martes, 28 de septiembre de 2010

Aún

Aún no has vivido lo suficiente para darte cuenta de que nada es lo suficientemente importante y que, a la vez, todo lo es.

Aún no has vivido lo suficiente como para dejar de creer en príncipes azules. ¿O tal vez vivir mucho te demostraría la verdad de su existencia? Vivir mucho te hace creer que sí, después que no, después otra vez sí. Una cadena de engaños y desengaños; donde cada pérdida trae una inevitable búsqueda y, tal vez, al final de la búsqueda "El Encuentro".

Aún no has dejado de imaginar que, mientras duermes, alguien te vela los sueños, alguien trasnocha contigo mientras tú te arropas con todos tus misterios, cayendo en la noche profunda tan ingrávida como al viento se entrega la pluma.

Aún esperas, con esa mirada entre inocente y tentadora, entre tímida y elocuente, la caída de la tarde.

Aún esperas que te duerman las noches, con una mano a tu espalda y el suave olor a besos inundando la estancia.

Aún esperas que, con la llegada de la noche, cuando menos imagines, alguien se acerque temblando para arrancar una palabra a tus labios tristes.
Aún paseas sembrando sueños por las calles menos transitadas, mientras llenas de vacíos las promesas más buscadas y, aun así, no agotas nunca tus esperanzas.

Aún cuidas cada detalle, cada mínimo pliegue de tu cuerpo, cada posible antojo, evocación, inicio de consuelo o de deseo.

Mujer de mirada ausente, de turbación frecuente y alma silente, que esperas una llegada mirando a poniente, abre tus ojos para mirarme aquí mismo, a tu lado;
abre tus ojos para darte cuenta de que te estoy esperando.

Propio

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