viernes, 30 de octubre de 2009

MIS GRANDES TESOROS

Como soy una empedernida del orden, las listas, los métodos y las rutinas, y ya me estoy yendo un poco de mis principios, me apetece elaborar una lista de mis libros favoritos; ya que mi lista habitual de antaño se ha quedado obsoleta; la he dado la vuelta por completo. De grandes novelones que cuentan vidas, historias, aventuras… he pasado a la novela existencialista, a la poesía y los relatos que rozan el surrealismo.
Aquí van “mis” grandes descubrimientos, mis libros, las maravillas de la creación, lo que me demuestra que hay algo más. Creo que el arte, ese deseo de decir algo, como sea, de innovar, de ser original, de no quedarse ahí, de todo artista, demuestra que hay un ser más grande que el que vemos con los sentidos. Son como partes de mi ser, los trozos de que me compongo, los que me han dado tanto placer, los que leeré y releeré:

“El lobo estepario” de Hermann Hesse
“Siddharta” de Hermann Hesse
“El mito de Sísifo” de Albert Camus
“La voz a ti debida” de Pedro Salinas
“Schopenhauer y Nietzsche” de George Simmel
“El árbol de la ciencia” de Pío Baroja
“La elegancia del erizo” de Muriel Barbery
“Seda” de Alessandro Baricco ¿? (Estoy en él, pero es prometedor).

De sueños y realidades

Matrices que explotan niños huérfanos de amor.

Conjuros y desolación.

En sus albores, una adolescencia violenta,
morbosa de sangre y sudor.

Un cielo sin estrellas, un sol de hielo que congela las almas y los corazones.
La aurora dejó de ser alba para convertirse en luz agonizante que llama al suplicio del agotamiento del día.

Los pájaros no trinan, chillan. Lloran.

No hay un trozo de verde en la orilla de los ríos.

Los colores se han teñido de mugre; la vergüenza disfrazado de orgullo.

Desfilan en este paraíso ovejas que presumen ser representaciones de héroes.

Al tañer de una campana, acuden en masa, para ver cómo agoniza la verdad, espíritus errantes que se alimentan de crueldad.

Al crujir una vida, se refugian en la indiferencia más recóndita, por si una mancha de sangre les recuerda que su persona tampoco es eterna.

Estos seres no son ligeros, no se deslizan; cual masas plomizas se hunden en la tierra hasta que se van ahogando por la miseria.

Lo que veo es engañoso; ilusiones de estos sentidos imperfectos de que me doto.

Me elevo por encima de lo efímero; penetro en esos parajes insondables de la risa; hasta el jugo mismo segregado por mis propios deseos; hasta las puertas del abismo; hasta lo difícil de los límites inacabados; exprimo estas miradas de fraternidad aparente; bebo de esta mezcla de soledad y silencio, de abstracción y simplicidad y me acurruco en la verdad onírica de mis sueños; aunque onírica, verdad al fin y al cabo.

Que este sueño de infinito me demuestre, una vez más, que hay otra realidad.

La piel, la araña y un colibrí

Palpitando, detrás de ti,por encima de tu razón
y de esta sensorial ilusión, la piel, la araña y un colibrí.

Paralelo a este mundo se abre otro.

Me lo dice el cielo,
que se desploma cuando intento desvelar el secreto
que no toco.

Hay un tiempo que no habito, un espacio que no ocupo.

Aspiro a ese mundo donde los ojos no ven y nada es oscuro.

Este mundo carnavalesco se me ofrece lleno de disfraces,
impuro.
Pavonea sus encantos por doquier,
este nido de lagartos.

Junto a la mancha gris que es este suelo
se intuyen infinitos laberintos que nos incitan al anhelo.

Adivino otros secretos,
hay otros lugares donde navego;
me lo demuestra este ser inmenso
que pugna por librarse del tormento.
Buscando alas,
entre la pena,
con que salir de su condena,
encuentra las palabras:
recursos inagotables, instrumento
tras el sudor, el deleite o el miedo.

Entre límites

Me coaccionan los espíritus
de la ira
hoy, por quererte.

Hay torbellinos
de mariposas negras
que me invaden los inhóspitos
parajes de la memoria.
Por quererte, vivir hoy
podrá ser morir mañana.
Por querer, arriesgar el presente
y el pasado por un futuro incierto.

Mi mente se rebela contra mí,
contra toda yo
por ser tan ingenua,
por nadar con los delfines
en estos mundos soñados
que jamás existen.

En la cabeza el unicornio
lucha por querer quedarse
en este paraíso imaginado
que forjé contigo.

El sol mima las hojas de los árboles.
Mis mejillas sólo saben a sal y lágrimas.
No me envuelven estos paisajes.
Los párpados se cierran
esperando el grito de la retirada.

Coaccionada, presa del espanto,
aturdida por el miedo
no sé ya dónde dirigir mis pasos.

Me dirigiré a las dunas,
invocaré a Eros
y me perderé soñando
con mis leales musas.

Lejos ya de ti, de mí,
del unicornio, del frío,
del sentir,
del recuerdo y del olvido.

Si eres valiente,
enarbolando tu bandera de besos
vendrás. Volverás
donde te dictan tus más íntimos deseos.

lunes, 26 de octubre de 2009

Sé que temblaste

Sé que temblaste. Sé adivinar tus pensamientos. Sé interpretar el nerviosismo en tus ojos, el rubor en tu forma de hablar y hasta la consciente elección de cada palabra que me pronuncias. Miénteme y no me digas que me quieres. Elige tú. Haz lo que más te plazca. Elude las palabras y evádete de las realidades; opta por la ocultación. Engáñate. Llama terrenal al descubrimiento del paraíso; llama brujas a las deidades; embrutece cuanto quieras lo sublime. Engáñate. Pero sé que temblaste. Aquello no era una fortaleza; era más bien un espíritu temeroso, encogido, desplegándose con vergüenza. Nuestros cuerpos se unieron interrogantes, se fundieron, se acercaron repletos de preguntas, sedientos de respuestas. Encontraron deleite y misterio. Más misterio. El misterio es nuestra receta. Vivimos de lo que intuimos, de lo que adivinamos. Siempre hay aquí espacio para la innovación; siempre hay sorpresa, llama, chispa, fuego. Te veo y te adivino. En tus manos un sentimiento desnudo, una emoción indefensa, un Universo que se desvela. Por todos tus poros destila la ilusión, la esperanza. Sólo eso me importa. No reclamo más palabras de tus labios. No me expliques cómo me amas, ni me digas repetidas veces cuánto me quieres. Sólo préstame todos los suspiros de que son capaces tus ojos. Dame con tu cuerpo el cálido gemido de la tierra al estallar. Envuélveme en ese halo de secreto que inexplicablemente emana de tu mirada. Dame, sólo, en el espejo de tus ojos, mi imagen de diosa. Cuéntame otra historia del mundo. Dame una lente que se olvide de la miseria y el desgarro y la falta de razón. Evócame un mundo para el diálogo. Evócame, como haces, toda la armonía de la existencia. Funde en uno cielo y tierra, placer y abismo, escasez y saciedad. Asómate a las puertas de mis pensamientos y entra sin miedo. Hazlo ahora. Hazlo eternamente. Sé que quieres. Sé que temblaste.

viernes, 23 de octubre de 2009

Henry Miller (nuevamente) y Van Gogh


"Por una fracción de segundo quizá, experimenté esa claridad total que pocos tienen el privilegio de conocer. En aquel momento perdí completamente la ilusión del tiempo y del espacio: el mundo desplegó su drama simultáneo a lo largo de un meridiano sin eje". Henry Miller.

Cualquier comentario le quitaría la esencia. El Arte se siente, sin explicación.

