martes, 21 de abril de 2009

PALABRAS Y PERSONAS


Sigo con Hermann Hesse. Y es que las palabras, el lenguaje, es imperfecto. Es imperfecto por varios motivos:
Las palabras tratan de explicar con coherencia un mundo que es, de por sí, incoherente. Acotamos una realidad, la reducimos, la relacionamos y diseminamos hasta que encaja en nuestras estructuras mentales. Cuando encaja, sentimos que la comprendemos, que ya poseemos la sabiduría. Pero las palabras, muchas veces, no pueden describir la realidad que sentimos. A veces las palabras se quedan demasiado cortas cuando intentamos transmitir una emoción, un sentimiento. Queremos expresar una realidad con un aluvión de palabras. Al final la realidad queda oculta tras toda esa verborrea. Las personas calladas no son las menos perceptivas. Quizás sean las que más perciben del mundo que les rodea. Perciben tanto que quedan inmovilizadas. El movimiento rápido y constante llega al final a la total degradación, a la inmovilidad. El pensamiento ágil llega a la inexpresividad. Cuando tanto percibimos que no sabemos qué expresar, cómo; cuando nunca nos parece apropiada esa o aquella expresión, cuando nada encaja en ningún momento; cuando sentimos todo eso, entendemos que el mundo es incoherente, inexpresable.
De Siddharta: "Sí, puedo amar a una piedra, así como un árbol y hasta un pedazo de corteza. Son cosas, y las cosas pueden ser amadas. En cambio, soy incapaz de amar las palabras. Por eso las doctrinas nada significan para mí; no tienen dureza, ni blandura, ni colores, ni cantos, ni aroma, ni sabor: no tienen más que palabras.
Tal vez sea sto mismo lo que te impide encontrar la paz; tal vez sea todo este exceso de palabras. Pues también liberación y virtud, también sansara y nirvana son simples palabras, Govinda. No hay objeto alguno que sea el nirvana; sólo existe la palabra nirvana".

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