viernes, 11 de junio de 2010

Duermevela

No puedo dormir, por temor a perder tu recuerdo.
Porque llevo tatuado en el ser el aroma de tus manos.
Porque el tiempo acabará arrastrando mi memoria, y me niego al pretérito de nuestra historia.
Porque a cada minuto siento perder un aliento,
porque cada instante la distancia entre nuestras bocas
se vuelve más larga y, a la vez, más corta.
No quiero dormir y arrojo palabras como pensamientos,
teñidas de suspiros y envueltas en lágrimas
para sentirme segura de tu imagen plástica.
Me sumerjo entre papel y tinta
por inmortalizarte;
porque en ti cierro los ojos
y me siento vivida en el instante.
Me abandono a tus llamadas
y en un espacio de sonrisas congeladas
lanzo versos
que te conserven vivo, pleno, eterno.
En tus intersticios abandoné la cordura,
y a tus respuestas selladas de nuncas
responderé sin miedo,
enseñándote despejadas mis dudas.
Tu caricia acudió a mi cuerpo interrogante,
que se desenvolvía intacto
tembloroso de inexperto amante.
Carente de ternura te me mostraste,
mientras vacilante tu figura,
buscaba un hueco
en el cóncavo refugio de mi cintura.
Tentación de tu silencio,
tentación de tu complejidad,
tentación de rozar tu paz.
Rendí mi mundo
al espacio de nuestro mundo;
entregué las esperanzas de amar
a mis pensamientos confluidos en los tuyos.
Se forjaba lenta mi condena,
entre sombras,
donde la embriaguez aflora.
Ebria de beber de tu cuerpo:
ese manantial envenenado
de envenenados besos,
cuya sola existencia pasional
delata un inevitable y cruel final.
Cuerpos desnudos de ropa,
vestidos de dudas;
entre fragancias de inciertas cosas
buscamos amor entre brumas.
Persiguiendo a los sueños,
secuestrábamos las lunas
para arropar con ellas nuestra añoranza
de olas y espumas.
Las horas marchitas
nos cuelgan de las miradas;
o tal vez sea exceso de vida,
o tal vez necesiten el anhelo
de las bellezas recordadas.
Expiaré mis culpas en ríos de lamentos,
existiré cual luciérnaga apagada,
correrán mis días
desembocantes en la Nada
lanzando sonrisas de atisbos de vacíos
con el alma helada y los ojos fríos.
Gritando contra la pared con el corazón suplicante
te buscaré contra el destino
por encontrarte,
aunque sea en borrosa imagen.

Creación propia

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