domingo, 27 de junio de 2010

Odio y amor

Te amo tanto como te odio. Porque no sentir tu amor hace que te odie, que te odie a rabiar por no quererme tanto como yo te quiero a ti. Y no es culpa de nadie, porque todo se deshace cuando faltan los límites. El amor desbordado no se puede encauzar de ningún modo. Es indemostrable que me digas lo que me quieres, porque no se puede medir, ni se puede examinar; y tus demostraciones nunca me son suficientes. Un grito ahogado antes de salir se va muriendo lentamente entre mi pecho, y siento que cientos de agujas me punzan el corazón. Quisiera gritar cuando te siento y sé que no me quieres. Quisiera gritar y dejar de sentirme una tonta, una estúpida que se cree que sabe lo que es amar. Siento una repelencia extraña hacia tu cuerpo cuando te veo y me digo que tus sentimientos no son auténticos. Repelencia que es fruto de una atracción peligrosa por extrema.
No es orgullo, ni desmesurada exigencia, ni amor propio, ni prepotencia, ni deseo de que me sigas sin poner ningún impedimento; no es deseo de andar libre yo mientras pongo en tu camino todos los obstáculos; no es deseo de dominio ni de poder, ni de mando; es deseo de ver que me quieres tanto como yo a ti, es anhelo de más, siempre.

Es temor por apostar mis cartas a una historia que no llegará a nada. Es miedo a entregarme y perderme para siempre. Porque levanté mis cartas y aposté a tu jugada, porque entregué toda mi alma en nuestro juego de miradas.
He vuelto a mi punto de partida; he vuelto a mis dudas, a mis preguntas, y mi corazón está cansado de claudicar ante la vida. Corazón de eternidad, corazón que busca la Verdad, que no se conforma y a menudo eso le decepciona; corazón que busca las grandes cosas. Corazón que seguramente se equivoca.

No hay grandes amores, no existe el Amor. Intento una y otra vez convencerme de esto, o de que es difícil demostrar un sentimiento, o de que nunca puedes saber qué esconde la mente de una persona. Pero todos los intentos son vanos, porque cuando te tengo de frente quiero poseerte por completo, quiero la certeza de que siempre estarás ahí, mirándome siempre como ahora me miras, besándome siempre igual, arropándome en caricias entre sueño y eternidad.

Tengo los dedos llenos de tinta y el corazón enredado en palabras, pero me arropo con las vivencias que tuve contigo y espero encontrarnos en sueños mientras dormimos.

martes, 22 de junio de 2010

Trémula

Acercas tu mano lentamente, intentando disimular el deseo que se esconde entre tus pliegues, y mi cuerpo responde, sin dudar, siempre.
Las sirenas del amor impenitente, sin pedir permiso a nadie, saltándose las reglas del mundo y de los hombres, se contonean como el aire. Los peces de colores despiertan las pasiones, lanzando llamadas desde sus mares de bronce y mi cuerpo, obtuso, se desliza tierno entre mi alma y tu mundo. Allí, el pensamiento olvida quién es; allá no existe nada que no se traduzca a lenguaje de placer. Tentación de perderme en un minuto, mientras todo gira entre sudor e impulsos. Pierdo la noción del tiempo y de mis contornos suavemente, al solo contacto de tu aliento en mis salientes.
Gastado instante lleno de promesas; nuestro amor se va forjando, mientras la pasión la vamos sudando. Se me frena el pulso cuando me recorres suave, y todos los dioses que habitan el mundo parecen emanados de este instante.
Paganos seres apagando deseo, echando ceniza al fuego que encienden los besos.
Sed de lluvia, por apagar las ideas que con frecuencia me inundan y me hacen flotar sola y en penumbra.
El agua que manas me apaga las dudas. En un solo segundo, me siento desolada y a oscuras y, frente a frente, me encuentro allí donde nadie me busca. Siento trémula la conciencia; más trémula que la misma carne.
Al volver a la luz, me devuelves el terrenal ruido, el vendaval de instintos que eres tú. Y vuelvo a cuestionarme la autenticidad de aquella luz. Tu boca silente me besa; mi espíritu aún permanece a la espera.

Sugerente

Transmuto de la frialdad de la piedra al ardor del sol en tan sólo unos segundos y, cuando me canso de tanto cambiar, me escondo en el pulmón de mis alientos para allí oxigenarme, mientras me pienso entre el suelo y el tiempo.
Vivo en sugerentes exhibiciones, mostrando de mí solamente alusiones, mientras me refugio en el trasfondo de los días, en los posos de los vendavales de mis pasiones.
No muestro ni demuestro: mis ojos, sedientos de mundo, insinúan, sugieren, incitan y prometen.
Y, tal vez, toda sugerencia sea una ilusión porque, tal vez, lo que creo que escondo no soy yo. Tal vez. Tal vez, en el fondo del escondite, todas las almas y todos los tiempos habiten y palpiten.

