jueves, 3 de diciembre de 2009

Sobre el final de "Niebla"

Unamuno escribió Niebla en 1914. Es un libro espectacular. Me encanta la ligereza con que se lee, cuando trata unas cuestiones demasiado profundas. Quizás el mensaje que intenta transmitir es ese, que no ahy nada lo suficientemente importante, que siempre es momento para la broma. auqnue no me deja esa sensación; no intuyo optimismo en el libro. Intuyo hastío, desolación, tristeza, como si tras mucho reflexionar no haya llegado Unamuno a ninguna solución concluyente o, al menos, consoladora.

Al final Unamuno no da ninguna opción; no deja claro si es determinista y cree en el destino o si cree en el libre albedrío, en que el hombre es el autor de su propia vida. El personaje Augusto muere, pero no queda claro si por su voluntad de morir o porque el Creador, escritor, Unamuno, quiso matarle.

No obstante, creo que Unamuno aboga más por la corriente de Schopenhauer que por la de Nietzsche. Una corriente existencialista como la de Nietzsche no se plantearía si esta vida es un teatro, si existe el Destino o no… se plantea existir de la mejor forma, mientras seamos conscientes de que existimos. Schopenhauer habla de la Unidad, del hombre infeliz e insatisfecho porque su ser aspira a la Unidad y no la encuentra en este mundo caótico. Schopenhauer ofrece una visión pesimista, el hombre condenado eternamente. Sigue bastante la línea iniciada por Platón de dos mundos: el mundo real y el de las ideas.
El hombre, como ser que viene al mundo real procedente del mundo de las ideas, y que siempre está frustrado porque vive anhelando aquel mundo armonioso que dejó y al que aspira volver. Nietzsche no cree que el ser esencial del hombre busque la unidad, sino que también el alma se ofrece en una multiplicidad de formas. Para Nietzsche no existen dos mundos, sino uno sólo, el real, que contiene lo bello y lo horrible. En el mundo real está todo, no hay que esperar fuera de él.

Como puede verse, esta visión es mucho más optimista.

Vicente Aleixandre refleja muy bien este paradigma, esta polémica: “El mundo encierra la Verdad de la vida, aunque la sangre mienta melancólicamente”. Y es que la poesía está repleta de filosofía. La Verdad está aquí, en este mundo; aunque a veces el alma sienta anhelos, aunque a veces se sienta lejana, divague, nos intente confundir.

La Verdad hay que buscarla en este mundo, porque el alma, los sentimientos y todo lo demás es parte de este mundo. Sólo si creemos esto podremos percibir un presente vivo, que se regenera, que no muere. Sólo de esta forma podremos apreciar un pequeño gesto o un pequeño detalle, y encontrar en él las Grandes Ideas. Si pensamos que las Grandes Ideas están alejadas, están en otro sitio, es difícil acceder a ellas…estaremos siempre frustrados, condenados a la inactividad, al desengaño perpetuo, porque no intentaremos nada que creamos con alta probabilidad de fracaso.

1 comentario:

Marina Casado dijo...

Veo que llegaste al final. El último capítulo sobre las reflexiones del perro me resultó muy curioso. Es un libro que consigue en algún momento hacernos dudar de nuestra propia existencia, preguntarnos si inconscientemente viviremos siguiendo un camino prefijado, algo que nos oriente a través de la niebla. Como una de las frases que Augusto dedica a Eugenia: "Tus ojos son dos estrellas mellizas en medio de la nebulosa de mi mundo".

Y estoy de acuerdo con Vicente Aleixandre. Nuestra sangre tiende a desaparecer y a evadirse, pero solo es una forma de engañarnos a nosotros mismos.

Excelente reflexión al respecto. Un beso!!