Incluyo dos pinturas de Van Gogh porque es como si sus cuadros estuvieran pintados desde un lugar extraño, ajeno, fuera de estas coordenadas; donde no hay límites ni por el tiempo ni por el espacio.

El Arte


Llegan muchos momentos en la vida de una persona en los que cree que ha llegado al punto máximo. Puede ser máximo hacia arriba o máximo hacia abajo. Hay veces que no podemos imaginar un punto más profundo, un estado más angustioso ni más negro. Otras, no imaginamos mayor perfección, nos sentimos en armonía con todo lo que nos rodea. Muchos sentimientos nos transportan a ese punto alto, a la cima de la infinitud. Las causas, diversas. Para mí el arte es una de las cosas que me transportan a esa cima. Entonces, me siento inmaterial, abstracta; entonces me olvido de esa nada cotidiana que rodea todo y me inserto en un horizonte de belleza. No sé nada sobre arte, ni de crítica artística, pero creo que el arte me dice cosas. Ayer, en una asignatura “Crítica artística” el profesor dijo que el arte era de las minorías. Dijo que el arte es cuestión de entendidos, de personas formadas. Que al Arte no puede acudir cualquiera, porque no lo entenderá. Entonces, empezó a hablar del código múltiple, del lenguaje específico y montones de cosas parecidas. Por supuesto, esto me pareció un grave atentado contra la esencia del arte. O creo ni siquiera que a él le guste el arte. Quien verdaderamente ama el arte lo ve como una necesidad humana, como un lugar donde el ser humano acude en busca de paz, remanso y tranquilidad. Puedes no entender el color, ni la luminosidad, ni saber explicar el cuadro, o la escultura, o la poesía; pero el arte habla por sí mismo. Para mí en el arte hay una interacción entre dos almas, un lenguaje que no entiende de gramática ni de expresión. Porque el arte es algo más grande que la simple expresión por la palabra; por una pintura yo descubro a un ser, descubro una mente, una forma de entender. Ese cuadro habla a mi interior, habla a mis sentidos, no a mi conciencia. Se puede estudiar el arte, pero el arte auténtico jamás tiene explicación. Lamentablemente, el arte de hoy día es un producto más del mercado. Es una mercancía más, que obedece a la ley dichosa de la oferta y la demanda. Quizás haya que volver a los orígenes y que el arte cubra necesidades humanas, más que crearlas.
Me quedaré con dos descripciones de la pintura de dos críticos del siglo XIX:

De Nathanson: “Una última reflexión puede obligarnos a reconocer al artista una libertad tan grande que, en presencia de sus obras, ya sólo seamos jueces el placer que nos hacen gozar o del parentesco más próximo o más lejano de nuestro gusto con el que ellas expresan. Así como la palabra “montaña” no trae sobre la página unos millares de metros cúbicos de piedras y de arena, así tampoco el cuadro reproducirá la sensación del pintor, sino que solamente como la palabra para el poeta, será su signo(…). De este modo, el verdadero tema de un cuadro no puede ser más que la composición de los signos escogidos por el artista para representar sus sensaciones tal como su gusto se la impone y, además, no podemos preocuparnos más que del placer sensual que nos dan las formas reunidas y sus relaciones”.

De Charles Morice: “El artista debe obedecer fielmente a las necesidades interiores, no sacrificar nada a las necesidades exteriores; no ser esclavo de la naturaleza, domarla, servirse de ella sólo como un pretexto para la realización del sentimiento o del pensamiento que a uno le fascina; ver el mundo sensible como un inmenso enigma cuya clave está en nosotros, clave múltiple, variada”.