No soporto el espacio vacío que nos separa

No soporto el espacio vacío que separa tus manos de las mías. La distancia entre nuestras miradas me sabe a ausencia. La eternidad de abismos que separa nuestros encuentros se me hace refugio de pesadillas, donde se multiplican los fantasmas de la desesperación y el miedo.
Son banas las palabras lanzadas mientras te añoro porque, cuando no estás, cada suspiro es un dardo que lanzo, por si atino a dar en alguna diana que me haga borrar nuestro pasado. Mas es baldío el empeño cuando son nulas las ganas de lanzar el tiro certero.
Tu encuentro no se olvida, porque podría seguir a ciegas el recorrido de tus pensamientos con la certeza de no equivocarme, porque podría adivinar tu reacción en cada instante, porque sé de tus obsesiones y manías, porque conozco cada pulso y cada palabra que pronunciarías.
Los besos en tu ausencia son sólo tortura cuando intento olvidarte buscándome en las lunas.
Carencia de mis pálpitos acompasados a tu brisa, de tus hálitos acompañando mis risas.
Cuando no se ve en ti, mi corazón se enfría y un escalofrío de hielo me recorre como una herida. Necesito el fulgor que llamea en tus ojos mientras me miras; necesito el poso de ilusión que esconde tu sonrisa.
Desandaría muchas palabras por encontrarte de nuevo; rasgaría mi memoria para olvidar tus confesiones; querría perderme allá por encima del tiempo y volver a creer que soy la persona de tus ilusiones.
Pero hoy el corazón me traiciona, hoy la mente me abandona, lo aconsejable no me apasiona; hoy todo mi ser llora mientras te añora.

Y, sin embargo, no te creo

Vienes y me dices, con tu voz despechada y burlesca, que la vida son etapas, que lo nuestro pasará, y que quedará en nuestra memoria, registrado como otra parte más de nuestro pasado.
Y, sin embargo, no te creo.
No puedo creerlo, y no sé por qué.
Tal vez se deba a que tu voz temblorosa me desvela que andas escondido en el poso de ti mismo. Tus ojos vidriosos me decían que querías llorar, que sentías mi pena, mi tristeza, mi dolor y querías recomponerme el corazón.
Temes decir que me quieres, temes quererme, temes mostrarte débil y, no obstante, para sentirte a salvo buscas el calor de mis manos. En reuniones, entre gentes, entre el bullicio, tus ojos me buscan esperando que les dedique una sonrisa que es un alivio.
Tu boca quedó muda y colgaban las palabras marchitas entre tus labios. Instante intenso, de temblor y anhelo. Tienes miedo a entregarte, a perderte para siempre al intentar buscar un sueño. Desearías abrazarme, llenarme de caricias y confesarme tus miedos; pero tus palabras dejaron en el absurdo todos los posibles besos.
Buscas tras imposibles misterios, intentando desvelar si nuestro fuego será eterno. Estoy cansada de tus preguntas, de tu mente anhelante que no se conforma con alimentarse del momento.

viernes, 11 de junio de 2010

Tu boca me supo a beso

Porque hoy el olvido me sabe a muerte,
aunque hablar de olvido es mentir
porque nuestro contacto fue inexistente.

Hubo un tiempo en que te sentí
en el lamento de un suspiro
apagándome las ansias que tenía de ti.

Olvidar una eterna ausencia
es tal vez no tener que olvidar nada,
mas tu ausencia nunca estuvo apagada.

El reloj podrá seguir girando
y hasta podrán perderse
en laberintos de otras promesas nuestras ganas;
Mas cuando mis ojos y los tuyos
se encuentren de frente,
del choque de ilusiones frustradas,
por temor, vergüenza, miedo o susto,
se verán obligados a bajar la mirada.

Podrás vagar por océanos de banal placer
o perderte en una inacabable bacanal de embriaguez
intentando eludir el deseo de mi ternura,
pero la sed de una presencia
no se calmará con golpes de locura.

Cuando en nuevas vidas nos encontremos
renacerá ardiente como lava
el vendaval de nuestro anhelo.

Intentar olvidarte hoy me sabe a lamentos,
como tu rechazo entonces me supo a miedo.

Tus ojos me hablan de que tus palabras mintieron;
tu boca hoy me supo a beso.

Creación propia

Evocadora

Tu suave vientre se me insinúa
entre los pliegues de tu camisa
y mi mente no atina
a pensar evadiendo decirte
lo mucho que deseo acceder
al secreto de tus días.
No puedo dejar el deseo
de dibujarte los contornos
y dar vida a tu tímido astro apagado
con las puntas de los dedos.
Deseo encontrarme de nuevo en el beso de tus labios,
allí donde la risa encontró su templo
y su hogar el Verbo.
Boca que jamás besó labios ajenos,
boca que me evoca,
boca por donde beberme quiero;
donde beberme
entre realidad o sueño.
En tu pecho, virgen de miradas,
clavó su belleza la madrugada,
para preservarse, aurora inmaculada,
alejada del peligro de las llamas.
Personaje de sombra elegiste ser
entre las personas,
más en mi compañía te presiento
ferviente agua de luna
que con rubor imploras
el placer de las Musas.
Sirena frágil en rudo mundo
que desespera
cansado de putas.
Tráeme la sublime sutileza de tu miedo,
descúbreme despacio tu silencio
y abre tu piel al escalofrío de mi aliento.
Tienes preso mi cuerpo
y arrobada mi alma sin cuidado
pues entregué mi terrenal patrimonio
al placer pagano
de tenerte siempre en lo cercano.

