miércoles, 9 de noviembre de 2011

Ahora sólo...


No quieras que me entregue más allá de estos minutos robados a la cordura; ni encontrar en las palabras furtivas que emanan febriles de mi boca un poso argumental que articule entera mi vida; ni dar consuelo a tu hastío con la profundidad de este desvarío.

No sientas más allá del ahora, ni interpretes que fue nuestra Verdad a solas la que forjó un atisbo de esperanza en ese Universo conquistado a deshoras.

No quieras presumir tan pronto de conocerme ni de haberme conquistado, ni conocido, ni descubierto, ni entendido algún secreto.

Rendí mis altares a tus ídolos de barro, rendí mis temores a tus ilusiones, mas no pretendas intuir que me quedé en tus brazos.
Háblame suave, tierno, pausado, lento. Pero no te quiero rendido por entero. No busques todavía en este foro que te sienta sincero.

Instante colmado de lunas, donde los besos casi deshacen los labios y no hay latido que no sea nuestro. Teñido de rojo el pulcro suelo: del rojo corazón que se debate incierto, del rojo sangre que siente eterno, del rojo acelerado de nuestro apetito sediento.
Vida indefinida purpúrea de llantos y risas que se desvanece entre las manos, bocas, cuerpos... dejando sin esencia este mundo, para abrir las puertas de un inventado paraíso fuera de estos muros.

Tu cuerpo, como templo evocado en las ausencias, me demuestra mi vida más cierta, el final de oraciones al vacío ante una boca que no respondía, lo que se llama vida hoy la siento entera mía; tus palabras como poesía que me acerca; mi boca, tu confidente más ciega.
Comulgan nuestras almas tan sólo conjuntas en la desesperación de una espera. Espera que nunca llega.

No pretendamos deshacer el camino que lleva hasta mí, ni hasta ti; no atajemos las normas ni inventemos nuevos métodos, no digamos sí, ¿tal vez no?
Sólo ahora preocúpemonos de vivir...

Creación propia

¿Hacia dónde vamos?


Hablaba algún poeta de las "soledades compartidas". Yo, en su momento, me planteé cómo sería posible compartir la soledad sin que el mismo concepto de soledad desapareciera al ser compartido. Con el tiempo, me he ido dando cuenta de que la verdadera compañía es aquella que nos permite compartir la soledad. No sirve de nada eso de anularse entre la masa, no existe consuelo verdadero cuando nos sumergimos en el anonimato para poder actuar entre la gente.. Una compañía de verdad, alguien con quien sentirse seguro es aquel ser con quien podemos compartir una soledad, una desesperación, al fin, una individualidad. Pero es difícil encontrar una compañía entre el tumulto, entre tantas voces, tantas presencias, físicos, superficialidad, teatro, duda, escepticismo...

Muchos prefieren seguir siendo ellos, seguirse sintiendo solos y por ello se aislan del ruido, de las congregaciones, de los escenarios que confunden, donde uno se confunde con otro, con otra, con otros, con cosas, con objetos, luces, sonidos, con el circo de luces que le rodea, donde se siente investigado hasta el más mínimo detalle.
algunos eligen aislarse, sentirse solos; pero, de todos, ninguno aspira a quedarse con su soledad a solas eternamente, sino que ese espacio de soledad les sirve para recordarse útiles, estimables, presentes, vivos, preservados y, al final de todo, únicos. Hasta que viene una nueva tentación, la de compartir su soledad con otra soledad que, al mismo tiempo, en el mismo espacio temporal, se queja, desespera y siente.
Tal ves en la actualidad las redes sociales sirvan mucho para eso para lo que antes servían las cartas, la poesía, o la correspondencia. Es ese espacio donde se da rienda suelta a las emociones, complejos, vergüenzas,inquietudes, gustos, aficiones... El mundo real existe, sí, por supuesto, pero existe ahora más que nunca sin nombre, anónimo, sin forma, sin destino ni futuro definido ni querido; y salir a él es salir a una masa informe, donde nadie parece conocer a nadie y donde todos andamos a la defensiva.

Pero el mundo de las redes sociales puede parecer otra cosa. Ahí las conversaciones son de a dos. Son soledades lo que se comparte. Son individuos distantes los que hablan, que ni siquiera pueden tocarse, mirarse o sentirse, pero que pueden hablar, que pueden decir cosas a otro, que tal vez más se las dicen a sí mismos. Es un espacio donde se encuentra comprensión y entendimiento, libertad. No hay miedo porque no hay presencia, no hay compromiso porque nosotros elegimos cuando todo comienza y cuando acaba. Pero muchas veces olvidamos que tampoco hay verdad porque falta el sentimiento que transmite la presencia viva, aliento, respiración, ojos, miradas, realidad sensitiva... Parece existir todo cuando, en realidad, puede no existir nada.
¿Qué es lo que está sucediendo? Falta cercanía, falta entendimiento. Sobra crecimiento y tecnología. Muchos filósofos modernos hablan del decrecimiento, una teoría según la cual debemos volver a los círculos más pequeños. La gran red de Internet nos sirve para buscar cercanía en la distancia. Una paradoja, como tantas otras. Lo natural sería buscar cercanía entre lo cercano, pero el mundo está difícil; entre la complejidad del mundo la red nos permite simplificar, el exceso de tecnología, la ampliación de horizontes, el quebranto de las leyes físicas nos sirven, después de todo, para volver al principio, para regresar, para retroceder.

¿Sería lo conveniente no haber partido nunca? Yo pienso que no. Es necesario haber recorrido el camino para volver al principio con convencimiento y seguridad. Es necesario haber agotado todas las capacidades, haber vislumbrado el límite, la frontera, haber logrado el reto para darse cuenta de que nos gustaba nuestro estado primero.

Decían algunos historiadores que la Historia es cíclica, que se repite, que las etapas vuelven, que es necesario recorrer todas para darnos cuenta de que hemos regresado, al final de todas, nuevamente a la primera. Tal vez éste sea el momento. Tal vez sea hora ya de ignorar muchas cosas y volver a muchos orígenes. Tal vez a muchos les cueste mucho tiempo comprender esto; tal vez el tiempo que les lleve coincida con el que tardan en sufrir las consecuencias.

Recomiendo la lectura de "Un mundo feliz" de Aldous Huxley.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Aún por si acaso...

Si tuviera que describir el miedo, lo describiría sin dinero, ahogado sin destino y siniestro.
Me asfixio ante la sensación de pérdida de tiempo, del gozo efímero, del pozo, del dolor intrínseco de tu sabor insípido.
Me aburre el muerto, me apena el vivo; mundo superficial, esquivo, materialista, lascivo.
Mentes impenitentes de condenas absolutas que planean estrategias para vidas vagabundas, sembrando caos, ambición y horror con teorías impolutas. Vagas, tristes, dulces, tiernas, corruptas almas impías que pecaron por absurdas.
Teatro, circo de sombras escenario; oculta el rostro de temblor del presidiario; entre rejas se teje la vida; rejas de muerte de atrapados en vida.
Sudor de plumas entre manos que apenas conocen una palabra mía, boca que se entrega pronta a la región más baldía.
Viven de efímera ilusión los que aún notan el corazón, pues donde se compra el valor, más se compra el amor;
Y se vende el pensamiento que moldean como yeso esos los que se hacen llamar los democráticos medios.
Basura absurda, frases medidas, improvisaciones preestablecidas, teorías fallidas, y todo irreal en este cosmos de mentiras.
Verdugo que se hace víctima; víctima que se volvió acrítica. Crítico que ya se cansó de perder euros para ponerse del lado del dinero, para comprar inmuebles y ponerlos en sus feudos.
Ya todo se compra, ya todo se vende. No hay lugar donde el dinero no llegue. Que el dinero mande y el político rece.
¿Creíamos, ilusos, que algo habría nuevo?
¿Acaso existe mi palabra en el mundo incierto? Dudo que hasta lo que escribo sea verdadero. O si, con el diablo, si ofreciera buen recaudo, me mudaría al infierno.
Golpe crudo, duro, frío se me rompe el pensamiento como el hielo; ilusiones estáticas colmadas de anhelo; voluntad apática por verse resignada a la búsqueda infinita. Todas las sumas dan cero. Me hablan de justicia y me da la risa.

Dónde está el futuro, dónde se vive el presente… dónde que lo busco.
Levanto el rostro y, por si acaso, esbozo aún una sonrisa ilusa para no ofender a mis musas.

Creación propia

sábado, 8 de octubre de 2011

Yo creía





Yo creía que se podía ser sólo una. Me sentía Yo, mi propia persona, única, unificada y coherente en cada acto, en cada decisión; orgullosa de tener unos principios, valores que guiaran mi conducta a cada instante. Después vinieron problemas y temí volverme cínica. ...Y la crueldad, y el sentir la injusticia a mi alrededor me hicieron poco a poco darme cuenta de lo difícil que es mantenerse impoluta, inexpugnable, firme, fiel a ti misma.


La Unidad no existe en este mundo, es cuestión de comprender y aceptar que una persona no es un mundo, sino muchos trozos de ellos.


Decía Unamuno que el Destino no sólo hay que pensarlo, sino que también hay que sentirlo. Voy a permitirme hacerle una crítica. ¿Y qué es el sentimiento? habría que preguntarse. En este mundo en que vivimos, sólo unos cuantos afortunados pueden sentir su sentimiento y seguir con fidelidad el pautado camino. Sentir requiere libertad. ¿Cuántos de los que mueren de hambre no sentirían otro destino? ¿Acaso la muerte fue su sentimiento? ¿Decidieron eso? Yo diría que el destino no se elige, ni se siente, que el destino se sufre, y que a lo sumo se puede moldear en función de las posibilidades.

