viernes, 17 de junio de 2011

¿Conoces a Joe Black?


¿Qué impresiones quedan tras ver esta película?

Que nunca sabemos de quién nos podemos enamorar.
Que nunca se sabe quién puede enamorarse de nosotros.
Lo inédito siempre es especial.
Amar de verdad es siempre amar de nuevo, amar desde cero, amar como si estrenaras la palabra, el beso, la caricia...
Un amor que se siente recién estrenado es un amor verdadero. Sin preguntas, sin explicaciones...

La situación de la película es totalmente surrealista, es una situación tan imposible que gusta por ello, porque nunca pasará, porque es totalmente ficticia; pero, a la vez, puede ser una metáfora de realidades que sí son posibles. Me gusta porque lo surrealista forma parte de la realidad, y porque Brad Pitt hace un papel muy bueno.
Retrata críticamente una sociedad de consumo, donde todo se compra y se vende, donde los todopoderosos señores ricos manejan el mundo. Pero Anthony Hopkins va más allá de la ambición. Sabe decir no a tiempo. Un millonario magnate, poseedor de una gran empresa mediática, se niega a ceder a presiones financieras para mantener la imparcialidad en su periódico. Tal vez esto sea lo más surrealista de la película, más que la trama principal. Ójala la realidad fuese un pelín parecida.

Peli "El discurso del rey"... o "El rey que aprendió a hablar"


El comienzo no podía ser mejor. Si una imagen de apertura debe servir de gancho con la audiencia; si para ganarnos al público hay que capturarlo desde el primer momento, causando sugerencias más que realidades, esa es sin duda una prueba que esta película ha superado. Múltiples planos de un micrófono de radio se suceden, diversas posiciones, diversas perspectivas. Algo habla detrás de esa música ambiental que suena de fondo. Algo nos incita a seguir observando, a pensar, a ver ese micrófono y plantearnos qué habrá oído, quién se habrá sentado frente a él y habrá dicho qué cosas. De cuántas historias puede ser testigo...

Pues fue testigo, ni más ni menos, que del mensaje que retransmitió un rey que era tartamudo al anunciar el comienzo de la II Guerra Mundial.
Y rápido surge aquí una contradicción (pero que sólo es aparente): ¿Cómo pudo un rey tartamudo dar un discurso en la radio? Pues lo consiguió porque venció su tartamudez.

La película aborda la cuestión de los complejos, de las crisis internas que nos hacen actuar de formas extrañas; cómo los conflictos interiores se manifiestan a veces de las formas más inesperadas. Una tartamudez fruto de un problema psicológico. Una película que ilustra a la perfección cómo las barreras las trazamos nosotros mismos, cómo con esfuerzo se consiguen grandes cosas, cómo la constancia hace logros, cómo "querer es poder" (no siempre en una sociedad en la que manda el dinero, pero sí cuando se trata de superaciones personales).

Una actuación estelar de Collin Firt que desde el primer momento olía a Oscar y que después, esa predicción se vio cumplida. Un Oscar muy merecido a un tremendo intérprete, que tiene que ponerse en la piel de una persona con problemas de pronunciación. Unos enfados, risas, broncas... con el logopeda que nos acercan a la faceta más humana de un gran personaje público.

Una Helena Bonham Carter que cuida a su esposo para ayudarle a superar sus problemas, que le ayuda a encontrar al médico adecuado. Una esposa que nos traslada en el tiempo, en el espacio, en la clase social...Un médico irónico, que sabe exactamente qué debe decir, cuándo y cómo.

Y, sobre todo, un mensaje muy importante: no importa sólo qué se dice, sino cómo se dice. El cómo puede cambiar el qué. Una información dada de una forma determinada es muy diferente a otra que se cuente de modo distinto. Debemos aprender mucho sobre las formas, y no sólo sobre el mensaje. Las palabras. Siempre las palabras. De todas las posibles, escojamos las mejores: las precisas, las inequívocas, las que nos salven de la contradicción, las que enmarquen el mundo en su lugar exacto.

Nos logramos posicionar tanto con el rey, sentimos tal empatía, que cuesta concentrarse en el contenido del discurso. Cuando llega el momento, sufrimos con él, sus miedos, sus temblores... Eso es realmente lo que significa "interpretar".

"La espiral del silencio" De Noelle Neumann



¿Por qué callamos? Esta es una pregunta bastante compleja. ¿Por qé hablamos y por qué callamos? el valor de las palbars es enorme pero, ¿cuánto valor no tiene un silencio? ¿Siempre hay que interpretar un silencio como una aquiescencia, como un consentimiento tácito?

En “La espiral del silencio”, Noelle Neumann hace una exposición acerca de por qué los ciudadanos no manifiestan públicamente sus opiniones en determinados asuntos comprometidos.
Sobre los motivos que llevan al individuo a mantenerse en silencio hay dos opciones: por miedo al aislamiento social o por una búsqueda de conocimiento. Según la primera opción, el individuo es un ser social y tiene miedo a que su opinión lo aparta del grupo, teme el rechazo. Otros ensayistas piensan que también el individuo puede actuar movido por su individualismo, por su ego, por su deseo de aprender de las demás opciones.
Según la autora, la opinión pública se forma gracias a esa espiral del silencio que actúa como fuerza integradora de las opiniones divergentes. En el núcleo está la teoría dominante y ella, que es más fuerte que las demás, más potente, va atrayendo hacia su centro a las demás opciones que son más débiles y tienen más miedo a manifestarse y defender sus principios. A esto se le llama “efecto del carro ganador” y consiste en el deseo del ser humano de estar con los fuertes, con los ganadores, con los que parece que tienen la razón. En el centro de la espiral del silencio podríamos situar a la opinión pública, que actúa como llamada al resto de individuos para que se adhieran a sus principios. Los valores de la “masa”, o de la mayor parte de la sociedad (si realmente esa parte de la sociedad ha dicho lo que realmente piensa), son los que se imponen, haciendo que los demás no manifiesten opiniones contrarias por temor a quedarse solos.
Hay una parte del libro que me resulta especialmente interesante: la que habla de la tensión que existe entre la conciencia individualista del hombre y su conciencia social. Cuando el individuo tiene una visión diferente a la de la mayoría, debe elegir entre sacrificar su visión y apuntarse al bando mayoritario, o reafirmarse en sus principios y defender su visión, aunque ello suponga oponerse a la de la mayoría. La espiral del silencio tiene en cuenta que hay individuos que no se dejan arrastrar por la tendencia predominante, sino que imponen su concepción de las cosas superando el miedo y el rechazo que ello puede suponer. Para Noelle Neumann, estas personas son las que están a la vanguardia, las que inician los cambios sociales, pero no son muchos los que actúan de esta manera. La existencia de estos individuos sería la excepción que confirma la regla.
Es interesante el experimento que se menciona en el libro en el que un individuo, cuyos sentidos le muestran una evidencia, niega esa evidencia para acogerse a la opción de la mayoría, aunque sus sentidos le dijeran que esa opción era errónea (me refiero al experimento de los palitos).
En el libro se plantea también el asunto de cómo se forma esa idea principal, ese núcleo ideológico que atrae a los demás, cómo y quiénes determinan cuál es la opinión pública, qué es opinión dominante y qué no. En este aspecto, cobran especial relevancia los medios de comunicación. Noelle Neumann habla de dos formas de captar el clima de opinión: la percepción que el individuo tiene por apreciación y experiencia personal y la percepción que se tiene por la retransmisión de los medios de comunicación. A veces estas percepciones coinciden y a veces no.
Noelle Neumann es consciente de que la teoría que ahora ella trae a las ciencias sociales ya existe desde antiguo, aunque nunca se hubiese interpretado del modo en que ella lo hace. La primera vez que esta teoría se formuló fue en el siglo XIX, por Alexis de Tocqueville. También en Locke, Rousseau, Hume o Nietzsche puede encontrarse algo de esta teoría.
Gran parte del ensayo está dedicada a analizar qué es la opinión pública. Noelle Neumann comienza preguntándose qué es lo público, para después analizar este concepto tan ambiguo, tan difícilmente definible. Al final, acaba abordando el concepto desde dos perspectivas diferentes pero relacionadas entre sí para darle su pleno sentido al concepto.
Por una parte, está la opinión pública como racionalidad que contribuye al proceso de formación de la opinión y de la toma de decisiones en una democracia. Esta es la función manifiesta de la opinión pública. Aquí actúa el individuo racional, el que considera que la opinión pública es la opción mayoritaria y, por tanto, la que tiene más sentido común y más racionalidad. En un pasaje del libro, habla de cómo el ser humano es en el fondo un ser débil, con poca confianza en sí mismo y consciente de los límites de su razón. Por esto, cuando nos encontramos ante una opinión pública mayoritaria, la tendencia lógica es confiar en ella, puesto que es la suma y la coincidencia de muchas racionalidades individuales que han llegado a esa opción.
Por otra parte, la opinión pública como forma de control social, cuya función es la de promover la integración y garantizar un consenso. Esta sería la función latente de la opinión pública. Aquí es donde encaja la espiral del silencio.
Mi opinión personal acerca del libro es que es un ensayo sociológico muy interesante y muy bien documentado. Posee muchas demostraciones de la teoría, muchas situaciones empíricas que muestran cómo el comportamiento humano se mueve habitualmente en esa espiral de silencio. También se valora los textos que reproduce textualmente de los filósofos y sociólogos clásicos. Como vemos, la autora es consciente de que el conocimiento es cumulativo, que las teorías no se “descubren”, no nacen de la nada, sino que todos los avances del conocimiento vienen precedidos de un estudio exhaustivo de aquellos que vivieron y pensaron antes que nosotros.
Valoro mucho que la autora haya citado todos los antecedentes de su teoría, que no haya querido atribuirse el mérito de inventar ella sola todas las relaciones entre conceptos, las acepciones, las connotaciones de cada término…
En cuanto a la opción de la autora de descartar desde el principio que el silencio se deba a la voluntad de conocimiento y aprendizaje, no estoy completamente convencida (si lo he interpretado correctamente). Considero que muchos individuos que callan su opinión no lo hacen sólo por miedo al rechazo, sino que pueden hacerlo también porque quieren ver todos los argumentos del adversario, porque quieren dejarle terreno libre para ver cómo piensa y después poder forjarse mejor su propio pensamiento. Considero que siempre es bueno ver el clima antes de posicionarse y que, incluso, si el clima se ve muy mal, conviene callar la propia teoría, no por miedo, sino por respeto a nuestros principios y por no exponer esos principios ante personas que no los valorarán. Cuando uno cree firmemente en algo, a veces exponerlo ante sus adversarios lo puede, digamos, “humillar” o “rebajar”.
Al terminar de leer el libro, el pensamiento que me viene a la mente, además del título, es ¿qué es la opinión pública? ¿Para qué sirve? Yo creo que hoy día la opinión pública viene muy marcada por los medios de comunicación. Es cierto que cada individuo tiene su propia percepción del clima de opinión, pero ese clima varía en función de lo que los medios de comunicación digan de él. En otra asignatura estudiamos los efectos de la agenda de los medios: el efecto setting, el efecto priming y el efecto framing. Es decir, los medios dicen sobre qué temas tiene que pensar la gente, con qué jerarquía, en qué marco conceptual, con qué connotaciones, por dónde debe ir la interpretación, en qué marco, con qué mirada subliminal. Creo que los medios emiten mensajes continuos y repetitivos que conforman ampliamente la mentalidad de los individuos. Creo que actualmente es sumamente difícil diferenciar qué pensamiento está libre de toda influencia y cuál está influenciado por los medios de comunicación.
Al hilo de esto, el periódico ABC publicaba hoy (27 de abril de 2011) un artículo sobre ciencia que decía que la parte del cerebro destinada al aprendizaje mediante las propias experiencias es mucho menor que la parte que se encarga de aceptar consejos y dejarse guiar por las experiencias ajenas. Independientemente de la fiabilidad de este estudio, creo que los individuos vivimos en una constante tensión entre nuestra propia personalidad, nuestro interior, ese Yo (o incluso Súper Yo) del que hablaba Nietzsche y nuestra existencia como ser social. Nietzsche diferenciaba entre tres conformaciones del ser humano, tres estratos entre los que fluctúa su existencia: el yo consciente (la persona que quiero ser, que debo ser para adecuarme a las pautas morales de mi época, de mi sociedad, de mi cultura), el yo inconsciente (quien verdaderamente soy), y las relaciones con el medio (cómo me ven los otros). Entre estas tres fuerzas vamos conformando nuestra vida, y creo que en cada persona unas fuerzas serán más poderosas que otras.
Coincido con Noelle Neumann en que la tendencia mayoritaria es que el yo consciente intente imponerse sobre los instintos espontáneos; nadie quiere estar solo ni sentirse aislado y prefiere defender lo que defienda la mayoría. Actualmente, hay una moda de “lo extravagante”, “lo singular”. Hoy día, quien se pretende individualizar del grupo no lo hace por propia elección sino que también es víctima de la espiral del silencio, lo hace porque hoy eso “está de moda”. Algunos teóricos lo llaman la “teoría de la larga cola”, lo singular es lo que atrae.
Antes de terminar el comentario, no puedo dejar de mencionar la noticia de actualidad muy reciente que serviría también como demostración de esta espiral del silencio. Me refiero a la noticia de Obama, quien ha tenido que dar una rueda de prensa para mostrar su partido de nacimiento. Todo comenzó como un rumor, como un argumento para ir contra el presidente, ya que en EEUU ser estadounidense de nacimiento es un requisito constitucional para poder ser presidente. Todo comenzó como un rumor que se fue extendiendo. Muchos tenían claro que nació en EEUU, pero al final el bulo se extendió de tal forma que ya la gente se lió y no estaba segura de nada. Hasta tal punto llegó la confusión que nadie sabía qué creer y qué no. Cuanto más se extiende una creencia, como hemos podido comprobar, más miedo tiene la gente de quedarse en el lado de la creencia minoritaria.

PD: Gracias a quien haya soportado toda la entrada y hay llegado hasta aquí. Ha sido poco habitual esta extensión, pero hay cosas que no se pueden condensar, sobre todo si son teorías como ésta. Como se puede apreciar, estoy dando un nuevo giro al blog. Espero que siga siendo del agrado de sus seguidores.

jueves, 16 de junio de 2011

El bolígrafo de gel verde


Eloy Moreno no se vende, no publica un libro con su biografía contando sus éxitos comerciales o su gran trayectoria académica. Él prefiere hacerlo de otro modo.

Prefiere aprovechar las redes sociales, explotar los recursos de Internet. El libro "El bolígrafo de gel verde" ha sido uno de los más exitosos de la Feria del Libro de Madrid. Cuando lo oí, me llamó mucho la atención el título y, por supuesto, en ese caso, quise leerlo. Ya lo he terminado, en dos días.
No es un libro excesivamente largo. No es excesivamente formativo, ni tiene un mensaje excesivamente profundo. Tal vez por eso me ha conseguido llegar, porque no es excesivamente nada pero es, a la vez, excesivamente todo. Es un retrato de la vida cotidiana, de cómo la rutina puede ponernos una venda en los ojos e impedirnos ver lo que tenemos a nuestro alrededor. Quien nos rodea está siempre, por lo que nunca nos planteamos quá pasaría si no estuvieran, cómo éramos antes de conocerles como los conocemos.
Tal vez el libro merecería algunos retoques gramaticales: algunos juegos de palabras resultan un poco absurdos, los ciertos guiños al lector con alguna bromilla sobrarían... pero el libro tiene una sencillez donde se entrevé un escritor sencillo también, que quiere dar un buen mensaje y lo ha logrado recorriendo muchas ciudades en busca de un editor que lo publique.

Creo que me atrevo a recomendar su lectura.

Y, como no, he anotado una cita:

"Ella había dejado escapar palabras que sólo le pertenecían a sí misma.
Nadie es capaz de contar sus debilidades de tal forma y continuar como si nada hubiera pasado. Comenzó, a partir de aquel día, nuestro distanciamiento. Nos evitamos, nos separamos, seguimos siendo amigos, pero sin intensidad".

Esto incita a una mirada introspectiva y a preguntarse: ¿y no será que lo que más tememos es a nosotros mismos?¿A vernos demasiado transparentes y a no gustarnos? El primer paso es verse a uno mismo, y gustarse; después, vernos entre los demás y gustarnos y, sólo después, ver a los demás y quererlos.

Cuando nos mostramos demasiado a otra persona, nos hemos vendido, nos hemos condenado. Por eso tenemos miedo a enamorarnos: porque cuando entregamos a alguien nuestros secretos, ya no podemos dejarnos, ya estamos condenados a querernos para siempre o, si no, a vivir para siempre con el dolor del rechazo, de la pérdida, no sólo de la otra persona, sino con la pérdida de una parte de nosotros; porque ese secreto es un trozo de nosotros mismos.

Decía Carmen Martín Gaite en "Caperucita en Manhattan" que "a quien dices tu secreto das tu libertad".

Mundo cautivo


A veces la Verdad nos sorprende de un golpe. De pronto, abrimos los ojos. Un día, sin esperarlo, algo se nos muestra totalmente nítido. Un acto reflejo, un espasmo, una actuación que no conoce la mente porque no ha pasado antes por ella.
De pronto, deseamos algo, sin más, sin saber por qué, sin explicación. De pronto, nos encontramos en una situación desesperada, en un momento desesperado y desprovistos de cualquier arma porque no esperábamos vernos así. Empleamos muchas horas en saber qué queremos, quebrándonos la cabeza para poder trazar un camino donde nos realicemos, donde no vivir como frustrados infelices que se sienten condenados; pensamos mucho sobre el destino, el futuro, ¿qué meta?, ¿qué camino? para, de repente, darnos cuenta en sólo un segundo de lo que siempre hemos querido.

Hay quien cree en la Verdad. Yo no sé si me la creo, pero sí creo que, a veces, un solo minuto esconde muchas cosas. A veces hay instantes atrapados que son más intensos que toda una vida. Una simple mirada puede decir más que cientos de conversaciones. Un solo beso puede contener en sí más emoción y más deseo que cientos de ellos dados por costumbre. Un silencio cómplice que condena la acción, dos locos privados de conciencia que comparten un mismo temor. ¿Es la intensidad por la escasez? ¿Es la intensidad por sentir que hemos robado algo que no nos pertenece? ¿Es bello porque es imposible? ¿O sencillamente es intenso porque es cierto?

Nos hemos condenado a sentir parecido: a desterrar un sentimiento que sabemos vivo. Nos hemos desterrado a una tierra de nadie: a vivir en medios caminos.
¿Rebeldías de adolescente? ¿Tonterías de anhelar lo prohibido?
Yo creo que no. Yo creo que un mundo evocado vive cautivo.

Y actuamos.. Y sentimos una realidad, una verdad. Sentimos que estamos ahí sin esperarlo pero que, paradójicamente, es lo que alguna vez hemos deseado, incluso imaginado. Y es que, tal vez, un impulso inconsciente puede ser lo que realmente diga quiénes somos y qué queremos.
Aunque, precisamente, lo que queremos sea lo que menos podemos.

Creación propia

martes, 14 de junio de 2011

La Napola, película escalofriante


Todas las realidades tienen dos caras, dos versiones... o incluso más. Una guerra tiene tantas caras y versiones como personas participen en ellas.
Cada uno contará su propia realidad, la que vivió, la que le tocó vivir.
A veces las circunstancias nos conducen por pendientes resbaladizas, donde en ocasiones es muy difícil dar marcha atrás. Las circunstancias se hacen inmanejables, nos vemos abocados a un destino que no queremos. Si por algo lucho y algo quiero en mi vida es precisamente esto: saber cuándo una pendiente puede ser resbaladiza y poder así evitarla, o, al menos, ser consciente de mi esclavitud mientras caigo por ella.
Hay épocas, momentos, personas, muros infranqueables que nos lanzan al vacío, a un abismo del que no podemos salir.

Cuando alguien habla del nazismo o, mejor dicho, de los nazis, viene rápidamente la imagen de un desalmado, un verdugo, una persona que mata sin razón, sin pensar, instrumentalizado a más no poder, sin alma, robada por la propaganada de un partido que no entiende lo que significa ser humano. Pero, tras eso, hay muchas más historias.
Tras las "Napolas", o escuelas de adiestramiento donde se instruían los nazis, había muchas historias. Una historia muy diferente es la que muestra esta pelicula, "La Napola". Es una buena película, aunque hay que advertir que también muy triste. Aporta una información que debemos tener en la mente antes de juzgar. No valen sólo datos de libros de historia, también hay que tomar como datos los testimonios de los que vivieron en ese momento, meternos en la piel de determinadas personas cuando se encuentran en determinadas circunstancias.

El director Dennis Gansel se inspiró en la experiencia personal de su propio abuelo, que pasó por una de estas siniestras Napola.

Cisne negro, una película sorprendente


No me extraña que Natalie Portman se llevara el Oscar por esta película. Sin duda, el papel que ella representa es magnífico.
La película es una mezcla de intriga, suspense, miedo, pena, empatía...

La mezcla entre realidad, sueños, magia, pesadillas, fascinación...
Actos, pensamiento, imaginación... son tres realidades que se entremezclan en cualquier vida, y esta película ilustra esta verdad con una maestría indudable.

Y la inspiración no podía ser más sublime: una escena de "El lago de los cisnes" de Tchaikovsky. El cisne blanco fue traicionado por el cisne negro, quien embaucó a su enamorado para impedir así que el cisne blanco rompiera su hechio y pudiera transformarse en una mujer nuevamente.
No, no he roto la magia de la película, porque esto sale muy al principio, así que os invito a que disfrutéis con este largometraje porque pasaréis desde sustos, emoción, esperanza...hasta replantearos qué cerca están la genialidad y la perfección de la locura.

"El lector", un gran libro, una gran película


Hay muchas personas que dicen que nunca un libro es igual que una película. Que nunca se puede igualar la expresión de los sentimientos descrita en un libro con la descripción que hacen las actitudes de unos actores. Y después de ver "El lector" tras haber leído el libro, debo decir que, si el cine no supera a la literatura en este caso, sí que lo iguala al menos. La interpretación de Kate Winslet es brillante y todo: desde los decorados hasta cómo se aprecia cada mínimo detalle en la película, la buena elección de planos para situarnos en la escena, los diálogos... hace que esta película nos haga reflexionar sobre muchas cosas.

No siempre la frontera entre la culpabilidad y la inocencia es clara. Quiénes son víctimas y quiénes verdugos. Muchos sociólogos atribuyen la culpabilidad última de algunos delitos a la sociedad, muchos defienden que el sistema aliena a la gente, que la corrompe y que la lleva a actuar de formas que ellos no habrían elegido si hubiesen sido libres de verdad. ¿Qué nos libera y qué nos condena? ¿La pobreza es una forma de condena? ¿El reconocimeinto del derecho a la libertad era necesario? ¿No es algo innato al ser humano que al reconocerlo queda puesto en duda? ¿es libre el que ignora? ¿Es culpable de ignorar el que ignora? Todo tiene muchos matices. Una vez más me defino como escéptico, porque no creo en las verdades absolutas, ni las afirmaciones rotundas. No me gustan los prejuicios ni las clasificaciones categóricas.
Desde luego, una forma de condena son las barreras que uno mismo se autoimpone cuando se niega a reconocer sus defectos. El primer paso para superar una barrera es verla, aceptarla y atreverse a franquearla.

De todo esto trata este libro "El lector" de Bernard Schlink y la película con la gran interpretación de Kate Winslet, entre otros.

sábado, 11 de junio de 2011

Onírico


Mis propias palabras se rebelan contra mí.
Mi boca se vuelve hechizo bajo el conjuro de las musas.
Lo que niego, lo que espero, lo que me espanta y me abruma.

Las diosas de la sombra me visitan en las noches más insomnes,
en los días más grises,
en los soles más espléndidos me reprueban las culpas.
Tan pasada la historia
y aún creyente en mis inventadas lunas.

Aún tus palabras las escribe Orfeo con su pluma,
las graba en mi mente
aprovechando mis momentos inconscientes:
emerge de las más profundas catapultas
con su carro onírico invadiéndome las brumas.
Y eso que me niego a asumir despierta
me colma las noches
de claridad entre nieblas.

Y camino de la mano de mi propio espanto,
de lo que dije, no dije, o temí callando.

Arrepentimiento tardío por no abrirte mi mente
cuanto te abrí mis manos,
u orgullo razonado
de no mostrarte un alma temblando.

Suelo que gira.
Yo a tientas sin tu mano;
arenas movedizas bajo mis pies de barro
que me empujan, robando la firmeza
ante tan difíciles pruebas.

Aún a ciegas: tan consciente y tan palpitando.

No es hielo lo que noto bajo mis pies. Es barro.
Es masa viscosa a base de piedras y llanto.
Y, de repente, entre tu piel y mi sueño,
un salto espantado.

Una palabra al desaire, un alma rodando,
un te quiero que surge inesperado,
una sonrisa y un cuadro.

Inundas mis lunas de pesadillas de estrellas,
donde tu roce más audaz seduce mi encanto.
Y despierto en un susto,
no sé si con alegría o tristeza,
pero sí sé que un gusto extraño
me inunda los labios.

Es tu beso, tan dulce y tan aciago;
beso de retazos; beso que no es real:
beso de sueño, beso soñado.

Y al volver al mundo,
choco de frente con mi propia renuncia,
con el abismo que tracé entre tu cuerpo y mi figura,
con mis propias palabras que te exilian del techo de mis dudas.

Me encuentro frente a frente conmigo misma,
con tantas veces que me rebelé por querer quererte, por desear tenerte.
Conjuros de renuncia que me invadieron de esta abulia,
de esta excesiva realidad perenne.

Oníricas imágenes de contornos imprecisos,
tan imprecisos como nuestra especie.

Creación propia

viernes, 3 de junio de 2011

Incierta


Me defino incierta en la sutil palabra del susurro, en la titilante luz del atardecer: a medio camino entre el día y la noche; en la endeble gota de luz que queda tras la lluvia; o, imprevisiblemente, en la tormenta inclemente de verano que arrastra impenitente todas las caléndulas del estío.

Sutil, pero incesante caudal de vida, de algo que se mueve con ilusión pero que, a su vez, nunca acaba de morir y nunca acaba de nacer.

Atemporal en espacio impropio, perdida en un nudo de horas que se deshilan despacio, en lugares que se perfilan tan míos como extraños, entre seres que siento tan propios como lejanos.

Incierta ...que se busca a golpe de pluma, definiéndose sin límites como la espuma.

Creación propia

Cadente



Cadencia de un instante que se perpetra sin tregua en el transcurrir del mundo.
Reflejado está el espíritu perdido en cada rincón donde encuentro mis ojos, donde la llama vacía me reclama ser llenada.
...Y me escondo tras el manto perdido de tu ausencia, y me arropo con los sueños de mi propia esencia, esos que algún día compartimos, esos que creí moldeados para nuestra apetencia.
Esa es. Esa era.
Realidad de un instante descompuesto, de un pasado que se antoja invisible a mis ojos, pasado que pasó desapercibido, nublada la mente por los más incautos sentidos.

Ya no volarán las alas en tus vuelos, ni trasnochará mi desvelo en tus madrugadas, ya no quedará mi palabra escrita entre tus sábanas ni tus confesiones buscarán entre mis manos ser escuchadas.

No se perderán mis vuelos en tus mariposas ni nos inundará el olfato el sabor de las rosas.

Creación propia

Palabras...


Qué bellas son las palabras.
Qué bellas cuando sientes que sólo te comprenden ellas.
Cuando cae la noche y no hay nadie a quien poder contar que tienes miedo a la oscuridad, y que el vacío de la noche tiene un cierto sabor a nostálgica alegría que te hace sonreír y llorar al mismo tiempo.
Qué bellas las palabras cuando sólo en ellas te encuentras, te defines; cuando no hay gesto que las amedrente ni espíritu que pueda hacerlas callar.

...Y vaciar en ellas los besos soñados, los llantos, todas las esperanzas y desconsuelos. Y verte y sentir en ellas tu más puro reflejo. Sentir que el mundo cabe en ese hueco.

La palabra exacta argumentando al mundo incierto: callándolo, reclamando para que haga cesar tus miedos.

Palabras ...que se descomponen en letras, en un simple símbolo nacido de un consenso, pero que sirve para transcribir unificado este mundo descompuesto.

Creación propia

Vivir...

¡Qué difícil es darse cuenta de que nada es lo suficientemente importante! Nada merece demasiado la pena, nada debe matar la ilusión. Ninguna caída es lo suficientemente grande como para poder hablar de Caída. La desesperación llega cuando se acaba la paciencia, cuando una sola caída hace que nos vengamos abajo. De las caídas hay que aprender, hay que levantarse y continuar.
Pero es muy mala la impaciencia, ese sentimiento de que no hay nada claro, de que hay que aprender nuevamente, de que no sabemos nada. Ser consciente de todas nuestras limitaciones, pero, a pesar de ello, querer sacarlas fuera, hacerlas visibles porque también somos humanos, y porque nos sentimos orgullosos de caer.

La impacienca es mi caída, una y otra vez. Querer todo, y quererlo ya. Es muy inabarcable, el mundo es demasiado complejo para poder abarcarlo entero demasiado pronto. Un demasiado pronto que parece siempre demasiado tarde. ¿Cuál es la meta? ¿Cuál es el final, el objetivo? Preguntárselo una y otra vez, y al final no encontrar ninguno. No saber cómo canalizar las actitudes, las capacidades, las esperanzas, las ilusiones. ¿Cómo se canaliza todo lo que uno siente dentro? ¿Dónde y cómo lo expresa?

Sentir que el mundo es tan grande y nuestra existencia es tan pequeña...

miércoles, 1 de junio de 2011

Alaska- ¿A quién le importa?

Siempre está bien un poco de eso que llaman "pasotismo".

A veces, muchas, las personas se atreven a juzgar vidas ajenas. Muchas veces, desgraciadamente, los juicios son anticipados, es decir, son prejuicios. La gente nos encorseta, vivimos entre corsés, estereotipos y rutinas que nos agobian, que nos hacen sentirnos presos, atados, obligados a seguir un ritmo frenético e imparable para estar a no sé qué altura elegida por no sé quién. Ya es tiempo de que cada uno elija su destino, que cada uno decida quién quiere ser y dónde quiere estar. Es momento de irnos quitando presiones y deudas, porque cada uno es acreedor de sí mismo, de sus propios planes, de sus propios sueños.

De vez en cuando, es necesario eso de "¿A quién le importa lo que yo haga?".

Dejo una canción de Alaska que siempre consigue arrancarme una sonrisa y que me ponga a cantar:



PD: Por cierto, el otro día la vi en concierto y me lo pasé genial!!!

Bunbury- Frente a frente



Esta canción es muy triste, inspira mucha pena y melancolía. Pero Bunbury siempre me transmite sentimientos muy especiales. Creo que es un gran intérprete.

Pasado o destino...


Tal vez algún día me olvide del juicio al que me someten tus temores, o los míos, o los que al final acabaron siendo nuestros.
Tal vez llegue el día en que olvide el camino de regreso a esta soledad en que únicamente existo.
El día en que el pálpito de tu corazón arrulle mis angustias hasta hacerlas perecer.
Tal vez llegue el día en que tu alma despierta amilane todas mis dudas, y no haya palabra ya fuera de mi boca en que halles redención.
Día en que tu voz, grave de soles y lunas, sirva de nana a mis insomnios, en que la ausencia potencial de tu contacto no me desvele con sueños nostálgicos.
Tal vez un día la brisa de tu aura sola conmueva mis pasos, y al vaivén de nuestras sombras crezcan las mas sublimes amapolas.

¿Existirás?¿Serás?
¿Eres?
¿Seremos?
¿Fuimos?
¿Serás de pasado o de destino?
¿Algún día nos encontraremos?

Alentabas mi vida con miedo y a deshoras, en destiempos pausados de calma y olas. Habitante discontinuo, eterno, habitante incierto.
Dúo interminable de palabras y silencios.
¿Cuándo callará la voz que grita, cuándo por fin llegará la situación definitiva? ¿Cuándo al fin se desliarán nuestras vidas?

¿Tal vez llegará nuestro momento?

De perecederas dunas estuvieron labrados nuestros sueños.
De Universos aislados nuestros besos.
De almas indecisas estuvieron rodeados nuestros anhelos.

Tal vez existimos, o tal vez sólo estuviste en mi sueño.

Creación propia

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