domingo, 22 de julio de 2018

Reiterando y reiterado

Me has engañado. Una vez más. De nuevo. Reiterando y reiterado. Repetido. Exacto. Un deja vu de hace algunos años.

Y esta vez, no sólo me has engañado, sino que has destruido todas las ilusiones que había forjado en torno nuestro. No es una mentira cualquiera: es que con ella se ha destruido la persona que creía que eras. La persona que alguna vez creí que podría, lento, llegar a formar una parte imprescindible de mi vida. Pero has llegado arrasando todo, deprisa, como si no hubiese un mañana, a desordenar todo mi mundo con promesas vacías y con falsas expectativas sobre un "tiempo" que después fue mentira.

Has venido en dos días a dar la vuelta a mi armonía, y quizás a tu vida, para acabar en el mismo sitio: tú, en tu aritmética inventada, artificial, de mentira; en tu vida moldeada, pretendiendo hacer que te gusta y la disfrutas. Yo, firme en que no sé quién eres. Y cada vez lo sé menos. Intentando comprenderte, entre todo eso que haces y no sientes.

Me has engañado y ya ni siquiera me duele eso. Me duele que ahora no sé cómo ni con qué reemplazar el hueco que tu figura rota ha dejado entre mis ilusiones. Y no sé bien cómo sujetar esa ausencia para que no duela, o, incluso, para impedir que sea definitiva. Ya no me quedan argumentos lógicos, ni ganas, para poder justificarte. Ya no me quedan recursos para poder conservarte. Y lo peor de todo, esta vez, es que ya no me duele sólo tu vacío, ya me duele el ego. Estoy cansada de la misma historia repitiéndose una y otra vez, por tu falta de empeño en demostrarme quién eres, por tu falta de tacto. 

Por tus decisiones precipitadas, por tu mente despechada que intenta vivir una vida imaginaria.