Los privilegiados lo eligen. Hoy eligen quienes tienen el poder. A los demás, al resto, nos queda tan sólo jugar todas nuestras cartas con la mayor destreza posible, actuar en el teatro cual mimo que avanza sigiloso hasta encontrar el camerino en que poder desenmascararse.

¿Y cuál será acaso de existir el rostro verdadero?

A veces tanto maquillaje, tanta actuación nos acaba confundiendo. A veces el mundo se desfigura, pierde los contornos y ya no sabemos si estamos dentro o fuera. Ya no sabemos si somos actor o espectador de este mundo maniqueísta que nos obliga a la propia negación, al abandono, a la rendición al mundo de las sombras.

Antes me bastaba con sentirme , con volar el pensmaiento hacia lejanos mundos, con llenar la cabeza de filosofías existencialistas, con inventar lugares donde cobijarme. Hoy no me basta con sentir, hoy quiero vivir con todo lo que mi cuerpo permita y mis deseos ansíen. No quiero volar porque no tengo alas. Ahora no hablo de alas; hoy hablo de manos que toquen, ojos que vean, pies que anden, boca que deguste, músculos que se contraigan de hartazgo, corazón que lata; cuerpo que se desgaste y se sienta cansado.

...

Pero existe otra cara. Existe, tras el escenario, ese lugar donde respiras, donde abres los pulmones, extiendes los brazos, tomas aliento y te sientes vivo, y bueno, y sobre todo tú. Y no es un lugar, son más bien sus personas. Existe ese lugar donde habitan los seres con los que puedes hablar, en los que puedes reconocerte, a los que conoces con solo mirar, palabras que no requieren ser dichas, explicaciones que se comprenden antes de emitidas, susurros que gritan, alientos que soplan, labios que sin pretender besan, manos que sin tocar acarician, almas que, de tan cercanas, nos levantan, mentes que al unísino piensan.

...

Y comienza un nuevo día. El momento preciso de enfundarnos nuestro atuendo y sacar al escenario nuestra mejor cara. Y, aun conscientes de no ser nosotros, existir, saber que estamos en el fondo, que somos uno, real, vivo, que piensa y sufre y se mantiene ahí, que vuela y existe, que es viento y corre raudo, aunque nos obliguen a ocultarlo.

Yo antes hablaba de alas, de volar, de ser Yo, Una, encontrame y quererme y volar. Como si ese fuese el objetivo de la vida. Pero hoy siento que hay otros, muchísimos más.

El tiempo no da alas, el tiempo enseña que no volamos solos.

Ni para nosotros mismos.

Somos producto de nuestro tiempo, producto y semilla. Yo aprendí a volar y a caer, y vi cómo volaban y caían otros a mi alrededor. Y hay que levantarnos, y no sólo a nosotros mismos, también a los otros, y volar en espacios prestados, en mundos inimaginados; y a veces dejarse llevar.

El mundo es cuestión de irse adaptando, de no intentar comprenderlo;

conservar el espíritu puro es una bendición; saber dónde estamos tras todo lo superficial, un reto; conocernos, la misión más importante; semtir, tan sólo una intuición; entendernos, el único camino; amarnos, la recompensa más grande; sufrir, el único testimonio de que estamos vivos; mimetizarse, la única forma de abrirse camino.

Perdurar, el verdadero objetivo.

Es duro comprender tantas cosas... Yo aspiro a preservar intacto, al menos, el lugar donde verdaderamente existo.

Creación propia

jueves, 22 de septiembre de 2011

Como si no existiera el miedo...

Quiéreme como si no tuvieras miedo, como la sombra que escapa para hacerse luz en la impoluta virginidad de los bosques, como el último resplandor que sigue siendo eternidad al caer la tarde;
Quiéreme como si no existiera mañana y sólo este segundo fuese nuestro, más nuestro que nuestras propias esperanzas;


Hazte realidad del simple instante, efectivo pensamiento que vuelto al suelo decide quedarse;
Como si tras esto existiera la Nada, ningún lugar al que dar parte de lo ocurrido, ninguna boca cuya réplica siembre en nosotros el remordimiento;
Ningún pecado que enmendar, ninguna penitencia que cumplir;
Si decides amarme, no tengas miedo más allá de no quererme demasiado;
Deja vagar tu imaginación hasta que recorra los más inhóspitos desvaríos de la mía, hasta que comulguemos del mismo sueño, hasta que nos volvamos el Todo y la Nada al unísono;
Hasta que respires mi aliento y tiembles mi voz, hasta que arrulles mi sueño y yo vague por tu cuerpo entregado, como alma abandonada que camina sin errar, pues sabe que no hay error en el cuerpo amado.


Abandónate al destino de la tarde, que nos marca una ruta irrenunciable donde esperar no existe porque tal vez tras la espera sea demasiado tarde.
Déjame quererte como siento, como me dictan las ganas, como sabría si me dejaras.
Ignorando que temo, mentirosa entre tus dedos, quiero que mezas con tu voz mi más tierno silencio.


Figuraré que estoy despierta, más aún lo demostrará mi cuerpo.


Quiéreme… como si no existiera el miedo.


Creación propia

sábado, 16 de julio de 2011

Verdad paralela


Un sólo segundo, y nada más. En un segundo puedes darte cuenta de que la verdad aparece sin más. Que, aunque parezca que se esconde, está ahí, siempre. Puede seguir viva por mucho que intentemos ignorarla, taparla, cubrirla de engaño, de palabras vacías o de ilusiones vanas.
La Verdad, sin más ni más que ella sola, misma, auténtica; la que existió y aún perdura, porque fue sólo eso: Verdad, sin medias tintas.
Verdad de un sentimiento incondicional, desinteresado, desatado de normas sociales, reglas escritas o pautas racionales.

Fue, y por eso es y, tal vez por eso, seguirá siendo.
Ingrávida de horas, de tiempos: sin presente, pasado ni futuro; nuestra Verdad será.

Testigo leal de cada desencanto, de cada vuelta a la propia profundidad; siempre el después, aquel rincón evocado entre las lágrimas del desconsuelo

aquel asidero.

Forjada complicidad de los años, del ver al mismo tiempo el pasar, lo que los días nos han hecho, atentos con la mirada fija en un objetivo claro;
Nosotros y todo nuestro tránsito.
Conocimiento mutuo, que tanto como descubría iba anhelando; Verdad intacta curtida de años;
frágil cristal protegido de daños.

...Y un aliento que sigue suspirando, manos que se siguen tocando aun en la distancia, besos inventados que no conocen todavía el gusto del labio besado.

...Y esas manos que dibujan notas semejantes en pentagramas muy distantes;
trazos de una composición signada a encontrarse,
bocetos de un futuro compartido,
almas errantes condenadas a buscarse.

Verdad: más allá de la materialidad del tacto.
Verdad: paralela en Universos inventados.

Creación propia

domingo, 3 de julio de 2011

El poeta

El amor, la vida, la muerte, la pasión... Universos dispares, realidades tangentes, palabras enredadas, entremezcladas, profundamente imbricadas; pues pasión es amar algo hasta olvidar la vida.

Arte: Eso que hace que olvidemos la contradicción, alas que nos permiten volar a otros horizontes, amar sin objeto, sentir sin ser en el que depositar el sentimiento. Arte, sin más ni más que aquí y ahora.

El segundo es el terreno, la sensibilidad la pluma, lo instantáneo que fluye inconmesurable por los abismos de la prisa. No hay arte concienciado ni pasión dialogada. No hay artista más allá de los surcos de la prisa, ni tras lo que quiere avasallar el universo de un soplido.

Es el arte la impaciencia de la palabra helada que fluye por caminos inciertos, que busca refugio en el papel, que queda marcada a fuego en cada poro de la piel.
Es esa palabra que surge, siempre espontánea, esa que arranca un vahído al alma, que saca una espina a la voz callada, esa que vierte la desnudez en la mirada. Es esa: la auténtica palabra.

Y aún a esto dirá el poeta, esquivando la mirada:
No hagáis caso de lo que predico, pues no esconde mi poesía más que ilusiones vagas, mentiras embellecidas que adornan la velada, que hacen tierna la vida airada. No escuchéis consejo de mi espíritu atormentado, obviad mis teorías como conciencias vanas. Falacia es mi Verdad. Verdad en la que vivo. Verdad en la que muero. No miréis mi vida y me admiréis con anhelo. Mis palabras son tan sólo mi consuelo.

Si queréis algo verdadero, buscad en el fondo de vuestro corazón cierto. No hay nada más verdadero que lo que es verdaderamente vuestro.

Creación propia

viernes, 17 de junio de 2011

¿Conoces a Joe Black?


¿Qué impresiones quedan tras ver esta película?

Que nunca sabemos de quién nos podemos enamorar.
Que nunca se sabe quién puede enamorarse de nosotros.
Lo inédito siempre es especial.
Amar de verdad es siempre amar de nuevo, amar desde cero, amar como si estrenaras la palabra, el beso, la caricia...
Un amor que se siente recién estrenado es un amor verdadero. Sin preguntas, sin explicaciones...

