domingo, 28 de febrero de 2010

TEMO

Tengo miedo a tus silencios,
cuando no hablan
sino que están matando palabras.
También temo a que, si me hablas,
tus ecos fríos y lejanos
me desvelen en las madrugadas.
Temo el aislamiento en tu mirada.
Temo buscarte el resto de mis días
y temo encontrarme en la Nada.

Eres temor,
¿y quizás, tan sólo eso, siempre,
sea la condena del amor?

lunes, 22 de febrero de 2010

Aliento

Siempre hay algo de vacío en la intensidad.
Siempre los momentos apasionados acaban consumiéndose con su propia existencia. Siempre la intensidad acaba en anhelo. Los instantes llegan, llenan y se van. Siempre viviremos de alientos y desvelos.

"Los celos, un aliento que nos agota.
El perdón, un aliento que nos alivia.
La esperanza, un aliento que retenemos.
La pasión, un aliento que liberamos".
De la película "aliento" de Kim Ki-Duk

Nuestra historia es la historia de nuestras pasiones, de nuestros alientos, de los momentos que no se explican con palabras y tan sólo permanecen en la mente, guardados, duraderos, intempestivos, atemporales, inmortales. La intensidad es fuego, que no conoce alma ni recuerdo, que es siempre pensamiento eterno. No hay memoria ni recuerdo porque siempre es verdadero.

viernes, 19 de febrero de 2010

CONDENADA

Ojala encuentre algo que me inunde el ser, algo que me anule, algo que me haga desaparecer; que borre mi capacidad de juzgar, mi capacidad de razonar.
Ojala alguna vez, algo, pueda anularme el pensamiento, embriagarme hasta hacerme perder el intelecto: la noción del bien, la noción del mal, la noción de lo justo, de lo racional.
Ojala algo me anegue los sentidos hasta el punto de hacerme olvidar y entregarme al destino.
Ojala encuentre una causa a la que entregarme con todas mis fuerzas, algo que me una a la naturaleza, algo que sea inevitable, necesario, eterno, irremediable.
Ojala algún día encuentre una acción de la que no poder responsabilizarme.
Ojala algún día no pueda llorar ni reír porque tenía que ser así.
Ojala algún acontecimiento me llegue sin más, se me presente sin darme oportunidad.
Quiero ser esas alas que volaron hace generaciones hacia horizontes soñados, sin preocuparse del futuro ni del pasado. Esas alas atrevidas, valientes, que se embarcaron sin miedo de ruinas ni de daños.
Quiero ser ese viento que sopla sin saber dónde irá y que nunca reposa.
Quiero ser ese pájaro que se deja mecer en el viento, de suaves plumas y peso ligero.
Quiero ser esa rama arrastrada por la corriente que jamás dio explicación de sus viajes.
Quiero ser como ese silencioso rumor que hacen los besos cuando tan sólo se insinúan, cuando tan sólo se lanzan a una curiosa aventura.
Quiero ser latidos de luna, que empujando deseos, laten sin mesura.
Esa rodada hoja que rueda sola, sin planes, sin preocupación y sin explicarse a nadie.
Esta razón me está agobiando, me está rompiendo el corazón. Por miedo de daños, por miedo a los años, por miedo a depender de unos labios, por miedo a entregarme demasiado, por no saber dónde estará el punto exacto.
Invoco a esa gota de destino que acaso debe guiar a cada individuo; invoco a que me ilustre un poco de verdad, a que me alumbre alguna franja de serenidad.

martes, 16 de febrero de 2010

VENGO

Vengo de asomarme a todos los retos de mis sueños infantiles.
Vengo de luchar y de sufrir por un amor que nunca supe si fue risa o dolor.
Vengo de pasear por las arenas movedizas de besos que descendían por siluetas indecisas.
Vengo de enfrentarme, cuerpo a cuerpo, con el infierno de temores convertidos en certezas.
Vengo de allí donde el sueño se hizo suspiro y el tiempo intervalo.
Vengo de ver al espíritu encogerse y volverse viento.
Vengo de sentir la desaparición de un cuerpo en otro cuerpo que lo espera.
Vengo de llamar realidad al sueño.
Vengo del capricho de encerrar la verdad en los límites de una figura
que con frecuencia me anula.
De sentir entre unos brazos que una historia se esfuma.
Vengo de vivir de esperanzas y de creer
que la belleza está donde la buscas.
Vengo de nuevo a mi mundo
con energía y llena de dudas.
Tal vez dudando encuentre algún día algo puro.
Vengo al mundo que me sonríe
y del que puedo recibir mucho.
Vengo al mundo a buscar mi hueco
allí donde otros hallaron el suyo.
Reivindico todo lo que es mío:
reivindico mis espacios, mis pensamientos y mis desvaríos.
Vuelvo a este mundo, superficial pero profundo.

ETAPAS

La vida es una sucesión de etapas y acontecimientos que van sucediéndose. A veces, hay una etapa muy bonita que deseamos que nunca acabe. Pero siempre acaban. Todas las etapas se agotan, se acaban consumiendo para dar lugar a otras nuevas. En el camino de la vida, muchas veces se cometen fallos. Algunos son poco graves, fácilmente enmendables. Pero, otros, son mucho más graves. A veces, nuestro espíritu aventurero quiere embaucarse en cosas demasiado complicadas. Y ese es el caso de los sentimientos. Cuando uno está solo tiene mucha libertad, mucho margen de actuación. Es totalmente dueño de sus actos y de su persona. Pero, cuando decidimos darnos el capricho de viajar con compañía, no somos conscientes de los muchos riesgos que esto entraña.
Los sentimientos son como el fuego, y acabas quemándote muchas veces.
Todo empieza como un juego, como un "a ver qué pasa", como un "vamos a probar", como un "me lo merezco", "me voy a hacer una concesión", o "¿por qué otros sí pueden y yo no?". Y, después, sin darte cuenta, ya estás atrapado. Has caído en la trampa, has caído en la tentación. Puede ser que el juego salga bien, pero también puede ser que salga mal. Y hay que tener mucha energía para admitir que algo no va bien cuando hablamos de relaciones humanas. Hay que adoptar yo diría que incluso una frialdad moral y decidir cambiar de rumbo.
Cuando llegamos a cierto punto, y muchas cosas fallan, pensamos que merece la pena seguir para no desperdiciar todo eso que ya hemos logrado. Pero, cuando la máquina sigue fallando y fallando a veces es necesario abandonar la idea de seguirla reparando. Los sentimientos que tiran al pasado son muy poderosos, son casi invencibles, pero a veces hay que emplear energía y conseguir vencerlos.
Siempre hay un mañana esperando para recibirnos cuando acabe la noche.

miércoles, 10 de febrero de 2010

HOMBRE NUEVO

Por tus venas
corre sangre
que se asombra
y encadena.
En el aliento de tu voz
un mundo nuevo despierta.
Alma que nació
para debatirse
entre la prisa y la espera.
Llueve el cielo
deshecho en llanto
y, por la franja de luz,
camina el hombre cansado.
Buscando el último lucero,
viviendo al límite,
serás siempre tú:
siempre apostando
y siempre triste.
Hombre de hoy,
consciente de sus días
y de sus noches;
vagabundo de horas,
comedor de reproches
heredero de olvidadas voces.
A tu pluma,
de palabras sedienta,
aborrecida por los infelices
que nada esperan,
acuden sin pudor
otros que buscan respuestas
en un espíritu luchador.
Tras de ti
caminan otros
que aún también desean vivir.
Únete a aquellos
que antes vieron el tormento.
Fúndete en sombra
y sopla,
inunda como el viento.
Penetra los corazones
de tantísimos descontentos.
Encuéntrate con tus semejantes
y muéstrales tus argumentos.
Trae al mundo
lo que es suyo:
devuélveles su esencia de misterio.

Propio

jueves, 4 de febrero de 2010

¿Como fin o como medio?

Muchas veces pienso si las personas se unen realmente por amor, por conexión, porque algo dentro las llama a unirse; o simplemente para llenar un vacío, para no caer en la soledad.

El ser humano es débil por naturaleza, es por naturaleza sensible a la soledad. Ya decía Aristóteles hace mucho que el hombre es un animal social. Necesitamos relacionarnos, necesitamos de los demás para llegar a descubrir quiénes somos en realidad.

En cambio a mí me da pena saber que la gente me busca por necesidad. Es a la vez alentador, pero también desmotivador. Estaríamos hablando de que las personas son medios para algo: medios para un beneficio personal, medios para llenar nuestro tiempo.

Si pensamos que el hombre puede estar solo, que puede vivir aislado, individualmente, entonces podemos pensar que cuando encuentra a otra persona realmente la quiere, como fin en sí misma.

Es muy complicado saber si nos quieren como medio o como fin. Quizás un existencialista diría que no hay que pararse a pensar esto, que hay simplemente que vivir, que disfrutar lo que se pueda el presente y ya. Pero es una cuestión fundamental a la hora de tomar muchas otras decisiones, a la hora de entender muchas reacciones en el prójimo. Una base mala da un presente malo, da malas consecuencias.

Debería ser ya hora de que tratemos a los demás como fines en sí mismos y no como medios para nuestra propia felicidad.

Por encima de las nubes

A veces las cosas no suceden como nos gustaría. A veces es simplemente cuestión de mala suerte. A veces es simplemente que la ruleta de la fortuna no paró en nosotros, y somos víctimas de ese porcentaje de gente al que "le toca" tal o cual cosa. Otras veces, es por la voluntad de otras personas. A veces las personas no son como nosotros queremos, o no actúan como deseamos que lo hagan. Cada persona tiene su carácter. A veces nos duele muchísimo que las cosas no sean como nosotros las queremos. Lloramos, nos disgustamos, nos sentimos abatidos; se nos desmorona todo. Sólo vemos aquello que no nos gusta. Se magnifica. Nos tapa todas las demás cosas. Nos anula todos esos otros motivos que tenemos para ser felices. Todo no está a nuestro antojo, pero siempre, todos, contamos con cientos de privilegios por los que deberíamos sentirnos afortunados. Cuando una persona nos falla, cuando una situación de nuestra vida no va bien o perdemos algo, siempre hay muchas otras personas que sí están, muchas otras cosas que nos pertenecen.

Tal vez sea cuestión de orgullo, de egoísmo, de amor propio. Tal vez deseemos con tanta intensidad aquello que no tenemos porque nos supone un reto. Tal vez deberíamos aprender a valorar las cosas que no hemos perseguido, aquello que está, sin más. La costumbre mata muchas cosas, y una es el encanto. Cuando nos acostumbramos a una persona, a un paisaje, a un objeto... acabamos no valorándolo. Acabamos pensando que siempre va a estar, que nos pertenece, que podemos tomarnos el lujo de no valorarlo, como si su deber fuera pertenecernos y no irse nunca.

Cuando siento que el mundo me da la espalda, intento hacer una lista de cosas positivas. Y me salen muchísimas. Cuando algo falla en mi mundo intento alzarme por encima de todo, intento mirarme desde fuera, desde otra vida, desde otro ser. Intento mirarme por encima de las nubes y ser capaz de agradecer mi fortuna.

Y doy gracias a todo lo que está, a todo lo que es mío, me pertenece, a todas las personas que siempre están, que no fallan, que permanecen aunque a veces olvide su presencia. Todo eso que necesitamos tanto que no lo valoramos, quizás no por costumbre, sino porque no concebiríamos una vida sin ello. Porque es inmanente a nuestra persona.

Ójala algún día el espíritu deje de ser egoísta, orgulloso y aventurero y se siente a pensar.