un solo día? ¿Dónde están situados los espejos, en ámbitos públicos o más privados? ¿Qué pasaría si no hubiera espejos? Cuando respondamos a estas preguntas veremos la inutilidad de los espejos y, a la vez, su abundancia y, a la vez, la dependencia que tenemos de ellos. Los espejos son una cosa que siempre ha producido mucha impresión en el ser humano. Los animales se asustan ante los espejos. Siempre produce terror la idea de verse encerrado en un lugar lleno de espejos. Produce una sensación de angustia, de inseguridad que nos resulta espeluznante. El espejo ocupa un lugar importante en la mitología y las supersticiones de muchos pueblos. La imagen que en él se refleja se identifica a menudo con el alma o espíritu de la persona. Los espejos son algo misterioso. Pensemos en la leyenda de los vampiros, ellos nunca se ven reflejados en los espejos. Pensemos en Lewis Carroll, en su interpretación del mundo en “Alicia a través del espejo”. Recordemos ese espejo de Harry Potter que no refleja la imagen de quien lo contempla, sino sus deseos más profundos. Y, por supuesto, no nos olvidemos de la superstición de que si rompes un espejo te perseguirán siete años de mala suerte. Como vemos, los espejos se utilizan siempre para dar un halo de misterio y siniestralidad. Esto demuestra que no es cualquier cosa, no es como cualquier otro objeto. Los bebés no entienden qué es un espejo, también se pueden asustar, o pensar que es otra persona diferente a ellos. Quizás esto haga que me haya parado a reflexionar sobre los espejos, y sobre los tipos de personas que puede haber en virtud de lo que sientan ante el espejo. En el espejo se ve un físico, un cuerpo. Pero el hombre es más que eso, muchísimo más. Cuando se ve ante el espejo, su pensamiento se ve enfrentado a un objeto: él mismo, su reflejo. Aquí, en este choque, es donde surge el conflicto. Su interior, que se piensa a sí mismo, se ve en el espejo y, muchas veces, no se gusta, o no se siente correspondido. Muchas personas se sienten decepcionadas cuando sienten una gran belleza interior, cuando sienten un alma alegre y, después, ven que tan sólo son un cuerpo, un objeto más entre todos los objetos y seres del Universo. El hombre, en su interior, se siente todo, se siente grande, se puede llegar a sentir en conexión con todo el mundo que le rodea. Pero, cuando ve el espacio que ocupa, se siente nada, se siente aislado, perfectamente separado de lo que le rodea, y eso le produce una gran decepción. El hombre que se mira en el espejo, que se mira detenidamente, sólo puede sentir frustración. Esta frustración no depende únicamente de que su imagen le guste o no, que se ajuste más o menos a los patrones de belleza de su época. La frustración es inevitable en cualquier hombre que se piense y después se vea. No creo que en el espejo se vea el alma, sino, muy al contrario, creo que en el espejo se destroza el alma.
Pensemos en las personas gordas, las personas con arrugas, las personas que no son consideradas “guapas”, pensemos en el gran complejo que les puede causar mirarse en un espejo. ¿Por qué es este complejo? Muchas veces es sólo deseo de imitación y de reconocimiento social. Pero muchas otras veces no es sólo complejo, sino también frustración. No pueden creer que ese interior tan suyo, tan personal, todo ese mundo interior tan bello que sienten no puede reducirse sólo a esa imagen absurda y fea que ven en el espejo.