La situación de la película es totalmente surrealista, es una situación tan imposible que gusta por ello, porque nunca pasará, porque es totalmente ficticia; pero, a la vez, puede ser una metáfora de realidades que sí son posibles. Me gusta porque lo surrealista forma parte de la realidad, y porque Brad Pitt hace un papel muy bueno.
Retrata críticamente una sociedad de consumo, donde todo se compra y se vende, donde los todopoderosos señores ricos manejan el mundo. Pero Anthony Hopkins va más allá de la ambición. Sabe decir no a tiempo. Un millonario magnate, poseedor de una gran empresa mediática, se niega a ceder a presiones financieras para mantener la imparcialidad en su periódico. Tal vez esto sea lo más surrealista de la película, más que la trama principal. Ójala la realidad fuese un pelín parecida.

Peli "El discurso del rey"... o "El rey que aprendió a hablar"


El comienzo no podía ser mejor. Si una imagen de apertura debe servir de gancho con la audiencia; si para ganarnos al público hay que capturarlo desde el primer momento, causando sugerencias más que realidades, esa es sin duda una prueba que esta película ha superado. Múltiples planos de un micrófono de radio se suceden, diversas posiciones, diversas perspectivas. Algo habla detrás de esa música ambiental que suena de fondo. Algo nos incita a seguir observando, a pensar, a ver ese micrófono y plantearnos qué habrá oído, quién se habrá sentado frente a él y habrá dicho qué cosas. De cuántas historias puede ser testigo...

Pues fue testigo, ni más ni menos, que del mensaje que retransmitió un rey que era tartamudo al anunciar el comienzo de la II Guerra Mundial.
Y rápido surge aquí una contradicción (pero que sólo es aparente): ¿Cómo pudo un rey tartamudo dar un discurso en la radio? Pues lo consiguió porque venció su tartamudez.

La película aborda la cuestión de los complejos, de las crisis internas que nos hacen actuar de formas extrañas; cómo los conflictos interiores se manifiestan a veces de las formas más inesperadas. Una tartamudez fruto de un problema psicológico. Una película que ilustra a la perfección cómo las barreras las trazamos nosotros mismos, cómo con esfuerzo se consiguen grandes cosas, cómo la constancia hace logros, cómo "querer es poder" (no siempre en una sociedad en la que manda el dinero, pero sí cuando se trata de superaciones personales).

Una actuación estelar de Collin Firt que desde el primer momento olía a Oscar y que después, esa predicción se vio cumplida. Un Oscar muy merecido a un tremendo intérprete, que tiene que ponerse en la piel de una persona con problemas de pronunciación. Unos enfados, risas, broncas... con el logopeda que nos acercan a la faceta más humana de un gran personaje público.

Una Helena Bonham Carter que cuida a su esposo para ayudarle a superar sus problemas, que le ayuda a encontrar al médico adecuado. Una esposa que nos traslada en el tiempo, en el espacio, en la clase social...Un médico irónico, que sabe exactamente qué debe decir, cuándo y cómo.

Y, sobre todo, un mensaje muy importante: no importa sólo qué se dice, sino cómo se dice. El cómo puede cambiar el qué. Una información dada de una forma determinada es muy diferente a otra que se cuente de modo distinto. Debemos aprender mucho sobre las formas, y no sólo sobre el mensaje. Las palabras. Siempre las palabras. De todas las posibles, escojamos las mejores: las precisas, las inequívocas, las que nos salven de la contradicción, las que enmarquen el mundo en su lugar exacto.

Nos logramos posicionar tanto con el rey, sentimos tal empatía, que cuesta concentrarse en el contenido del discurso. Cuando llega el momento, sufrimos con él, sus miedos, sus temblores... Eso es realmente lo que significa "interpretar".

"La espiral del silencio" De Noelle Neumann



¿Por qué callamos? Esta es una pregunta bastante compleja. ¿Por qé hablamos y por qué callamos? el valor de las palbars es enorme pero, ¿cuánto valor no tiene un silencio? ¿Siempre hay que interpretar un silencio como una aquiescencia, como un consentimiento tácito?

En “La espiral del silencio”, Noelle Neumann hace una exposición acerca de por qué los ciudadanos no manifiestan públicamente sus opiniones en determinados asuntos comprometidos.
Sobre los motivos que llevan al individuo a mantenerse en silencio hay dos opciones: por miedo al aislamiento social o por una búsqueda de conocimiento. Según la primera opción, el individuo es un ser social y tiene miedo a que su opinión lo aparta del grupo, teme el rechazo. Otros ensayistas piensan que también el individuo puede actuar movido por su individualismo, por su ego, por su deseo de aprender de las demás opciones.
Según la autora, la opinión pública se forma gracias a esa espiral del silencio que actúa como fuerza integradora de las opiniones divergentes. En el núcleo está la teoría dominante y ella, que es más fuerte que las demás, más potente, va atrayendo hacia su centro a las demás opciones que son más débiles y tienen más miedo a manifestarse y defender sus principios. A esto se le llama “efecto del carro ganador” y consiste en el deseo del ser humano de estar con los fuertes, con los ganadores, con los que parece que tienen la razón. En el centro de la espiral del silencio podríamos situar a la opinión pública, que actúa como llamada al resto de individuos para que se adhieran a sus principios. Los valores de la “masa”, o de la mayor parte de la sociedad (si realmente esa parte de la sociedad ha dicho lo que realmente piensa), son los que se imponen, haciendo que los demás no manifiesten opiniones contrarias por temor a quedarse solos.
Hay una parte del libro que me resulta especialmente interesante: la que habla de la tensión que existe entre la conciencia individualista del hombre y su conciencia social. Cuando el individuo tiene una visión diferente a la de la mayoría, debe elegir entre sacrificar su visión y apuntarse al bando mayoritario, o reafirmarse en sus principios y defender su visión, aunque ello suponga oponerse a la de la mayoría. La espiral del silencio tiene en cuenta que hay individuos que no se dejan arrastrar por la tendencia predominante, sino que imponen su concepción de las cosas superando el miedo y el rechazo que ello puede suponer. Para Noelle Neumann, estas personas son las que están a la vanguardia, las que inician los cambios sociales, pero no son muchos los que actúan de esta manera. La existencia de estos individuos sería la excepción que confirma la regla.
Es interesante el experimento que se menciona en el libro en el que un individuo, cuyos sentidos le muestran una evidencia, niega esa evidencia para acogerse a la opción de la mayoría, aunque sus sentidos le dijeran que esa opción era errónea (me refiero al experimento de los palitos).
En el libro se plantea también el asunto de cómo se forma esa idea principal, ese núcleo ideológico que atrae a los demás, cómo y quiénes determinan cuál es la opinión pública, qué es opinión dominante y qué no. En este aspecto, cobran especial relevancia los medios de comunicación. Noelle Neumann habla de dos formas de captar el clima de opinión: la percepción que el individuo tiene por apreciación y experiencia personal y la percepción que se tiene por la retransmisión de los medios de comunicación. A veces estas percepciones coinciden y a veces no.
Noelle Neumann es consciente de que la teoría que ahora ella trae a las ciencias sociales ya existe desde antiguo, aunque nunca se hubiese interpretado del modo en que ella lo hace. La primera vez que esta teoría se formuló fue en el siglo XIX, por Alexis de Tocqueville. También en Locke, Rousseau, Hume o Nietzsche puede encontrarse algo de esta teoría.
Gran parte del ensayo está dedicada a analizar qué es la opinión pública. Noelle Neumann comienza preguntándose qué es lo público, para después analizar este concepto tan ambiguo, tan difícilmente definible. Al final, acaba abordando el concepto desde dos perspectivas diferentes pero relacionadas entre sí para darle su pleno sentido al concepto.
Por una parte, está la opinión pública como racionalidad que contribuye al proceso de formación de la opinión y de la toma de decisiones en una democracia. Esta es la función manifiesta de la opinión pública. Aquí actúa el individuo racional, el que considera que la opinión pública es la opción mayoritaria y, por tanto, la que tiene más sentido común y más racionalidad. En un pasaje del libro, habla de cómo el ser humano es en el fondo un ser débil, con poca confianza en sí mismo y consciente de los límites de su razón. Por esto, cuando nos encontramos ante una opinión pública mayoritaria, la tendencia lógica es confiar en ella, puesto que es la suma y la coincidencia de muchas racionalidades individuales que han llegado a esa opción.
Por otra parte, la opinión pública como forma de control social, cuya función es la de promover la integración y garantizar un consenso. Esta sería la función latente de la opinión pública. Aquí es donde encaja la espiral del silencio.
Mi opinión personal acerca del libro es que es un ensayo sociológico muy interesante y muy bien documentado. Posee muchas demostraciones de la teoría, muchas situaciones empíricas que muestran cómo el comportamiento humano se mueve habitualmente en esa espiral de silencio. También se valora los textos que reproduce textualmente de los filósofos y sociólogos clásicos. Como vemos, la autora es consciente de que el conocimiento es cumulativo, que las teorías no se “descubren”, no nacen de la nada, sino que todos los avances del conocimiento vienen precedidos de un estudio exhaustivo de aquellos que vivieron y pensaron antes que nosotros.
Valoro mucho que la autora haya citado todos los antecedentes de su teoría, que no haya querido atribuirse el mérito de inventar ella sola todas las relaciones entre conceptos, las acepciones, las connotaciones de cada término…
En cuanto a la opción de la autora de descartar desde el principio que el silencio se deba a la voluntad de conocimiento y aprendizaje, no estoy completamente convencida (si lo he interpretado correctamente). Considero que muchos individuos que callan su opinión no lo hacen sólo por miedo al rechazo, sino que pueden hacerlo también porque quieren ver todos los argumentos del adversario, porque quieren dejarle terreno libre para ver cómo piensa y después poder forjarse mejor su propio pensamiento. Considero que siempre es bueno ver el clima antes de posicionarse y que, incluso, si el clima se ve muy mal, conviene callar la propia teoría, no por miedo, sino por respeto a nuestros principios y por no exponer esos principios ante personas que no los valorarán. Cuando uno cree firmemente en algo, a veces exponerlo ante sus adversarios lo puede, digamos, “humillar” o “rebajar”.
Al terminar de leer el libro, el pensamiento que me viene a la mente, además del título, es ¿qué es la opinión pública? ¿Para qué sirve? Yo creo que hoy día la opinión pública viene muy marcada por los medios de comunicación. Es cierto que cada individuo tiene su propia percepción del clima de opinión, pero ese clima varía en función de lo que los medios de comunicación digan de él. En otra asignatura estudiamos los efectos de la agenda de los medios: el efecto setting, el efecto priming y el efecto framing. Es decir, los medios dicen sobre qué temas tiene que pensar la gente, con qué jerarquía, en qué marco conceptual, con qué connotaciones, por dónde debe ir la interpretación, en qué marco, con qué mirada subliminal. Creo que los medios emiten mensajes continuos y repetitivos que conforman ampliamente la mentalidad de los individuos. Creo que actualmente es sumamente difícil diferenciar qué pensamiento está libre de toda influencia y cuál está influenciado por los medios de comunicación.
Al hilo de esto, el periódico ABC publicaba hoy (27 de abril de 2011) un artículo sobre ciencia que decía que la parte del cerebro destinada al aprendizaje mediante las propias experiencias es mucho menor que la parte que se encarga de aceptar consejos y dejarse guiar por las experiencias ajenas. Independientemente de la fiabilidad de este estudio, creo que los individuos vivimos en una constante tensión entre nuestra propia personalidad, nuestro interior, ese Yo (o incluso Súper Yo) del que hablaba Nietzsche y nuestra existencia como ser social. Nietzsche diferenciaba entre tres conformaciones del ser humano, tres estratos entre los que fluctúa su existencia: el yo consciente (la persona que quiero ser, que debo ser para adecuarme a las pautas morales de mi época, de mi sociedad, de mi cultura), el yo inconsciente (quien verdaderamente soy), y las relaciones con el medio (cómo me ven los otros). Entre estas tres fuerzas vamos conformando nuestra vida, y creo que en cada persona unas fuerzas serán más poderosas que otras.
Coincido con Noelle Neumann en que la tendencia mayoritaria es que el yo consciente intente imponerse sobre los instintos espontáneos; nadie quiere estar solo ni sentirse aislado y prefiere defender lo que defienda la mayoría. Actualmente, hay una moda de “lo extravagante”, “lo singular”. Hoy día, quien se pretende individualizar del grupo no lo hace por propia elección sino que también es víctima de la espiral del silencio, lo hace porque hoy eso “está de moda”. Algunos teóricos lo llaman la “teoría de la larga cola”, lo singular es lo que atrae.
Antes de terminar el comentario, no puedo dejar de mencionar la noticia de actualidad muy reciente que serviría también como demostración de esta espiral del silencio. Me refiero a la noticia de Obama, quien ha tenido que dar una rueda de prensa para mostrar su partido de nacimiento. Todo comenzó como un rumor, como un argumento para ir contra el presidente, ya que en EEUU ser estadounidense de nacimiento es un requisito constitucional para poder ser presidente. Todo comenzó como un rumor que se fue extendiendo. Muchos tenían claro que nació en EEUU, pero al final el bulo se extendió de tal forma que ya la gente se lió y no estaba segura de nada. Hasta tal punto llegó la confusión que nadie sabía qué creer y qué no. Cuanto más se extiende una creencia, como hemos podido comprobar, más miedo tiene la gente de quedarse en el lado de la creencia minoritaria.

