El año empieza en blanco:
pulcro y nevado.
Para helar las penas
y congelar los fracasos.
Blanco sacralizado:
Una Oda por los que se fueron
y coraje para los que nos quedamos.
El año empieza inmaculado:
con copos que vuelan
tan ligeros cual despistados,
cada uno a su aire,
llenando la pista de pasos de baile
con caídas libres
y descuidos improvisados.
Enero empieza en blanco:
sobre un lienzo sin colores
para que podamos reinventarnos.
Patricia Gómez Sánchez
7/1/2021
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