Creo que fue en “El primer hombre” de Albert Camus, donde un chico adolescente se sentía muy mal al mirarse al espejo. El chico estaba enamorado, sentía cosas muy bonitas en su corazón pero, al mirarse al espejo, no podía comprender como podía ser tan feo y tan desproporcionado; no podía encontrar su alma en ninguna parte de aquel espejo. Este es el eterno dilema, por el que entran en conflicto filósofos, sociólogos, escritores, poetas y hasta teólogos. Es el eterno dilema, que se refleja claramente en el mal de los espejos. El hombre, internamente, siente la Unidad, se siente en armonía con lo que le rodea, siente el Universo dentro. Pero luego, ante el espejo, se ve solo, aislado, un minúsculo punto en ese cosmos, y siente miedo, y vértigo, y pena.
Después de haber leído bastante filosofía, veo que lo que todos intentan solucionar con sus teorías, con todos sus argumentos lógicos, con todas sus formas de razonamiento, es el mal de los espejos. Intentan poner un poco de orden en ese enfrentamiento: universalidad (o Unidad) e individualidad (o personalismo). Y ofrecen muchas soluciones, muy diversas, y todas igualmente razonadas y razonables, así que la elección es nuestra, dependerá de nuestro espíritu, y no de nuestra razón, elegir una. Podría resumir las respuestas a este dilema que se han dado. Son básicamente dos:
1. Schopenhauer no encuentra forma de solucionarlo. Aboga por el pesimismo más profundo. Si el hombre quiere no ser infeliz, tendrá que entender que nunca va a conocer nada. Es la liberación por la santificación del hombre que renuncia, que ha conocido la esencia del mundo y se ha sustraído al círculo del querer, encontrándose más allá de todo desengaño, de todo lo pasajero y todo lo malo, porque ya no quiere nada. Esto sería la liberación por la negación del propio hombre. Suprimiéndose la voluntad a sí misma, empleando el sujeto la voluntad que en él alienta para querer su propia negación, a fin de que desaparezca toda posibilidad de lucha y de dolor, y el mundo torne a la nada”.
2. Nietzsche piensa que este ansia de buscar la Unidad no debe llevarnos a la frustración, sino que debe impulsarnos a la acción. Es el teórico de la superación. Cada acción en sí, cada momento, es ya la Unidad. El hombre ya es, no necesita nada más. El ansia de redención que en Schopenhauer se expresa en un no frente a la vida, se satisface para Nietzsche en el desarrollo histórico infinito de nuestra especie.
Por supuesto que hay muchísimos filósofos, que cada uno ofrece una posibilidad para solucionar este “mal de los espejos”, pero creo que todos estarán siempre flotando entre alguna de estas dos grandes corrientes.
A la primera, más pesimista: Schopenhauer, Paulo Coelho, Hermann Hesse (En "Siddharta" y la primera parte de "El lobo estepario"), Pío Baroja (en "El árbol de la ciencia, última parte).
A la segunda, más optimista: Nietzsche, Hermann Hesse (en la última parte de "El lobo estepario"), Albert Camus, Sartre, Pío Baroja (en "El árbol de la ciencia", primera parte), Hemingway.

Entre el Todo y la Nada


En realidad, este es el verdadero poema en el que me inspiré para dar nombre al blog. En algún momento tenía que entrar el prota, y ¿qué mejor momento que éste, cuando celebro 22 entradas? El poema es mío. Tiene montones de fallos, la rima no sigue ningunas reglas, pero lo que importa es más el contenido que el continente, así que, simplemente, aquí lo dejo.
Siento que este es el momento.
Ahora se explican todas las cosas.
Ya no hay misterio.
Hoy sé por qué. ¿Por qué? Por nada.
¿Por qué luchar? Por nada.
¿Por qué vivir? Por nada.
¿Por qué morir? Por nada.
He descubierto todo,
y todo a la vez es nada.
Ningún objetivo es lo suficientemente grande,
no hay un destino arriesgado, ni único,
ni al que debamos sentirnos llamados.
No hay sentido en guiarnos por algo.
Por muchas veces que la subamos,
la piedra cae de nuevo, rodando.
Vivir por otro propósito, es vivir en vano.
Sólo vivir.
¿Por qué? Por nada.
¿Por qué entonces? Por todo.
Vivir por vivir.
Sin aspirar a lo grandioso
podremos siempre reir.
He descubierto mi insignificancia,
y en ella he encontrado un lugar común
con aquellos que me acompañan.
He descubierto que vivir es un círculo.
Y estoy feliz.
Vivir por vivir
es nuestro destino,
eso es el ser humano.
No me asustan ya los abismos
ni las metas ni los críticos.
No temo el porvenir.
Quiero sólo vivir hoy,
sin averiguar adonde voy,
en un presente eterno;
ese era el secreto.

jueves, 14 de mayo de 2009

Complicado

Voy a intentar explicar una cosa bastante complicada. Por supuesto, sacada de mi lectura de los últimos días "Schopenhauer y Nietzsche" de Simmel. Quizás me quede una entrada bastante larga, pero creo que el final es muy interesante, es un tema que sigue y seguirá presente siempre que haya una sociedad que necesite unas normas y una teoría de la justicia que las inspire. No pararé de publicar entradas sobre este libro, pero es que no tiene desperdicio. Es de la biblioteca de la uni, para si alguien está interesado. Pero puedes verte obligado a leer varias veces cada frase hasta comprenderla en todo su sentido. Pues bien, resulta que a Nietzsche se le ha interpretado de muchas maneras. Se le ha interpretado como un gran evocador de la vida, del espíritu de superación del hombre, y esto está bien. Pero resulta que también los alemanes, hace ya años, pensaron: vamos a ver, necesitamos justificar por qué queremos matar a los judíos. Necesitamos legitimar nuestra idea de acabar con ellos y de afirmar que la raza aria es superior. Necesitamos justificar por qué el color de la piel o la cultura hace a unos hombres más importantes que a otros. Y dijeron: pues vamos a buscar a algún filósofo un tanto ambiguo. Y ahí estaba: Nietzsche. Pero no fueron los alemanes los primeros en reinterpretar a Nietzsche y convertirlo en "un demonio" (válgame la expresión a pesar de ser escéptica en lo de la existencia del infierno). ¿Qué decían los liberales? Que cada individuo es único, que cada individuo debe tener libertades y derechos por sí mismo, aisladamente de su sociedad. Yo creo, y esto es totalmente como tirarse a una piscina vacía, que a Nietzsche se le malinterpretó. Es decir, su pensamiento es el culmen de la sabiduría. De hecho, no hemos de ver en él al totalitarismo sino al autor más igualitario que pueda existir. ¿Qué decía Nietzsche para que fuera tan mal interpretado? Hablaba del espíritu de superación. El hombre debe aspirar a superarse porque, entendía, el que un hombre se supere supone que se eleva con él la humanidad. El hombre que se supera, supera a la sociedad. Como un solo cuadro de Van Gogh puede elevar a todo el autor en sí, aunque después no vuelva a hacer otra obra de arte con ese nivel. Para Nietzsche el hombre que se supera no es el más fuerte físicamente, ni el que tiene más recursos, sino aquel que eleva su mente por encima de las particularidades de su vida. Es aquel que saca toda su fuerza para ser capaz de independizarse, externa e internamente, y hacer avanzar a la sociedad. Nietzsche desprecia la democracia, porque entiende que es un sistema compasivo. No entiende que unos individuos deban compadecerse de otros. No valora la solidaridad, ni pensar que: "voy a dar a este lo que es mío porque, pobre, él no va a poder ganarlo". Nietzsche piensa que cada persona debe luchar por su propia superación. Pero no creo que Nietzsche diga en ningún momento las condiciones de lucha. Creo que le faltaría decir que para poder luchar por la superación, y para que haya justicia, debe haber igualdad de recursos. Para él la democracia está mal porque supone rebajar las ansias del fuerte para igualar una calidad media en los demás ciudadanos. Pero tampoco es un liberal ni un totalitario porque a él no le interesan ni la sociedad como tal, ni el individuo por serlo; no quiere acentuar al individuo como individuo ni como elemento de la sociedad, sino exclusivamente a aquellos individuos por cuyas cualidades el tipo humano adquiere un grado más elevado que el actual. Es decir, no se adscribe al socialismo, ni al liberalismo, ni al totalitarismo ni a la democracia. Se adscribe a una nueva corriente aún sin determinar. Muy posiblemente sea el filósofo del futuro, más que del pasado. Sus teorías cobrarán todo su virtuosismo cuando la sociedad en la que vivimos se dé cuenta del engaño, cuando se vea claramente que vivimos en la sociedad de la pena, la lástima y los parches. El socialismo no es más que una ilusión, un quiebro. Vendemos a la masa el conformismo, el capitalismo y les ponemos el chupete de las declaraciones de derechos humanos para que no den la lata. Pero donde de verdad está el máximo optimismo, la máxima vitalidad, la máxima evolución social es en Nietzsche. Nietzsche nunca aceptaría el sistema de cuotas para mujeres o personas con diversidad funcional (en otro momento hablaré de esta terminología), Nietzsche rechaza la compasión, y eso es la mayor defensa de la igualdad. Nietzsche diría: dejemos a estos desaventajados que, con igualdad de recursos (de esto es de lo que se olvidó, este es el gran error de su teoría), luchen por superarse. Para Nietzsche el hombre que se supera es aquel en el que "vive el ideal de la superación hacia la fuerza y la belleza, hacia la libertad y el rigor". No es el más rico, ni el más guapo, ni el mejor formado físicamente, ni el más poderoso.
Nietzsche dice: vive, sé fuerte, supérate. Pero se lo dice a todos, no sólo a unos cuantos. Se lo dice a la mujer y al hombre, al que está en silla de ruedas y al que no lo está, al ciego y al que ve... Se lo dice a todos. Es el más optimista, el primer filósofo que conozco que verdaderamente trata al ser humano como fin en sí mismo y no como medio. La democracia utiliza a cada individuo para un fin social: el de alcanzar la idea de justicia social. Todas las teorías de la justicia y de la acción que utilicen el principio de la compasión, hacen que cada persona utilice a las demás para arrojar sobre ellas su solidaridad, para compadecerlas y así ganarse el cielo. A veces pasa que cuando alguien tiene una mala situación mucha gente acude en su ayuda, le ofrecen su caridad y se compadecen y lloran sus penas. En cambio, cuando esa persona llega a valerse por sí misma, cuando se supera, de pronto, mucha gente desaparece, se esfuma. No debe actuarse por compasión, sino por empatía. Debe actuarse ayudando porque queremos que esa persona consiga sacar lo mejor de sí misma, que se supere. Nietzsche es el futuro. Vendrá cuando los compadecidos se hayan cansado de serlo. Esta es la idea de Pío Baroja. Baroja estuvo muy influenciado por la filosofía nitzscheana y se nota en su expresión de que " la naturaleza es muy sabia, y da al pobre un espíritu pobre y conformista y al rico un espíritu de riqueza y superación. La humanidad ganaría mucho si el individuo fuera egoísta, y el pobre y desdichado dijera: no, no me conformo, quiero autoafirmarme".
Nietzsche odia "aquella solidaridad de los seres en que se produce la compasión, y que con ella hace desaparecer la sustantibilidad de las personalidades y nivela sus diferencias".
Quizás no sea tan complicado, pero me ha costado expresar bien cada cosa que quería decir. Espero que haya sido esclarecedor, al menos. Y sobre todo, que haya dado optimismo, que es el objetivo.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Pesimismo y optimismo

