martes, 13 de abril de 2010

Pérdida

A veces un hombre puede romper la herida del tiempo. A veces uno de nosotros, seres nacidos para la anulación y el complejo siempre, consigue trascender, consigue volar por encima de toda esta relatividad de los relojes. Llega un momento en que se encuentra con muchos más años de los que tiene. Llega un momento en el que no se aferra ya a la sensación del estar aquí y ahora, sino que se siente en todos los aquís y todos los ahoras. Y en ese instante se tambalea.
El tiempo me asusta. Me asusta sentirme hoy en todas las épocas, en todas las edades, en todas las mentes. Me asusta comprender el mundo y sentir que he vivido los cuarenta, o los cincunta, o los sesenta años antes que los veinte.
El espíritu escapa en volandas, siguiendo algún arrullo misterioso, presa del hipnotismo de una mirada, del ensimismamiento de unas palabras; esclavo de una pasión deja de ser él y sigue una mano alentadora con promesas de algo más.
Tras el ansia, tras la mano, tras la mirada... descubre que se ha salido de su tiempo, que ha salido de su mapa, de sus contornos, de su mundo, de su historia. Y ya no tiene nada: no tiene tiempo, ni memoria, ni cuerpo, ni mente. Y sólo tiene Universo: místico pasional que corre por senderos volubles y mutables.
Hay seres que se pierden buscándose, y otros que se buscan perdiéndose. y creo que ninguno de ellos, ni estos ni aquellos, consiguen encontrarse. Y creo que esa es la verdad: la pérdida del tiempo y del espacio.

domingo, 11 de abril de 2010

Por tradición

Por tradición

¿Os imagináis a los toreros trabajando como pintores, escultores, músicos, escritores o cualquier otra profesión relacionada con el arte?
Quizás debiera ser posible, de ser cierta esta corriente de opinión tan de moda que dice que el toreo es un arte. El arte es como una necesidad, como una escapada del espíritu angustiado que sólo entre la divagación se siente libre y sereno.
Debe haber siempre algo de relación entre todas las artes. No hay pintor que no sea capaz de escribir unas pocas líneas, algo de lírica, o cantante que no pueda esbozar un dibujo con cierto sentido estético. El sentido de la estética es lo que anda debajo de todo arte.
¿Qué espiritualidad puede haber en la matanza? ¿Somos psicópatas que piensan que matar puede constituir un arte?¿Por qué? ¿Dónde está su sentido estético? ¿Hay esteticismo aceptable en una muerte?
Y sigamos jugando a las imaginaciones. ¿Podéis imaginar al Señor, Excelencia, Majestad (o no sé qué más honores añadir, por lo infundado de todos ellos) el monarca fuera de su trono? ¿Dónde podría posar esas sus piernas cansadas del trabajo, dónde llevar a cabo sus argos pensamientos para salvar la nación? Hombre, pues podría hacerlo en la trona, como el resto de los mortales. Pero eso no es digno de él, que nació para lo grande. ¿Quién dice que nació para lo grande? Pues la tradición, por supuesto.
La tradición es sagrada, aunque hoy ya nadie crea en la sacralidad. ¡Paradojas de la vida!
¿Y qué? Cada uno cree en lo que quiere. Y cuando quiere.
¿Por qué los toros? Por tradición
¿Por qué el analfabetismo de gran parte de la población mundial? Por tradición
¿Por qué las muertes por hambre? Por tradición
¿Por qué seguir manteniendo la grieta entre pobres y ricos? Por tradición
¿Por qué tienen que seguir las sociedades con escasez de agua y nadie tiene que hacer nada para solucionarlo? Por tradición.
¿Por qué no se persigue la pederastia entre los eclesiásticos? Por tradición.
¿Por qué votamos en las urnas, aun a sabiendas de que no va a cambiar nada? Por tradición.

martes, 6 de abril de 2010

Conocerse es el relámpago


De Pedro Salinas: "La voz a ti debida"

Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fondo
que escapa al día y la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
desnuda ya del equívoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible