martes, 28 de septiembre de 2010

A mis amigos

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas las vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.
El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestran lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino.
A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, a aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre... Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada.Ésta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.
Jorge Luis Borges
PD: Esto me lo mostró alguien muuuuy especial, tanto que no sabría decir qué tipo de hoja del árbol es. Tal vez sea un árbol entero en sí misma.

Aún

Aún no has vivido lo suficiente para darte cuenta de que nada es lo suficientemente importante y que, a la vez, todo lo es.

Aún no has vivido lo suficiente como para dejar de creer en príncipes azules. ¿O tal vez vivir mucho te demostraría la verdad de su existencia? Vivir mucho te hace creer que sí, después que no, después otra vez sí. Una cadena de engaños y desengaños; donde cada pérdida trae una inevitable búsqueda y, tal vez, al final de la búsqueda "El Encuentro".

Aún no has dejado de imaginar que, mientras duermes, alguien te vela los sueños, alguien trasnocha contigo mientras tú te arropas con todos tus misterios, cayendo en la noche profunda tan ingrávida como al viento se entrega la pluma.

Aún esperas, con esa mirada entre inocente y tentadora, entre tímida y elocuente, la caída de la tarde.

Aún esperas que te duerman las noches, con una mano a tu espalda y el suave olor a besos inundando la estancia.

Aún esperas que, con la llegada de la noche, cuando menos imagines, alguien se acerque temblando para arrancar una palabra a tus labios tristes.
Aún paseas sembrando sueños por las calles menos transitadas, mientras llenas de vacíos las promesas más buscadas y, aun así, no agotas nunca tus esperanzas.

Aún cuidas cada detalle, cada mínimo pliegue de tu cuerpo, cada posible antojo, evocación, inicio de consuelo o de deseo.

Mujer de mirada ausente, de turbación frecuente y alma silente, que esperas una llegada mirando a poniente, abre tus ojos para mirarme aquí mismo, a tu lado;
abre tus ojos para darte cuenta de que te estoy esperando.

Propio

sábado, 25 de septiembre de 2010

Tal vez

Y en sus secretas caricias,
tránsfugos reflejos de noches, lunas y perlas pasadas;
robadas madrugadas al dios de los placeres escasos
nos van socorriendo, nos van llenando
los espacios vacíos que nos quedaron.
En cada roce, una huella;
en cada caricia, un tatuaje;
en cada abrazo, una cicatriz;
en el beso, unos labios;
en los labios, sellado, un beso.

En el camino que nos separa,
la pisada fosilizada
de lo que se niega a desparecer.
Mundos de consuelos inventados,
de amores creados,
de filosofías sacadas de ilusos imaginarios,
que usaremos hasta que la verdad
las vaya desgastando.

Cuando renace con fogosa venganza
el destino de abandono necesario,
con imágenes pasadas nos iremos consolando.
Futuro teñido de fugitivas pasiones,
o de nuevos desengaños,
o tal vez de vivir buscando.

O tal vez alguna mirada esquiva,
imprevista, inesperada,
me arranque la desesperanza.

Propio

Alguien

"Un hombre trabajado por el tiempo,
un hombre que ni siquiera espera la muerte
(las pruebas de la muerte son estadísticas
y nadie hay que no corra el albur
de ser el primer inmortal),
un hombre que ha aprendido a agradecer
las modestas limosnas de los días:
el sueño, la rutina, el sabor del agua,
una no sospechada etimología,
un verso latino o sajón,
la memoria de una mujer que lo ha abandonado
hace ya tantos años
que hoy puede recordarla sin amargura,
un hombre que no ignora que el presente
ya es el porvenir y el olvido,
un hombre que ha sido desleal
y con el que fueron desleales,
puede sentir de pronto, al cruzar la calle,
una misteriosa felicidad
que no viene del lado de la esperanza
sino de una antigua inocencia,
de su propia raíz o de un dios disperso.