Ya no me resisto más a poner este análisis de Nietzsche y Schopenhauer hecho por Georg Simmel. En este caso hace un análisis psicológico perfecto sobre qué es lo que hace a las personas ser optimistas o ser pesimistas. Lo de ver el vaso medio lleno o medio vacío no sirve siempre. ¿Qué pasa cuando el vaso está más vacío que lleno? A veces es objetivamente claro que estamos en una mala situación, por más vueltas que se le dé. Leedlo hasta el final, y si no basta una vez para comprenderlo, leedlo dos veces, porque merece la pena sacarle todo el partido. Y pensad siempre en positivo; aunque la actitud pesimista resulte a veces la más lógica, acojamos en este caso el utilitarismo y elijamos la opción optimista.

Lo copiaré literal porque seguro que si lo explico "a mi manera" quedará desvirtuado:

"Schopenhauer funda el pesimismo más radical en el hecho de que no nos pueda satisfacer ninguna proporción entre placer y dolor; ni siquiera una proporción justa, porque aquel debe existir en absoluto, no de un modo relativo, y este no debe existir en absoluto. No es la cantidad de dolor lo que hace que la existencia del mundo sea algo insensato, lo que da al no ser una preferencia infinita frente al ser, sino el mero hecho del dolor, ya que éste no puede ser suprimido nunca; no hay delicia imaginable que pueda compensar de un dolor cualquiera.

El sentimiento opuesto, el optimismo, mantendrá que el hecho de que en el mundo haya algo que sea felicidad, el que pueda llegarse a una cosa semejante, eleva al mundo a un grado tal de valor, que no hay cantidad de sufrimiento capaz de hacerle perder su significación absoluta.
La mera posibilidad de la felicidad, por muy escasa y fragmentaria que de hecho se presente, ilumina la existencia con una luz radiante, cuyo brillo pretende Schopenhauer disminuir con la declaración de que la felicidad no es más que algo negativo, la mera cesación del dolor.

Hay, sin duda, almas que poseen un grado tal de sensibilidad para el dolor que no les permite ver el puesto que de hecho ocupa la felicidad como un valor de la existencia, de igual manera que existen otras cuya sensibilidad está tan dispuesta a recibir la impresión de la felicidad, que no permite que excitantes de otra naturaleza lleguen a penetrar en las capas profundas de su personalidad. El sufrimiento no les parecería la última instancia de su destino: seguirán percibiendo la dicha y la alegría como el sentido propio de la vida. Les parece algo bueno tan sólo por el mero hecho de existir el fenómeno maravilloso de la felicidad, único capaz de vivificar las fuerzas más hondas de su vida".

Seamos optimistas. Acojámonos a la frase de Hemingway en "El viejo y el mar": "Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado". Por muchas adversidades que nos vengan, por mucho que sintamos que la vida se nos destroza, no admitamos nunca la derrota.

¿Libros de "autoayuda"?

Me estoy leyendo un libro complicadísimo: “Schopenhauer y Nietzsche” de Georg Simmel. Es lo más complicado que he leído hasta ahora, pero también es lo más perfecto y profundo. Es el culmen de todo. Tiene una filosofía, unas deducciones y unas interpretaciones de estos autores espectaculares. Eso aquí no lo copio. Cada cosa a su tiempo, jejeje. Cuando lo termine copiaré mucho. Tengo muchas cosas señaladas. Estas cosas hacen que me convierta en una copista simplemente. Me parece imposible llegar a este lenguaje, a esta forma de expresión tan depurada. Creo que unos cuantos libros de estos bastarían para cubrir todo el ansia de conocimiento, y para solucionar muchas cosas en el mundo. Tengo el firme convencimiento de que si nuestros "poderosos" hubieran reflexionado un poco sobre ciertos temas imprescindibles las cosas irían de otra manera.

Los libros de autoayuda que están tan de moda se limitan a hacer un resumen a lo banal de lo que decían estos genios. Creo que la ayuda verdadera consiste en enseñar a interpretar y entender las fuentes originales. Un escritor de autoayuda es en el fondo un prepotente, que se toma la autoridad, que no tiene, de coger un clásico, interpretarlo (siempre a su manera, por supuesto) y después dárselo ya masticadito a esa persona que es tontita (seguro que eso es lo que piensan) y no sabe interpretar. Quizás, si me apuráis, puede incluso tener buena fe, pero eso nunca le quita lo egocéntrico de auto reconocerse una autoridad que nadie le ha otorgado. Y lo que peor me sienta es que nunca digan la fuente original. Es evidente la causa: si dicen la fuente original, su prestigio puede ser cuestionado, y su reinterpretación convertida en un absurdo. Cada vez hay más libros en las librerías sobre autoayuda. Claro, la gente necesita una orientación. La gente está perdida, cuestión que ya he tratado en anteriores entradas. ¿Y qué hace el mercado? ¿Qué hacen las editoriales y los esclavos de las mismas? Pues aprovechar la situación de debilidad. Esta es la economía del mercado: los fuertes se aprovechan de los débiles. Publicamos libros de autoayuda, prometiendo una fórmula de felicidad que la buena gente va a comprar y va a leer.

Si lo pensamos bien, es un gran negocio el de los libros de autoayuda. Pensemos en el escritor: se lee un poco de Nietzsche, un poco de Schopenhauer, un poco de Kant (en el mejor de los casos), lo mezcla todo en su cabeza, se felicita por la suerte de vida que le ha tocado vivir, se felicita por ser tan solidario como es y decide, de forma “altruista”, comunicar a los demás su fórmula de la felicidad. Escribe cómo superar una enfermedad, mientras está en su cómodo hogar con una taza de café en la mano. ¿Qué gana? Lo primero, dinero cuando la editorial se lo publique. Lo segundo, gana el prestigio y reconocimiento de la gente que lo lee. La gente lo estima, porque creen que gracias a él han hallado el secreto de la felicidad.

Como se puede apreciar, he leído algunos libros de autoayuda, tampoco muchos. Pero los suficientes para llegar a esta conclusión. El último me puso histérica. Llegaba a formar personas egoístas y egocéntricas hasta sus últimas consecuencias. ¿Y así se va a solucionar el mundo? En tiempos en los que necesitamos solidaridad, empatía, comprensión y amor hacia los que nos rodean, ¿me puede decir alguien qué hace un libro de autoayuda (encima es un libro muy reconocido, creo que es de los que más ventas ha tenido) qué hace convenciendo a las personas de que sean egoístas? los libros de autoayuda deben escribirse con mucha precaución, y esto no se hace.

