viernes, 27 de junio de 2014

La realidad del instante

Eres quien, de carne y hueso, real, humano,
se acerca cada noche, aunque esté a cualquier distancia,
o aunque hayamos regañado,
a darme mi beso de buenas noches.

Eres ese ser que, muy acostumbrado a vivir, tan de cerca
me susurra que no se me haga tan triste la espera.

Ser, de carne, que tengo, que quiere,
ser que verdaderamente está a mi lado.

De nada me sirve la magia, ni esos personajes
que tan irreales, soñadores,
que fantasiosos idean mil y una maneras
de no estarse contigo y quedarse.

¿Magia? ¿Para qué?
¿A qué llaman magia o verdad?
Qué mal uso de palabras tan bellas.
Qué ingrato utilizar la palabra “magia”,
cuando lo único que desean es no tenerte cerca.



¿De qué me sirves cuando me hiciste tanta falta
y no pude abrazarte?

 ¿Realidad? ¿La lejanía?
Yo hace tiempo que perdí la costumbre ya
de alimentarme de ideales.
Ahora, y quizás más que nunca,
me he cansado de vivir del aire.
Incrédula, apática e incluso un poco insociable:
camino sin esperar
ni creer promesas de nadie.
“Que vendrán un día, que esperará siempre…
Que lo real perdura,
que lo verdadero no muere...”.

Palabras de humo, palabras, que no hechos,
que, como dicen muchos, se lleva el aire.  

Mentiras: mentiras con las que los inteligentes,
esos que llaman galanes
caballeros, llenos de labia,
cuando no son más que irreverentes,
te dicen que están,
cuando lo único que quieren es perderse.

Realidad sólo conozco la del instante;
instante en que me desasosiego
y una mano tendida viene a calmarme.
Instante en que tengo ganas de gritar
y unos ojos que miro vuelven a emocionarme.
Instante, cuando estoy tan baja de moral y me desprecio
y su abrazo viene a consolarme.

En este mundo ya: tan vivido,
tan gastado,
tan de antiguo conocido,
tan adulto,
tan endiabladamente crudo.

En este mundo tan oscuro, yo sólo me creo ya el instante que consumo.
 
Creación Propia

No hay comentarios: