Ya ha llegado el otoño,
aunque este
año,
parezca verano.
Ya es la estación
de la caída,
el resurgir, la
renovación,
el trabajo, la
introspección;
la
chirimoya,
la castaña, la
calabaza,
el café y la
manta.
Ya es otoño.
Aunque parezca que
no.
Nadie,
ni nada
engaña
a estas noches
tempranas,
coleccionistas de
recuerdos
que se deshojan
en preguntas
denostadas.
Aroma de
espejismos
tras la ventana:
en la luna,
que es en verdad
de sangre,
aunque se vista de
plata,
porque siente,
gime, llora,
palpita,
y se desgasta.
Nada engaña
a las
madrugadas
que buscan
ayeres
resueltas en
sueño.
En lágrimas.
Tras el cristal
una sombra
que también se
rompe:
añicos de lo que
pudo ser,
lo que
pudimos
pero no;
lo que, si nos
apresuramos,
aún podríamos.
El calor
que es alma,
pasión,
fuerza, amor
vida...
En este
contexto
huele a
deshielo,
presagio de lo
fúnebre:
muerte,
despedida,
temblor,
huracán,
huida...
Es otra noche de
otoño,
aunque parezca
mentira.
Patricia Gómez
Sánchez
5 de octubre de
2022