sin patria ni destino
se hacen llamar hombres.
Cuando de la luna destilan vapores de somníferos
que les abstraen y les convierten en semidioses
evoco eso que me hace sentir verdad
y, entre susurros de plumas, sobrevuelo
por encima de todos ellos,
encontrándome siempre a mí misma un poco más allá.
Los miro, escucho y,
a pesar tanto y tanto que hablan,
sólo escucho al silencio.
Cuando a la pintura se le unen unos centímetros de más,
algún que otro valor de menos
y los sedientos de aventuras buscan su Isla del Tesoro
entre el polvo de lo que parece transformarles
evaporando sus penas y miedos,
que no son sino en el fondo más que la propia condición de su ser terrenal,
de su destino fatal:
la condena a morir en barro entre recónditas amapolas
que jamás sabrán quiénes fueron
ni a qué entregaron sus horas,
porque jamás se preocuparon de hablarles
cuando las vieron tan solas.
Evoco. Carne
y plumas se aúnan para encontrarme con vosotros.
Y me definen
exacto cuanto ven mis ojos, en aquellos otros: Seres de frío, seres de llanto,
seres de hastío, seres de barro. Seres creados, seres de espanto.
Víctimas de todo pero, también, a la vez, culpables de algo.
Cuando a la luna se le unen conjuros a alguna Deidad, llámese por sustantivo antiguo, o llámesele por los nuevos:
Deidad de lo efímero, de lo pasajero,
pero siempre, antigua y eterna Deidad del Vicio.
Consumo, consumismo; sexo, sexismo; ego, egocentrismo; ideal, idealismo.
Maldita Deidad tan adorada, que todo cuanto toca lo acaba convirtiendo en -ismo.
Víctimas de todo pero, también, a la vez, culpables de algo.
Cuando a la luna se le unen conjuros a alguna Deidad, llámese por sustantivo antiguo, o llámesele por los nuevos:
Deidad de lo efímero, de lo pasajero,
pero siempre, antigua y eterna Deidad del Vicio.
Consumo, consumismo; sexo, sexismo; ego, egocentrismo; ideal, idealismo.
Maldita Deidad tan adorada, que todo cuanto toca lo acaba convirtiendo en -ismo.
Cuando pare
el cielo estrellas que se apagan solas,
me escondo entre los otros y hablo a mis amapolas:
tan aparentemente tristes y tan solas.
Tan normales y tan misteriosas.
Tan sensibles y tan valiosas que, sin embargo, estarán cuando
mis pies de barro se vayan de nuevo a su destino originario.
me escondo entre los otros y hablo a mis amapolas:
tan aparentemente tristes y tan solas.
Tan normales y tan misteriosas.
Tan sensibles y tan valiosas que, sin embargo, estarán cuando
mis pies de barro se vayan de nuevo a su destino originario.
Hablo a mis
amapolas, las que siempre están;
las que me recuerdan que hay más.
Que, por mucho que suceda, ellas estarán.
las que me recuerdan que hay más.
Que, por mucho que suceda, ellas estarán.
Amapolas, a
aquellos que, entre el ruido,
pararon al verlas tan solas.
Creación Propiapararon al verlas tan solas.