viernes, 25 de noviembre de 2022

No acostumbrarse


No acostumbrarse a la verdad,
ni a la mentira,
ni a la cicatriz,
al tiempo, la prisa,
la espera, o la huida…
Al amor cotidiano
sin sangre a flor de piel,
sin lucha,
ni pétalos
que lanzar al capricho del viento...
Esquivo e inquieto,
que te mira
pero no se ve.
No acostumbrarse
a las palabras inciertas,
a los caprichos mundanos
que, sobre un espectro
de abstinencias autoimpuestas,
poco a poco,
nos van desdibujando.
A la mirada expectante
esperando la niebla,
al alma que vacila,
repleto de preguntas
para evitar respuestas;
a la risa tras la almohada,
a los bailes noctámbulos
con sirenas que nos tientan.
Al temblor ingrávido
ante lo que parecía
otra batalla perdida,
pero que ganaste
porque te devolvió la vida.
No acostumbrarse
al arrullo del viento,
al sonido sordo
ensordecedor
silencioso
de su voz sobre tu pecho.  
No acostumbrarse
al pálpito, a la sed, al hambre,
al miedo, a la risa,
a la duda, la certidumbre,
al dolor, ni a la alegría...
No acostumbrarse
para hacer todo nuevo:
estrenar el mundo,
los colores, los árboles,
la ignorante inocencia perdida;
la lluvia, la noche,
la ternura, el sosiego,
la calma, la armonía...
Perdernos
en madrugadas imprecisas
para nuevamente encontrarnos
con la brújula de la noche
apuntando al día.
Patricia Gómez Sánchez
21 de noviembre de 2022

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