PD: Gracias a quien haya soportado toda la entrada y hay llegado hasta aquí. Ha sido poco habitual esta extensión, pero hay cosas que no se pueden condensar, sobre todo si son teorías como ésta. Como se puede apreciar, estoy dando un nuevo giro al blog. Espero que siga siendo del agrado de sus seguidores.

jueves, 16 de junio de 2011

El bolígrafo de gel verde


Eloy Moreno no se vende, no publica un libro con su biografía contando sus éxitos comerciales o su gran trayectoria académica. Él prefiere hacerlo de otro modo.

Prefiere aprovechar las redes sociales, explotar los recursos de Internet. El libro "El bolígrafo de gel verde" ha sido uno de los más exitosos de la Feria del Libro de Madrid. Cuando lo oí, me llamó mucho la atención el título y, por supuesto, en ese caso, quise leerlo. Ya lo he terminado, en dos días.
No es un libro excesivamente largo. No es excesivamente formativo, ni tiene un mensaje excesivamente profundo. Tal vez por eso me ha conseguido llegar, porque no es excesivamente nada pero es, a la vez, excesivamente todo. Es un retrato de la vida cotidiana, de cómo la rutina puede ponernos una venda en los ojos e impedirnos ver lo que tenemos a nuestro alrededor. Quien nos rodea está siempre, por lo que nunca nos planteamos quá pasaría si no estuvieran, cómo éramos antes de conocerles como los conocemos.
Tal vez el libro merecería algunos retoques gramaticales: algunos juegos de palabras resultan un poco absurdos, los ciertos guiños al lector con alguna bromilla sobrarían... pero el libro tiene una sencillez donde se entrevé un escritor sencillo también, que quiere dar un buen mensaje y lo ha logrado recorriendo muchas ciudades en busca de un editor que lo publique.

Creo que me atrevo a recomendar su lectura.

Y, como no, he anotado una cita:

"Ella había dejado escapar palabras que sólo le pertenecían a sí misma.
Nadie es capaz de contar sus debilidades de tal forma y continuar como si nada hubiera pasado. Comenzó, a partir de aquel día, nuestro distanciamiento. Nos evitamos, nos separamos, seguimos siendo amigos, pero sin intensidad".

Esto incita a una mirada introspectiva y a preguntarse: ¿y no será que lo que más tememos es a nosotros mismos?¿A vernos demasiado transparentes y a no gustarnos? El primer paso es verse a uno mismo, y gustarse; después, vernos entre los demás y gustarnos y, sólo después, ver a los demás y quererlos.

Cuando nos mostramos demasiado a otra persona, nos hemos vendido, nos hemos condenado. Por eso tenemos miedo a enamorarnos: porque cuando entregamos a alguien nuestros secretos, ya no podemos dejarnos, ya estamos condenados a querernos para siempre o, si no, a vivir para siempre con el dolor del rechazo, de la pérdida, no sólo de la otra persona, sino con la pérdida de una parte de nosotros; porque ese secreto es un trozo de nosotros mismos.

Decía Carmen Martín Gaite en "Caperucita en Manhattan" que "a quien dices tu secreto das tu libertad".

Mundo cautivo


A veces la Verdad nos sorprende de un golpe. De pronto, abrimos los ojos. Un día, sin esperarlo, algo se nos muestra totalmente nítido. Un acto reflejo, un espasmo, una actuación que no conoce la mente porque no ha pasado antes por ella.
De pronto, deseamos algo, sin más, sin saber por qué, sin explicación. De pronto, nos encontramos en una situación desesperada, en un momento desesperado y desprovistos de cualquier arma porque no esperábamos vernos así. Empleamos muchas horas en saber qué queremos, quebrándonos la cabeza para poder trazar un camino donde nos realicemos, donde no vivir como frustrados infelices que se sienten condenados; pensamos mucho sobre el destino, el futuro, ¿qué meta?, ¿qué camino? para, de repente, darnos cuenta en sólo un segundo de lo que siempre hemos querido.

Hay quien cree en la Verdad. Yo no sé si me la creo, pero sí creo que, a veces, un solo minuto esconde muchas cosas. A veces hay instantes atrapados que son más intensos que toda una vida. Una simple mirada puede decir más que cientos de conversaciones. Un solo beso puede contener en sí más emoción y más deseo que cientos de ellos dados por costumbre. Un silencio cómplice que condena la acción, dos locos privados de conciencia que comparten un mismo temor. ¿Es la intensidad por la escasez? ¿Es la intensidad por sentir que hemos robado algo que no nos pertenece? ¿Es bello porque es imposible? ¿O sencillamente es intenso porque es cierto?

Nos hemos condenado a sentir parecido: a desterrar un sentimiento que sabemos vivo. Nos hemos desterrado a una tierra de nadie: a vivir en medios caminos.
¿Rebeldías de adolescente? ¿Tonterías de anhelar lo prohibido?
Yo creo que no. Yo creo que un mundo evocado vive cautivo.

Y actuamos.. Y sentimos una realidad, una verdad. Sentimos que estamos ahí sin esperarlo pero que, paradójicamente, es lo que alguna vez hemos deseado, incluso imaginado. Y es que, tal vez, un impulso inconsciente puede ser lo que realmente diga quiénes somos y qué queremos.
Aunque, precisamente, lo que queremos sea lo que menos podemos.