Los cuadros son de Monet. Porque es le que más me gusta. Me evoca muchas cosas.

jueves, 15 de octubre de 2009

Como algo, como nada

Hay un cielo que se adivina en cada mirada; hay una maravilla que siempre llama a las puertas de nuestra esperanza; hay temblores presentidos, deseados, anhelando; hay llanto y alegría, hay todas las promesas que puede anhelar una vida. Hay luz llamando al beso, hay nubes de ardor alrededor. Nos adivinamos en los contornos de cada movimiento. Es dulce y es dolor. Hay latidos que claman abrazos; somos un boceto del Amor; algo imperfecto, inacabado, adivinando. Boceto de este intento, que sólo es ahora y que presentimos eterno. Como si de mi mar nos emergiera la paz, y de tu Tierra la vitalidad; hay algo que es cómplice y enemigo; hay una cuerda que tensa y destensa; hay algo de invento y algo de destino. Los momentos hostiles encienden movimientos febriles: abriendo brechas, sanando heridas; desatando tormentas, sellando estrellas.

¿Dónde están las personas?

Érase una vez un chico tímido, indeciso, pesimista, depresivo y poco agraciado físicamente. Este chico llegaba del colegio triste porque le daba vergüenza de sus compañeros. Él tenía pasión por la escritura (o algún otro arte: escultura, pintura, música...). El arte no da dinero, ni prestigio, ni reconocimiento social. Eso no era algo que debiera valorarse, porque él era un chico, y sería un hombre más alante; los hombres no pueden sacar a la luz (según él mismo) estos escritos que hablan de corazones y de heridas, un hombre de verdad no debe ser tierno ni sensible ni mostrar en público debilidades. Este chico, por tanto, estaba un poco acomplejado, porque resultaba que lo que realmente le apasionaba, que lo que tan bien se le daba, nunca podría ser elogiado por un público. Ya desde su infancia empezó a ocultarse. Después fue madurando, y tuvo la esperanza de poder maquillar esa timidez en un físico agradable y atractivo, para que le fuera más fácil establecer relaciones sociales. Pero también eso le falló. Es decir, tenemos a un chico tímido, que no se valora, muerto de miedo y feo. Podríamos haber tenido a un chico feo, atrevido, gracioso, valiente, dicharachero, alegre; pero no era lo suficientemente valiente para plantarle cara a la realidad. No tenía valor para respetarse a sí mismo. Desde entonces, no conoció nunca más el respeto, sólo los buenos modales. No entendía aún nada de la vida. Como no veía salida, optó por la mente. Hizo el perfil del perfecto empollón, del perfecto cerebrito y comenzó a subir peldaños en esa “escalera de vida”. Cuando vio que eso de la inteligencia se le daba bien, empezó a recuperar una especie de seguridad en sí mismo “a destiempo”, lo cual fue bastante perjudicial. ¿Por qué? Porque se creyó que era un semidios. Los semidioses nunca pueden estar con las personas. Los semidioses se abstraen, se alienan del mundo. Son una especie de humanos sin humanidad, son entes cubiertos de arrogancia que se creen listos por saber cosas e inteligentes por su elocuencia. No hay nada que no esté en los libros. Es bonito, motivo de orgullo saber hablar, saber redactar, saber expresarse… Pero eso no nos hace más sabios, jamás. Esto son sólo consecuencias de haber leído. No se trata de esto, desde luego. La sabiduría es sensorial, consiste en saber sentir. Cada vez, en el mundo, hay más semidioses y, por eso, se están perdiendo las personas. No se queda ahí la cosa, por supuesto. Los semidioses empiezan a estratificar la sociedad. Los que se acercan más a su status son los buenos, los listos; los que se alejan son los tontos. Pobres, ignorantes que se creen que saben algo. Ignorantes que llegarán a ser grandes figuras, cabezas pensantes del país, y que siempre estarán arrepintiéndose de no haber luchado por el gran amor de su vida porque sólo eran unos críos cobardes. Pobres semidioses que viven del anhelo y la envidia. Sus fotos llenarán quizás las portadas de los periódicos, y darán entrevistas y ruedas de prensa, y tendrán fama y prestigio; y llegarán a su casa por la noche y cuando intenten dormir se sentirán solos. Tendrán un corazón helado que dejó de palpitar hace mucho tiempo. Es el precio del caché; los semidioses no tienen corazón. ¿Dónde están las personas? Desaparecidas y desapareciendo. ¡¡Hay tantos semidioses por todas partes que ya me cuesta eso de “creer en el hombre”!! Quizás sea la naturaleza humana no resignarse a lo inevitable. Una pequeña persona debe conformarse con una pequeña existencia. Esta es la base del respeto. El Hombre es sólo eso, Hombre. Es tan grande y a la vez tan pequeño. Un respeto hacia sí mismo será esencial para un respeto hacia los demás. Estamos de paso, pasemos de la forma más honesta posible.
PD: Podría haber llamado a esto "Indignación política (II)". Estoy realmente indignada.
PPD: El mismo ejemplo puede aplicarse para chicas (con las oportunas variaciones).

