domingo, 28 de junio de 2009

Paradojas

Me agarro a los bordes del tiempo
fuerte, con empeño.

Me amarro buscando mi asidero.
Cuando llegue la mañana
quiero haber encontrado ya un puerto.
Destino, que me arrastra.
Destino, que me oculta el camino.
¿Dónde está la circunstancia adecuada?
¿Existe acaso esa circunstancia?
Me cruzo a los soberbios
y me engaño/an y me quedo.
Me cruzo a los que busco
y me inquito y me freno.
De la duda me alimento,
pero de la incertidumbre reviento.
Paradojas.
Dejando escapar las horas.
Nadando en los angostos ríos de la rabia
y naufragando con la serenidad de una mirada.
Paradojas.
Algo me dice que me adoras,
algo dentro me llama tonta.
Hay mucho viento fuera.
El vendaval me podría arrastrar
a parajes insospechados,
a cualquier recóndito lugar.

Hay mucho viento fuera
y me podría dañar.

Me agarro a mi poste fijo,
a este con fuertes cimientos.
Me agarro a los bordes del tiempo
fuerte, con empeño.

Paradojas.
Van pasando las horas.

Me corta el aire que sale de tu boca,
me hiela el pálpito
que me causa tu memoria.
Me atemoriza el cónclave que tienen labradas
nuestras almas.

Amor: usurpador, tentador, alentador, prometedor, traidor y vividor.

jueves, 25 de junio de 2009

Formas de ver a Dios

“SEÑOR DIOS, SOY ANNA” DE FYNN
En la contraportada del libro dice que la novela está basada en un personaje real del que el autor no quería hablar hasta ahora, tanto significó para él esa experiencia compartida. Dice que un editor inglés recibió un día la visita de un desconocido que traía un manuscrito. El desconocido era Fynn; el manuscrito, este libro. El autor quería saber si tenía algún mérito la historia de su amistad con Anna, pero no deseaba hablar mucho del asunto. Desde entonces se ha negado a dar conferencias de prensa o a revelar más detalles de los que figuran en su novela. El éxito fue inmediato. Seguiré investigando sobre este autor. Lo escribió en 1974. Es difícil encontrar datos en Internet sobre él. Parece que esta niña existió realmente, y que la contraportada no es una técnica de venta. La novela es conmovedora. Es una niña de 5 años a la que Fynn recoge de la calle, era mendiga y él la lleva a su casa. Ella es una personita muy especial, con una filosofía de vida completa y con respuestas para todo, muy superiores a las respuestas que puedan dar muchos adultos.
Frases literales de Anna:
“Si hay muchas cosas del señor Dios que no sabemos, ¿Cómo sabemos que nos ama?”
“A los polipinchos, yo puedo amarlos hasta que reviente, pero ellos no se enterarán, ¿no es cierto? Yo soy un millón de veces más grande que ellos, y el señor Dios es un millón de veces más grande que yo, por tanto, ¿cómo sé yo qué es lo que hace el Señor Dios?”
“El señor Dios es diferente. Fíjate, Fynn, las personas sólo pueden amar por fuera y besar por fuera, pero el Señor Dios puede amarte por dentro y besarte por dentro, así quee s diferente. El señor Dios no es como nosotros; nosotros nos parecemos un poquito al Señor Dios, peor no mucho todavía”.
“El señor Dios es diferente de nosotros porque él puede terminar las cosas y nosotros no. Yo no puedo terminar de amarte porque me habré muerto millones de años antes de poder terminar, pero el Señor Dios puede terminar de amarte, así que no es un amor de la misma clase”.
“El Señor Dios puede conocer a las cosas y a las personas desde dentro también. Nosotros solamente las conocemos desde fuera. Así que la gente no puede hablar del Señor Dios desde fuera; del Señor Dios sólo se puede hablar desde dentro de él”.
“No quiero que tú me escribas nada-intentó sonreír, pero no lo consiguió y siguió hablando con tono lloroso-. Yo sé lo que tú ves, y tú sabes lo que yo veo, pero hay gente que no ve nada y…y…-sollozando, se me arrojó en los brazos”.
“Ese atardecer, en nuestra calle de Londres, tuve un niño en mis bazos y miré dentro de esa solitaria celda de humanidad. Ningún libro que haya leído, ninguna conferencia han podido enseñarme más que esos momentos. Solitaria es tal vez la celda, pero jamás oscura. No había tinieblas tras esos ojos llenos de lágrimas, sino un deslumbramiento de luz. Y Dios hizo al hombre a su imagen, pero no en la figura, no en la inteligencia, no en los ojos ni en los oídos, ni en las manos ni en los pies, sino en esa absoluta interioridad. Allí estaba la imagen de Dios. No es lo que hay de demonio en su condición humana lo que hace del hombre una criatura solitaria, es su semejanza con Dios. Es la plenitud del Bien que no halla salida o no puede encontrar el otro lugar que le corresponde, lo que explica la soledad”.
“La religión era solamente ser como el Señor Dios, y ahí era donde las cosas se podían poner un poco arduas. No era cuestión de ser buena y generosa y amante y todo eso, porque así uno se parecía más al Señor Dios, y si era así uno no podía menos que ser bueno y generoso y amante”.
“Es fácil darse cuenta de, la diferencia que hay entre un ángel y una persona. La mayor parte de un ángel está por dentro y la mayor parte de una persona está por fuera.

Estas son las palabras que a los seis años pronunciaba Anna. A los cinco años, tenía un conocimiento perfecto de la razón de existir, sabía el significado del amor y era amiga personal y ayudante del Señor Dios. A los seis, Anna era teóloga, matemática, filósofa, poeta y jardinera. Quien le hacía una pregunta siempre obtenía respuesta... a su debido tiempo. En ocasiones la respuesta podía tardar en llegar semanas o meses; pero finalmente, siguiendo su propio ritmo interior, la respuesta llegaba: directa, simple y apropiada

No llegó a cumplir los ocho años; murió debido a un accidente. Murió con una sonrisa en su hermoso rostro, diciendo: ''Apuesto que el Señor Dios me deja entrar en el cielo por esto,'' y yo también apuesto a que fue así.

Conocí a Anna durante unos tres años y medio. Algunas personas alcanzan la fama porque han sido los primeros en navegar solos alrededor del mundo, o en llegar a la luna, o en realizar alguna otra hazaña. Todo el mundo conoce a esas personas. No son muchos los que me conocen a mí, pero también yo aspiro a la fama, porque conocí a Anna. Eso fue para mí la cúspide de la aventura. No fue un conocimiento fácil; me exigió total aplicación, pues hube de conocerla según sus propios términos, en la forma que ella exigía que la conocieran: por dentro primero. ''la mayor parte de un ángel está por dentro''. Y de esa manera aprendí a conocer a conocer a Anna, mi primer ángel...”

Así empieza 'Señor Dios soy Anna' de Fynn

miércoles, 24 de junio de 2009

Otra de fantasmas

Ya dije que la película de "El fantasma de la ópera" me encanta. Con ayuda he encontrado la banda sonora en youtube. Así que aquí os lo dejo. Es un directo impresionante. Me encanta!!!


domingo, 21 de junio de 2009

El fantasma y la loca

Bueno, no he podido insertar el vídeo, pero pongo la URL para que podáis verlo en youtube. Me parece una canción preciosa, y cuando vi el videoclip se me puso la piel de gallina. Me parece una historia tan bonita...Y me recuerda a la película de Drácula, y al libro de Bram Stoker, que es genial. El libro es una pasada, y este videoclip me ha traído una especie de melancolía de aquella época en la que lo leí. Y, además, el fantasma es guapísimo. Hablando de fantasmas, también recomiendo la peli "El fantasma de la ópera". Es un musical, todo de ópera, pero se entiende muy bien y tiene unas imágenes espectaculares y conmovedoras.
Los fantasmas dan un halo de misterio y misticismo a las historias de amor que las da mucho "jugo".

Esta es la dirección:
http://www.youtube.com/watch?v=0yBzzKz4pTM

martes, 16 de junio de 2009

¿Para qué la literatura?

Ayer leí a Unamuno, y dice que cuando escribimos pretendemos inmortalizar, pero lo que hacemos es matar, porque plasmamos todo un cúmulo de sensaciones, de emociones, de imágenes... en unas cuantas palabras. Esto me ha hecho pensar bastante, porque nunca me planteé así la escritura. Y creo que tiene mucha razón. Y ya en mi blog faltaba algo de reflexión, y creo que este es el momento de volver a ella y abandonar un poco la línea tomada. Porque está bien cambiar de estilo, para no caer en la monotonía. Y creo que me va a salir una entrada larga, aviso, y quizás algo confusa.
Con la escritura, todo lo que no ha quedado grabado en el papel se puede borrar de nuestra memoria. Tenemos la seguridad de que en el papel está todo lo importante y, por eso, lo no escrito es como si no hubiese ocurrido. Nos aferramos a la seguridad de la palabra, a su perdurabilidad y olvidamos la memoria de las sensaciones. Está bien escribir lo que sentimos, pero no hay que agotar demasiado los temas, no hay que escribir desde una perspectiva demasiado rigorista.
Cuando sentimos algo muy fuerte, es como si tuviéramos dentro un fuego, es una pasión, y no se puede describir. Sólo podemos describir aquello que no arde en nuestro interior. Esto quizás iría en contra de todos los poetas, de todos los grandes “escritores de emociones”. Quizás iría incluso en contra mía. Pero esto sería una mala interpretación. Sólo hay que pensar los temas de los poemas. ¿Predominan los temas alegres o los temas tristes? Es evidente que es muy difícil escribir al amor correspondido, es difícil hallar lo poético en lo positivo. Los grandes poetas escriben al desamor, al dolor y a la pena. Y no se trata de que sea lo más fácil, sino que escriben a esto porque es lo más odioso. Porque es lo que quieren alejar de su espíritu. Es lo que quieren matar. Por eso lo escriben, no para inmortalizar su pena, sino para matarla, para arrancársela. Cuando escriben a temas alegres casi nunca triunfan, porque:
· bien las personas que lo leen no se sienten identificadas. Y tampoco quieren sentirse identificadas. Cada persona siente su amor de una manera única, especial. Ni siquiera en una sola persona hay un solo tipo de amor. Amamos a las personas por su individualidad. Por ejemplo, yo no puedo comparar el amor que siento hacia la persona A con el que siento hacia la persona B, C...Porque cada persona es única, a cada persona se la quiere de acuerdo con su forma de ser. No se puede medir el amor, ni comparar. Es cuestión de asignación. Y eso no le quita su magia. Hay aquellos a quienes amamos como amigos, a quienes como compañeros de viaje, como confidente, como consejero, como amante...No es una cuestión de medición, sino de asignación. A cada uno le asignamos un papel en nuestra vida. No asignamos un papel protagonista a uno determinado y a los demás les apartamos de nuestro lado.
· bien se quedaron demasiado cortos al expresarlo, desvirtuaron aquello que querían ensalzar.
Esto supondría decir que si quieres ser un buen poeta tienes que dedicarte a escribir sobre la tragedia de la vida. Quizás no sea mentira. Sobre la alegría no se lee ni se escribe. La alegría es la vida, no la literatura. La literatura puede ser placentera, exquisita, sublime, dulce, y muchos otros adjetivos más, pero no olvidemos que es también solitaria, alienante, incluso incita a la reclusión, reclusión en el sentido de su autosuficiencia. Es tan autosuficiente que incita a la prescindibilidad de todo lo demás. Pensemos en qué llevó a Cervantes a inventar a Don Quijote, nada más allá de la realidad.
Pensemos en aquella persona con la que compartimos tantos momentos bonitos, cuya mirada recordamos hasta el último brillo de sus ojos, pensemos en una mirada que tenemos clavada en lo más hondo del alma. ¿No daría miedo describirla? Su descripción no se puede comparar con esa mirada que recordamos. La sensación es siempre más poderosa que la expresión. Quizás ambas se pueden complementar, pero nunca las consideremos excluyentes. Existen muchos poetas que creen, erróneamente, que ellos sienten más que los demás. Que son egocéntricos porque creen que ellos son más humanos que el resto, porque ellos tiene más sensibilidad, porque escriben y leen mientras el resto de gente se empeña en otras tareas. Esto es un grave error. Como he dicho, escritura y sentimiento son complementarios, pero no han de ir necesariamente unidos.
En fin, como conclusión, para poner un poco de orden en todo esto que he dicho, creo que la literatura mata a la vez que da vida. Mata porque inmortaliza, porque paraliza, porque crea un espacio de estatismo y no de dinamismo. Pero también da vida porque al escribir, al intentar aproximarnos, nuestra sensibilidad aumenta.
Pero la sensibilidad no sólo aumenta al escribir. Se puede escribir mucho y sentir poco, igual que se puede sentir mucho y no atinar a expresarlo, de grande que es lo que se siente. Hay quien prefiere sentir y callar, y quien prefiere sentir y hablar; es cuestión de elección, no cuestión de predisposición.
Después de lo dicho, me siento obligada a identificarme, a meterme en un grupo. Pues bien, como toda persona, soy voluble. Unas veces estoy en un sitio, y otras veces en otro. Y no creo que me pueda meter en ningún grupo porque no soy ninguna poeta. ¿Por qué escribo? Porque me quiero conocer. Porque me gusta hablar. Porque me gusta hablar de lo que siento. Porque me encuentro en mi pensamiento. Como ya dije, escribo sobre lo que siento y sobre lo que imagino sentir. Sobre lo que vivo y lo que imagino.
Nada más.

En puerto de nadie

Tengo un barco encallado en el puerto de tu mirada.
Tiene la bandera de una sonrisa y el nombre de la alegría.
Tiene las velas del color púrpura de la espiritualidad y los astas rojos de la felicidad.
De la proa a la popa se extiende una alfombra de esperanza.
Tengo un barco encallado en el puerto de tu mirada.
Un barco que espera surcar los mares de tu alma, subir a la cresta de la ola más alta y llegar a nuestra isla inventada.
Tengo un barco que me llevará a tu mundo sin maldad, a tu cielo de lluvias incesantes para acabar con tus lamentos delirantes.
Tengo un barco sin puerto, sin rumbo, sin leyes... que navega dando tumbos.
Un barco capaz de surcar los tortuosos caminos de tu indescifrable enemigo; un barco que ama los parajes sinuosos, cuyo faro de referencia es el fulgor de tus ojos.
Tengo por ley a la ilusión y por motor a la pasión.
Tiene muchas claraboyas, para que nunca dé la sombra.
Tengo un barco para tu atormentado corazón, capaz de vencer tu abdicación.
Mi barco navega por mares insondables, con el viento en contra y sin bendición de las deidades.
No rompas tus bocetos, préstame tus evocaciones, cuéntame tus meditaciones y te podré regalar el cuadro más bonito que puedan pintar las civilizaciones.
Tengo un barco encallado en el puerto de tu mirada.
Tengo un barco preparado, esperando.

P.D: A todas las Grandes Cosas

Vigilia


Me gustan las noches de vigilia. Soledad. Deseo saciado de independencia. Noches, que me traen albedrío y paz. Noches de entendimiento y de esparcimiento. En simbiosis el alma con el mundo, el mundo con el submundo. Entre poesías de letras y emociones, entre rimas de canciones. En un pequeño habitáculo, entre el revivir y renacer de multitud de sensaciones ya vividas por cientos de seres. Buscando algo, buscando algo y muchas cosas. La mente en jirones, rebuscando lo escondido. Me gustan las noches, silenciosas, misteriosas. Cuando cada hombre, cada animal y hasta cada piedra vuelve a las cavernas de su hogar. Cuando ya queda cada cosa en su sitio, cuando cesa la transmutación, cuando se apaga la luz y el bullicio. Entonces despierto.
Vampiro sediento de letras, con las plumas afiladas y las ideas desbordadas.
Noches de brujas, noches de musas.
Saliéndome al encuentro lo mismo sociólogos que poetas, lo mismo cantantes que anacoretas. Me gusta sentirme sola y alejada de todas las miradas. Vuelvo sobre mis pasos, me adelanto y me atraso. No existe el reloj, tan sólo siento mi pulso y mi respiración.
Me gustan las noches de vigilia en que me siento tan sobrecogida.

viernes, 12 de junio de 2009

Nuestro mundo


Egoístas, ignorantes
que matan su mundo porque saben
que ellos morirán antes.

El cielo se cierne sobre mí
en un abrazo sin fin.
Cada vez aprieta más fuerte
hasta que sin respirar me deje.
Hielo que se agota,
hombre que lo nota.
Tengo la palabra
y sólo la uso en la vida privada.

El sol está que se derrite
y matará a aquel que lo mire.
Caen del cielo cosas que perjudican
y nadie claudica.
Un Gobierno que no legisla,
un pueblo que no instiga.
Maldita sociedad
que no busca su verdad.

Y sólo puedo decir maldito
porque mi boca absorbe lo que miro:
maldición
perdición.

De la estirpe de Adán,
propietarios del Paraíso,
¿en qué lo hemos convertido?
Huele a petróleo,
a deshecho y a nitrógeno.

Palabras que golpean,
mentes que chorrean.

Hombre que percibo,
hombre autodestructivo.

Volverán estos días.
Los recordaremos
cuando termine lo bueno.
Los fantasmas del pasado
nos dejarán temblando.
Este puerto en que varamos
lo destruimos con nuestras manos.

Nosotros hemos abierto la brecha
y caeremos en ella.
Caeremos en la condena
de nuestras egoístas conciencias.

"Somos la raza más perfecta"
dicen algunas lenguas.
¡Lenguas viperinas
que no entienden qué es la vida!
¿Extirpe perfecta
la extirpe que extingue?

Silencio. Que hable sólo el cielo.
Que hable el aire.
Que hable el hielo.
Que hable la luna,
el Sol y las dunas.
El cielo que llora y abrasa,
que con dolor
perfora y desgasta.
Mundo, ¡habla!

El sol está violáceo;
el mundo no está diáfano.
Los elementos se arrojan sobre mí
y me succionan todo el elixir.

Un día callará nuestra boca
orgullosa.
Nuestros labios quedarán sellados
por nuestras doctrinas llenas de fallos.
Abusamos al creernos eternos.
"Dejo mis armas y me entrego".
Ráfagas de luz. Agujeros negros.
Galaxias. Comienzo.

PD: La pintura es de Dalí. No me gusta mucho este pintor, era demasiado excéntrico quizás, pero esta pintura es realmente alucinante.

martes, 9 de junio de 2009

Yo, mujer

Nací en un cuerpo condenado al maniqueísmo, en un sexo condenado a ejercer de tentación, en un mundo entre lobos voraces que compiten por el trozo de carne más inmaculada.
Cada día la realidad me va matando, y en vez de aprender a vivir, sólo me enseña ir recogiendo los cadáveres de los sueños rotos. Aprendo a comprender que el amigo no es más que uno más. Se destruyen los personajes de la comedia de esta vida inventada.
A golpes de realidad, a golpes de desencanto, a golpes de infelicidad.

Un mundo que se agota a medida que otro se explora.

Porque no sé vivir, porque soy el espíritu errante que se levanta cada día con la esperanza de no encontrarse con el abismo del vacío, y se acuesta rota porque los licántropos huelen la sangre del débil a miles de kilómetros. Porque Dios, o lo que sea, me dio el espíritu de la aspiración. Y porque no sé mentir, no sé aparentar, no sé vivir.

No existen los ojos a los que mire sin dudar, ni mentes a las que me entregue sin pensar. En esta vida que se aliena, y que no educa hombres sino fieras.

Porque he tenido la mala suerte de no querer ser estatua, ni esfinge, ni ser aquella que finge a cada segundo. Esa fue mi elección, y por ello hay que ver cómo triunfa el que apostó mejor: el que aprende que la vida no es profunda sino absurda.

Nací con un cuerpo condenado al maniqueísmo, y que no quiere ser maniquí. En un rol que es juego, pero que no quiere estrategias. En una tradición de milenios a la que nunca le gustó la igualdad. Con un cuerpo interrogante que debería ser evocante. Interrogante, que no responde a la embestida del demonio, sino que espera la mirada de un ángel.

Compuesta de besos, abrazos, caricias, amistades y confianzas que se ven tentados al suicidio con la entrega al fatal destino.

Mirando atenta cómo se devalúan los sentimientos y se encarece el respeto. Tengo el corazón opaco como la madera, frágil como el cristal, colorido cual primavera y negro como el alquitrán.

Con la desgracia de que mi mente se escapa por el sumidero de mi boca; con la desgracia de no tener tabúes en mi lengua, de destilar mi mente por cada poro de mi piel.
Desgracia por descubrirme en los extravertidos laberintos de mis palabras.

Mundo, frío, que me condena a la desidia y al escalofrío.
Mundo, raro, histeria, desgarro.
Falsedad, llanto.
Mundo, prometedor, cruel. Falso.

No quiero ser cubierta con las impúdicas caricias trasnochadas que ya tocaron otras pieles.
No me entregues la boca mortecina que besa y no siente.
No me hieles con el frío de tu alma abúlica. Si me das algo, que sea en primicia, inédito, desconocido.
Entre las grietas de mi corazón deshecho, aún se distinguen los tonos verdosos de la esperanza.
Si me das algo, no me sacies con veneno. Si me quieres das algo, dámelo con toda tu alma.

sábado, 6 de junio de 2009

Encuentro

Tal vez fue en el banco de un parque, tal vez en una calle concurrida, tal vez estaba mirando un escaparate la primera vez que lo vi; tal vez vestía pantalones vaqueros, o chandal, o tenía el pelo largo, o corto. No recuerdo ya dónde, ni cómo, o tal vez no quiera recordarlo. Pero sí recuerdo que lo encontré, y que quizás nunca vuelva a ocurrir algo así. Entre la gente que no me habla, entre la gente que no me despierta, lo hallé. Desperté del letargo de una apática existencia a tan solo tres palabras de su llegada. Las voces, los alientos y las miradas se mezclaron en un bullicio de intenciones. Desperté de este mundo de soledad incomprendida, salí del aturdimiento de las voces que presagiaban el desastre. El fracaso desapareció para siempre. Podrá no haber culminación, podrá todo ser una ilusión pero, ante el descubrimiento, la frustración se bate en retirada. La alegría duró sólo el instante que se puede colar entre las barreras del juicio y la conciencia.
Él es el aleph donde callan mis preguntas, el punto final de cada uno de mis pensamientos. Porque siempre lo he tenido dentro, porque desde siempre supe que lo reconocería. Un día me sacó del frustrante destino del que se sabe eternamente sediento. Y sentí su complicidad hasta en el aire que separaba los límites de nuestros cuerpos. Y comulgamos en el silencio hecho beso. Y supimos que estábamos hechos para la insatisfacción. Y supimos que nos gusta aspirar a lo que no se alcanza. Porque lo que nos da la sed nunca nos la podrá quitar. Porque cuanto más bebamos, más sedientos estaremos. Por eso es mejor no arriesgarse a probar el primer trago. Y supimos que es más poética una vida de abandono. Porque da miedo entregar la soledad en la que hallamos el sentido. Almas, profundas, clamando, entorpeciendo. Queriendo encontrar y perder. Porque han nacido para el dolor, porque se regodean en la abstinencia. Porque sienten morbo con el anhelo y empacho en la complacencia. Porque se reservan para no perderse. Pasan los días con amor en versión de sucedáneos porque se venden al precio del mercado, valorando las cifras positivas, sin el coste de oportunidad. Aspiran a mucho y, cuando creen haberlo encontrado, retroceden muertas de miedo. Se conforman viviendo a trozos, divididas en partes, para nunca perderse por completo. Que se sacian con los despojos de vidas arrastradas, en las medias formaciones y en las creencias imperfectas; aspirando al punto medio, con un corazón mediocre que ya ni llora ni ríe. Con una cicatriz que supura cada vez que penetra un recuerdo, con la llaga mal curada de una historia no intentada. En el hastío de una vida carroñera que transcurre en los suburbios.
Corazones que nunca se alejan para no olvidar el camino de vuelta, que vacilan y se quedan. Que dicen sí y dicen no.

