miércoles, 19 de mayo de 2010

Soledades compartidas

Ningún sol espera tras mis lunas:
No siento por ello tristeza,
pues podré vivir de agualuna.

Mi pensamiento está cómodo
cuando divaga solo y en penumbra
sin ningún reclamo
que le traiga las dudas.

Soy el taciturno ser
que baila escondido y a oscuras;
soledad mía,
aislamiento de todas las figuras.

Las miradas ajenas me queman,
pues intimidan y deslumbran
cuando no recuerdan
que también ellas
vinieron de la espuma.

Solitaria se forja la risa,
en solitario se desahoga la pena.
Desierta muestra encantos la isla,
entre vacío refulge la estrella.

No pueden convivir juntos
la rosa y la hiedra,
pues sus destinos incompatibles
nacieron de viento y arena.

Soledades vuestras, soledad mía:
solos, sola,
soledades compartidas.


Propia

martes, 11 de mayo de 2010

Evangelios de piedra, cielo y agua



"Una cierta continuidad en la desesperación puede engendrar la alegría. Y, cuando la vida las mezcla a cierta temperatura, el alma y la sangre viven cómodas en sus contradicciones, tan indiferentes al deber como a la fe".

"Hundida en la belleza, la inteligencia come su porción de nada. Ante estos paisajes, cuya belleza aprieta la garganta, cada pensamiento es una tachadura sobre el hombre. Y bien pronto, negado, cubierto, recubierto por tantas convicciones aplastantes, se convierte ante el mundo en ese borrón informe que sólo conoce la verdad pasiva, o su color, o su sol. Los paisajes tan puros son esterilizantes para el alma, y su belleza le resulta insoportable. En esos evangelios de piedra, de cielo y de agua, ha sido dicho que nada resucita. Y, sin embargo, en el fondo de ese desierto magnífico para el corazón, comienza la tentación para los hombres de estas tierras".

"¿La medida del hombre? El silencio y las piedras muertas. Todo lo demás pertenece a la historia".

Del libro "Nupcias" de Albert Camus

jueves, 6 de mayo de 2010

Incierta


Me he puesto a pensar en por qué las personas somos tan personas al final de todo. Siempre volvemos a nosotros. A veces dejamos de sentirnos personas, y nos sentimos aire, o mar, o fuego, o simplemente alegría o pena. A veces creo que los contornos se me desvanecen como envueltos por el presagio de volverse Universo. Pero siempre regreso. Transcurre un día y otro, y otro... y te parecen los más maravillosos. Y sientes que algo ha venido, que te ha tocado un pedazo de cielo. No te explicas por qué tienes todos los sentidos inundados. No entiendes el porqué de tu evasión, de tu paso superficial por todos los momentos que no sean "ese momento". Como es lógico, natural, coherente, incluso me atrevería a decir sano, un día te despiertas. Un día comienzas a ver, a escuchar, a sentir.
Despiertan tus sentidos a una realidad, y sientes desencanto. Pero siempre queda la duda de qué realidad es más realidad, si la que ahora ves o la que veías antes. Ambos momentos existieron. La realidad tiene dos caras, tiene múltiples interpretaciones. La realidad se despliega como abanicos que se retuercen buscando nuevamente un punto donde confluir. Yo navego entre múltiples Universos. No sé si mirar desde acá, desde allá, desde mis ojos, desde los de los demás. No sé si mirar con la mente, con el corazón, con el alma.
Hoy me pesan demasiado las palabras. Las palabras que me inundan el pensamiento, la rememoración de alguna conversación, retazos de ilusiones desvanecidas acuden a mí, y me pesan. Hoy me pesas más que nunca. El cielo que habitaba se ha desplomado sobre mi presente y ahora el pasado es incierto y el presente ha desaparecido. Hoy sólo tanteo, sin pasado, sin presente, sin futuro; entre cuerpos que, como yo, perdidos, van tanteando hacia su destino.