Creación propia

Duermevela

No puedo dormir, por temor a perder tu recuerdo.
Porque llevo tatuado en el ser el aroma de tus manos.
Porque el tiempo acabará arrastrando mi memoria, y me niego al pretérito de nuestra historia.
Porque a cada minuto siento perder un aliento,
porque cada instante la distancia entre nuestras bocas
se vuelve más larga y, a la vez, más corta.
No quiero dormir y arrojo palabras como pensamientos,
teñidas de suspiros y envueltas en lágrimas
para sentirme segura de tu imagen plástica.
Me sumerjo entre papel y tinta
por inmortalizarte;
porque en ti cierro los ojos
y me siento vivida en el instante.
Me abandono a tus llamadas
y en un espacio de sonrisas congeladas
lanzo versos
que te conserven vivo, pleno, eterno.
En tus intersticios abandoné la cordura,
y a tus respuestas selladas de nuncas
responderé sin miedo,
enseñándote despejadas mis dudas.
Tu caricia acudió a mi cuerpo interrogante,
que se desenvolvía intacto
tembloroso de inexperto amante.
Carente de ternura te me mostraste,
mientras vacilante tu figura,
buscaba un hueco
en el cóncavo refugio de mi cintura.
Tentación de tu silencio,
tentación de tu complejidad,
tentación de rozar tu paz.
Rendí mi mundo
al espacio de nuestro mundo;
entregué las esperanzas de amar
a mis pensamientos confluidos en los tuyos.
Se forjaba lenta mi condena,
entre sombras,
donde la embriaguez aflora.
Ebria de beber de tu cuerpo:
ese manantial envenenado
de envenenados besos,
cuya sola existencia pasional
delata un inevitable y cruel final.
Cuerpos desnudos de ropa,
vestidos de dudas;
entre fragancias de inciertas cosas
buscamos amor entre brumas.
Persiguiendo a los sueños,
secuestrábamos las lunas
para arropar con ellas nuestra añoranza
de olas y espumas.
Las horas marchitas
nos cuelgan de las miradas;
o tal vez sea exceso de vida,
o tal vez necesiten el anhelo
de las bellezas recordadas.
Expiaré mis culpas en ríos de lamentos,
existiré cual luciérnaga apagada,
correrán mis días
desembocantes en la Nada
lanzando sonrisas de atisbos de vacíos
con el alma helada y los ojos fríos.
Gritando contra la pared con el corazón suplicante
te buscaré contra el destino
por encontrarte,
aunque sea en borrosa imagen.

Creación propia

No me rendiré

No me rendiré.
Han venido los fantasmas de la pena a quererme invadir la morada, han querido penetrar el más íntimo de mis pensamientos, han querido robarme de un plumazo el corazón.
Quizás algún día me rinda, quizás, pero esta noche no será.
Llamaré las veces que sea necesario a las puertas de los abismos de las promesas, por si aún quedara sin repartir el ser que me completa. Si mi sentimiento anhela, es porque algo presagia que le espera. Precipicio de las dudas, a duras penas mantengo el equilibrio en esta cuerda fina donde hago piruetas sin albergar alma de trapecista. La vida oscilante, cual péndulo de mago, me hipnotiza: me abstrae el pensamiento eterno, me tienta la idea vivir por encima de la superficialidad de los días. Frágil pecadora, redimida penitente, tengo el misterio alojado en la mente. Caminante o trapecista en el vaivén de la vida.
Aunque los fantasmas de la pena, o de la duda, sean mi condena, vivo efímeramente sintiéndome eterna. No tengo ningún por qué.
No me rendiré.

Creación propia

martes, 1 de junio de 2010

Despedida de la pena

Martes 1 de junio de 2010

Y siempre esperando la despedida de la pena
una alegría.
Un fulgor germina entre las semillas
de lágrimas cosechadas a base
de besos sin piel en que posarse.
De los posos de tu ausencia,
cuando mis conversaciones eran palabras que se perdían en el aire
nació la compañía tierna, paciente y amante siempre
de la brisa, el sol y el ambiente circundante
que, con su música, penetra los recónditos lugares
donde inaccesibles esperan
todos los sueños y todos los amantes.
Acercabas tu cuerpo para invocarme el deseo,
mas ignorabas que la pasión no nace si falta el misterio.
No hay belleza cuando una piel no posa
un manto de besos lentamente sobre otra,
culminando el instante en débil temblor de mariposa.
Cual funambulista basculo,
temblorosa mirando al vacío,
amando u odiando,
sobre la endeble cuerda
que me muestras
desde tus soles caídos.

Creación propia