viernes, 5 de junio de 2009

La duda

La duda es algo importante. Después de haber estudiado (en Derecho eclesiástico) el contenido de la conciencia (ideas, creencias, convicciones y opiniones), llegamos a la conclusión de que las creencias son el fundamento de nuestra persona. Y la creencia es aquello donde no puede penetrar la duda, porque es algo para-racional, y que la duda reiterada puede llegar a ser una creencia. Entonces, en ese momento, en ese instante en el que la profesora dice: es bueno dudar, en ese momento en el que leo a los filósofos y dicen: dudo, luego existo, me siento comprendida. Me siento comprendida cuando Hermann Hesse dice que Novalis y Goethe forman parte de él, o cuando alguien habla de su espíritu voluble. Me gusta la poesía porque es el corazón dudando, y la filosofía porque es la razón respondiendo. Son las dos caras de la misma moneda.

“FIN DE UN AMOR
No sé si es que cumplió ya su destino,
si alcanzó perfección o si acabado
este amor a su límite ha llegado
sin dar un paso más en su camino.
Aún le miro subir, de donde vino,
a la alta cumbre donde ha terminado
su penosa ascensión. Tal ha quedado
estático un amor tan peregrino.
No me resigno a dar la despedida
a tan altivo y firme sentimiento
que tanto impulso y luz diera a mi vida.
No es culminación lo que lamento.
Su culminar no causa la partida,
la causará, tal vez, su acabamiento”.

Esto diría Manuel Altolaguirre si le preguntamos sobre el fin de un amor. Si preguntáramos a algún filósofo o psicólogo nos explicaría una gran teoría sobre: “ya ha acabado la función que quería que cumpliera, ya la carencia afectiva ha terminado” o “ya no hay admiración”...
Pero nos hacen falta las dos respuestas, las dos visiones, para estar completos.

Seguiré con la duda. La duda es lo que nos hace avanzar. Necesita respuesta y para alcanzarla hay que buscarla, ¿o ella viene a nosotros? Todos buscamos la certeza, queremos un asidero fijo al que agarrarnos, porque tememos caernos. Se puede dudar sobre todo, igual que se puede buscar cualquier cosa. Se puede dudar sobre una persona, sobre si conseguiremos un propósito, si tendremos un determinado futuro u otro, sobre si debemos confiar en una persona, sobre si es el momento más apropiado para iniciar algo, sobre la vida, el amor, la muerte, o sobre cosas menos profundas como qué ropa queremos ponernos. En fin, cada persona dudará de lo que le apetezca. Podemos sobrellevar la duda mejor o peor, pero todos aspiramos a que se despeje algún día. Podemos estar tranquilos en la duda. ¿Y por qué, entonces, puede llegar a ser un problema la duda? Pues porque a veces se resuelve en el momento menos oportuno. Porque ha tenido muchos momentos para resolverse, porque se podía perfectamente haber resulto otro día, en otro momento; pero ahí, en la circunstancia más inoportuna, el día más inadecuado está nuestra respuesta. Pero en esas circunstancias no te sirve la respuesta, porque no es factible, porque no tiene sentido y no sabes si será la respuesta definitiva. Cabe la posibilidad de que la respuesta definitiva no esté, sino que sea empresa nuestra convertir una respuesta en definitiva. Es decir, ¿existe el destino? Si decimos que sí, la respuesta definitiva llegará por sí sola. En cambio, si no creemos en el destino, habrá que coger una respuesta, la que sea, y convertirla, nosotros, en definitiva.

¿En la meta?

Siempre andamos buscando cosas; todos buscamos cosas, que pueden ser objetos, pueden ser conocimientos, podemos buscar personas, libros, circunstancias, trabajos, conciertos... Puede ser cualquier cosa, pero siempre algo nos falta. Encontramos una cosa, y perdemos otra. Así pasa con las metas. Consigues una, pero no te puedes parar, tienes que seguir, buscar otra meta que te parezca atractiva y digna del esfuerzo que te supondrá llegar a ella. Cada búsqueda es como un reto. empiezas con inquietud, con incertidumbre, esperanza e ilusión. ¿Y cuando lo alcanzas qué sientes? ¿Felicidad? ¿Superación? ¿Alegría? ¿Decepción? Siempre dependerá del sentimiento con el que emprendiste la marcha. Cuando empiezas tu camino centrándote en mirar a tu alrededor, no mirando sólo el final, seguro que sientes melancolía. Si empiezas con ansiedad, con el único deseo de llegar a tu objetivo, cuando acabas sientes desencanto y frustración, piensas que tu meta no es digna de todo aquello que has sacrificado por el camino. Cuando ves la meta como el único objetivo de tu vida sientes decepción y angustia al alcanzarla. Al perder tu meta, cuando ella es tu ahora, ya tu vida no es más que un instante.

Cuando alcanzas una meta sientes orgullo, porque la alcanzaste, pero entonces te das cuenta de que tras esa te esperan muchas más. Y entonces miras tu recorrido, y echas de menos hasta la piedra más insignificante que encontraste en él. Y recuerdas la piedra que te hizo tropezar, y la quieres más que a cualquier otra de las que te esperan y que aún no conoces. Desde la meta ves, lejanas, las flores cuyo olor despreciaste un día. Ves los altos pinos con su sombra, ves la calidez del lago y deseas otra vez que sea pasado, y quieres que sea futuro. La meta ya no es la misma, ya no es aquella prometedora y autosuficiente que vislumbraste un día. Ahora es una nítida imagen que te despoja de tu cándido y acostumbrado camino.
Cuando vas aprendiendo a andar por una senda, se acaba. Y tienes que empezar a abrirte paso entre nuevos abrojos, nuevas flores y nuevos olores.
Pero ya superaste anteriores metas, y el perfume de sus flores ha impregnado para siempre tus sentidos.

PD: Porque hoy he hecho mi último examen de Derecho, y estoy muy contenta, aunque no se aún todas las notas, y esto merece algo especial.
PDII: ¡¡¡He aprobado la Noticia Periodística!!!


El elegido

Exhalando los últimos suspiros, cuando las palabras chorrean de mis labios como borbotones de injusticia y de espanto, quiero decir quién soy, quién fui, y quién quiero ser. Fui el elegido por Dios para sentirme humano. Fui el elegido para valorar la felicidad, el elegido para saber qué es el amor y para sentir placer. Soy el afortunado que sintió mucho. He sentido al alma de lejos, hablarme en un murmullo, cuando las entrañas no le permitían gritar más. Le he sentido gritar cuando le dejaban. Le he oído decirme muchas cosas.

Le he oído y he creído sus consejos.

Le he oído hablarme de la esperanza cuando todos caían. De la risa cuando todos se lamentaban. Me ha bajado a la renuncia más absoluta, para sentir después la felicidad de sentirlo un sueño.
He sentido el placer en una palabra y la euforia al ver un camión.
Porque todo está por algo, porque todo tiene una causa.
Porque el estómago ruge para que el alma chille, porque el corazón se pierde para que alguien lo encuentre y lo cobije. Porque el corazón se nos va yendo a trozos, porque se nos va quedando en aquellos a los que el sueño va venciendo y alejando; pero después nos regalan nuevos trocitos para recomponerlo. Soy el elegido porque me han regalado todos los trocitos de los corazones que ahora me llevo.

Porque las tormentas vienen para que no olvidemos lo bonito del sol.

Tengo un cuerpo que anhela cuanto quiere y quiere cuanto anhela,
que penetra en el vacío inerte del silencio agarrado a sus ideas como únicos asideros,
y que se pierde en la tertulia indefinida de un alma inquieta.
Que se inmoviliza como estatua y se agita desde las entrañas.
Tengo un cuerpo que en el dolor evoca la alegría y en la alegría evoca la tristeza.
Que en los espacios vacíos se vuelve fuego y en los lugares concurridos vacila al incendiarse.
Que en la oscuridad se alumbra, que en la penumbra se vuelve antorcha y de desbordante se consume y ahoga.
Hecho para las ideas, se acaba en cada efímero instante de acontecimientos.
Tengo un espíritu libre como el pensamiento y acotado con los momentos.
Soy muchas promesas: soy la promesa de la pintura, y he pintado muchos cuadros, que tengo guardados en el almacén de mi imaginación.
Soy la promesa de la escritura y tengo todos mis libros publicados en esta mente ya cansada que se aleja.
Soy la promesa del maestro que enseñó a vivir a todos sus conocidos, la promesa del cantante, del bailarín, del escultor y del arquitecto.
Estoy muy agradecido a Dios porque me hizo nacer siendo todas estas promesas.
Pero para la próxima vida, sólo le pediría que no se equivocara al elegir mi mundo. Quiero un trabajo en el que las manos no me huelan a pólvora y no caiga en el infierno con cada trueno certero.

martes, 2 de junio de 2009

Manuel Altolaguirre

He descubierto un nuevo poeta que me parece buenísimo. Manuel Altolaguirre. Este sí es muy nombrado. Y sé que tuve que estudiarme su vida alguna vez. Pero si leí alguna de sus poesías probablemente no la comprendí y por eso la olvidé, o simplemente nunca las he leído. En fin, que ahora buscando me he encontrado esto tan bonito, y aquí lo dejo:

MIS PRISIONES

Sentirse solo en medio de la vida
casi es reinar, pero sentirse solo
en medio del olvido, en el oscuro
campo de un corazón, es estar preso,
sin que siquiera una avecilla trine
para darme noticias de la aurora.

Y el estar preso en varios corazones,
sin alcanzar conciencia de cuál sea
la verdadera cárcel de mi alma,
ser el centro de opuestas voluntades,
si no es morir, es envidiar la muerte.

PARA ALCANZAR LA LUZ

Dicen que soy un ángel
y, peldaño a peldaño,
para alcanzar la luz
tengo que usar las piernas.

Cansado de subir, a veces ruedo
(tal vez serán los pliegues de mi túnica),
pero un ángel rodando no es un ángel
si no tiene el honor de llegar al abismo.

