jueves, 11 de marzo de 2010

Habitante de mi sombra

Sé tú, fugaz, mortal,
el habitante de mi sombra.
Dejaste de ser dios de mis pensamientos,
dejaste de ser el mito de mis anhelos.
Abajo de tu pedestal
ya te veo en la realidad.
Desmitificada tu figura
eres un cuerpo, un alma,
un ser que rueda y duda.
Y aún te quiero:
a ti, al mortal,
al iluso, al real,
con fallos y defectos.
Sé tú, fugaz, mortal,
el guardián de mis sueños.
Sé tú, fugaz, mortal,
el poseedor único de mis besos.
Mírame en el día, mírame en la noche;
mírame despojada ya
de toda máscara, cuando no haya
adornos ni colores.
Acompasa mis pulsos con tu aliento.
Rétame con tus pupilas como espejos.
A tientas
busco hablarte y te descubro.
Enmudece tu boca bañada
en el sudor de nuestro mundo.
Luna, excusa, culpa, disculpa,
euforia, llamada, discordia, mirada.
En la distancia aún
nuestros ojos se llaman.
Ante el tiempo, en el recuerdo,
los suspiros se nos escapan.
Entre los otros, la necesidad nos atrapa.
A pesar de todo, una brisa nos arrastra.
Soñándonos, esperándonos,
la tristeza nos deshoja.
Sé tú, el fugaz, el mortal,
el habitante de mi sombra.

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