viernes, 9 de octubre de 2009

Indignación política

Hoy estoy muy enfadada. ¿Por qué? Por los pocos valores que hay por todos sitios. Creo que cuanta más gente conozco, más prefiero a los viejos y a los niños. Realmente, sinceramente. Cuanta más cultura, evolución, civilización, más absurdo es todo. Es muy típico oír lo de: “No se puede comparar el voto, los conocimientos sobre política, que tiene una persona universitaria, de clase media con lo que puede votar un anciano (más todo lo contrario: anciano, clase baja, no universitario). ¿Hasta dónde habrá que ver? ¿Dónde irá a parar el género humano. Evidentemente, esto es una barbaridad. Pero yo, no dejo de sorprenderme. Pensaba que la gente empezaría a hablar, pensaba que alguien empezaría a hablar de democracia, de justicia, igualdad… y todos esos valores que parece que al final nadie se cree. Como no ha intentado hablar nadie, he tenido que hablar yo (por supuesto, no podía quedarme en silencio). Pero vamos, la defensa que he hecho no ha sido todo lo profunda y extensa que deseaba. ¿Por qué? Por varios motivos:
Porque ya no quiero convencer a nadie de nada.
Mi intervención sólo pretendía no dejar pasar un comentario así sin réplica, sin ningún ánimo de debatir.
Porque no me merece la pena debatir con alguien que parte de esa base.
Así que, aquí, en mi blog, expondré todo lo que opino sobre este tipo de personas, en el cual se incluyen muchísimas más de las deseables:
Debería respetarse el derecho a expresarse de todos los ciudadanos.
Me gustaría saber de dónde le viene a él la clase media esa de la que habla. ¿Cree que tiene que tener más derechos por haber tenido la suerte de nacer en una clase ya acomodada? ¿Ha hecho algo por llegar a la clase media, aparte de jugar al paddel, leer periódicos de derechas, pedir a su familia los caprichos que se le antojaban y vestir cutre para parecer bohemio?
¿Es feliz?
¿Sabe valorar que sus padres renuncien a lujos para poder ofrecerle una existencia buena? ¿Sabe lo que es el amor de unos padres? ¿Sabe lo que es realmente dar todo por tus hijos, mirar por ellos antes que por ti? Lamentablemente, muchas de esas clases medias no saben nada de esto. Pero, claro, merecen el voto, porque saben de política. Saben de política, y se enorgullecen. Deberían ponerse a llorar porque no saben nada de humanidad ni de humildad ni de belleza.
¿Sabe lo que es querer?
¿Sabe lo que significa vivir en un Estado con democracia representativa? ¿Sabe que por muchos periódicos que lea tiene muy difícil cambiar el mundo? ¿Se ha creído la ilusión democrática?
¿Tiene algún interés en cambiar el mundo, en luchar por los pobres, o simplemente se informa para regodearse de lo bien que le va a él en su vida?
¿Realmente se pone en la piel de las víctimas de las guerras sobre las que se informa, o sólo le preocupa qué le apetece comer, qué viaje hará la semana que viene o cómo se ligará (ligar, por añadir romanticismo, dudando de que su egocentrismo le permita conocer el amor algún día) a esa niña pija que se sienta a su lado en clase?
Yo no sé de política, ni de humanidad, ni de nada extensamente. Sólo voy adquiriendo los conocimientos que necesito para llevar una vida lo más plena, feliz y honesta que pueda. Quizás el problema es que existan personas que hablen del “bien común”, que hablen en general, que hablen en nombre de una sociedad que no conocen, a la que no quieren y de la que están totalmente alienados en sus chalets de lujo. Pío Baroja evocaba el egoísmo, y quizás llevara razón. Si el hombre egoísta se centrara en sí mismo, en mejorarse a sí mismo, dejaría de entrometerse en lo que conviene a los demás. No creo que haya que representar a nadie, habrá mejor que escucharle. No sirve de nada interceder por aquel al que hemos dejado mudo. Esto podría continuar, y es muy probable que continúe.