Sabe que no debe mirarla de cerca,
porque hay razones más terribles que tigres
que le demostrarán su obligación
de ser un desdichado,
pero humildemente recibe
esa felicidad, esa ráfaga.

Quizá en la muerte para siempre seremos,
cuando el polvo sea polvo,
esa indescifrable raíz,
de la cual para siempre crecerá,
ecuánime o atroz,
nuestro solitario cielo o infierno".

Jorge Luis Borges

Ignoras

No sabes cuánto me vas a extrañar.
Tu boca querrá besarme tan sólo a mí,
querrá tan sólo besar algo mío;
sentirá anhelos de volver a ser
simiente camuflada
de mis más sutiles desvaríos;

añoranza de palpitarme las noches de invierno,
de sentir la suavidad de mis dedos:
deseos urgentes de húmedos deseos
de temblor y dientes,
de arroparme los días de otoño,
de esconder tu cuerpo y tu miedo
en el consuelo de mis ojos.
De desvelarte y sentir mi aliento,
mi cuerpo en reposo
esperando despertar con tu beso.

No sabes cuánto me vas a extrañar
cuando sientas en tu almohada,
escondido, impregnado,
el secreto de mis ojos:
el perfume amargo
de un amor auténtico despreciado.

Esperarás que te relajen mis suaves roces,
cuando en trasnochadas veladas
duermas junto a otras voces.

No sabes cuanto me vas a extrañar;
ignoras aún que tus altares se rindieron,
que tus ídolos cayeron,
que en mi compañía respiraste paz.

Propio

Espesura

Hoy siento una espesura en el aire que no atino a descifrar,
no sé si será presagio de tu ausencia o presentimiento
de que mi vida se escribe en soledad.
Algo pesado me ahoga la garganta;
plomizo siento el aire que me ciñe la cintura;
me agosta una materia pesada
que me carga y me empaña la mirada.
Hay una presión que me hunde en cada una de mis dudas.

Un vestigio de añoranza quiere aún volar,
un recuerdo ligero, fugaz,
intenta batir las alas
cuando el aire me grita en los oídos
que no caiga en la tentación de tu mirada.

Me sobrevuelan ruidos, mundanales voces
que no me inspiran ni palabras.
Mi ego está ausente cuando no me duermes
de besos las madrugadas.
Tu aliento se dibuja en el aire
cuando mis partículas te piensan y se expanden.

Tu ecos sordos, tus silencios llenos de sonido
me dibujan tu expresión;
algo me dice que sí, algo me dice que no.
Algo me dice que lo que quiero es simplemente Amor.

Propio

sábado, 18 de septiembre de 2010

Una más


Puede que el sentimiento de no encontrar salida, ese sentimiento de negatividad, de estar atrapado, de no ver opciones...venga de pensar que somos demasiado especiales.

Cuando sufrimos por algo, o nos sentimos muy felices, colmados de una cosa o de otra, lo sentimos muy dentro. Sentimos plenamente en soledad, cuando nos vemos desde dentro.

Pero nadie es especial. Nadie llora sólo. Nunca un lamento o una carcajada son las primigenias voces de la raza humana.

Lo que yo lloro, o lo que río, ya lo vivieron otros.

Y no me parece malo que el Universo avance por caminos repetidos, porque mi soledad desaparece cuando pienso en un destino compartido.

Mucha gente vive, ríe, siente o llora conmigo.

Cuando el sol se va, respiro entre las palabras alguna ilusión de verdad, pero nada me salva por completo, nada me trae el reposo de cuando alguien escucha mis sentimientos.

Sólo en esas voces compartidas siento la auténtica realidad: la de no estar sola ni ser especial; la de ser, tan sólo, y muy orgullosa, una más.
Como las flores. Cada una es bella a su manera; en su estilo, cada una es especial; en su estilo, cada una es una más.

Propio


"Pido a mis dioses o a la suma del tiempo que mis días merezcan el olvido, que mi nombre sea Nadie como el de Ulises, pero que algún verso perdure en la noche propicia a la memoria o en las mañanas de los hombres".
Jorge Luis Borges