También Kant, Hermann Hesse o Nietzsche podían llevar vidas más o menos acomodadas pero, no obstante, ellos no escribían y decían que era “autoayuda”. Escribían y punto, sin saber en la mayoría de las ocasiones si eso llegaría a publicarse algún día. Eso es el arte. Esa es la única ayuda que un escritor puede aportar a sus lectores: arte. La literatura, y cualquier tipo de arte, no se crea para ayudar. El arte existe por él mismo, es un fin en sí mismo. Es cierto que el arte ayuda, que ofrece un remanso de paz al espíritu, un vínculo especial, un sentimiento de felicidad que hace sonreír. Pero no es ese su propósito, sino su consecuencia necesaria. El arte, cuando es arte, ayuda, sin que ese propósito haya sido el motivo de su existencia. Con este “arte de mercado” que nos acompaña perdemos ambas cosas: arte y ayuda.

Para terminar, dos conclusiones:

1. Se pueden leer libros de autoayuda, pero poniendo siempre en tela de juicio la legitimidad del que habla. No dejemos que los escritores de autoayuda se conviertan en lavadoras de cerebros, ni en un nuevo poder que nos imponga cómo pensar.
2. Como vemos, el mercado no se deja fuera ni una sola cosa. Va ser verdad que hay una mano invisible muy inteligente, además: el mercado no se olvida de un solo ámbito. El libre mercado se va haciendo con la sociedad, inmiscuyéndose en todos y cada uno de su ámbitos.

Esta ha sido mi entrada más larga, pero espero que no por ello haya sido la menos interesante. No he puesto ninguna imagen porque ninguna encajaría bien en este caso. Yo, fiel a las fuentes originales, prometo que meteré otra entrada próximamente con la definición del arte de Schopenhauer, que es impresionante.

martes, 12 de mayo de 2009

Que la rutina no nos haga enemigos del asombro


Porque creo que si vemos los detalles no necesitaremos nada más. Porque somos incapaces de ver lo cerca que tenemos las cosas más bellas. Porque la prisa y los agobios hacen que pasen desapercibidas bellas imágenes. Porque nunca sacamos el valor de eso que estamos acostumbrados a ver. Porque la rutina no debe ser enemiga del asombro. Porque la mayor sabiduría está en no perder nunca la capacidad de asombro. Por eso cuelgo estas imágenes. Porque son pequeños detalles que nos pasan desapercibidos un día tras otro. Porque sólo estas pequeñas cosas, en sí mismas, son ya mágicas. ¿Cuántas veces nos encontramos este tipo de imágenes y ni siquiera las miramos? Pasan por nosotros como algo más, como si fueran cosas que están ahí, pero que no nos influyen. Pasamos a su lado seguro que quejándonos de lo mal que nos va la vida, o de lo injusto que es todo, o pensando en nuestros problemas. Deberíamos pararnos un poco, no ir tan deprisa, tan abstraídos, porque seguro que así sabríamos disfrutar intensamente cada instante.





















































lunes, 11 de mayo de 2009

Ángel con alas de cadenas

He oído muchas llamadas comprometidas.
He tropezado con grandes hazañas
que reclamaban ser emprendidas.
He tenido ante mí la posibilidad de moldear mi vida
con las pautas de un artista.
He visto pasar ante mis ojos lo grande y lo pequeño,
lo seguro y lo inseguro,
lo común y lo incierto.
He podido y no he querido.
He ignorado como se ignora al sueño
cuando dejas de estar dormido.
He visto y olvidado,
pensado y desistido.
Admirando, con miedo a tocar y a perder
como si al ir tras ello se fuera a desvanecer.
He dejado pasar oportunidades,
siempre sin prisa,
esperando que lo que se presentaba como fuego
se consumiera como cenizas.
He tenido un sentimiento
y lo he ignorado
para vivir de su recuerdo.
Un sentimiento exteriorizado,
pensaba,
siempre será un recuerdo ejecutado.
Opté por vivir del anhelo y del recuerdo.
Ahora, que las carnes cuelgan en pellejos;
cuando todo va languideciendo
ante la llamada de la tierra;
ahora con las alas rotas
y la mirada cenicienta,
no hay tiempo.
Ahora ya soy vieja.
¡Maldita sea!
¡Maldito destino,
y malditos principios!
Siempre abriendo las alas,
y siempre poniéndoles barreras.
Ahora, tarde, con las alas rotas
¿de qué me sirve la ausencia de cadenas?

domingo, 10 de mayo de 2009

Retazos de un corazón

Los viajes en tren dan para mucho. Y los viajes en autobús dan para más todavía. En estos dos medios de transporte me han pasado todo tipo de cosas. Pero, sin duda, las mejores tienen lugar cuando puedo escuchar trozos de conversaciones. Fuera de su contexto, sin saber los antecedentes, sin saber lo que pasará después. Aun así, esos pequeños fragmentos de diálogos me parecen sumamente interesantes. Son retazos del corazón de esa persona que habla. Me gusta analizarlo, seguirlo. Quizá sea por cotilla, o quizá sea por analista. Me doy cuenta de que la literatura está en todas partes. De que cada momento es literario, de que lo sublime se puede hallar en los lugares más insospechados. El otro día escuché algo que me conmovió mucho. No sé si recordaré las palabras exactas, pero sí sabré hacer una aproximación. "Creo que él es el motivo de todos mis males, pero también de mis bienes. Le veo tan completo que me duele. No sé si me duele porque le quiero, o me duele porque creo que no me quiere, o me duele porque le veo tierno, y porque nunca me dirige esa ternura. Le veo demasiado perfecto: buena persona, buen fondo, alegre, simpático y, a pesar de eso, sé que no me conviene. Cualquiera que le conozca comprobará que llena todo donde está, que con él no hay aburrimiento, no hay tristeza. Me encanta su forma de ver el mundo. Pero no tengo claro qué siento por él. Sólo sé que le quiero a mi lado, que me agrada lo que dice, verle, oírle hablar. Y lo peor es que creo que le quiero a mi lado porque sé que me haría feliz. Tengo toda la confianza en que cuando quiere, quiere de verdad; tengo la confianza y la certeza de que cuando se enamora se implica por completo. Le intuyo sincero, siento que es muy transparente. Y que me encanta verle despeinado, le veo guapo. Pero no sé nada más. No lo sé definir. Es que últimamente estoy en un plan... indescifrable, totalmente. No sé nada, me desconozco, y a veces me agobia, no sé cómo soy, no sé casi lo que siento, no sé si manda mi cabeza, mi corazón, ¡¡Ninguno...!! ¡Es frustrante! ¡No sé ni explicarlo! Quiero hacer las cosas tan bien, usar tanto la razón, no arrepentirme después, no dañar a nadie...que me inmovilizo. Y al final no sé si lo que siento es lo que siento o lo que quiero sentir".
Anónimo

UN POCO DE HUMOR

Esto es totalmente diferente a lo que he publicado siempre, pero me partía de risa viendo este vídeo en youtube, y no me he podido resistir a ponerlo aquí. Admiremos el glamour de Carla Bruni. Si Sarkozy viera a Latre seguro que se enamoraría al instante, jajaja. El blog es como la vida, a veces se piensa y reflexiona y, otras veces, simplemente se ríe, por impulso. Volveré a ella, pero ahora prefiero hacer caso a lo que dice Goethe en "El lobo estepario": "A nosotros los inmortales no nos gusta que se nos tome en serio, nos gusta la broma. La seriedad es cosa del tiempo; se produce por una hiperestimación del tiempo. En la eternidad, sin embargo, no hay tiempo, como ves: la eternidad es sólo un instante, lo suficientemente largo para una broma".
Ved el vídeo, no tiene desperdicio.


sábado, 9 de mayo de 2009

¿Qué pasa cuando Dios se está agotando?

