martes, 22 de junio de 2010

Y, sin embargo, no te creo

Vienes y me dices, con tu voz despechada y burlesca, que la vida son etapas, que lo nuestro pasará, y que quedará en nuestra memoria, registrado como otra parte más de nuestro pasado.
Y, sin embargo, no te creo.
No puedo creerlo, y no sé por qué.
Tal vez se deba a que tu voz temblorosa me desvela que andas escondido en el poso de ti mismo. Tus ojos vidriosos me decían que querías llorar, que sentías mi pena, mi tristeza, mi dolor y querías recomponerme el corazón.
Temes decir que me quieres, temes quererme, temes mostrarte débil y, no obstante, para sentirte a salvo buscas el calor de mis manos. En reuniones, entre gentes, entre el bullicio, tus ojos me buscan esperando que les dedique una sonrisa que es un alivio.
Tu boca quedó muda y colgaban las palabras marchitas entre tus labios. Instante intenso, de temblor y anhelo. Tienes miedo a entregarte, a perderte para siempre al intentar buscar un sueño. Desearías abrazarme, llenarme de caricias y confesarme tus miedos; pero tus palabras dejaron en el absurdo todos los posibles besos.
Buscas tras imposibles misterios, intentando desvelar si nuestro fuego será eterno. Estoy cansada de tus preguntas, de tu mente anhelante que no se conforma con alimentarse del momento.

No hay comentarios: