miércoles, 30 de diciembre de 2009

Sólo existe ahora

Dice Camus en "El mito de Sísifo" que "los tristes sólo tienen dos motivos para estarlo: ignoran o esperan". Es cierto, estoy de acuerdo con él. Los tristes ignoran que la vida es el segundo, que la vida es ese momento fugaz, que la vida es esa chispa que como un relámpago ilumina un instante victorioso. Sólo estaremos tristes cuando ignoremos eso. La tristeza sólo tiene su origen en la ignorancia del presente. Cuando se vive en el pasado o en el futuro es cuando viene el problema. Una poesía, una sonrisa, una caricia, un chiste, una broma, un momento de risas contagiosas, o simplemente mirar al cielo nos puede inundar de optimismo. Cuando sabemos que nuestro único destino es la duda, que nuestra única humanidad es la incertidumbre, entonces agradecemos cada mínimo segundo de existencia. Decía un filósofo: "hay que vivir hoy como si fueras a morir mañana". Yo, mejor, recomiendo: "Vive hoy como si fueras a vivir eternamente", o "vive esta aventura como si nunca fuera a terminar". Con el amor o la amistad sucede igual. Cuando algo va bien es cuando sientes que durará eternamente. El miedo, la duda es lo que aniquila la magia del momento.
El propósito supremo de todos es precisamente ese: dejar de ignorar o de esperar, simplemente saber (saber que hoy es hoy, que hoy existe, está exisitiendo para nosotros).

Os deseo que no ignoreis ni espereis. Os deseo muchos años llenos de optimismo.

martes, 29 de diciembre de 2009

Razón e imaginación

“Razón e imaginación difieren por su teleología. El fin de la razón es la verdad, el de la imaginación la belleza. La razón plasma la ciencia, la imaginación, el arte. La razón nos da el concepto; la imaginación, la imagen. La razón abstrae, la imaginación atrae. La lo universal, la otra lo particular.
El lenguaje de la razón es el signo, el de la imaginación el símbolo. La razón se rige por la lógica, limita, mide, comprueba, demuestra. La imaginación se rige por lo expresivo, intuye, admira, percibe la gracia, el encanto, la poesía, lo oscuro, lo imprevisto. La razón lleva al descubrimiento de la verdad. La imaginación al encubrimiento, al misterio o a la revelación. La razón busca lo que hay de trascendental y universal en las cosas. La imaginación busca lo particular, lo reviste y lo hace suyo.
La razón reduce, simplifica, limita, ordena, precisa y cultiva la dirección rectilínea en los movimientos gráficos.
La imaginación amplifica, desproporciona, agranda, redondea, desune, reviste, ornamenta, acelera los movimientos gráficos”.
"Escritura y personalidad" de Augusto Vels

No somos lo que pensamos

Antes me gustaba interesar, me gustaba el reconocimiento, sentir que alguien me prestaba atenciones, se interesaba por mis pensamientos.
Ahora todo eso no me importa. Ahora me interesa más escuchar. ¿Por qué?
Quiero aprender de la otra gente, quiero penetrar en ellos, que me cuenten su visión del mundo despacio, pausadamente, que me abran su mundo de experiencias. Empiezo a desconfiar mucho de la mente, de la razón, de la inteligencia. Cada vez se me abre más un nuevo mundo, el de la experiencia sensible, el de los sentidos, las experiencias que por ellos adquiero, el conocimiento que proviene de ellos. Mis sentidos me muestran un mundo que sólo yo puedo experimentar. Ellos me enseñan a descubrir “mi mundo”. En los libros, en las teorías, en las palabras… sólo encuentro el mundo “objetivo”, es decir, el mundo que existe para todos los humanos. En las palabras está el mundo de todos, el común, el general.
Pero, por mis sentidos, descubro mi propio mundo. Por eso lo que más interesante me resulta es que otras personas me cuenten cómo es su mundo, porque es eso lo que aporta conocimiento: que me describan el mundo que es distinto al mío.
Me gusta verles actuar en la vida, ver cómo se guían, qué respuestas dan a los misterios de la vida. Y quiero respetar a cada persona, por eso no creo justo soltar el nombre de un autor, o de un filósofo, o de un poeta para presumir.
El otro día vi una película y dijeron: no somos lo que pensamos. Me resultó más clarificadora que muchos libros que he leído. Me pareció tan, no sé, redentora, salvadora. Mi mente da muchas vueltas. A veces pensamos cosas sobre nosotros, a veces nuestra mente se empeña en clasificarnos como un tipo de persona. Después, hacemos cosas que jamás pensamos que podríamos y nuestra mente se asombra, se desconcierta, porque nos salimos de lo que ella había planeado para nosotros. No debemos fiarnos en exceso de la mente, porque nos puede traicionar y limitar cientos de veces. Hace algunos años pensaba en mi mente demasiado. Me sentía segura sólo en ella, sólo cuando me encontraba aislada, sola, con mi mente, me encontraba totalmente a salvo. Ahora, en cambio, es precisamente mi mente lo que me da miedo. Por eso, cuando quiero realmente vivir, ser feliz, disfrutar… la ignoro. Intento no pensar en nada más, tan sólo en ese momento, en ese instante mágico que existe para mí, que me brinda una oportunidad para ser feliz y estar plena. Hoy, cuando me he levantado, solo asomarme a la ventana, ver la luz, oler el aire, tocar la almohada, sentir la vida me ha hecho feliz. En ese único instante presente me he sentido muy afortunada. Pero no lo digo en términos formales, no es una cuestión de felicidad mirada desde afuera, sino una felicidad desbordada. De pronto he sentido que tanta felicidad no es posible, que había algo de inmoral o pecaminoso (pecaminoso en un sentido alejado del religioso) en ese entusiasmo. Me he sentido poco merecedora de tanta alegría. Y es que en las pequeñas cosas, en ese valorar lo más pequeño, está la verdadera esencia de todo.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Mirada total

Mi vida me reclama, mi corazón se siente cada vez más lejos de su origen, del común origen de todo. En cambio, el camino ya está emprendido. La marcha atrás es siempre tan difícil… Pero un paso más requiere también muchísimo esfuerzo. Mi corazón me llama, a gritos, está asustado; no vislumbra un horizonte más allá de estos cielos que auguran soledad. Eres el reclamo de lo inútil. Amar no es estar solo. Amor no son dos soledades que se encuentran; amor es renuncia; amor es renuncia de mí, de mis días, de mis noches…y entrega a otro corazón que convoca los misterios de la vida. El amor parcial no existe. El amor sólo existe en total, es la mirada total al Universo desde unos ojos que reniegan de aquel ser que los porta. Mas, ¿cómo entregar estos alientos del espíritu, estos encajes de dudas, estas rarezas identitarias a un espíritu que no es ni día ni noche, que es siempre el eclipse cansado de divagaciones?

jueves, 17 de diciembre de 2009

Ave de débil conciencia

Cuando el ave de alas cálidas acuda con su pico a comer de las mentes desnudas, hallará tan sólo pompas engañosas y vacías.

Morirá famélico y joven; morirá para siempre incomprendido el anhelado pájaro que salió de entre el barro.

Con ojos vacíos mirará leve, sombrío el volar de la prisa; olerá tan sólo el último aliento de la ira.

Morirá entre basura; mas su sangre, al final siempre pura, tenderá a resurgir de entre esas brumas.

Ave de hielo, ave de fuego; ave que vive fuera y dentro.

Pero de la nada nacerá nuevamente, esa llama prenderá, sucumbirá al reclamo de unos ojos, unos labios vivos, que escucha que le hablan; atenderá cualquier llamada, pues con ella se incendia el alma.

Ese es el destino humano: siempre muriendo, y siempre resucitando.

Límites


Querría ser viento, para cantar cómo suena su cuerpo cuando pasa fugaz entre los árboles.

Querría ser sol, para contar cómo siente cuando acaricia los rostros pálidos de los transeúntes.

Querría ser mar para, en un abrazo de brisa, arropar los cuerpos y volverlos risa.
Querría ser lluvia para arrullar las mentes en leve caricia, despertarlas al mundo y que olviden el disgusto.

Quería ser nube para encandilar con paso lento a estos seres ingenuos que transitan siempre gemebundos.

Mas me veo limitada en el contorno de este cuerpo que siento tan mío y tan desconocido. Cuerpo efímero desde el que adivino, por quien tanto muero y tanto vivo.

martes, 15 de diciembre de 2009

...Y ella se volvió letra

Y entraba vacilante, temblorosa cada mañana al aula.
No era ella la que llevaba a los libros, sino que los libros, en un dulce vuelo, parecían arrastrarla.
Su mente, ese almacén de sabiduría inagotable que nunca supimos dónde terminaría.
Un cuerpo grácil como la risa, las manos latientes, los miembros finos, delicados, con esa virginal pureza de los seres aún no contaminados.
Le tiemblan las manos cuando acaricia las hojas de sus libros gastados.
Su mirada es dudosa, escéptica hacia el mundo, tan propia de las personalidades hermosas.
Pero algo en ella se eleva, algo flota por encima de las míseras cabezas, algo grande existe en ese mundo que ella piensa.

Palabra tras palabra, comentario tras comentario, mañana tras mañana, me alegra las jornadas con su delicada presencia, que humildemente habla; y con sólo despegar los labios ya enseña.

Lengua sensible, tierna, dulce; tan rigurosa y estricta que vacila hasta encontrar la palabra más correcta, que cuando no la atina, graciosamente tartamudea.
Siempre el mismo anillo decora su mano, que es casi libro; de sus orejas cuelgan siempre los tímidos arillos, elegantes a juego con su flequillo.

Un día su presencia se evaporará, volará allá al mundo de las ideas, de lo puro, de la verdad. Un día su cuerpo emprenderá un vuelo y volviéndose libro, página, letra... se evaporará; conocimiento entero, pleno, que es este frágil cuerpo de cristal. En ella la entrega, en ella el misterio, en ella la memoria del pasado, el futuro presagio. En ella... volviéndose letra.

SOL DE VIDA


El sol palpita tenue en la mañana que bosteza.
No aparece entre las nubes el ardoroso ojo de la estrella.
Queda el mundo anegado en paleta de grises,
donde los espíritus de la desilusión
esparcen ese polvo de desánimo
entre los cuerpos que viven.

El sol late sobre las existencias desilusionadas
en las mañanas pálidas,
cuando se adivina tan sólo,
se presiente entre esos cielos abandonados
el temblor de un astro que parece apagado;
se presiente cobarde en el cielo que miente.

Ese astro candoroso, misterio, duda, antojo.
Mi mente te busca,
oscilante entre tú y tu luz.
Devuelve nuevamente tu candor a mi carne,
fría carne en tu ausencia;
vuélvete a mis congeladas venas
en la falta de tu ardiente presencia.

Canto a un sol tras un cielo,
a esa bola que arde y en un estallido de luz
enciende mi sangre;
Canto a ese motor de vida;
a ese rojo misterio llameante
que encuentra alojamiento
entre el cielo y mis huesos,
que camina despacio pero firme
hasta un corazón que a su llamada gime,
que a su llamada tiembla,
habla, olvidando ya la pena.


(Propio)

sábado, 12 de diciembre de 2009

Destino de la carne


Desde que te he leído, desde que el azar ha querido que tus versos llegaran a mis manos, ya no contemplo mejor música para mis oídos. Porque has arrastrado hasta ti todos mis sentidos; porque son nulos a cualquier otra llamada de vida, de luz, de calor. Por tus palabras se me desvela un gran mundo, tu mundo: sabio, cruel, final, definitivo. Llenas mis horas con esa melancólica alegría de los espíritus solitarios, con esa triste lucidez del loco que despierta a la vida, con esa dulce lágrima que corre por una mejilla conmovida. Por tus ríos de letras, esos manantiales inagotables que todo lo conjugan, que todo lo delimitan y lo enuncian en sus justas realidades, conseguiste evadirme de las conversaciones más banales, de las explicaciones más vacuas, de los ruidos más estridentes, de los cielos más grises. Has inundado mis venas, mis pulmones, hasta mi recóndito sentimiento; y sólo emana de mis poros tu verso hecho carne: revivido tú, resucitado, vuelto a la vida en la inmortalidad de un poema.

DESTINO DE LA CARNE
“No, no es eso. No miro
del otro lado del horizonte un cielo.
No contemplo unos ojos tranquilos, poderosos,
que aquietan a las aguas feroces que aquí braman.
No miro esa cascada de luces que descienden
de una boca hasta un pecho, hasta unas manos blandas,
finitas, que a este mundo contienen, atesoran.

Por todas partes veo cuerpos desnudos, fieles
al cansancio del mundo. Carne fugaz que acaso
nació para ser chipa de luz, para abrasarse
de amor y ser la nada sin memoria, la hermosa
redondez de la luz.
Y que aquí está, aquí está, marchitamente eterna,
sucesiva, constante, siempre, siempre cansada.

Es inútil que un viento remoto, con forma vegetal, o una
lengua,
lama despacio y largo su volumen, lo afile,
lo pula, lo acaricie, lo exalte.
Cuerpos humanos, rocas cansadas, grises bultos
que a la orilla del mar conciencia siempre
tenéis de que la vida no acaba, no, heredándose.
Cuerpos que mañana repetidos, infinitos, rodáis
como una espuma lenta, desengañada, siempre.
¡Siempre carne del hombre, sin luz! Siempre rodados
desde allá, de un océano sin origen que envía
ondas, ondas, espumas, cuerpos cansados, bordes
de una mar que no se acaba y que siempre jadea en sus
orillas.

Todos, multiplicados, repetidos, sucesivos, amontonáis
la carne,
la vida, sin esperanza, monótonamente iguales bajo los
cielos hoscos que impasibles se heredan.
Sobre ese mar de cuerpos que aquí vierten sin tregua,
que aquí rompen
redondamente y quedan mortales en las playas,
no se ve, no, ese rápido esquife, ágil velero
que con quilla de acero, rasgue, sesgue,
abra sangre de luz y raudo escape
hacia el hondo horizonte, hacia el origen
último de la vida, al confín del océano eterno
que humanos desparrama
sus grises cuerpos. Hacia la luz, hacia esa escala
ascendente de brillos
que de un pecho benigno hacia una boca sube,
hacia unos ojos grandes, totales que contemplan,
hacia unas manos mudas, finitas, que aprisionan,
donde cansados siempre, vitales, aún nacemos”.

Vicente Aleixandre

viernes, 11 de diciembre de 2009

Vapor de ceniza


Debo decir que Vicente Aleixandre ha superado, incluso, increíblemente, a Albert Camus y a Hermann Hesse. ¿Por qué? Porque él hace filosofía en poesía, que me resulta mucho más elogiable. Es cierto que a palabra nos engaña, que la palabra reduce el mundo a simplemente unas letras, que lo delimita, lo empequeñece lo suficiente como para que quepa en nuestras limitadas mentes. En cambio, cuando leo a Vicente Aleixandre no leo sólo palabras; leo sentimientos. A veces, resulta ininteligible lo que dice, a veces las palabras no presentan coherencia, ni gramática adecuada; pero, en cambio, es en esas ocasiones cuando, más que leer palabras, más que interpretar el texto, lo siento. A través de sus versos puedo sentir como Aleixandre, puedo ver el mundo desde sus ojos, puedo mirar como si él fuera un espejo del Universo. Lo que más me gusta de su estilo es que no podría clasificarlo dentro de una corriente determinada, no sé decir si es optimista, si es pesimista, si es panteísta, si cree en la Unidad o en el Caos... Pero describe tan bien el mundo que siento que me rodea...Podrá parecer ridículo, aunque pienso que no, puesto que si fuera así no lo declararía, pero me emociono excesivamente con sus frases, incluso acuden a mis ojos intentos de llanto, un brillo tenue que denota una alegría tan profunda que sólo puede sentirse. Podría decir de él que es pesimistamente optimista, u optimistamente pesimista. Describe un infierno celestial, o un cielo infernal. Hay en todo él mezcla de amor y destrucción. El bien y el mal campan juntos por toda su poesía, mezclándose, confundiéndose. Sus palabras son como "vapor de ceniza". Son a la vez ligeras y pesadas, densas y fluidas, tormento y redención. Sin más, pasaré a trascribir aquí el poema que me parece el más representativo de su estilo y el que, personalmente, más veces he leído y releído, y siempre me deja con la boca abierta y el corazón encogido:

CRIATURAS EN LA AURORA
Vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia.
Entre las flores silvestres recogisteis cada mañana
el último, el pálido eco de la postrer estrella.
Bebisteis ese cristalino fulgor,
que como una mano purísima
dice adiós a los hombres detrás de la fantástica presencia
montañosa.
Bajo el azul naciente,
entre las luces nuevas, entre los puros céfiros primeros,
que vencían a fuerza de candor a la noche,
amanecisteis cada día, porque cada día la túnica casi
húmeda
se desgarraba virginalmente para amaros,
desnuda, pura, inviolada.
Aparecisteis entre la suavidad de las laderas,
donde la yerba apacible ha recibido eternamente el beso
instantáneo de la luna.
Ojo dulce, mirada repentina para un mundo estremecido
que se tiende inefable más allá de su misma apariencia.
La música de los ríos, la quietud de las alas,
esas plumas que todavía con el recuerdo del día se plegaron para el amor, como para el sueño,
entonaban su quietísimo éxtasis
bajo el mágico soplo de la luz,
luna ferviente que aparecida en el cielo
parece ignorar su efímero destino transparente.
La melancólica inclinación de los montes
no significaba el arrepentimiento terreno
ante la inevitable mutación de las horas:
era más bien la tersura, la mórbida superficie del mundo
que ofrecía su curva como un seno hechizado.
Allí vivisteis. Allí cada día presenciasteis la tierra,
la luz, el calor, el sondear lentísimo
de los rayos celestes que adivinaban las formas,
que palpaban tiernamente las laderas, los valles,
los ríos con su ya casi brillante espada solar,
acero vívido que guarda aún, sin lágrimas, la amarillez
tan íntima.
la plateada faz de la luna retenida en sus ondas.
Allí nacían cada mañana los pájaros,
sorprendentes, novísimos, vividores, celestes,
Las lenguas de la inocencia
no decían palabras:
entre las ramas de los altos álamos blancos
sonaban casi también vegetales, como el soplo en las
frondas.
¡Pájaros de la dicha inicial, que se abrían
estrenando sus alas, sin perder la gota virginal del rocío!
Las flores salpicadas, las apenas brillantes florecillas del
soto,
eran blandas, sin grito, a vuestras plantas desnudas.
Yo os vi, os presentí cuando el perfume invisible
besaba vuestros pies , insensibles al beso.
¡No crueles: dichosos! En las cabezas desnudas
brillaban acaso las hojas iluminadas del alba.
Vuestra frente se hería, ella misma, contra los rayos
dorados, recientes, de la vida, del sol, del amor, del
silencio bellísimo.
No había lluvia, pero unos dulces brazos
parecían presidir a los aires,
y vuestros cuellos sentían su hechicera presencia,
mientras decíais palabras a las que el sol naciente daba
magia de plumas.
No, no es ahora cuando la noche va cayendo,
también con la misma dulzura pero con un levísimo
vapor de ceniza,
cuando yo correré tras vuestras sombras amadas.
Lejos están las inmarchitas horas matinales,
imagen feliz de la aurora impaciente,
tierno nacimiento de la dicha en los labios,
en los seres vivísimos que yo amé en vuestras márgenes.
El placer no tomaba el temeroso nombre de placer,
ni el turbio espesor de los bosques hendidos,
sino la embriagadora nitidez de las cañadas abiertas
donde la luz se desliza con sencillez de pájaro.
Por eso os amo, inocentes, amorosos seres mortales
de un mundo virginal que diariamente se repetía
cuando la vida sonaba en las gargantas felices
de las aves, los ríos, los aires y los hombres.


Espero que no os haya decepcionado. Seguro que las expectativas de mi presentación han sido, no sólo satisfechas, sino superadas. Os recomiendo leerlo y releerlo varias veces, porque con cada nueva lectura experimentareis nuevas sensaciones.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Sentir en poesía


Ya no siento en suspiros, ni en llantos ni sollozos.
Ahora siento en poesía.

La sangre no corre sino que quema, abrasa,
gira y se retuerce.
Reivindica su presencia en alaridos de angustia.

La sangre espera
porque ignora aún que la vida es paciencia.

Cuando cierro los ojos el mundo se desvanece
en gotas de neblina que calan
cada resquicio de mi pensamiento,
convirtiéndolo en verso.

Me expreso en un latido impermeable
que se aúna
con el dios de lo terreno.

Porque mi dios tiene la figura del amparo,
la sonrisa de lo grácil;
su ser es viento
y su esencia volátil.

Mi dios sale por mis versos,
confirma su existencia
y se afirma con ellos
cada vez que con sed de pluma
me mira en las brumas.

He descubierto
mi asidero de luz
en el dios de la Poesía.

Mi mente destila en tinta
y se evapora,
volviendo a las nubes,
esperando a las auroras.

(Propio)

jueves, 3 de diciembre de 2009

Sobre el final de "Niebla"

Unamuno escribió Niebla en 1914. Es un libro espectacular. Me encanta la ligereza con que se lee, cuando trata unas cuestiones demasiado profundas. Quizás el mensaje que intenta transmitir es ese, que no ahy nada lo suficientemente importante, que siempre es momento para la broma. auqnue no me deja esa sensación; no intuyo optimismo en el libro. Intuyo hastío, desolación, tristeza, como si tras mucho reflexionar no haya llegado Unamuno a ninguna solución concluyente o, al menos, consoladora.

Al final Unamuno no da ninguna opción; no deja claro si es determinista y cree en el destino o si cree en el libre albedrío, en que el hombre es el autor de su propia vida. El personaje Augusto muere, pero no queda claro si por su voluntad de morir o porque el Creador, escritor, Unamuno, quiso matarle.

No obstante, creo que Unamuno aboga más por la corriente de Schopenhauer que por la de Nietzsche. Una corriente existencialista como la de Nietzsche no se plantearía si esta vida es un teatro, si existe el Destino o no… se plantea existir de la mejor forma, mientras seamos conscientes de que existimos. Schopenhauer habla de la Unidad, del hombre infeliz e insatisfecho porque su ser aspira a la Unidad y no la encuentra en este mundo caótico. Schopenhauer ofrece una visión pesimista, el hombre condenado eternamente. Sigue bastante la línea iniciada por Platón de dos mundos: el mundo real y el de las ideas.
El hombre, como ser que viene al mundo real procedente del mundo de las ideas, y que siempre está frustrado porque vive anhelando aquel mundo armonioso que dejó y al que aspira volver. Nietzsche no cree que el ser esencial del hombre busque la unidad, sino que también el alma se ofrece en una multiplicidad de formas. Para Nietzsche no existen dos mundos, sino uno sólo, el real, que contiene lo bello y lo horrible. En el mundo real está todo, no hay que esperar fuera de él.

Como puede verse, esta visión es mucho más optimista.

Vicente Aleixandre refleja muy bien este paradigma, esta polémica: “El mundo encierra la Verdad de la vida, aunque la sangre mienta melancólicamente”. Y es que la poesía está repleta de filosofía. La Verdad está aquí, en este mundo; aunque a veces el alma sienta anhelos, aunque a veces se sienta lejana, divague, nos intente confundir.

La Verdad hay que buscarla en este mundo, porque el alma, los sentimientos y todo lo demás es parte de este mundo. Sólo si creemos esto podremos percibir un presente vivo, que se regenera, que no muere. Sólo de esta forma podremos apreciar un pequeño gesto o un pequeño detalle, y encontrar en él las Grandes Ideas. Si pensamos que las Grandes Ideas están alejadas, están en otro sitio, es difícil acceder a ellas…estaremos siempre frustrados, condenados a la inactividad, al desengaño perpetuo, porque no intentaremos nada que creamos con alta probabilidad de fracaso.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

"Paraíso inhabitado" de Ana María Matute

Dice Ana María Matute (o uno de sus personajes) en "Paraíso inhabitado" (libro sublime, que transmite la inocencia, ingenuidad y pureza de la infancia) que:

"No era sólo su belleza lo que me ataba a él; había belleza en todo lo que nos unía".

"Me pareció una razón bastante buena, aunque sin comprender muy bien por qué. Todo lo que él decía, a pesar de que a primera vista me pareciese más allá de cuanto hasta entonces sucedía o había escuchado en mi entorno habitual, acababa siendo razonable y, sobre todo, verdadero".

"Existían dos mundos: el nuestro y el que aún intimidaba y, a veces, daba miedo".
Esta me parece una gran reflexión, porque alguna vez me he planteado si el amor debe dar miedo; o, mejor, por qué siento miedo hacia el amor, si el amor es algo tan bonito.

¿Quién dijo que el amor era bonito? Seguro que algún tonto, que creyó estar enamorado y sólo sentía un mísero aprecio hacia alguien de su alrededor. Amar es sentir miedo, y frío, y angustia, y cobardía, y temblores; y sentir un corazón que se ha parado, y sentir todo, y sentir nada. Porque el amor es miedo al abandono, miedo al ridículo, miedo a sufrir, miedo a no estar demasiado pletórico, miedo a no gustar, miedo a que acabe algún día.
El amor es sentirte afortunado, y querer ser la fortuna de la persona amada. Es un impulso, que te hace sentir pequeño, porque siempre quieres dar más, y siempre quieres ser mejor; porque amar a alguien es querer ser lo mejor que esa persona pueda tener. Sientes frío porque ninguna de sus caricias ni de sus miradas es suficiente para calentarte porque, cuanto más calientan, más enfrían.
No sabes qué hablar, ni qué decir, sólo sientes una alegría extraña. No es comodidad, ni estabilidad; eso es para los amigos. Es una llama, que quema mientras está.
Una llama que arde fuerte, pero que es frágil al soplido del viento; que con un soplo podría extinguirse. Es un fuego, que comienza siendo una pequeña llama, pero que crece cada vez más, que se hace fuerte y, si se apaga, siempre quedarán las cenizas para recordarnos lo que hubo allí. El amor es miedo y frío, al menos al principio.
Pero no es un miedo como otro cualquiera. Es un miedo que transforma y es transformado. Es un miedo que, si lo sabemos utilizar, se transforma en valentía, incluso en temeridad. Es un miedo que cuestiona cosas, y que se cuestiona a si mismo; que frena y empuja, que nos hace crecer. Es un miedo tan grande que, cuando nos libramos de ése, ya con él han sido arrastrados todos los demás.

A veces las cosas más absurdas, más inverosímiles, pueden ser las que nos hagan más felices. Y no sólo eso, sino que quizás son sólo esas cosas pequeñas y absurdas las que nos den la felicidad.
Decía Albert Camus que "La feliciad y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra".

jueves, 26 de noviembre de 2009

Optimista

No sé por qué, hoy me he acordado de un pensamiento que tenía cuando era pequeña. Bueno, creo que sí sé por qué: porque estoy leyendo “Paraíso inhabitado” y habla de la infancia. Pues bien, a los diez o doce años aproximadamente, me gustaba mucho un chico. Me gustaba mucho, y yo pensaba que era imposible, inexplicable que gustándome tanto él a mí, no le gustara yo ni siquiera un poco.
Me parecía increíble que algo de mis sentimientos, de esos sentimientos desbordados que sentía no le hubiera alcanzado a él. Sentía que el destino, o alguna fuerza invisible, nos había juntado ahí, en ese instante, para que nos recreáramos en la contemplación de un “nuestro” paraíso inventado. Soñaba un mundo para los dos, en el que nos fundiéramos como un solo ser.
Aunque no hubiera muchas señales externas de que yo le atrajera, yo estaba convencidísima de que algo tan fuerte (el amor a esa edad también puede ser fuerte, aseguradísimo) no podía ser unidireccional.
Él tenía que sentir algo por mí. Después, crecí y me volví racional, se quitó gran parte de la magia infantil que hace la vida tan tierna y agradable. Entonces, pensé que el amor no correspondido es totalmente posible y que, además, puede ser muy habitual. Me reía cuando recordaba ese pensamiento infantil. Después me enteré que sí, que, efectivamente, a ese chico le gusté. Ahora, cuando vuelvo a esa infancia, ya desde otra óptica; y ahora que vuelvo a pensar en esa idea abstracta del amor, creo que no estuve tan equivocada.
Creo que el amor, el auténtico, cuando es real, cuando es intenso, cuando proviene del alma, tiene que ser bidireccional. Es decir, cuando tú amas a alguien con toda tu fuerza, cuando tú sientes el Universo emanar de ese amor, algo le llega a la otra persona. La otra persona siente eso que emana de ti, y percibe esa luz que transmiten tus ojos; y puede que mi visión sea demasiado optimista, pero esa persona que percibe tu amor, en ese instante, te ama.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Verdad (con mayúscula)

He llegado hasta las últimas consecuencias del Mundo. He penetrado hasta lo más profundo de todos los grandes sentimientos. He sentido orgullo, me he visto muy guapa ante el espejo, me he sentido inteligente, me he sentido denigrada, humillada, acomplejada, superada, realizada, perdida, encontrada… He navegado ya en muchas alegrías y en muchas tristezas. He llegado hasta mí misma, me he visto y me he conocido y reconocido, sé cómo soy, que es lo que significa ir madurando, darse cuenta de cómo somos. Siento haber desentrañado una gran Verdad, y sé que es Verdad con mayúsculas porque la presiento desde ya inmutable, desde ya atrapada para siempre en mi corazón.

No estoy desilusionada, en absoluto, pero sí siento a veces que el cometido egoísta innato en cada ser humano, ese cometido de auto descubrirse está cumplido. He superado retos auto impuestos.

He perdido algo esencial, y me duele a la vez que complace. Siento cosas excesivamente contradictorias, algo que duele y excita. Quizás he pasado muchas cosas, y las he vivido muy intensamente; observo y aprendo mucho de mi alrededor y, por ello, he perdido la capacidad de asombro.

He aprendido a evadirme de las adversidades con tal estoicismo que temo caer en la frialdad. Pero no es frialdad lo que siento, es más bien vacío, ociosidad en el espíritu.

El estoicismo y la evasión son falsos, fingidos siempre en mí.

El espíritu orgulloso siempre sufre inconscientemente. Me mareo ante el mundo caótico y malvado que presiento. Me siento a veces demasiado sola, y me reprendo porque quizás esta soledad que siento es una consecuencia necesaria de tanta exigencia.

Al final, la Verdad ha sido Nada.

Al final, lo que valen son los sentimientos. No me creo los convencionalismos, ni las normas preestablecidas; no encuentro criterios para el respeto como puedan ser la autoridad, la edad, los conocimientos, la belleza, la capacidad de mando… la única autoridad es la que proviene de lo humano, la que proviene del alma, de los sentimientos.

Tiene autoridad aquél que se conoce, aquél que no teme mostrarse, aquél que no tiene reparos, ni miedos ante nadie, aquél que se reconoce en los otros y por eso los respeta; aquél que ha penetrado hasta el fondo de su alma y se ha mirado orgulloso. Siento que esta es la gran verdad, ¡pero resulta tan poco gratificante, tan poco alentadora! ¡Resulta tan difícil emprender una actividad que sabes que es baldía, que desembocará en la Nada!

Pero, llegada a este punto, llegada a esta conclusión, ahora que cada uno de nosotros somos Nada, quedan los otros.

Sólo el Amor consigue despertarme el deseo, sólo en él hallo la chispa de misterio que debe alentar una existencia. Porque aún no conozco a los otros, aunque presiento que habrá en ellos mucho de lo que hay en mí. Porque, como decía Shakespeare: “todos estamos hechos del material de los sueños”.

martes, 24 de noviembre de 2009

Detrás de la risa


Ahí, detrás de la risa,
ya no se te conoce.
Vas y vienes, resbalas
por mi mundo de valses
helados, cuesta abajo;
y al pasar, los caprichos,
los prontos te arrebatan
besos sin vocación,
a ti, la momentánea
cautiva de lo fácil.
“¡Qué alegre!” dicen todos.
Y es que entonces estás
queriendo ser tú otra,
pareciéndote tanto
a ti misma, que tengo
miedo a perderte así.
Te sigo. Espero. Sé
que cuando no te miren
túneles ni luceros,
cuando se crea el mundo
que ya sabe quién eres
y diga: “Sí, ya sé”,
tú te desatarás,
con los brazos en alto,
por detrás de tu pelo,
la lazada, mirándome.
Sin ruido de cristal
se caerá por el suelo
ingrávida careta
inútil ya, la risa.
Y al verte en el amor
que yo te tiendo siempre
como un espejo ardiendo,
tú reconocerás
un rostro serio, grave,
una desconocida
alta, pálida y triste,
que es mi amada. Y me quiere
por detrás de la risa.