Creación propia

martes, 14 de junio de 2011

La Napola, película escalofriante


Todas las realidades tienen dos caras, dos versiones... o incluso más. Una guerra tiene tantas caras y versiones como personas participen en ellas.
Cada uno contará su propia realidad, la que vivió, la que le tocó vivir.
A veces las circunstancias nos conducen por pendientes resbaladizas, donde en ocasiones es muy difícil dar marcha atrás. Las circunstancias se hacen inmanejables, nos vemos abocados a un destino que no queremos. Si por algo lucho y algo quiero en mi vida es precisamente esto: saber cuándo una pendiente puede ser resbaladiza y poder así evitarla, o, al menos, ser consciente de mi esclavitud mientras caigo por ella.
Hay épocas, momentos, personas, muros infranqueables que nos lanzan al vacío, a un abismo del que no podemos salir.

Cuando alguien habla del nazismo o, mejor dicho, de los nazis, viene rápidamente la imagen de un desalmado, un verdugo, una persona que mata sin razón, sin pensar, instrumentalizado a más no poder, sin alma, robada por la propaganada de un partido que no entiende lo que significa ser humano. Pero, tras eso, hay muchas más historias.
Tras las "Napolas", o escuelas de adiestramiento donde se instruían los nazis, había muchas historias. Una historia muy diferente es la que muestra esta pelicula, "La Napola". Es una buena película, aunque hay que advertir que también muy triste. Aporta una información que debemos tener en la mente antes de juzgar. No valen sólo datos de libros de historia, también hay que tomar como datos los testimonios de los que vivieron en ese momento, meternos en la piel de determinadas personas cuando se encuentran en determinadas circunstancias.

El director Dennis Gansel se inspiró en la experiencia personal de su propio abuelo, que pasó por una de estas siniestras Napola.

Cisne negro, una película sorprendente


No me extraña que Natalie Portman se llevara el Oscar por esta película. Sin duda, el papel que ella representa es magnífico.
La película es una mezcla de intriga, suspense, miedo, pena, empatía...

La mezcla entre realidad, sueños, magia, pesadillas, fascinación...
Actos, pensamiento, imaginación... son tres realidades que se entremezclan en cualquier vida, y esta película ilustra esta verdad con una maestría indudable.

Y la inspiración no podía ser más sublime: una escena de "El lago de los cisnes" de Tchaikovsky. El cisne blanco fue traicionado por el cisne negro, quien embaucó a su enamorado para impedir así que el cisne blanco rompiera su hechio y pudiera transformarse en una mujer nuevamente.
No, no he roto la magia de la película, porque esto sale muy al principio, así que os invito a que disfrutéis con este largometraje porque pasaréis desde sustos, emoción, esperanza...hasta replantearos qué cerca están la genialidad y la perfección de la locura.

"El lector", un gran libro, una gran película


Hay muchas personas que dicen que nunca un libro es igual que una película. Que nunca se puede igualar la expresión de los sentimientos descrita en un libro con la descripción que hacen las actitudes de unos actores. Y después de ver "El lector" tras haber leído el libro, debo decir que, si el cine no supera a la literatura en este caso, sí que lo iguala al menos. La interpretación de Kate Winslet es brillante y todo: desde los decorados hasta cómo se aprecia cada mínimo detalle en la película, la buena elección de planos para situarnos en la escena, los diálogos... hace que esta película nos haga reflexionar sobre muchas cosas.

No siempre la frontera entre la culpabilidad y la inocencia es clara. Quiénes son víctimas y quiénes verdugos. Muchos sociólogos atribuyen la culpabilidad última de algunos delitos a la sociedad, muchos defienden que el sistema aliena a la gente, que la corrompe y que la lleva a actuar de formas que ellos no habrían elegido si hubiesen sido libres de verdad. ¿Qué nos libera y qué nos condena? ¿La pobreza es una forma de condena? ¿El reconocimeinto del derecho a la libertad era necesario? ¿No es algo innato al ser humano que al reconocerlo queda puesto en duda? ¿es libre el que ignora? ¿Es culpable de ignorar el que ignora? Todo tiene muchos matices. Una vez más me defino como escéptico, porque no creo en las verdades absolutas, ni las afirmaciones rotundas. No me gustan los prejuicios ni las clasificaciones categóricas.
Desde luego, una forma de condena son las barreras que uno mismo se autoimpone cuando se niega a reconocer sus defectos. El primer paso para superar una barrera es verla, aceptarla y atreverse a franquearla.

De todo esto trata este libro "El lector" de Bernard Schlink y la película con la gran interpretación de Kate Winslet, entre otros.

sábado, 11 de junio de 2011

Onírico


Mis propias palabras se rebelan contra mí.
Mi boca se vuelve hechizo bajo el conjuro de las musas.
Lo que niego, lo que espero, lo que me espanta y me abruma.

Las diosas de la sombra me visitan en las noches más insomnes,
en los días más grises,
en los soles más espléndidos me reprueban las culpas.
Tan pasada la historia
y aún creyente en mis inventadas lunas.

Aún tus palabras las escribe Orfeo con su pluma,
las graba en mi mente
aprovechando mis momentos inconscientes:
emerge de las más profundas catapultas
con su carro onírico invadiéndome las brumas.
Y eso que me niego a asumir despierta
me colma las noches
de claridad entre nieblas.

Y camino de la mano de mi propio espanto,
de lo que dije, no dije, o temí callando.

Arrepentimiento tardío por no abrirte mi mente
cuanto te abrí mis manos,
u orgullo razonado
de no mostrarte un alma temblando.

Suelo que gira.
Yo a tientas sin tu mano;
arenas movedizas bajo mis pies de barro
que me empujan, robando la firmeza
ante tan difíciles pruebas.

Aún a ciegas: tan consciente y tan palpitando.

No es hielo lo que noto bajo mis pies. Es barro.
Es masa viscosa a base de piedras y llanto.
Y, de repente, entre tu piel y mi sueño,
un salto espantado.

Una palabra al desaire, un alma rodando,
un te quiero que surge inesperado,
una sonrisa y un cuadro.

Inundas mis lunas de pesadillas de estrellas,
donde tu roce más audaz seduce mi encanto.
Y despierto en un susto,
no sé si con alegría o tristeza,
pero sí sé que un gusto extraño
me inunda los labios.

Es tu beso, tan dulce y tan aciago;
beso de retazos; beso que no es real:
beso de sueño, beso soñado.

Y al volver al mundo,
choco de frente con mi propia renuncia,
con el abismo que tracé entre tu cuerpo y mi figura,
con mis propias palabras que te exilian del techo de mis dudas.

Me encuentro frente a frente conmigo misma,
con tantas veces que me rebelé por querer quererte, por desear tenerte.
Conjuros de renuncia que me invadieron de esta abulia,
de esta excesiva realidad perenne.

Oníricas imágenes de contornos imprecisos,
tan imprecisos como nuestra especie.

Creación propia

viernes, 3 de junio de 2011

Incierta


Me defino incierta en la sutil palabra del susurro, en la titilante luz del atardecer: a medio camino entre el día y la noche; en la endeble gota de luz que queda tras la lluvia; o, imprevisiblemente, en la tormenta inclemente de verano que arrastra impenitente todas las caléndulas del estío.

Sutil, pero incesante caudal de vida, de algo que se mueve con ilusión pero que, a su vez, nunca acaba de morir y nunca acaba de nacer.

Atemporal en espacio impropio, perdida en un nudo de horas que se deshilan despacio, en lugares que se perfilan tan míos como extraños, entre seres que siento tan propios como lejanos.

Incierta ...que se busca a golpe de pluma, definiéndose sin límites como la espuma.

Creación propia

Cadente



Cadencia de un instante que se perpetra sin tregua en el transcurrir del mundo.
Reflejado está el espíritu perdido en cada rincón donde encuentro mis ojos, donde la llama vacía me reclama ser llenada.
...Y me escondo tras el manto perdido de tu ausencia, y me arropo con los sueños de mi propia esencia, esos que algún día compartimos, esos que creí moldeados para nuestra apetencia.
Esa es. Esa era.
Realidad de un instante descompuesto, de un pasado que se antoja invisible a mis ojos, pasado que pasó desapercibido, nublada la mente por los más incautos sentidos.

Ya no volarán las alas en tus vuelos, ni trasnochará mi desvelo en tus madrugadas, ya no quedará mi palabra escrita entre tus sábanas ni tus confesiones buscarán entre mis manos ser escuchadas.

No se perderán mis vuelos en tus mariposas ni nos inundará el olfato el sabor de las rosas.

Creación propia

Palabras...


Qué bellas son las palabras.
Qué bellas cuando sientes que sólo te comprenden ellas.
Cuando cae la noche y no hay nadie a quien poder contar que tienes miedo a la oscuridad, y que el vacío de la noche tiene un cierto sabor a nostálgica alegría que te hace sonreír y llorar al mismo tiempo.
Qué bellas las palabras cuando sólo en ellas te encuentras, te defines; cuando no hay gesto que las amedrente ni espíritu que pueda hacerlas callar.

...Y vaciar en ellas los besos soñados, los llantos, todas las esperanzas y desconsuelos. Y verte y sentir en ellas tu más puro reflejo. Sentir que el mundo cabe en ese hueco.

La palabra exacta argumentando al mundo incierto: callándolo, reclamando para que haga cesar tus miedos.

Palabras ...que se descomponen en letras, en un simple símbolo nacido de un consenso, pero que sirve para transcribir unificado este mundo descompuesto.

Creación propia

Vivir...

