miércoles, 19 de mayo de 2010

Soledades compartidas

Ningún sol espera tras mis lunas:
No siento por ello tristeza,
pues podré vivir de agualuna.

Mi pensamiento está cómodo
cuando divaga solo y en penumbra
sin ningún reclamo
que le traiga las dudas.

Soy el taciturno ser
que baila escondido y a oscuras;
soledad mía,
aislamiento de todas las figuras.

Las miradas ajenas me queman,
pues intimidan y deslumbran
cuando no recuerdan
que también ellas
vinieron de la espuma.

Solitaria se forja la risa,
en solitario se desahoga la pena.
Desierta muestra encantos la isla,
entre vacío refulge la estrella.

No pueden convivir juntos
la rosa y la hiedra,
pues sus destinos incompatibles
nacieron de viento y arena.

Soledades vuestras, soledad mía:
solos, sola,
soledades compartidas.


Propia

1 comentario:

Antonio Urdiales dijo...

Inauguro tus comentarios, porque me ha gustado tu blog y estas Soledades compartidas, porque nada hay tan placentero como la soledad en los momentos que es buscada y la hallamos, ni nada más doloroso que esa misma soledad cuando se presenta de improviso y se queda a vivir con nostros.

Ha sido un placer pasar por tu blog y pasear un rato por tus letras.