Y lo que yo encontré en mi mayor caída
era blando, brillante;
recuerdo su perfume,
su malsano deleite.

Desperté y ahora quiero
encontrar la escalera,
para subir sin alas
poco a poco a mi muerte.

Manuel Altolaguirre, 1949

La conciencia

Es un término muy utilizado, pero, ¿sabemos qué es esto de la conciencia? Seguro que sí. Todos tenemos claro qué pensamos, cómo nos vemos en el mundo, qué papel ocupamos en él. La conciencia nos dice qué está bien y qué está mal. Parece que está bien valorado pensar conscientemente. En cambio, la conciencia a veces es un obstáculo para el hombre. Muchas veces hemos querido despojarnos de tantos prejuicios que vienen de la conciencia, de tantos valores adquiridos, de tanta angustia, del vértigo del deber ser. La conciencia no deja a veces hablar al corazón. Es tan difícil apartarnos a veces de su dictados. La razón y el corazón mantienen una pugna constante en todo hombre, en todo tiempo; es la lucha más universal que existe. Los dos sentimientos enfrentados no entienden de barreras ni status. Pero esta tensión no es algo que haya que lamentar, porque es lo que permite el avance. Todas las cuestiones importantes están entre dos extremos: amor-odio, cielo-tierra, tú-yo, pasión-razón, mente-cuerpo, instinto-reflexión, reflejo-pensamiento, pensamiento-realidad, razón-corazón, a fin de cuentas. En virtud del polo que resulte ganador las personas pueden clasificarse en dos grandes grupos: las personas-razón y las personas-corazón.
En las personas-razón gana el pensamiento, tienen conciencia de sí mismo, del mundo, del lugar que ocupan, se preocupan del futuro, de lo que pasará, de lo que deben hacer, gran sentido de la responsabilidad, capacidad de moderación, reflexivas.
En las personas-corazón gana la vida, gana el ahora, gana el instinto, ganan las pasiones, el impulso, el exceso y la soltura, el llanto y la risa.
Y siempre debemos entremezclarnos, nos gusta la heterogeneidad. Las personas-razón buscan a las personas-corazón, y viceversa. Incluso en una misma persona pueden confluir estas dos personalidades: a veces somos personas-razón, y otras, somos personas-corazón. Y eso es bueno, porque está bien el cambio, la sorpresa, porque es bonita la incertidumbre de levantarnos un día sin saber si seremos razón o seremos corazón. Está bien no saber cuál ganará. Sólo debemos dejar espacio para la lucha. Ante la falta de certeza, sólo hay que suspirar y dejar que todo fluya. Y no preocuparse, porque al final toda corriente sabe fluir y abrirse camino.

PD: Gracias por la idea.

Pequeños placeres

Seguiré con las "pequeñas" cosas. Los pequeños detalles, las pequeñas emociones, los pequeños placeres...Y es que las pequeñas cosas son muy importantes. Porque si sabemos ver esas pequeñas cosas, las grandes no serán tan imprescindibles como siempre hemos pensado. Si hacemos de lo cotidiano algo deseable, algo agradable, no estaremos tan deprimidos ni nos quejaremos tanto de lo mal que va todo. Mucha gente aspira al éxito, al prestigio, al reconocimiento. Y está bien. Está bien querer que la gente reconozca tu trabajo. Y está bien que quieras tener un coche caro, una casa muy lujosa, un trabajo en el que ganes mucho dinero, está bien ser amigo de gente famosa, que ha "triunfado" en su vida. Está bien si realmente con eso somos felices. Todas esas aspiraciones son muy dignas. Pero es difícil situarse en esa posición, sobre todo cuando no hay ayudas externas. Podemos pasar toda la vida aspirando al ascenso, aspirando a elevar poco a poco el status. ¿Y algún día estaremos todo lo arriba que deseamos? Seguro que no. El éxito es un vicio, el nivel de tolerancia sube y cada vez necesitamos más dosis. Mucha gente relaciona éxito y felicidad. Pero esto es porque relacionan éxito con admiración, éxito con aprecio, ¿quizás hasta éxito con cariño? Carencias afectivas podrían estar detrás. Buscan en el dinero y la fama una conversación perdida con sus padres, o con sus hijos, o con sus amigos; se refugian en el dinero de todo lo que no dijeron a aquella persona que les importaba, todo aquel cariño no dado lo tapan y tapan con éxito, y enmiendan su falta de coraje con diplomas, medallas y premios. Pero siguen frustrados, porque el prestigio no les devuelve la oportunidad perdida, y porque las oportunidades que surgen en el éxito no se ven, porque ya no percibimos, porque son como el cazador que sólo persigue una presa, que sólo persigue la fama y no ve ninguna otra cosa que se le cruce. Y buscan en el materialismo lo perdido en el sentimentalismo. Y son dos ámbitos insustituibles: al materialismo lo que es del materialismo, y al sentimentalismo lo que es del sentimentalismo.