¡Qué difícil es darse cuenta de que nada es lo suficientemente importante! Nada merece demasiado la pena, nada debe matar la ilusión. Ninguna caída es lo suficientemente grande como para poder hablar de Caída. La desesperación llega cuando se acaba la paciencia, cuando una sola caída hace que nos vengamos abajo. De las caídas hay que aprender, hay que levantarse y continuar.
Pero es muy mala la impaciencia, ese sentimiento de que no hay nada claro, de que hay que aprender nuevamente, de que no sabemos nada. Ser consciente de todas nuestras limitaciones, pero, a pesar de ello, querer sacarlas fuera, hacerlas visibles porque también somos humanos, y porque nos sentimos orgullosos de caer.

La impacienca es mi caída, una y otra vez. Querer todo, y quererlo ya. Es muy inabarcable, el mundo es demasiado complejo para poder abarcarlo entero demasiado pronto. Un demasiado pronto que parece siempre demasiado tarde. ¿Cuál es la meta? ¿Cuál es el final, el objetivo? Preguntárselo una y otra vez, y al final no encontrar ninguno. No saber cómo canalizar las actitudes, las capacidades, las esperanzas, las ilusiones. ¿Cómo se canaliza todo lo que uno siente dentro? ¿Dónde y cómo lo expresa?

Sentir que el mundo es tan grande y nuestra existencia es tan pequeña...

miércoles, 1 de junio de 2011

Alaska- ¿A quién le importa?

Siempre está bien un poco de eso que llaman "pasotismo".

A veces, muchas, las personas se atreven a juzgar vidas ajenas. Muchas veces, desgraciadamente, los juicios son anticipados, es decir, son prejuicios. La gente nos encorseta, vivimos entre corsés, estereotipos y rutinas que nos agobian, que nos hacen sentirnos presos, atados, obligados a seguir un ritmo frenético e imparable para estar a no sé qué altura elegida por no sé quién. Ya es tiempo de que cada uno elija su destino, que cada uno decida quién quiere ser y dónde quiere estar. Es momento de irnos quitando presiones y deudas, porque cada uno es acreedor de sí mismo, de sus propios planes, de sus propios sueños.

De vez en cuando, es necesario eso de "¿A quién le importa lo que yo haga?".

Dejo una canción de Alaska que siempre consigue arrancarme una sonrisa y que me ponga a cantar:



PD: Por cierto, el otro día la vi en concierto y me lo pasé genial!!!

Bunbury- Frente a frente



Esta canción es muy triste, inspira mucha pena y melancolía. Pero Bunbury siempre me transmite sentimientos muy especiales. Creo que es un gran intérprete.

Pasado o destino...


Tal vez algún día me olvide del juicio al que me someten tus temores, o los míos, o los que al final acabaron siendo nuestros.
Tal vez llegue el día en que olvide el camino de regreso a esta soledad en que únicamente existo.
El día en que el pálpito de tu corazón arrulle mis angustias hasta hacerlas perecer.
Tal vez llegue el día en que tu alma despierta amilane todas mis dudas, y no haya palabra ya fuera de mi boca en que halles redención.
Día en que tu voz, grave de soles y lunas, sirva de nana a mis insomnios, en que la ausencia potencial de tu contacto no me desvele con sueños nostálgicos.
Tal vez un día la brisa de tu aura sola conmueva mis pasos, y al vaivén de nuestras sombras crezcan las mas sublimes amapolas.

¿Existirás?¿Serás?
¿Eres?
¿Seremos?
¿Fuimos?
¿Serás de pasado o de destino?
¿Algún día nos encontraremos?

Alentabas mi vida con miedo y a deshoras, en destiempos pausados de calma y olas. Habitante discontinuo, eterno, habitante incierto.
Dúo interminable de palabras y silencios.
¿Cuándo callará la voz que grita, cuándo por fin llegará la situación definitiva? ¿Cuándo al fin se desliarán nuestras vidas?

¿Tal vez llegará nuestro momento?

De perecederas dunas estuvieron labrados nuestros sueños.
De Universos aislados nuestros besos.
De almas indecisas estuvieron rodeados nuestros anhelos.

Tal vez existimos, o tal vez sólo estuviste en mi sueño.

Creación propia

Licencia Creative Commons
Entre el todo y la nada por Patricia Gómez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Basada en una obra en mislibrospatri.blogspot.com.

martes, 31 de mayo de 2011

Brothers



La película "Brothers" o "Hermanos" es un reflejo de qué sucede tras una guerra. Esos soldados no son sólo una cifra, no son un instrumento, aunque su actuación sea instrumental, aunque obedezcan a órdenes de superiores. Una guerra no es sólo la película de la misma, ni imágenes aisladas que muestarn los telediarios. Las víctimas no son sólo los muertos. Una guerra tiene muchas víctimas. Todo lo que roza una guerra se conveirte en miseria.

Un excelente análisis psicológico de qué pasa tras una guerra, qué sucede en esas mentes, cómo cambian las personas... Actuación excelente y diálogos muy acertados. Final impactante.

No me pidas que te bese, porque te besaré


Si hay una película con buenos valores es ésta. "No me pidas que te bese porque te besaré" es una película que te hace sonreír, sentir ternura, ver que la discapacidad (o, mejor dicho, la diversidad funcional) tiene muchas interpretaciones. Que la discapacidad va mucho más allá, que no poder desarrollar una capacidad no impide que desarrollemos otras. Ver, oír, sentir con estos personajes llenos de ilusión, de compañerismo, de amistad, de buenos valores es un regalo.

Hay momentos estupendos donde te ríes mucho, no de ellos, sino con ellos. Hay frases inigualables, comentarios que nos hacen reflexionar sobre el mundo, sobre la injusticia de la exclusión, sobre temas profundos y, sobre todo, nos hace desarrollar empatía por estas personas.

Es una película muy recomendable que hay que ver. Como bien saben los que me conocen.

Son de mar


Es el tiempo, sin duda. Miedo a perderlo, miedo a que se me escape, a que el presente huya y no haya tiempo de volverlo a recuperar. El tiempo es oro, y yo soy muy consciente de ello. Tal vez demasiado. Tengo miedo a perder ese tesoro. Miedo a que las horas, los minutos... se me pasen sin hacer nada provechoso.

Utilidad. La busco en todas partes. Y me impaciento. ¿Cómo se construye un futuro? ¿Cuál es la mejor opción? Hay demasiados factores en juego. Ya no es lo que me gusta, sino se qué soy capaz, cuáles son mis aptitudes, mis capacidades, mis límites... ¿Dónde están? Y, al final de todo, la misma pregunta: ¿Quién soy? Y la misma respuesta: NO lo sé. Por mucho que viva, me doy cuenta de que nunca lo sabré. Sabré lo que he hecho y lo que no, lo que decidí en un momento determinado y lo que dejé pasar, lo que deseé y lo que dejé de desear... Pero quién soy. Eso nunca puede saberse.

A veces nos perfilamos en casualidades, nos definimos de improviso, nos moldeamos con estructuras fugaces, que un día deciden abandonarnos. A veces nos sentimos definitivos en un abrazo, en un suspiro, en un beso, en una sonrisa. A veces pensamos: Aquí estoy yo, esta soy yo, este es mi espíritu más puro. Y a veces esos momentos también pasan, y con ellos desaparece aquella definición que creímos definitiva. Y hay que reinventarse. ¿Dónde? ¿En qué espacio? ¿En qué sonrisa, en qué beso, en qué suspiro, en qué palabra nos volvemos a encontrar?

Y nos desvanecemos, nos venimos abajo, perdemos las fuerzas. Algo sentimos morir en nuestro interior. Es una ilusión, es una esperanza, es un amor lo que hemos perdido. Pero hay que volver, hay que pensar que necesitábamos esa caída para renacer con nuevo impulso, con energías renovadas. Pero la caída duele. El suelo está muy frío, hay miedo a volverse a levantar. Caídas y levantamientos. El continuo absurdo. La esencia de uno mismo. La misma que se cae y se levanta. Y siempre reconocernos: Yo en la duda, Yo en la respuesta definitiva, Yo en el sí, Yo en el mismo no, Yo en el abrazo, Yo en el odio, Yo en el odio que exhaló del amor; amor sin fuerzas, amor desgastado, amor transformado.

La vida es como el mar: olas y más olas... Que nacen para ir a morir en la playa. Pero, tal vez, debiéramos aprender de las olas. Aunque sepan su destino no pierden su fuerza. Olas, por el simple placer de rodar, por el simple placer de exhibirse, de acariciar la superficie del mar, de nacer para vivir. De ignorar todo lo demás.

Hoy recomendaré un libro: "Son de mar" de Manuel Vicent. Es una nueva interpretación del clásico mito de Ulises, con personajes tan reales como surrealistas, escenas de un realismo mágico impresionante, descripciones magistrales de paisajes, de emociones, situaciones...que nos transportan a un Universo de ilusiones del que no podemos desprendernos hasta que no lo temrinamos. Manuel Vicent escribe de tal forma que leer es una delicia, un momento mágico que nos aparta por un tiempo de la caótica vida.

La lectura por la lectura, el arte por y para sí mismo. El arte más puro, el que nos aparta del mundo. No hay grandes datos, ni informaciones útiles pero este libro es un guiño a la ilusión, un guiño al dejarse llevar, a la magia, al placer del remanso intelectual. Un ejemplo de la persuasión que esconde la belleza por el simple hecho de serlo.

viernes, 27 de mayo de 2011

Revolutionary Road



Extraído de la película Revolutionary Road:

"¿Sabes qué tiene de bueno la Verdad? Que todos sabemos reconocerla, aunque hayamos vivido mucho tiempo sin ella".