martes, 6 de octubre de 2009

El Arte

Es una pintura de Pieter Claesz.

"Es un enigma siempre renovado: las grandes obras son formas visuales que en nosotros alcanzan la certeza de una adecuación intemporal. La evidencia de que ciertas formas, bajo el aspecto particular que les dan sus creadores, atraviesan la historia del Arte y, como expresión implícita del genio individual, constituyen todas ellas facetas del genio universal es profundamente perturbadora. ¿Qué congruencia hay entre una obra de Claesz, una de Rafael, una de Rubens y una de Hopper?

Pese a la diversidad de los temas, los soportes y las técnicas, pese a la insignificancia y lo efímero de existencias abocadas siempre a no ser más que de un tiempo solo y de una cultura sola, pese también a la unicidad de toda mirada, que no ve nunca más que lo que le permite su constitución y sufre por la pobreza de su individualidad, el genio de los grandes pintores ha llegado al corazón del misterio y ha exhumado, bajo apariencias diversas, la misma forma sublime que buscamos en toda producción artística. ¿Qué congruencia hay entre una obra de Claesz, una de Rafael, una de Rubens y una de Hopper? El ojo encuentra en estos maestros, sin tener que buscarla, una forma que desencadena la sensación de la adecuación, porque a todos se nos aparece como la esencia misma de lo Bello, sin variaciones ni reservas, sin contexto ni esfuerzo. Pero, en la naturaleza muerta del limón, irreductible a la maestría de la ejecución, que hacía surgir el sentimiento de la adecuación, el sentimiento de que "así es como debían disponerse los elementos", que permitía sentir el poder de los objetos y de las interacciones entre éstos, abarcar en la mirada su solidaridad y los campos magnéticos que los atraen o los repelen, el vínculo inefable que los une y engendra una fuerza, esa onda secreta e inexplicada que nace de los estados de tensión y de equilibrio de la configuración, que hace surgir el sentimiento de adecuación, la disposición de los objetos y los manjares alcanzaba ese universal en la singularidad: la intemporalidad de la forma adecuada.

¿Para qué sirve el Arte? Para darnos la breve pero fulgurante ilusión de la camelia, abriendo en el tiempo una brecha emocional que parece irreductible a la lógica animal. ¿Cómo surge el Arte? Nace de la capacidad que tiene la mente de esculpir en el ámbito sensorial. ¿Qué hace el Arte por nosotros? Da forma y hace visibles nuestras emociones y, al hacerlo, les atribuye este sello de eternidad que llevan todas las obras que, a través de una forma particular, saben encarnar el universo de los afectos humanos".