Pedro Salinas

Sabes que te quiero detrás de la risa, cuando eres tú, cuando no aparentas; detrás de lo que todos ven. Te vi, sinceramente, y te quise. Sabes que te quiero y te lo demostré hasta el límite de mis posibilidades, y eso me da la certeza de que nunca me olvidarás.

Vacío

Tengo el mundo adaptado a tus límites; y mis días se habían ajustado a los contornos de tus sensaciones. Tenía la meta en ti, en tus intrigas descansaban mis inquietudes. Y lo sabíamos. Viví de presente a base de presagiar futuro. Algo anunciaba el fin, y ello nos hizo agotar cada minuto. Vislumbrar el ocaso es lo que hace apreciar la blanca luz del día. Hoy presiento algo de definitivo en esta ausencia. Serás por siempre, en mí, recuerdo y olvido. Hay un jamás y un siempre; hay algo entre nosotros que se ha confundido, y ya no sé si es tuyo, o mío, o nuestro, o del vacío. Y algo me dice que debe ser así, que estábamos perdiendo libertad, que era insana esta dependencia, esta necesidad, este abandono de todo lo demás. Y lo sabíamos.

Reinventarse

Estoy leyendo "Niebla" de Unamuno, y dice en él que el aburrimiento es el fondo de la vida, que lo que el hombre hace a lo largo de sus días es inventar cómo pasar el tiempo. Y esto me ha asombrado porque, últimamente, estaba pensando bastante en esto.Y coincido con Unamuno porque, si algo temo, es el aburrimiento. Tengo miedo al tiempo perdido, a las horas vanas, al fin de la inquietud, al descubrimiento de algo que me resuelva todas las dudas. Pero este pensamiento es la base del respeto hacia los demás. Porque, puesto que toda actividad es entretenimeinto, es una forma de pasar el tiempo, no hay ninguna más loable que otra. No merece más respeto o admiración el que lee que el que hace deporte, o que el que pasea, o que el que cose, baila o estudia. La vida es un huir constante del aburrimiento. Aquí se corrobora la frase de "reinventarse o morir"; necesitamos nuevas metas, nuevos objetivos hacia los que dirigir nuestros pasos para, así, evitar que el tiempo nos haga morir por dentro.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Ceguera

Decía Sabina que "el amor son dos ciegos tontos que juegan a hacerse daño".Cuando la oí por primera vez, me pareció absurda, incluso me enfadé, pensé que eso era una tontería, que cómo el amor va a ser eso, que es todo lo contrario,que las personas que se aman sólo quieren hacerse bien. Pero ahora me parece que esta frase es mucho más verdadera que nunca. Porque, por mucho que al amar a alguien quieras hacerle bien, si te ama, él siempre reclamará más. El amor, al final de todo, es una exigencia mutua, insaciable, que sólo acarrea frustración.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Engaño


Me estás engañando
y las mentiras ya
saben sólo a sombras
que me destrozan
con arañazos.
Me mientes
cuando me miras,
cuando besas mis labios
con esa mirada de temor y agravio.
Siento horror ante ti lejano;
miedo de que te vayas siempre,
el cercano.
Y mi ser ya,
un crisol de espejos,
me devuelve la imagen fatal
que ocultaban mis ojos ciegos.
Siento en tus mensajes la falsedad,
los sucios intentos
de frágil verdad.
Yo esperaba contigo,
desde los sueños,
inventar juntos todos los caminos.
Mi corazón es hoy sólo llanto,
llanto de ti, por ti,
y llanto contigo.
Llanto por ver que nada sabes de mí;
lloro por sentirme tan profunda
en tu olvido.

(Propio)

Palabra, Arte y Pensamiento

Navego en el mar de la prisa
y los sueños, ya cansados,
se debaten entre la permanencia
y la desidia.
Pero detrás de todo,
oigo voces que gritan:
¡Aún es tiempo para la esperanza!
¡Aún desafía la risa!
Aún en esta pluma,
que ya casi es pluma abrasada,
se abre el mundo
batiendo las alas.
Los misterios de los hombres,
en otro tiempo anhelados,
nido de debates y teorías de antaño,
ni siquiera demandan hoy
antiguos cuidados.
Este corazón que siente
reclama un sitio,
pide tan sólo su espacio.
¡Mente, que piensas!
¡Corazón, que sientes!
¡Alma, que estando pareces ausente!
¡Uníos desbordando los límites
de estos criterios que mienten,
apurando los bordes de la rabia,
consumiendo la materia
que es fría y ya sólo pesa,
eludiendo engaños y artimañas!
¡Uníos para buscar la verdad
entre este espacio que está
en un cúmulo de líneas
que son reales o inventadas,
entre asideros de luz
que ni es pura ni es estafa!
De los engaños de la finitud
nacieron las mañanas.
Aquí estás tú, Mundo,
y tus bordes ya lógicos,
ya absurdos;
Y aquí también yo,
sintiendo, pensando, siendo
entre tu amor;
Aquí los otros
que palpitan en mi voz.
Todos aunados
vivimos la maravilla
de estar juntos aquí,
riendo y llorando,
compartiendo este siglo,
compartiendo este espacio.
Del corazón del misterio nació la duda,
y de la duda la vida;
y en la vida nosotros,
a quienes la duda inunda.
La inquietud es mi sino.
Por la Palabra, el Arte y el Pensamiento
evado mi destino.

(Creación propia, fruto de tantas lecturas)

martes, 17 de noviembre de 2009

Pulsión entre vida y muerte


Tiene Bataille un libro que se titula “Las lágrimas de Eros” y es realmente cautivador. En él, habla del erotismo y la muerte. Sigue la teoría de Freud según la cual el instinto humano es un instinto de muerte; el ser humano es combativo, abrasador, destructivo. Es el debate clásico entre Eros (dios del erotismo) y Tánatos (dios de la muerte). Sólo existen dos formas de escapar de la vida: el sueño, el deseo, el desarrollo pleno y libre del instinto (Eros) y la muerte (Tánatos). El arte y el erotismo también son formas de evasión y, por tanto, han de andar siempre a medio camino entre el sueño y la muerte. Son la pulsión entre vida y muerte; por eso siempre hay algo de escabroso en el sexo, como en el arte. El arte pleno quema, consume, requiere energía, es fuerza, es deseo; es apasionado, o no es.
En la primera estrofa que pongo a continuación está reflejada esta pugna entre muerte y deseo; el águila que ama destruyendo, que ama los corazones mientras los estruja entre sus garras. Los dos fragmentos son de Vicente Aleixandre, cómo no, de la Generación del 27; éste es uno de los más surrealistas.

¿Por qué besar tus labios, si se sabe que la muerte está próxima,
si se sabe que amar es sólo olvidar la vida,
cerrar los ojos a lo oscuro presente
para abrirlos a los radiantes límites de un cuerpo?

El mundo encierra la verdad de la vida,
aunque la sangre mienta melancólicamente
cuando como mar sereno en la tarde
siente arriba el batir de águilas libres.
Las plumas de metal,
las garras poderosas,
ese afán del amor o la muerte,
ese deseo de beber en los ojos con un pico de hierro,
de poder al fin besar lo exterior de la tierra,
vuela como el deseo,
como las nubes que a nada se oponen,
como el azul radiante, corazón ya de afuera
en que la libertad se ha abierto para el mundo.
Se aproxima el momento en que la dicha consista
en desvestir de piel a los cuerpos humanos,
en que el celeste ojo victorioso
vea sólo a la tierra como sangre que gira.

Águilas de metal sonorísimo,
arpas furiosas con su voz casi humana,
cantan la ira de amar los corazones,
amarlos con las garras estrujando su muerte.

viernes, 13 de noviembre de 2009

La memoria

"Ha sido tan hermoso
que no sufre memoria.
Nada en ese milagro
podría ser recuerdo:
porque el recuerdo es
la pena de sí mismo,
el dolor del tamaño
del tiempo, y todo fue
eternidad: relámpago".
Pedro Salinas.

A veces lo que realmente es no acaba nunca. O quizás siempre. Lo que realmente nos marca, lo que queremos, amamos, odiamos, lo que nos importa y no nos pasa desapercibido es algo que nunca se olvida; que permanece siempre como una parte de nosotros; podemos no recordar un detalle, pero su esencia nos ha impregnado ya. Un amor real no conoce de memoria; los grandes sentimientos no tienen tiempo ni espacio; están. La memoria es un sufrimiento. Enmarcar algo en el pasado es una forma de muerte, lo matamos al dejarlo olvidado, obsoleto. Lo hermoso no sufre memoria, porque es eternidad.

martes, 10 de noviembre de 2009

Semejanzas de realidad


En este vacilar
entre la existencia y el vacío
aún queda un momento
para la sorpresa.

La tormenta amaina
en este carnaval
de instantes que se escapan.

Aún queda hueco
para el suspiro;
aún existen aprecios.

Cuando la tiniebla
inunda los ojos
de espesura densa,
casi como un rayo
viene mi extrañeza:
una mirada sonriente,
un cuerpo que representa
un corazón caliente,
unas palabras que estremecen.

Los sueños rotos se recomponen,
los desvelos de amaneceres
se vuelven apenas visibles,
prácticamente inexistentes.

Hay un hálito de divinidad
en esta sinceridad;
un reclamo que llama
a las misteriosas puertas
del alma.

Amistad,
entre visiones difusas,
entre temores, dudas y falsedad
algunos caminos se entrecruzan;
Caminos auténticos,
similares o idénticos,
que aspiran a encontrar
semejanzas de realidad.

Decía Aristóteles que "la amistad es un alma que ocupa dos cuerpos".

Expectante


Hoy se desgarra la tela del olvido.
Los recuerdos pesan como el plomo.
Con un embite entre el ahora y el pasado
se abre un ayer amargo.
El frío llama,
hiela el lago.
Entre las hojas resecas
despidos, descaros,
desprecios, incongruencias.
Lo absurdo se cierne
entre latido e indiferencia.
Hay ruido de libélulas,
abrazos congelados.
Mundo de sueños:
momentos atrapados,
que huyen del devenir;
escapan
de los instantes olvidados
por el dudar de tu sentir.
Entre tus palabras y tus besos
se debate mi Universo.
Besas todo, silencias algo.
Contra las paredes de tu mente
arrojo y arraigo;
devuelves ilusiones
convertidas en pedazos.
Eres el esbozo,
tan sólo empezado;
a veces entero,
a veces roto.