Y yo me pregunto: ¿Es esto cierto? ¿Aparece la Verdad? ¿Existe la Verdad? O sólo son pequeñas verdades que se van componiendo según avanzan nuestros días. ¿Debemos parar de vez en cuando y preguntarnos quiénes somos y qué queremos? Debemos sentirnos vivos, reconocernos en cada acto, en cada decisión, en cada escenario donde nos movamos. Creo que es importante que una persona se mire desde fuera y pueda decir orgullosa: Sí, esa soy yo.

Creer en una Verdad demasiado grande nos puede convertir en unos ilusos; no creer, en unos frustrados desalmados.

¿Qué podemos hacer? Vivir en equilibrio.

Tal vez con esto consiga mi propósito de inducir a quien lo lea a ver la película, ¿qué final habría para quien pronunció esta frase?

La interpretación de los actores (Leonardo Dicaprio y Kate Winslet) es fabulosa, auqneu la película quizás es fría, necesitaría menos dramatismo.

lunes, 23 de mayo de 2011

Imprecisa


Toda yo me deshago en agua.

Mientras, tu ego de contornos imprecisos me deja inerme en la duda, vencida en la batalla; pero, a su vez, henchida en el misterio de la raza.

Plena a partes iguales en el dolor o en el placer, segura en los extremos; perdida en los puntos intermedios.

Inestable en la estabilidad de lo que no cambia, vapuleante que busca la tensión en los polos opuestos.

Me recreo en la lágrima desolada de mi soledad buscada. Habito a conciencia una existencia deshabitada.

Sola en el todo, esclava de la nada, libertad sola.

Tanto al aire libre, como completamente tapada, la llama se apaga.

Soledad a solas buscando la respuesta, la compañía exacta, buscando que otro cuerpo me comparta las alas.
Me recreo a lágrima viva, a carcajada en resonancia, a pulmón abierto a risa destartalada.

Me recreo en el anhelo, tanto como en la esperanza.

Recreada en una soledad buscada, que se vertería en palabras, que se define entre verbos, sustantivos y adjetivos, que se pierde buscando la magia de las hadas; que se siente brisa atrapada.

Plena donde otros encuentran sinrazón. Definiendo a golpe de tinta lo que no descifro con el corazón, lo que se escapa de la emoción.

¿Trueque de intereses? No quiero arrendar mi vida, no empeño mi libertad más que a lo que me conmueve, no quiero despreciar lo puro por lo artificial. ¿Pero, hoy, que es falso y qué verdad?

De límites imprecisos, más que caminar transito.

Sutil en tierra de nadie, actriz esperando que el teatro cambie. Desespero por vivir deprisa, por saciarme las ganas de vida, de aire.

A veces, busco en los rostros el retrato de tu tacto; pero sólo me devuelven a mí misma buscando.

PD: A alguien, que puede resultar ser Nadie.

Creación propia

jueves, 19 de mayo de 2011

Las palabras del beso

Habla con voz de ferviente susurro, de alma de pájaro; habla con la serenidad del beso eterno, con la calma de las flores que esperan pacientes el rocío;

habla, con el espíritu colmado de Universo; habla con las plumas de las alas; habla sintiéndote ligero, que tus palabras traduzcan solo amor;

si vas a hablar, habla sincero.

Pero también si hablas, hazlo con la prisa del fuego, con la inercia del deseo, con la voz de la luna y la permeabilidad de la bruma.
Si vas a hablar hazlo de una.
Si vas a hablar, habla como creciente espuma.
No te frenes a destiempo si tomas la decisión.

Si vas a hablar, vuélvete palabra en el beso.

La palabra amigo, la palabra temor, valiente, esquivo.
Vuélvete la palabra humilde, honesto, destino.
Si hablas que sea cierto, especial, sabio, definitivo.

Todas las palabras del beso: fugaz aunque eterno, puro aunque lascivo, frágil aunque férreo, vulgar aunque divino, valiente aunque cobarde, que se enfrenta y que se abate, alma aunque carne, plumas aunque sangre, demasiado pronto y demasiado tarde, sutil aunque expreso.

Si vas a besar, que todas las palabras quepan en tu beso.


Creación propia

Inconsciente



Hoy quiero dejar el realismo de lado. Decidir mi libertad. Hoy quiero sentirme muy libre.


Hoy quiero dejar la conciencia y dar rienda suelta a mis emociones.


Quiero dejar afluir todas mis ilusiones sin que se estrellen al enfrentarlas a la realidad. Hoy quiero mimarme. De vez en cuando no viene mal darnos un homenaje, pararnos a pensar y sentir que lo hemos hecho bien. Nos falta mucho camino; pero, hoy, nos paramos y nos felicitamos. Falta mucho camino, ¡una vida entera! Pero de las ilusiones es precisamente de donde pueden nacer realidades. Del presente sólo surge presente, pero de las ilusiones y esperanzas es de donde surge futuro.


A veces nos agotamos pensando en el futuro, nos agobia lo incierto, la dificultad de encontrarse un hueco, lo complicado que es que nuestra situación vaya tomando forma. Pero, al final, definitivamente la toma, y lo hace casi por casualidad; cualquier acontecimiento inesperado viene y nos rompe todos los planes y todos los esquemas que teníamos previstos.


A veces las grandes decisiones son producto de casualidades, de situaciones que nacen sin que nos demos cuenta. A veces la vida se forma sola. No sé si creo en el destino o no, antes lo rechazaba de pleno; pero ahora creo que tal vez no sea destino, pero sí creo que una especie de fuerza va poco a poco haciendo que todas las piezas de nuestra existencia vayan encajando. A veces algo misterioso parece hilvanar todos esos hilos que fuimos lanzando y quedaron sueltos.


De repente, a veces, nos paramos y encontramos sentido en lugares donde antes no lo vimos.


Algunos defienden que la historia es cíclica, y que la vida al final nos devuelve a los orígenes, a los principios. Hay quienes piensan que una vida humana acaba donde empezó, que allí es donde se encuentra y se realiza.


A veces nos pasan cosas que no entendemos, situaciones inesperadas, o incluso incoherencias que no podemos encajar y con el paso del tiempo, esas cosas van recuperando la coherencia. A veces el tiempo da la razón a nuestras intuiciones. A veces nuestras intuiciones eran reales. Pero ¿qué hacemos cuando el pasado vuelve? ¿Qué hacemos cuando un hilo que quedó suelto quiere volverse a atar? ¿Le damos la oportunidad? ¿Hay un tiempo para los sentimientos? ¿Caducan? ¿Unos sí pero otros no?


Hay que vivir a medio camino entre las ilsuiones y el presente, a medio camino entre lo lógico y lo incoherente; hay que vivir a medio camino entre el pasado y el destino. Hay que vivir con al alma tranquila. ¿Qué hacer con los sentimientos? Dejaremos que el tiempo los defina.



Creación propia








jueves, 5 de mayo de 2011

Atrévete



Recorrería la huella hasta encontrarte, allí donde la piel roza el hueso, donde el pálpito sucede a cada aurora.


Recorrería sin dudar el camino a la condena, ese del que nadie ha vuelto y al que nadie se resiste.


Me encontrarías inerme ante la guerra desatada de tus pasiones, allá lejos, buscandote entre las amapolas.

Estoy, pero no iré.


Inerte en suelo de nadie, volando a ras de ilusiones, planeando un camino sin señales, sin mapas tras el horizonte de tu ausencia. Búscame camino a tierra, navegando entre las olas.


Despacio, deprisa, o como te dicte la conciencia. Me encontrarás esperándote, al compás de la vida, siseando entre serpientes, vipeando entre reptiles, pero esperándote a solas.


Escucharás que me fui, que cambié; me verás extraña o perdida entre la multitud. No dudes, no cambié, sólo me mimeticé.


Te espero y no sé por qué. Táchame de cuerda, táchame de loca. Amo la vida, y todas sus obras. Amo la incertidumbre, el dudar, aunque a veces me desvele a deshoras.


Busco tras el abismo la brisa del rocío, quiero acceder a la más inaccesible rosa, escuchar tras la voz el sonar de las caracolas; tras el pesar la lágrima del gozo, tras el placer, el destino del abandono, tras la lluvia el sol que acaricia los antojos. Tras la luna, espero oir el arrepentimiento de tus sollozos. Busco, tras el reto de tu mirada, el deleitarse de tus ojos.


Abandónate, ríndete. Atrévete y vivámoslo todo.


Si las sirenas llegaran con sus cantos a cegarnos los oídos, no lo olvidaremos, estamos unidos en este camino. Sálvate tú de tus sirenas, que yo hago lo propio con los míos. Cierra las puertas a estos abismos.


Rompe la brecha entre tus días y los míos.

PD: Las palabras no solucionan la vida pero, al menos, la hacen más bonita.








viernes, 22 de abril de 2011

22 de abril de 2011
A veces

A veces creo que no entiendo la vida.
A veces, demasiado a menudo, afirmo que no entiendo este mundo.
Muchas veces me vengo abajo y me abrumo.

Me achanto ante la vida, ante la competencia, ante la voracidad de los que queremos llevarnos todo por delante, los que no sabemos qué buscamos, ignorando incluso dónde nos encontramos.

Yo sabía que te quería, sabía que era algo mágico, especial, esperado, anhelado… Contigo creí en la ilusión.

Ahora ya no sé si creer.

Eres el destinatario anónimo de cada uno de mis escritos. Eres el ser que guarda mis caricias más sinceras, más despiertas, más desinhibidas y más verdaderas.

A veces siento que la sinceridad no reina en este mundo, que hay que esperar a no sé qué para encontrarla.

A veces quiero creer que entre tus brazos me sentí yo misma.

A veces imagino que los momentos más auténticos los viví contigo.

A veces creo que fuiste verdad. Pero, en cambio, muchas otras veces, me replanteo si debería mirarte con el escepticismo con que miro todo lo demás.

Quiero negarme, pero la evidencia se impone.

Creía que el amor escondía la única verdad que nos quedaba, pero también el amor se agota con las leyes de la razón. Lo que nace espontáneo, sin más, acaba cediendo ante lo que nuestros miedos imponen.

Como gotas de agua te me vas derramando entre las manos. Voy perdiendo el oasis que suponían tus labios .

Como agua vas fluyendo despacio, vas cayendo al suelo de mis sueños rotos, al abismo de todo lo que añoro. Eres otro ser más. Como yo. Todas marionetas de nuestra propia canción.

Yo quería creer que los sentimientos desnudos siempre ganan. Quería ignorar que esto no se gana con ingenuidad. Quería seguir con la inocencia intacta hasta imponer una Verdad en la que creía.

Quería creer; quería ignorar.

Esta vida me es extraña. A veces me siento fuera de mi propia piel, flotando entre esto que siento y aquello que interpreto.

A veces me siento en un espacio vacío, en contacto entre la carne y el infinito.

A veces querría volar, poder encontrar cobijo en unas manos que nunca fallan, en palabras que siempre estén ahí; encontrarme en unos ojos que se me abran como espejos, mirarme en un rostro que sea amigo sincero.

Llorar con alguien que llore mis motivos, sufrir con alguien que sufra mis causas, reír con quien ría mis gracias, volar con quien comprenda mis alas.

La incomprensión del mundo me anima y achanta. Ánimo por descubrir qué esconde tras su manto, desánimo cuando me enredo entre mis propios trazos.

Bocetos de una vida que se antoja caprichosa; destino confinado a las leyes del mercado: leyes ajenas, extrañas; leyes inhumanas, inventadas para manipular a los hombres, para borrarles su naturaleza innata.

No sé a quien reclamar, no sé a quién decir que me devuelva algo que siento robado, no sé quién es el artífice de este entramado de alimañas. Hay algo que nos mata, algo que nos atrapa. Esta vida, señores, es una tela de araña.

A veces, demasiado a menudo, me siento engañada.

Creación propia

jueves, 17 de marzo de 2011

Hoy quería...

Hoy quería escribir sin motivo aparente. Escribir por nada, que es algo que siempre me cuesta. Escribir sin protagonista para mis historias, sin más personajes que los minutos que fluyen incesables, sin más trama que las impresiones que el mundo me deja entre los dedos, entre los párpados, en la punta de la lengua o en la necesidad de los vuelos.

Hoy me disponía a contar todo sin decir nada. A dejar que la realidad por sí sola se trague toda esa ficción que las mentes tan imaginativas como la mía deforman a su antojo.

Me disponía a escribir una historia cotidiana, del día día, de esas que llenan sin saber por qué, de esas que cuentan una rutina que nunca cansa y hasta resulta evocadora.

En cambio, he desistido.

He desistido de contar el pálpito que me inunda cada vez que pienso en la frustración de tus palabras. Me siento superada porque, queriéndolo entender todo, no puedo entender nada. No puedo describir lo que me conmueve cuando, al abrir una puerta, encuentro una de mis sonrisas amigas esperando que salude. No puedo hablar de lo que me emociona que alguien me mire a los ojos y me entienda sin decir una palabra. Desprovista de explicaciones, de argumentos, de imágenes; desprovista de palabras. Inerme ante una realidad que ni sé por dónde anda. Por ver lo que yo quise, por ignorar lo visible; por mirar más allá, por intentar ver en lo invisible.

No puedo describir lo inexplicable que es todo, ni lo histérica y nerviosa al sentir que aquello que creí "mi realidad" no existe, que es algo completamente ajeno, que gira en una dimensión insospechada.

Ni tampoco podría describir la alegre tristeza con que te despido, o la amarga alegría con que me planto ante el mundo agradeciendo la libertad de tu ausencia.

¿Puede ser amarga la alegría cuando pensamos que puede pasar y dejarnos desamparados ante la crueldad de una competencia que arrolla todo lo que antes ha educado? ¿Se da la paradójica alegre tristeza, el regocijo cuando me regodeo en mi propia pena, mientras expío las culpas pasadas y las venideras?

He desistido de desgranar cada uno de los hilos que mueven esta existencia absurda.
No hay futuro, aparente ni inventado, que lave este presente mezquino y desalmado.
Hoy siento el mundo frío; más que frío, congelado. Lo peor de todo no es eso, lo peor es que me siento otro de sus seres helados.

Dejo el empeño de limitar en palabras lo que ni la mente más lúcida del mundo podría explicar.
La filosofía de las explicaciones no es la mía.
No es ni puede serlo.
La realidad supera toda ficción.
No puedo sentenciar la cobardía, pero tampoco podría identificar la valentía.
No tengo una verdad a la que asirme, no hay camino ni principio que me guíe.

Podría aventurarme a llamarlo mentira, pero me aventuraría a quitar la neblina de una realidad que cada día se me antoja más caprichosa.

Realidad irreal, surrealista: una realidad que es imposible atrapar entre estas manos de barro, que se sale del telón de las figuras, las formas, las luces y las sombras.
Juegos de la infancia, juegos de edades maduradas a base de tormento.
Juegos, nada más.
Juegos que se creyeron que podrían alzar el vuelo, que idearon un paraíso en algún lugar.

Juegos que tal vez sólo debieron concienciarse de su destino para vivir conformes en el sueño.

Juegos, sueños, tan reales y tan siniestros.

Tan solos y tan nuestros.

Mentes que se enfrían a base de caídas, intentos, nuevas caídas y continuos tropiezos.

Juegos de ensueño, que caen pero que siempre saben salir adelante. Una vez me creí capaz de conquistar alguna parcela de este mundo: capaz de llegar a una verdad, a sólo una parte, a una rama, a una disciplina.
Una vez me creí capaz de comprender algunas explicaciones, de conquistar una parcela de este intangible mundo para poder llamarla mía, y así tener un lugar en el que introducirme y volar sin temor a la caída.

Hoy no tengo ganas de conquistar, hoy prefiero mostrarme en el estrado más voluble de mi ser, permeable a cualquier acontecer. Escéptica. Incluso cínica. Voluntariamente perdida. Pero ubicada en un lugar muy concreto: entre las noches y los días.

Hoy me disponía a contar una historia con argumento.

Desistí porque las historias, al final, acaban siendo la mezcla de nuestros cuentos.

Creación propia

jueves, 17 de febrero de 2011

Anestesia


Me anestesio en un letargo de letras, o en interminables listas donde los personajes lavan sus conciencias, eximen sus culpas o expresan sus desvelos.
Palpo el interminable surco que tus brazos labraron en cada una de mis junturas, intentando dar bálsamo a las heridas que dejaron tus labios.
Camino a espaldas del tiempo, llevando las horas en volandas del escepticismo.
Sólo siento que no siento nada. Tengo los sentidos dormidos, las explicaciones calldas y las lágrimas desganadas.
No es dolor, ni alegría, ni siquiera paz ni cobardía.
Sólo camino con la mirada desvendada de neblinas, de minutos tras la espera de la Nada.
¿Arrepentida? Nunca. Nada podrá borrar una mirada iluminada.
La inconciencia que siento me asusta, tengo miedo a convertirme en la brisa del sueño o en una irresponsable cínica.
Alguna vez me obligué a desandar los caminos trazados, a volver al origen para sentarme a tu lado. Hoy siento que ese camino se ha borrado, la experiencia cotidiana ha forjado algo más grande, más corrosivo, más humano. El día a día ha traído experiencias que no pueden suplirse con recuerdos. Sólo existe un sí o un no, no existen caminos intermedios en este laberinto de opuestos.
Hoy siento algo que une y a la vez segrega; corazones singulares los nuestros , tan a la deriva como a la espera.
Encuentro una libertad en esta despedida y, a su vez, no puedo cambiar mi mirada esquiva.
Saboreo una pérdida tras la aparente y lógica evidencia.

Creación propia

miércoles, 16 de febrero de 2011

Oscilo en tus manías

Y son tus rincones aprendidos los que despiertan mis sueños en las noches de la ausencia.
Y de las ansias aprendidas, domadas y salvajes nacieron los anhelos.
De las pérdidas intencionadas, de la exploración desinhibida de los límites, los esquemas y las dudas nacieron las desesperadas preguntas, las inútiles respuestas y los insalvables dilemas.
Son tus pálpitos acelerados los que me abatían y me liberaban, me apretaban hasta dejarme sin respiración para después aspirar el aire en bocanadas infinitas.
Voluntad infinita de pertenecer a cada aliento de tus labios, de perderme en la voz de tus pupilas y ser siempre guardiana de tus noches y tus días.
Oscilo en el péndulo de tus manías porque, deliberadamente, quiero ser la única que duerma tus ganas y despierte ilusiones perdidas.

Creación propia