jueves, 6 de mayo de 2010

Incierta


Me he puesto a pensar en por qué las personas somos tan personas al final de todo. Siempre volvemos a nosotros. A veces dejamos de sentirnos personas, y nos sentimos aire, o mar, o fuego, o simplemente alegría o pena. A veces creo que los contornos se me desvanecen como envueltos por el presagio de volverse Universo. Pero siempre regreso. Transcurre un día y otro, y otro... y te parecen los más maravillosos. Y sientes que algo ha venido, que te ha tocado un pedazo de cielo. No te explicas por qué tienes todos los sentidos inundados. No entiendes el porqué de tu evasión, de tu paso superficial por todos los momentos que no sean "ese momento". Como es lógico, natural, coherente, incluso me atrevería a decir sano, un día te despiertas. Un día comienzas a ver, a escuchar, a sentir.
Despiertan tus sentidos a una realidad, y sientes desencanto. Pero siempre queda la duda de qué realidad es más realidad, si la que ahora ves o la que veías antes. Ambos momentos existieron. La realidad tiene dos caras, tiene múltiples interpretaciones. La realidad se despliega como abanicos que se retuercen buscando nuevamente un punto donde confluir. Yo navego entre múltiples Universos. No sé si mirar desde acá, desde allá, desde mis ojos, desde los de los demás. No sé si mirar con la mente, con el corazón, con el alma.
Hoy me pesan demasiado las palabras. Las palabras que me inundan el pensamiento, la rememoración de alguna conversación, retazos de ilusiones desvanecidas acuden a mí, y me pesan. Hoy me pesas más que nunca. El cielo que habitaba se ha desplomado sobre mi presente y ahora el pasado es incierto y el presente ha desaparecido. Hoy sólo tanteo, sin pasado, sin presente, sin futuro; entre cuerpos que, como yo, perdidos, van tanteando hacia su destino.

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