Me has engañado. Una vez
más. De nuevo. Reiterando y reiterado. Repetido. Exacto. Un deja vu de hace
algunos años.
Y esta vez, no sólo me
has engañado, sino que has destruido todas las ilusiones que había forjado en
torno nuestro. No es una mentira cualquiera: es que con ella se ha destruido la
persona que creía que eras. La persona que alguna vez creí que podría, lento,
llegar a formar una parte imprescindible de mi vida. Pero has llegado arrasando
todo, deprisa, como si no hubiese un mañana, a desordenar todo mi mundo con
promesas vacías y con falsas expectativas sobre un "tiempo" que después fue
mentira.
Has venido en dos días
a dar la vuelta a mi armonía, y quizás a tu vida, para acabar en el mismo sitio:
tú, en tu aritmética inventada, artificial, de mentira; en tu vida moldeada, pretendiendo
hacer que te gusta y la disfrutas. Yo, firme en que no sé quién eres. Y cada
vez lo sé menos. Intentando comprenderte, entre todo eso que haces y no
sientes.
Por tus decisiones precipitadas, por tu mente despechada que intenta vivir una vida imaginaria.