Muriel Barbery, "La elegancia del erizo"

viernes, 2 de octubre de 2009

REDENCIÓN

Todo lo humano tiene límites. Nunca, nadie, podrá abarcar todo. La realidad, los conocimientos, son inabarcables. Y por eso, creo que cada uno de nosotros debe reflexionar profundamente sobre una parcela de esa realidad. Debemos sólo intentar abarcar aquel mínimo espacio de la inmensidad, de la inconmesurable realidad, hacerlo muy, muy nuestro, mimarlo, restablecerlo y vivir con él. Si aspiramos a meter toda la caótica realidad en nuestra mente, acabaremos por volvernos locos. El hombre, magnánimo por naturaleza, pedante por naturaleza también, prepotente por naturaleza, siempre cree que podría conseguir más de lo que ha conseguido. Unos, desisten por pereza; otros, insisten sin parar, durante toda su vida, a meter más y más teorías en sus cabezas, excusando de esta manera el patetismo de sus pobres existencias; otros, descubren que la realidad como término abstracto no existe, y entonces son conscientes de que se trata de que cada persona haga “su” realidad, y estos se dedican a forjar una existencia lo más bonita, efímera e intensa que el mundo les conceda.

Quizás sea por haber leído tanta filosofía existencialista, o quizás porque intuyo que, al final de todos los caminos, la meta está vacía. Lo intuyo porque así ha sido en mi vida, hasta ahora. Las metas nunca han dado más de lo que me ha podido dar el camino. Y me alegro de haber sabido ir despacio y con tranquilidad. Quizás sea bueno que el hombre tenga una buena meta, pero después las metas no son más que ilusiones. Las ilusiones son imaginación, y la imaginación no es realidad, ni vida, ni vitalidad.

Llegas a la meta. Y ahora qué. Ahora hay que reinventarse; la imaginación no llegó a más. Urge resurgir nuevamente; porque tu mente tiene muchas ideas y no te dejan tranquilo; y los pensamientos vienen a la mente y te apabullan; y en mañanas como las de hoy no puedo estar tranquila en clase, y en mi vida, porque querría que todo parar y meterme en mi habitación y escribir durante muchas horas seguidas todo esto que me brota. Y esto sé que es una tarea inútil. Antes me sentía orgullosa cuando escribía bonito, hoy lo veo como otra de tantas cosas inútiles que hago en la vida. Y es que, al final, todo es inútil. Por tanto, ahora no creo en el rigor, ni los formalismos, ni las apariencias. Porque eso son sólo engaños. Porque todo eso es inútil, y más banal de lo que pueda parecer. Ahora quiero ser una exploradora, y abrirme a nuevos campos, y hacer cosas que no sé, y explorar todo eso que no se me da bien.

La gente me desencanta; los libros me apasionan y me deleitan, pero siento que se me están agotando. Los filósofos contemporáneos y existencialistas creen haber dado con el secreto de la felicidad y afirman orgullosos que hay que vivir al día, disfruta, vive el presente. Y me llegaron a convencer, pero hoy no me sirve eso. Tal vez mañana. ¿Cómo vivir en el presente si el presente me obliga constantemente a plantearme la idea de lo eterno? Es eterna la amistad, el amor, la ternura, son eternas las pequeñas cosas. Hay un alma latente en cada acción, ¿cómo tomársela entonces a la ligera? Esta filosofía está incompleta. ¿Cuál no lo está? Todo está incompleto, inacabado, y por eso necesita reinventarse cada fracción de tiempo. Esta es nuestra condena, y nuestro milagro. Más allá de los límites de la imaginación está la Nada.
Es una y otra vez lo mismo. Vivo en un continuo y monótono dejavu. Lo único que siento nuevo soy yo misma. Por eso escribo, porque me renuevo en la escritura. Sólo me salva la poesía y la prosa surrealista, que me ofrecen la eternidad mundana que necesito para poner un poco de coherencia a toda esta locura. Hay un tensión entre la vida que llama a la muerte y la mente que llama a la infinitud; sólo en el Arte puedo hallar mi redención.
Y, tras esto, es obligado dejaros un poco de Arte:
"La verdadera novedad es lo que no envejece, pese al tiempo.
Es ta eclosión de la belleza en el corazón mismo de las pasiones efímeras, ¿no es acaso a lo que todos aspiramos?
La contemplación de la eternidad en el movimiento mismo de la vida".
De Muriel Barbery, "La elegancia del erizo"