domingo, 10 de enero de 2010

Ven siempre, ven

VEN SIEMPRE, VEN

No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu
encendida frente,
las huellas de unos besos,
ese resplandor que aún de día se siente si te acercas
ese resplandor contagiosos que me queda en las manos,
ese río luminoso en que hundo mis brazos,
en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a
ya una dura vida de lucero.

No quiero que vivas en mí como vive la luz,
con ese ya aislamiento de estrella que se une con su luz,
a quien el amor se niega a través del espacio
duro y azul que separa y no une,
donde cada lucero inaccesible
es una soledad que, gemebunda, envía su tristeza.

La soledad destella en el mundo sin amor.
La vida es una vívida corteza,
una rugosa piel inmóvil
donde el hombre no puede encontrar su descanso
por más que aplique su sueño contra un astro apagado.

Pero tú no te acerques. Tu frente destellante, carbón
encendido que me arrebata a la propia conciencia.
duelo fulgúreo en que de pronto siento la tentación de morir,
de quemarme los labios con tu roce indeleble,
de sentir mi carne deshacerse contra tu diamante abrasador.

No te acerques, porque tu beso se prolonga como el
choque imposible de las estrellas,
como el espacio que súbitamente se incendia,
éter propagador donde la destrucción de los mundos
es un único corazón que totalmente se abrasa.

Ven, ven, ven como el carbón oscuro extinto que
encierra una muerte;
ven como la noche ciega que me acerca su rostro;
ven como los dos labios marcados por el rojo,
por esa línea larga que funde los metales.

Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez
casi rodante
que luces como una órbita que va a morir en mis brazos;
ven como dos ojos o dos profundas soledades,
dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.
¡Ven, ven muerte, amor; ven pronto, te destruyo;
ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo;
ven, que ruedas como liviana piedra,
confundida como una luna que me pide mis rayos!

Vicente Aleixandre

El amor como destructor y como espíritu de vida. El amor que mata y da vida, que consume y alimenta. No se puede describir mejor que en esta frase "duelo fulgúreo en que a veces siento la tentación de morir". Como decía Sabina: "amores que matan nunca mueren". El amor es ese estado entre la vida y la muerte. Esa tentación de morir en mí para renacer en nosotros. Esa tentación de olvidarme de todo, de sin más irme a esos brazos que son para mí la vida, a esas miradas que paran todo mi mundo, ese desvanecerse misterioso de mis pensamientos entre tus caricias. Alas, vida, temblor misterioso que mueve todo el suelo bajo mis pies, que alza mis ilusiones hechas estrellas hasta los impensables anhelos.

1 comentario:

RuMBi dijo...

Qué grande es Aleixandre! Me encanta la entrada, y que hayas nombrado esa canción de Sabina me parece un auténtico acierto :)

Un saludo!