Instante


El viento horada las pupilas.
Las memorias ya cansadas de las piedras
me recuerdan
el temblor y la prisa.

Luz, espejo de un instante.
Fuego, eterno fugitivo
llameando entre dos mares.

Laten estas tus miradas
ante el gruñido
ronco de las mañanas.

Palpitan en los albores
recuerdos
de gustos, de sabores.

La tierra llama a su lenguaje,
distinto al del espíritu,
distinto al del aire.

El mundo se desintegra
en voces y suspiros
bajo esta mirada incierta;
que evoca al presente,
que evoca al destino.

domingo, 8 de noviembre de 2009

RAFAEL ALBERTI

"Desgraciada viajera fluvial que de mis ojos
desprendidos arrancas
eso que de sus cuencas desciende como río
cuando el llanto se olvida de rodar como lágrima.

Todo era fuego, exhalación, latido
de onda caliente en ti.

Creemos, amor mío, que aquellos paisajes
se quedaron dormidos o muertos con nosotros
en la edad, en el día que los habitamos;
que los árboles pierden la memoria
y las noches se van, dando al olvido
lo que las hizo hermosas y tal vez inmortales.
Pero basta el más leve palpitar de una hoja,
una estrella borrada que respira de pronto
para vernos los mismos alegres que llenamos
los lugares que juntos nos tuvieron".
Alberti

La Generación del 27 me tiene emocionadísima. Sin palabras. Sólo reproduzco sus textos, porque expresa tan bien todo, que no siento ganas de decir nada diferente.

viernes, 6 de noviembre de 2009

LUIS CERNUDA

NOCHE DEL HOMBRE Y SU DEMONIO
D: Vive la madrugada. Cobra tu señorío.
Percibe la existencia en dolor puro.
Ahora el alma es oscura, y los ojos no hallan
sino tiniebla en torno. Es ésta la hora cierta
para hablar de la vida, la vida tan amada.
Si al Dios de quien es obra reprochas
que te la diera limitada en muerte,
su don en sueños no malgastes. Hombre, despierta.

H: Entre los brazos de mi sueño estaba
aprendiendo a morir. ¿Por qué me acuerdas?
¿Te inspira acaso envidia el sueño humano?
Amo más que la vida este sosiego a solas,
y tú me arrancas de él, para volverme
al carnaval de sombras, por el cual te deslizas
con ademán profético y paso insinuante
tal ministro en desgracia. No quiero verte. Déjame.

D: No sólo forja el hombre a imagen propia
su Dios, aún más se le asemeja su demonio.
Acaso mi apariencia no concierte
con mi poder latente: aprendo hipocresía,
envejezco además, y ya desmaya el tiempo
el huracán sulfúreo de las alas
en el cuerpo del ángel que fui un día.
En mí tienes espejo. Hoy no puedo volverte
la juventud huraña que de ti ha desertado.

H: en la hora feliz del hombre, cuando olvida,
aguzas mi conciencia, mi tormento;
como enjambre irritado los recuerdos atraes;
con sarcasmo mundano suspendes todo acto,
dejándolo incompleto, nulo para la historia,
y luego, comparando cuánto valen
ante un chopo con sol en primavera
los sueños del poeta, susurras cómo el sueño
es de esta realidad la sombra inútil.

D: Tu inteligencia se abre entre el engaño:
es como flor a un viejo regalada,
y a poco que la muerte se demore,
ella será clarividente un día.
Mas si el tiempo destruye la sustancia,
que aquilate la esencia ya no importa.
Ha sido la palabra tu enemigo:
Por ella de estar vivo te olvidaste.

H: Hoy me reprochas el culto a la palabra.
¿Quién si no tú puso en mí esa locura?
El amargo placer de transformar el gesto
en son, sustituyendo el verbo al acto,
ha sido afán constante de mi vida.
Y mi voz no escuchada, o apenas escuchada,
ha de sonar aún cuando yo muera,
sola, como el viento en los juncos sobre el agua.

D: Nadie escucha una voz, tú bien lo sabes.
¿Quién escuchó jamás la voz ajena
si es pura y está sola? El histrión elocuente,
el hierofante vano miran crecer el corro
propicio a la mentira. Ellos viven, prosperan;
tú vegetas sin nadie. El mañana ¿qué importa?
Cuando a ellos les olvide el destino, y te recuerde,
un nombre tú serás, un son, un aire.

H: Me hieres en el centro más profundo,
pues conoces que el hombre no tolera
estar vivo sin más: como en un juego trágico
necesita apostar su vida en algo,
algo de que alza un ídolo, aunque con barro sea,
y antes que confesar su engaño quiere muerte.
Mi engaño era inocente, y a nadie arruinaba
excepto a mí, aunque a veces yo misma lo veía.

D: Siento esta noche nostalgia de otras vidas.
Quisiera ser el hombre común de alma letárgica
que extrae de la moneda beneficio,
deja semilla en la mujer legítima,
sumisión cosechando con la prole,
por pública opinión ordena su conciencia
y espera en Dios, pues frecuentó su templo.

H: ¿Por qué de mí haces burla duramente?
Si pierde sus sabor la sal del mundo
nada podrá volvérselo, y tú no existirías
si yo fuese otro hombre más feliz acaso,
bien que no es la cuestión el ser dichoso.
Amo el sabor amargo y puro de la vida,
este sentir por otros la conciencia
aletargada en ellos, con su remordimiento,
y aceptar los pecados que ellos mismos rechazan.

D: Pobre asceta irrisorio, confiesa cuánto halago
ofrecen el poder y la fortuna:
Alas para cernerse al sol, negar la zona
en sombra de la vida, gratificar deseos,
con dúctil amistad verse fortalecido,
comprarlo todo, ya que todo está en venta,
y contemplando la miseria extraña
hacer más delicado el placer propio.

H: Dos veces no se nace, amigo. Vivo al gusto
de Dios. ¿Quién evadió jamás a su destino?
El mío fue explorar esta extraña comarca,
contigo siempre a zaga, subrayando
con tu sarcasmo mi dolor. Ahora silencio,
por si alguno pretende que me quejo: es más digno
sentirse vivo en medio de la angustia
que ignorar con los grandes de este mundo,
cerrados en su limbo tras las puertas de oro.

D: Después de todo, ¿quién dice que no sea
tu Dios, no tu demonio, el que te habla?
Amigo ya no tienes si no es éste
que te incita y despierta, padeciendo contigo.
Mas mira cómo el alba a la ventana
te convoca a vivir sin ganas otro día.
Pues el mundo no aprueba al desdichado,
recuerda la sonrisa y, como aquel que aguarda,
álzate y ve, aunque aquí nada esperes.

viernes, 30 de octubre de 2009

MIS GRANDES TESOROS

Como soy una empedernida del orden, las listas, los métodos y las rutinas, y ya me estoy yendo un poco de mis principios, me apetece elaborar una lista de mis libros favoritos; ya que mi lista habitual de antaño se ha quedado obsoleta; la he dado la vuelta por completo. De grandes novelones que cuentan vidas, historias, aventuras… he pasado a la novela existencialista, a la poesía y los relatos que rozan el surrealismo.
Aquí van “mis” grandes descubrimientos, mis libros, las maravillas de la creación, lo que me demuestra que hay algo más. Creo que el arte, ese deseo de decir algo, como sea, de innovar, de ser original, de no quedarse ahí, de todo artista, demuestra que hay un ser más grande que el que vemos con los sentidos. Son como partes de mi ser, los trozos de que me compongo, los que me han dado tanto placer, los que leeré y releeré:

“El lobo estepario” de Hermann Hesse
“Siddharta” de Hermann Hesse
“El mito de Sísifo” de Albert Camus
“La voz a ti debida” de Pedro Salinas
“Schopenhauer y Nietzsche” de George Simmel
“El árbol de la ciencia” de Pío Baroja
“La elegancia del erizo” de Muriel Barbery
“Seda” de Alessandro Baricco ¿? (Estoy en él, pero es prometedor).

De sueños y realidades

Matrices que explotan niños huérfanos de amor.

Conjuros y desolación.

En sus albores, una adolescencia violenta,
morbosa de sangre y sudor.

Un cielo sin estrellas, un sol de hielo que congela las almas y los corazones.
La aurora dejó de ser alba para convertirse en luz agonizante que llama al suplicio del agotamiento del día.

Los pájaros no trinan, chillan. Lloran.

No hay un trozo de verde en la orilla de los ríos.

Los colores se han teñido de mugre; la vergüenza disfrazado de orgullo.

Desfilan en este paraíso ovejas que presumen ser representaciones de héroes.

Al tañer de una campana, acuden en masa, para ver cómo agoniza la verdad, espíritus errantes que se alimentan de crueldad.

Al crujir una vida, se refugian en la indiferencia más recóndita, por si una mancha de sangre les recuerda que su persona tampoco es eterna.

Estos seres no son ligeros, no se deslizan; cual masas plomizas se hunden en la tierra hasta que se van ahogando por la miseria.

Lo que veo es engañoso; ilusiones de estos sentidos imperfectos de que me doto.

Me elevo por encima de lo efímero; penetro en esos parajes insondables de la risa; hasta el jugo mismo segregado por mis propios deseos; hasta las puertas del abismo; hasta lo difícil de los límites inacabados; exprimo estas miradas de fraternidad aparente; bebo de esta mezcla de soledad y silencio, de abstracción y simplicidad y me acurruco en la verdad onírica de mis sueños; aunque onírica, verdad al fin y al cabo.

Que este sueño de infinito me demuestre, una vez más, que hay otra realidad.

La piel, la araña y un colibrí

Palpitando, detrás de ti,por encima de tu razón
y de esta sensorial ilusión, la piel, la araña y un colibrí.

Paralelo a este mundo se abre otro.

Me lo dice el cielo,
que se desploma cuando intento desvelar el secreto
que no toco.

Hay un tiempo que no habito, un espacio que no ocupo.

Aspiro a ese mundo donde los ojos no ven y nada es oscuro.

Este mundo carnavalesco se me ofrece lleno de disfraces,
impuro.
Pavonea sus encantos por doquier,
este nido de lagartos.

Junto a la mancha gris que es este suelo
se intuyen infinitos laberintos que nos incitan al anhelo.

Adivino otros secretos,
hay otros lugares donde navego;
me lo demuestra este ser inmenso
que pugna por librarse del tormento.
Buscando alas,
entre la pena,
con que salir de su condena,
encuentra las palabras:
recursos inagotables, instrumento
tras el sudor, el deleite o el miedo.

Entre límites

Me coaccionan los espíritus
de la ira
hoy, por quererte.

Hay torbellinos
de mariposas negras
que me invaden los inhóspitos
parajes de la memoria.
Por quererte, vivir hoy
podrá ser morir mañana.
Por querer, arriesgar el presente
y el pasado por un futuro incierto.

Mi mente se rebela contra mí,
contra toda yo
por ser tan ingenua,
por nadar con los delfines
en estos mundos soñados
que jamás existen.

En la cabeza el unicornio
lucha por querer quedarse
en este paraíso imaginado
que forjé contigo.

El sol mima las hojas de los árboles.
Mis mejillas sólo saben a sal y lágrimas.
No me envuelven estos paisajes.
Los párpados se cierran
esperando el grito de la retirada.

Coaccionada, presa del espanto,
aturdida por el miedo
no sé ya dónde dirigir mis pasos.

Me dirigiré a las dunas,
invocaré a Eros
y me perderé soñando
con mis leales musas.

Lejos ya de ti, de mí,
del unicornio, del frío,
del sentir,
del recuerdo y del olvido.

Si eres valiente,
enarbolando tu bandera de besos
vendrás. Volverás
donde te dictan tus más íntimos deseos.

lunes, 26 de octubre de 2009

Sé que temblaste

Sé que temblaste. Sé adivinar tus pensamientos. Sé interpretar el nerviosismo en tus ojos, el rubor en tu forma de hablar y hasta la consciente elección de cada palabra que me pronuncias. Miénteme y no me digas que me quieres. Elige tú. Haz lo que más te plazca. Elude las palabras y evádete de las realidades; opta por la ocultación. Engáñate. Llama terrenal al descubrimiento del paraíso; llama brujas a las deidades; embrutece cuanto quieras lo sublime. Engáñate. Pero sé que temblaste. Aquello no era una fortaleza; era más bien un espíritu temeroso, encogido, desplegándose con vergüenza. Nuestros cuerpos se unieron interrogantes, se fundieron, se acercaron repletos de preguntas, sedientos de respuestas. Encontraron deleite y misterio. Más misterio. El misterio es nuestra receta. Vivimos de lo que intuimos, de lo que adivinamos. Siempre hay aquí espacio para la innovación; siempre hay sorpresa, llama, chispa, fuego. Te veo y te adivino. En tus manos un sentimiento desnudo, una emoción indefensa, un Universo que se desvela. Por todos tus poros destila la ilusión, la esperanza. Sólo eso me importa. No reclamo más palabras de tus labios. No me expliques cómo me amas, ni me digas repetidas veces cuánto me quieres. Sólo préstame todos los suspiros de que son capaces tus ojos. Dame con tu cuerpo el cálido gemido de la tierra al estallar. Envuélveme en ese halo de secreto que inexplicablemente emana de tu mirada. Dame, sólo, en el espejo de tus ojos, mi imagen de diosa. Cuéntame otra historia del mundo. Dame una lente que se olvide de la miseria y el desgarro y la falta de razón. Evócame un mundo para el diálogo. Evócame, como haces, toda la armonía de la existencia. Funde en uno cielo y tierra, placer y abismo, escasez y saciedad. Asómate a las puertas de mis pensamientos y entra sin miedo. Hazlo ahora. Hazlo eternamente. Sé que quieres. Sé que temblaste.

viernes, 23 de octubre de 2009

Henry Miller (nuevamente) y Van Gogh


"Por una fracción de segundo quizá, experimenté esa claridad total que pocos tienen el privilegio de conocer. En aquel momento perdí completamente la ilusión del tiempo y del espacio: el mundo desplegó su drama simultáneo a lo largo de un meridiano sin eje". Henry Miller.

Cualquier comentario le quitaría la esencia. El Arte se siente, sin explicación.

Incluyo dos pinturas de Van Gogh porque es como si sus cuadros estuvieran pintados desde un lugar extraño, ajeno, fuera de estas coordenadas; donde no hay límites ni por el tiempo ni por el espacio.

El Arte


Llegan muchos momentos en la vida de una persona en los que cree que ha llegado al punto máximo. Puede ser máximo hacia arriba o máximo hacia abajo. Hay veces que no podemos imaginar un punto más profundo, un estado más angustioso ni más negro. Otras, no imaginamos mayor perfección, nos sentimos en armonía con todo lo que nos rodea. Muchos sentimientos nos transportan a ese punto alto, a la cima de la infinitud. Las causas, diversas. Para mí el arte es una de las cosas que me transportan a esa cima. Entonces, me siento inmaterial, abstracta; entonces me olvido de esa nada cotidiana que rodea todo y me inserto en un horizonte de belleza. No sé nada sobre arte, ni de crítica artística, pero creo que el arte me dice cosas. Ayer, en una asignatura “Crítica artística” el profesor dijo que el arte era de las minorías. Dijo que el arte es cuestión de entendidos, de personas formadas. Que al Arte no puede acudir cualquiera, porque no lo entenderá. Entonces, empezó a hablar del código múltiple, del lenguaje específico y montones de cosas parecidas. Por supuesto, esto me pareció un grave atentado contra la esencia del arte. O creo ni siquiera que a él le guste el arte. Quien verdaderamente ama el arte lo ve como una necesidad humana, como un lugar donde el ser humano acude en busca de paz, remanso y tranquilidad. Puedes no entender el color, ni la luminosidad, ni saber explicar el cuadro, o la escultura, o la poesía; pero el arte habla por sí mismo. Para mí en el arte hay una interacción entre dos almas, un lenguaje que no entiende de gramática ni de expresión. Porque el arte es algo más grande que la simple expresión por la palabra; por una pintura yo descubro a un ser, descubro una mente, una forma de entender. Ese cuadro habla a mi interior, habla a mis sentidos, no a mi conciencia. Se puede estudiar el arte, pero el arte auténtico jamás tiene explicación. Lamentablemente, el arte de hoy día es un producto más del mercado. Es una mercancía más, que obedece a la ley dichosa de la oferta y la demanda. Quizás haya que volver a los orígenes y que el arte cubra necesidades humanas, más que crearlas.
Me quedaré con dos descripciones de la pintura de dos críticos del siglo XIX:

De Nathanson: “Una última reflexión puede obligarnos a reconocer al artista una libertad tan grande que, en presencia de sus obras, ya sólo seamos jueces el placer que nos hacen gozar o del parentesco más próximo o más lejano de nuestro gusto con el que ellas expresan. Así como la palabra “montaña” no trae sobre la página unos millares de metros cúbicos de piedras y de arena, así tampoco el cuadro reproducirá la sensación del pintor, sino que solamente como la palabra para el poeta, será su signo(…). De este modo, el verdadero tema de un cuadro no puede ser más que la composición de los signos escogidos por el artista para representar sus sensaciones tal como su gusto se la impone y, además, no podemos preocuparnos más que del placer sensual que nos dan las formas reunidas y sus relaciones”.

De Charles Morice: “El artista debe obedecer fielmente a las necesidades interiores, no sacrificar nada a las necesidades exteriores; no ser esclavo de la naturaleza, domarla, servirse de ella sólo como un pretexto para la realización del sentimiento o del pensamiento que a uno le fascina; ver el mundo sensible como un inmenso enigma cuya clave está en nosotros, clave múltiple, variada”.

Los cuadros son de Monet. Porque es le que más me gusta. Me evoca muchas cosas.

jueves, 15 de octubre de 2009

Como algo, como nada

Hay un cielo que se adivina en cada mirada; hay una maravilla que siempre llama a las puertas de nuestra esperanza; hay temblores presentidos, deseados, anhelando; hay llanto y alegría, hay todas las promesas que puede anhelar una vida. Hay luz llamando al beso, hay nubes de ardor alrededor. Nos adivinamos en los contornos de cada movimiento. Es dulce y es dolor. Hay latidos que claman abrazos; somos un boceto del Amor; algo imperfecto, inacabado, adivinando. Boceto de este intento, que sólo es ahora y que presentimos eterno. Como si de mi mar nos emergiera la paz, y de tu Tierra la vitalidad; hay algo que es cómplice y enemigo; hay una cuerda que tensa y destensa; hay algo de invento y algo de destino. Los momentos hostiles encienden movimientos febriles: abriendo brechas, sanando heridas; desatando tormentas, sellando estrellas.

¿Dónde están las personas?

Érase una vez un chico tímido, indeciso, pesimista, depresivo y poco agraciado físicamente. Este chico llegaba del colegio triste porque le daba vergüenza de sus compañeros. Él tenía pasión por la escritura (o algún otro arte: escultura, pintura, música...). El arte no da dinero, ni prestigio, ni reconocimiento social. Eso no era algo que debiera valorarse, porque él era un chico, y sería un hombre más alante; los hombres no pueden sacar a la luz (según él mismo) estos escritos que hablan de corazones y de heridas, un hombre de verdad no debe ser tierno ni sensible ni mostrar en público debilidades. Este chico, por tanto, estaba un poco acomplejado, porque resultaba que lo que realmente le apasionaba, que lo que tan bien se le daba, nunca podría ser elogiado por un público. Ya desde su infancia empezó a ocultarse. Después fue madurando, y tuvo la esperanza de poder maquillar esa timidez en un físico agradable y atractivo, para que le fuera más fácil establecer relaciones sociales. Pero también eso le falló. Es decir, tenemos a un chico tímido, que no se valora, muerto de miedo y feo. Podríamos haber tenido a un chico feo, atrevido, gracioso, valiente, dicharachero, alegre; pero no era lo suficientemente valiente para plantarle cara a la realidad. No tenía valor para respetarse a sí mismo. Desde entonces, no conoció nunca más el respeto, sólo los buenos modales. No entendía aún nada de la vida. Como no veía salida, optó por la mente. Hizo el perfil del perfecto empollón, del perfecto cerebrito y comenzó a subir peldaños en esa “escalera de vida”. Cuando vio que eso de la inteligencia se le daba bien, empezó a recuperar una especie de seguridad en sí mismo “a destiempo”, lo cual fue bastante perjudicial. ¿Por qué? Porque se creyó que era un semidios. Los semidioses nunca pueden estar con las personas. Los semidioses se abstraen, se alienan del mundo. Son una especie de humanos sin humanidad, son entes cubiertos de arrogancia que se creen listos por saber cosas e inteligentes por su elocuencia. No hay nada que no esté en los libros. Es bonito, motivo de orgullo saber hablar, saber redactar, saber expresarse… Pero eso no nos hace más sabios, jamás. Esto son sólo consecuencias de haber leído. No se trata de esto, desde luego. La sabiduría es sensorial, consiste en saber sentir. Cada vez, en el mundo, hay más semidioses y, por eso, se están perdiendo las personas. No se queda ahí la cosa, por supuesto. Los semidioses empiezan a estratificar la sociedad. Los que se acercan más a su status son los buenos, los listos; los que se alejan son los tontos. Pobres, ignorantes que se creen que saben algo. Ignorantes que llegarán a ser grandes figuras, cabezas pensantes del país, y que siempre estarán arrepintiéndose de no haber luchado por el gran amor de su vida porque sólo eran unos críos cobardes. Pobres semidioses que viven del anhelo y la envidia. Sus fotos llenarán quizás las portadas de los periódicos, y darán entrevistas y ruedas de prensa, y tendrán fama y prestigio; y llegarán a su casa por la noche y cuando intenten dormir se sentirán solos. Tendrán un corazón helado que dejó de palpitar hace mucho tiempo. Es el precio del caché; los semidioses no tienen corazón. ¿Dónde están las personas? Desaparecidas y desapareciendo. ¡¡Hay tantos semidioses por todas partes que ya me cuesta eso de “creer en el hombre”!! Quizás sea la naturaleza humana no resignarse a lo inevitable. Una pequeña persona debe conformarse con una pequeña existencia. Esta es la base del respeto. El Hombre es sólo eso, Hombre. Es tan grande y a la vez tan pequeño. Un respeto hacia sí mismo será esencial para un respeto hacia los demás. Estamos de paso, pasemos de la forma más honesta posible.
PD: Podría haber llamado a esto "Indignación política (II)". Estoy realmente indignada.
PPD: El mismo ejemplo puede aplicarse para chicas (con las oportunas variaciones).

viernes, 9 de octubre de 2009

Indignación política

Hoy estoy muy enfadada. ¿Por qué? Por los pocos valores que hay por todos sitios. Creo que cuanta más gente conozco, más prefiero a los viejos y a los niños. Realmente, sinceramente. Cuanta más cultura, evolución, civilización, más absurdo es todo. Es muy típico oír lo de: “No se puede comparar el voto, los conocimientos sobre política, que tiene una persona universitaria, de clase media con lo que puede votar un anciano (más todo lo contrario: anciano, clase baja, no universitario). ¿Hasta dónde habrá que ver? ¿Dónde irá a parar el género humano. Evidentemente, esto es una barbaridad. Pero yo, no dejo de sorprenderme. Pensaba que la gente empezaría a hablar, pensaba que alguien empezaría a hablar de democracia, de justicia, igualdad… y todos esos valores que parece que al final nadie se cree. Como no ha intentado hablar nadie, he tenido que hablar yo (por supuesto, no podía quedarme en silencio). Pero vamos, la defensa que he hecho no ha sido todo lo profunda y extensa que deseaba. ¿Por qué? Por varios motivos:
Porque ya no quiero convencer a nadie de nada.
Mi intervención sólo pretendía no dejar pasar un comentario así sin réplica, sin ningún ánimo de debatir.
Porque no me merece la pena debatir con alguien que parte de esa base.
Así que, aquí, en mi blog, expondré todo lo que opino sobre este tipo de personas, en el cual se incluyen muchísimas más de las deseables:
Debería respetarse el derecho a expresarse de todos los ciudadanos.
Me gustaría saber de dónde le viene a él la clase media esa de la que habla. ¿Cree que tiene que tener más derechos por haber tenido la suerte de nacer en una clase ya acomodada? ¿Ha hecho algo por llegar a la clase media, aparte de jugar al paddel, leer periódicos de derechas, pedir a su familia los caprichos que se le antojaban y vestir cutre para parecer bohemio?
¿Es feliz?
¿Sabe valorar que sus padres renuncien a lujos para poder ofrecerle una existencia buena? ¿Sabe lo que es el amor de unos padres? ¿Sabe lo que es realmente dar todo por tus hijos, mirar por ellos antes que por ti? Lamentablemente, muchas de esas clases medias no saben nada de esto. Pero, claro, merecen el voto, porque saben de política. Saben de política, y se enorgullecen. Deberían ponerse a llorar porque no saben nada de humanidad ni de humildad ni de belleza.
¿Sabe lo que es querer?
¿Sabe lo que significa vivir en un Estado con democracia representativa? ¿Sabe que por muchos periódicos que lea tiene muy difícil cambiar el mundo? ¿Se ha creído la ilusión democrática?
¿Tiene algún interés en cambiar el mundo, en luchar por los pobres, o simplemente se informa para regodearse de lo bien que le va a él en su vida?
¿Realmente se pone en la piel de las víctimas de las guerras sobre las que se informa, o sólo le preocupa qué le apetece comer, qué viaje hará la semana que viene o cómo se ligará (ligar, por añadir romanticismo, dudando de que su egocentrismo le permita conocer el amor algún día) a esa niña pija que se sienta a su lado en clase?
Yo no sé de política, ni de humanidad, ni de nada extensamente. Sólo voy adquiriendo los conocimientos que necesito para llevar una vida lo más plena, feliz y honesta que pueda. Quizás el problema es que existan personas que hablen del “bien común”, que hablen en general, que hablen en nombre de una sociedad que no conocen, a la que no quieren y de la que están totalmente alienados en sus chalets de lujo. Pío Baroja evocaba el egoísmo, y quizás llevara razón. Si el hombre egoísta se centrara en sí mismo, en mejorarse a sí mismo, dejaría de entrometerse en lo que conviene a los demás. No creo que haya que representar a nadie, habrá mejor que escucharle. No sirve de nada interceder por aquel al que hemos dejado mudo. Esto podría continuar, y es muy probable que continúe.

martes, 6 de octubre de 2009

El Arte

Es una pintura de Pieter Claesz.

"Es un enigma siempre renovado: las grandes obras son formas visuales que en nosotros alcanzan la certeza de una adecuación intemporal. La evidencia de que ciertas formas, bajo el aspecto particular que les dan sus creadores, atraviesan la historia del Arte y, como expresión implícita del genio individual, constituyen todas ellas facetas del genio universal es profundamente perturbadora. ¿Qué congruencia hay entre una obra de Claesz, una de Rafael, una de Rubens y una de Hopper?

Pese a la diversidad de los temas, los soportes y las técnicas, pese a la insignificancia y lo efímero de existencias abocadas siempre a no ser más que de un tiempo solo y de una cultura sola, pese también a la unicidad de toda mirada, que no ve nunca más que lo que le permite su constitución y sufre por la pobreza de su individualidad, el genio de los grandes pintores ha llegado al corazón del misterio y ha exhumado, bajo apariencias diversas, la misma forma sublime que buscamos en toda producción artística. ¿Qué congruencia hay entre una obra de Claesz, una de Rafael, una de Rubens y una de Hopper? El ojo encuentra en estos maestros, sin tener que buscarla, una forma que desencadena la sensación de la adecuación, porque a todos se nos aparece como la esencia misma de lo Bello, sin variaciones ni reservas, sin contexto ni esfuerzo. Pero, en la naturaleza muerta del limón, irreductible a la maestría de la ejecución, que hacía surgir el sentimiento de la adecuación, el sentimiento de que "así es como debían disponerse los elementos", que permitía sentir el poder de los objetos y de las interacciones entre éstos, abarcar en la mirada su solidaridad y los campos magnéticos que los atraen o los repelen, el vínculo inefable que los une y engendra una fuerza, esa onda secreta e inexplicada que nace de los estados de tensión y de equilibrio de la configuración, que hace surgir el sentimiento de adecuación, la disposición de los objetos y los manjares alcanzaba ese universal en la singularidad: la intemporalidad de la forma adecuada.

¿Para qué sirve el Arte? Para darnos la breve pero fulgurante ilusión de la camelia, abriendo en el tiempo una brecha emocional que parece irreductible a la lógica animal. ¿Cómo surge el Arte? Nace de la capacidad que tiene la mente de esculpir en el ámbito sensorial. ¿Qué hace el Arte por nosotros? Da forma y hace visibles nuestras emociones y, al hacerlo, les atribuye este sello de eternidad que llevan todas las obras que, a través de una forma particular, saben encarnar el universo de los afectos humanos".

Muriel Barbery, "La elegancia del erizo"

viernes, 2 de octubre de 2009

REDENCIÓN

Todo lo humano tiene límites. Nunca, nadie, podrá abarcar todo. La realidad, los conocimientos, son inabarcables. Y por eso, creo que cada uno de nosotros debe reflexionar profundamente sobre una parcela de esa realidad. Debemos sólo intentar abarcar aquel mínimo espacio de la inmensidad, de la inconmesurable realidad, hacerlo muy, muy nuestro, mimarlo, restablecerlo y vivir con él. Si aspiramos a meter toda la caótica realidad en nuestra mente, acabaremos por volvernos locos. El hombre, magnánimo por naturaleza, pedante por naturaleza también, prepotente por naturaleza, siempre cree que podría conseguir más de lo que ha conseguido. Unos, desisten por pereza; otros, insisten sin parar, durante toda su vida, a meter más y más teorías en sus cabezas, excusando de esta manera el patetismo de sus pobres existencias; otros, descubren que la realidad como término abstracto no existe, y entonces son conscientes de que se trata de que cada persona haga “su” realidad, y estos se dedican a forjar una existencia lo más bonita, efímera e intensa que el mundo les conceda.

Quizás sea por haber leído tanta filosofía existencialista, o quizás porque intuyo que, al final de todos los caminos, la meta está vacía. Lo intuyo porque así ha sido en mi vida, hasta ahora. Las metas nunca han dado más de lo que me ha podido dar el camino. Y me alegro de haber sabido ir despacio y con tranquilidad. Quizás sea bueno que el hombre tenga una buena meta, pero después las metas no son más que ilusiones. Las ilusiones son imaginación, y la imaginación no es realidad, ni vida, ni vitalidad.

Llegas a la meta. Y ahora qué. Ahora hay que reinventarse; la imaginación no llegó a más. Urge resurgir nuevamente; porque tu mente tiene muchas ideas y no te dejan tranquilo; y los pensamientos vienen a la mente y te apabullan; y en mañanas como las de hoy no puedo estar tranquila en clase, y en mi vida, porque querría que todo parar y meterme en mi habitación y escribir durante muchas horas seguidas todo esto que me brota. Y esto sé que es una tarea inútil. Antes me sentía orgullosa cuando escribía bonito, hoy lo veo como otra de tantas cosas inútiles que hago en la vida. Y es que, al final, todo es inútil. Por tanto, ahora no creo en el rigor, ni los formalismos, ni las apariencias. Porque eso son sólo engaños. Porque todo eso es inútil, y más banal de lo que pueda parecer. Ahora quiero ser una exploradora, y abrirme a nuevos campos, y hacer cosas que no sé, y explorar todo eso que no se me da bien.

La gente me desencanta; los libros me apasionan y me deleitan, pero siento que se me están agotando. Los filósofos contemporáneos y existencialistas creen haber dado con el secreto de la felicidad y afirman orgullosos que hay que vivir al día, disfruta, vive el presente. Y me llegaron a convencer, pero hoy no me sirve eso. Tal vez mañana. ¿Cómo vivir en el presente si el presente me obliga constantemente a plantearme la idea de lo eterno? Es eterna la amistad, el amor, la ternura, son eternas las pequeñas cosas. Hay un alma latente en cada acción, ¿cómo tomársela entonces a la ligera? Esta filosofía está incompleta. ¿Cuál no lo está? Todo está incompleto, inacabado, y por eso necesita reinventarse cada fracción de tiempo. Esta es nuestra condena, y nuestro milagro. Más allá de los límites de la imaginación está la Nada.
Es una y otra vez lo mismo. Vivo en un continuo y monótono dejavu. Lo único que siento nuevo soy yo misma. Por eso escribo, porque me renuevo en la escritura. Sólo me salva la poesía y la prosa surrealista, que me ofrecen la eternidad mundana que necesito para poner un poco de coherencia a toda esta locura. Hay un tensión entre la vida que llama a la muerte y la mente que llama a la infinitud; sólo en el Arte puedo hallar mi redención.
Y, tras esto, es obligado dejaros un poco de Arte:
"La verdadera novedad es lo que no envejece, pese al tiempo.
Es ta eclosión de la belleza en el corazón mismo de las pasiones efímeras, ¿no es acaso a lo que todos aspiramos?
La contemplación de la eternidad en el movimiento mismo de la vida".
De Muriel Barbery, "La elegancia del erizo"

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Nuevos poetas

De María Sanz:

"El ciclamos dormía a las puertas del sueño,
ignorando que su primavera
ya había despertado sobre otras forndas, y, mientras, la tristeza
se encarnaba en ave, por sentir
que áun había vientos buscando sus abrazos".

"Soledad de la espera, de quien huye
del mundo hacia sí mismo.
Soledad bien venida y silenciosa
de los días del alama, anegando el refugio más íntimo,
buscada soledad
en la penumbra de cualquier tarde,
soledad a solas,
viviendo en los confines de algún adagio,
lluvia bordando transparencia.
Se ha rizado la sangre
con una leve brisa de amor inadvertida".

Ahora de Joaquín Copeiro:
"Aspiro el aire fresco de la tierra con los ojos cerrados y, en la mano, el beso de la muerte y de la vida: que el agua me acaricie y me enternezca, pues sólo con el sueño de tu música puedo sobrevivir en la esperanza.
Necesito del hueco de tu ausencia, con tal de poseer algo de ti.
Ausente del tiempo y el espacio, existo en un abismo de dolor, borrado para el mundo de un plumazo.".

"Elige con pasión la estilográfica y carga su depósito de sangre,traza tu nombre ahí, sobre la niebla,que el valle se estremezca con tu rúbrica, y un puntito al final de la pared,complemento preciso, creación cósmica,porque manchas la nada con la tinta, como mancha un reactor el cielo azul. Un grito corrosivo, mordaz, muerte,un relieve punzante y pico de águila,navaja de barbero en carne viva: bruma y herida amarga en las entrañas".

"No existen ya profetas.
Ahora ya todos se han venido abajo, han rendido sus brazos y sus voces al dios de los guerreros boreales.
No es llanto mi dolor; es impotencia.
¡No existen ya profetas, ni heroínas, ni respiran las voces del milagro!"

"OLA DE LARGO RECORRIDO
Esta ola de largo recorrido,
enorme en su amplitud, de panza incierta,
está palpando el culo de los dioses,
en su mejor cenit, y allí lo lame,
ola sin sal, de espuma negra y frío,
como un carámbano de lucha agónica,
tragedia del destino y de los hombres.
Son tantos nombres los de sus ahogados,
que no podrá con ellos su memoria.
¿qué fuerza oscura habita,
océano de muertos ,
en tu nadir de nadie?".

Son buenísimos. Mis dos nuevos (y apreciadísimos) descubrimientos. Son simplemente geniales, y contemporáneos.

HENRY MILLER

Estoy leyendo "Trópico de Cáncer" de Henry Miller. Es un libro que no sé exactamente cómo calificar. En realidad, llevo casi un mes leyéndolo, y aún no puedo decir que me gusta ni que no me gusta. No es un libro, es en realidad como una pesadilla; es tan surrealista que, más que leer, pareciera que estoy soñando cuando lo leo. Pero, desde luego, la calificación no puede ser mala. Es un libro impactante, desde luego. Es diferente a muchos otros libros. Es un estilo quizás violento, brusco; pero desde luego el uso del lenguaje, descripciones y pasajes que tiene son realmente impresionantes. Es un libro que debe "consumirse" en pequeñas dosis, demasiado surrealismo junto puede no ser demasiado bueno. Así que, por ahora, dejo unas notas que he ido cogiendo:

"El cáncer del tiempo nos está devorando. Debemos marcar el paso, en filas cerradas, hacia la prisión de la muerte. El héroe no es el tiempo, sino la Intemporalidad".

"Cuando el gran silencio descienda sobre todo y por doquier, la música triunfará por fin. Cuando todo vuelva a retirarse a la matriz del tiempo, reinará el caos de nuevo, y el caos es la partitura en la que está escrita la Realidad".

"Tú eres mi caos. Por eso canto. Ni siquiera soy yo, es el mundo agonizante que se quita la piel del tiempo".

"Por el momento no puedo pensar en nada... excepto que soy un ser sensible apuñalado por el milagro de esas aguas que reflejan un mundo olvidado. A lo largo de las orillas, los árboles se inclinan pesadamente sobre el espejo empañado; cuando el viento se levante y los llene con un murmullo rumoroso, derramarán algunas lágrimas y se estremecerán, mientras pase el agua en torbellinos. Eso me corta el aliento".

"Me siento a su lado, y ella habla: un diluvio de palabras. Comentarios desordenados y febriles de histeria, perversión, lepra. No escucho ni una palabra, porque es bella y la amo, y ahora me siento feliz y dispuesto a morir".

"Y llega una noche en que todo ha acabado, cuando tantas mandíbulas se han cerrado sobre nosotros, que ya no tenemos fuerza para resistir, y la carne nos cuelga del cuerpo, como si todas las bocas la hubieran masticado".

"Hay algo exasperante en ese movimiento, algo abortivamente melancólico en él, como si tuviese el color del plomo y de la leche mezclados".

"En el centro de la plazoleta hay un grupo de edificios decrépitos, tan deteriorados, que se han desplomado unos sobre otros y han formado una especie de abrazo intestinal".

"En estos cien últimos años aproximadamente, ningún hombre ha sido lo bastante loco como para meter una bomba por el ojo del culo a la creación y hacerla saltar por los aires (…). Vamos a consignar la evolución de este mundo que ha muerto, pero que no ha recibido sepultura. Estamos nadando en la superficie del tiempo y todo lo demás ha naufragado, está naufragando, va a naufragar".

Estos fragmentos me parecen, sinceramente, insuperables. Si algo creo que tiene Henry Miller es la capacidad de contar un sentimiento, describir una impresión. No dice cómo son las cosas, sino cómo siente las cosas, el mundo que le rodea. Y es capaz de transmitirnos esa sensación, sin decirnos el color, ni la longitud, ni la altura o anchura. Contagia lo que siente, y eso es mucho más loable que contar lo que ves.

martes, 22 de septiembre de 2009

PRESAGIO

Hay olor a miseria por todas partes. Hay putrefacción y muerte. Las sombras de la nada se baten sobre los inciertos cielos del vicio. Hay personas que ya no son personas, sino gusanos que se arrastran ante cualquier trozo de algo fresco, de algo auténtico. A una palabra sincera, acuden como buitres cientos de seres andróginos, que ya no se sabe si son hembras, machos, hombres, monstruos o enanos. Cuando el cielo se nos desploma llamamos a las puertas de la superstición. Cuando la vida se nos va consumiendo, nos entrometemos cual parásitos en otras vidas, para así saciar la sed de agua que dejaron las gotas de vinagre rancio. La religión ha prescrito y no tenemos una filosofía que nos sostenga. Los ídolos se han derrumbado y no nos encontramos dentro de nosotros. Cuando apenas existe en el mundo una sonrisa sincera, no la reconocemos porque tenemos los ojos lodados de inmundicia y morbosidad. Nuestras manos no atinan ya a apreciar la suavidad de una caricia; no aspira nuestro olfato el olor de la lluvia, ni el perfume de la naturaleza; nuestros oídos no oyen la armónica melodía del Universo.
Hay miradas que no miran, sino usurpan, roban y despedazan. Hay ánimos que no animan, sino exterminan. Esto no es tierra, sino un vertedero de excrementos, donde fermentan al sol las ilusiones que se nos han ido cayendo por el suelo.
Este es el lugar donde el hombre se va autodestruyendo, poco a poco. Este es el lugar donde se autocastiga, por pecar, por caer, por tentar. No hace falta nada más, este es nuestro principio, y nuestro fin. Es nuestra bendición y nuestro tormento. No esperemos más.
Ojalá el olor hediondo siga saliendo, inunde todo, nos asfixie lentamente. Ójala, pues tal vez así asumamos que nuestro cometido es otro.
Un día muchos brazos se alzarán por encima del estiércol reclamando algo. Empuñarán banderas tejidas con lágrimas. Pero no serán brazos fuertes ni firmes; serán los brazos de aquellos que dudaron, de aquellos que reclamaron algo, siempre; los brazos de aquellos que presagiaban que algo estaba pasando.

PD: Atendiendo a mis reclamos

lunes, 7 de septiembre de 2009

Felicidad o felicidades

Ya dije que creo en la magia. El tiempo es mágico también. A veces las cosas sólo nos pasan como el humo. Ni siquiera llegan a tocarnos, sólo sentimos un cosquilleo cuando pasan por nosotros. Tan sólo el humo a veces nos puede mover, un leve soplido, una leve brisa puede mover montañas. Puede derrumbar reglas, estadísticas, normas muy forjadas y cualquier cosa. Este es el efecto mariposa. El aleteo de una mariposa puede hacer que haya un huracán en la otra parte del mundo. Una mirada puede hacer que en nuestra mente todo dé la vuelta. Un cruce de palabras introduce la duda. Y el cruce de palabras se queda corto, y querrías más, pero no pudo ser. Y sientes que el tiempo se esfuma, que los minutos se escapan colgando entre tus dedos. Y quieres atraparlo, y querrías detener el tiempo, que no siguiera cayendo. Pero tal vez la magia reside en eso, en su brevedad. Y al final la vida se compone de instantes breves e intensos. ¿Felicidad o felicidades? Yo creo que felicidades. La felicidad no es estabilidad, no creo que haya largas temporadas felices, sino momentos determinados que nos colman de algo inexplicable, que nos desbordan y nos hacen temblar. Eso es felicidad, lo otro es tan solo no infelicidad.

PD: Quizás sí, quizás no.
Dejo una canción de Revolver. Me quedo con una frase: "Las cosas parpadean y se mueven, y todo aquello que no tiembla no está vivo".