¿Por qué el hombre se siente angustiado? ¿Triste? ¿Por qué está perdido? ¿Por qué no sabe cómo encontrar su sitio, no encuentra la felicidad? ¿Por qué el hombre se está entregando al mercado de los sentimientos? Porque vive en un mundo que se está transformando y no tiene la estructura mental preparada para ese cambio. Me he pasado de los filósofos a los sociólogos. Recomiendo el libro del sociólogo Georg Simmel, seguidor de Max Weber, titulado "Schopenhauer y Nietzsche". Hace una interpretación magnífica de estos dos filósofos, a través de los cuales explica qué le pasa a la sociedad de los siglos XIX y XX, la sociedad de la industrialización y el mercado. Dice lo siguiente:
La cultura grecorromana vivía con el principio del carpe diem. Las alegrías sensuales del momento tenían su fin en sí mismas. Al escindir la vida en una serie de momentos singulares acentuados, la liberaba violentamente de la necesidad de una unidad absoluta. No era necesario aspirar a nada supremo para encontrar la felicidad.
Después, con la caída de estas dos culturas, llegaron las religiones orientales. El misticismo de las mismas inclinó cada vez más a todo género de supersticiones. Por otra parte, la existencia de este misticismo hizo que las gentes dejaran de hallar sentido en la amplitud de la vida confusa. Ahora la felicidad sólo era una, y sólo se encontraba en la armonía y el equilibrio. La armonía estaba en el dios, estaba en el mundo interior, no estaba en los pequeños placeres. Cuando las culturas orientales entraron en declive quedó un hueco, el hombre se perdió.
Entonces el cristianismo trajo la salvación. Prestó a la vida el fin absoluto que esta ansiaba, despué sde que la había hecho perderse en un laberinto de meros medio y relatividades. La salud del alma y el reino de dios se ofrecían a los hombres como el fin absoluto más allá de todo lo singular, lo fragmentario y absurdo de la vida. Y de este fin ha vivido hasta que en los últimos siglos perdió su poder para innumerables almas. Se está perdiendo la fe en dios, la fe en el cristianismo, la fe en los mitos, en lo impalpable. Pero este agotamiento de Dios deja la pirámide sin cúspide, deja a los feligreses sin guía, a los caminantes sin una meta que oriente su camino. Aquí está el argumento del cristianismo actual. Esta pérdida de Dios es lo que hace al hombre caminar sin rumbo. Recomiendan la vuelta a Dios. Aquí es donde está el fallo. Aquí es donde debemos decir: No, no la vuelta a dios, la vuelta a la cultura grecolatina. Miremos a los griegos, leamos sus tragedias. En ellas está todo lo que hace falta para llenar una existencia, para responder todas las cuestiones metafísicas. Hallemos la alegría en los pequeños detalles, sin aspirar al ser supremo, digamos carpe diem. este mundo, impulsado por la voluntad de fines y carente de ellos, fue el punto de partida de Nietzsche. Para Nietzsche la vida puede llegar a ser su propio fin, y con eso queda eliminado el problema de un fin último que estuviese colocado más allá de su proceso natural. Nuestra vida es sólo nuestra vida, no es nada más ni nada menos. Lo único trascendental somos nosotros mismos, ¿por qué no conformarnos con estar aquí y ahora? ¿Hace falta algo más maravilloso todavía?

Algo a tener en cuenta

Decía Baroja que "la naturaleza es muy sabia. No se contenta sólo con dividir a los hombres en felices y en desdichados, en ricos y pobres, sino que da al rico el espíritu de la riqueza y al pobre el espíritu de la miseria. Tú sabes como se hacen las abejas obreras: se encierra a la larva en un alveolo pequeño y se le da una alimentación deficiente. La larva esta se desarrolla de una manera incompleta; es una obrera, una proletaria, que tiene el espíritu del trabajo y de la sumisión. Así sucede entre los hombres, entre el obrero y el militar, entre el rico y el pobre". Me parece un ejemplo muy ilustrativo, a la vez que muy adecuado. Continúa diciendo, animando a cada persona a que reclame lo que es suyo por naturaleza, que "el día que cada ciudadano se sienta a sí mismo y diga: no transijo, ese día el pueblo marchará hacia delante. Pero para ser egoísta hay que saber; para protestar hay que discurrir. yo creo que la civilización le debe más al egoísmo que a todas las religiones y utopías filantrópicas".

Es una teoría demasiado egocéntrica que realza el egoísmo pero, a pesar de ello, no me parece del todo desacertada. Si cada persona se llegara a dar cuenta de la cantidad de derechos propios, naturales, innatos de los que está siendo privada, seguro que la sociedad avanzaría a mejor el día que los reclamara. Hasta que los ojos de esos ciudadanos no se abran, seguiremos viviendo por inercia.

Pío Baroja vivió entre 1872 y 1956. A pesar de ser liberal y misógino, en su libro "El árbol de la ciencia" tiene pasajes muy interesantes, que llaman e incitan a las revoluciones obreras y a la lucha por recuperar lo que es de cada uno.
Ortega y Gasset decía lo que sigue de Baroja: "Siempre dirá lo que siente y sentirá lo que vive. Porque no vive al servicio y domesticidad de nada que no sea su vida misma, ni siquiera el arte o la ciencia o la justicia. Llámese esto, si se quiere, nihilismo; pero entonces es nihilismo la actitud sublime: sentir lo que se siente y no lo que nos mandan sentir".

viernes, 8 de mayo de 2009

Este es un vídeo tributo a Hermann Hesse, que es un autor genial. ¡El vídeo merece la pena!