sábado, 11 de junio de 2011

Onírico


Mis propias palabras se rebelan contra mí.
Mi boca se vuelve hechizo bajo el conjuro de las musas.
Lo que niego, lo que espero, lo que me espanta y me abruma.

Las diosas de la sombra me visitan en las noches más insomnes,
en los días más grises,
en los soles más espléndidos me reprueban las culpas.
Tan pasada la historia
y aún creyente en mis inventadas lunas.

Aún tus palabras las escribe Orfeo con su pluma,
las graba en mi mente
aprovechando mis momentos inconscientes:
emerge de las más profundas catapultas
con su carro onírico invadiéndome las brumas.
Y eso que me niego a asumir despierta
me colma las noches
de claridad entre nieblas.

Y camino de la mano de mi propio espanto,
de lo que dije, no dije, o temí callando.

Arrepentimiento tardío por no abrirte mi mente
cuanto te abrí mis manos,
u orgullo razonado
de no mostrarte un alma temblando.

Suelo que gira.
Yo a tientas sin tu mano;
arenas movedizas bajo mis pies de barro
que me empujan, robando la firmeza
ante tan difíciles pruebas.

Aún a ciegas: tan consciente y tan palpitando.

No es hielo lo que noto bajo mis pies. Es barro.
Es masa viscosa a base de piedras y llanto.
Y, de repente, entre tu piel y mi sueño,
un salto espantado.

Una palabra al desaire, un alma rodando,
un te quiero que surge inesperado,
una sonrisa y un cuadro.

Inundas mis lunas de pesadillas de estrellas,
donde tu roce más audaz seduce mi encanto.
Y despierto en un susto,
no sé si con alegría o tristeza,
pero sí sé que un gusto extraño
me inunda los labios.

Es tu beso, tan dulce y tan aciago;
beso de retazos; beso que no es real:
beso de sueño, beso soñado.

Y al volver al mundo,
choco de frente con mi propia renuncia,
con el abismo que tracé entre tu cuerpo y mi figura,
con mis propias palabras que te exilian del techo de mis dudas.

Me encuentro frente a frente conmigo misma,
con tantas veces que me rebelé por querer quererte, por desear tenerte.
Conjuros de renuncia que me invadieron de esta abulia,
de esta excesiva realidad perenne.

Oníricas imágenes de contornos imprecisos,
tan imprecisos como nuestra especie.

Creación propia

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