viernes, 17 de junio de 2011

"La espiral del silencio" De Noelle Neumann



¿Por qué callamos? Esta es una pregunta bastante compleja. ¿Por qé hablamos y por qué callamos? el valor de las palbars es enorme pero, ¿cuánto valor no tiene un silencio? ¿Siempre hay que interpretar un silencio como una aquiescencia, como un consentimiento tácito?

En “La espiral del silencio”, Noelle Neumann hace una exposición acerca de por qué los ciudadanos no manifiestan públicamente sus opiniones en determinados asuntos comprometidos.
Sobre los motivos que llevan al individuo a mantenerse en silencio hay dos opciones: por miedo al aislamiento social o por una búsqueda de conocimiento. Según la primera opción, el individuo es un ser social y tiene miedo a que su opinión lo aparta del grupo, teme el rechazo. Otros ensayistas piensan que también el individuo puede actuar movido por su individualismo, por su ego, por su deseo de aprender de las demás opciones.
Según la autora, la opinión pública se forma gracias a esa espiral del silencio que actúa como fuerza integradora de las opiniones divergentes. En el núcleo está la teoría dominante y ella, que es más fuerte que las demás, más potente, va atrayendo hacia su centro a las demás opciones que son más débiles y tienen más miedo a manifestarse y defender sus principios. A esto se le llama “efecto del carro ganador” y consiste en el deseo del ser humano de estar con los fuertes, con los ganadores, con los que parece que tienen la razón. En el centro de la espiral del silencio podríamos situar a la opinión pública, que actúa como llamada al resto de individuos para que se adhieran a sus principios. Los valores de la “masa”, o de la mayor parte de la sociedad (si realmente esa parte de la sociedad ha dicho lo que realmente piensa), son los que se imponen, haciendo que los demás no manifiesten opiniones contrarias por temor a quedarse solos.
Hay una parte del libro que me resulta especialmente interesante: la que habla de la tensión que existe entre la conciencia individualista del hombre y su conciencia social. Cuando el individuo tiene una visión diferente a la de la mayoría, debe elegir entre sacrificar su visión y apuntarse al bando mayoritario, o reafirmarse en sus principios y defender su visión, aunque ello suponga oponerse a la de la mayoría. La espiral del silencio tiene en cuenta que hay individuos que no se dejan arrastrar por la tendencia predominante, sino que imponen su concepción de las cosas superando el miedo y el rechazo que ello puede suponer. Para Noelle Neumann, estas personas son las que están a la vanguardia, las que inician los cambios sociales, pero no son muchos los que actúan de esta manera. La existencia de estos individuos sería la excepción que confirma la regla.
Es interesante el experimento que se menciona en el libro en el que un individuo, cuyos sentidos le muestran una evidencia, niega esa evidencia para acogerse a la opción de la mayoría, aunque sus sentidos le dijeran que esa opción era errónea (me refiero al experimento de los palitos).
En el libro se plantea también el asunto de cómo se forma esa idea principal, ese núcleo ideológico que atrae a los demás, cómo y quiénes determinan cuál es la opinión pública, qué es opinión dominante y qué no. En este aspecto, cobran especial relevancia los medios de comunicación. Noelle Neumann habla de dos formas de captar el clima de opinión: la percepción que el individuo tiene por apreciación y experiencia personal y la percepción que se tiene por la retransmisión de los medios de comunicación. A veces estas percepciones coinciden y a veces no.
Noelle Neumann es consciente de que la teoría que ahora ella trae a las ciencias sociales ya existe desde antiguo, aunque nunca se hubiese interpretado del modo en que ella lo hace. La primera vez que esta teoría se formuló fue en el siglo XIX, por Alexis de Tocqueville. También en Locke, Rousseau, Hume o Nietzsche puede encontrarse algo de esta teoría.
Gran parte del ensayo está dedicada a analizar qué es la opinión pública. Noelle Neumann comienza preguntándose qué es lo público, para después analizar este concepto tan ambiguo, tan difícilmente definible. Al final, acaba abordando el concepto desde dos perspectivas diferentes pero relacionadas entre sí para darle su pleno sentido al concepto.
Por una parte, está la opinión pública como racionalidad que contribuye al proceso de formación de la opinión y de la toma de decisiones en una democracia. Esta es la función manifiesta de la opinión pública. Aquí actúa el individuo racional, el que considera que la opinión pública es la opción mayoritaria y, por tanto, la que tiene más sentido común y más racionalidad. En un pasaje del libro, habla de cómo el ser humano es en el fondo un ser débil, con poca confianza en sí mismo y consciente de los límites de su razón. Por esto, cuando nos encontramos ante una opinión pública mayoritaria, la tendencia lógica es confiar en ella, puesto que es la suma y la coincidencia de muchas racionalidades individuales que han llegado a esa opción.
Por otra parte, la opinión pública como forma de control social, cuya función es la de promover la integración y garantizar un consenso. Esta sería la función latente de la opinión pública. Aquí es donde encaja la espiral del silencio.
Mi opinión personal acerca del libro es que es un ensayo sociológico muy interesante y muy bien documentado. Posee muchas demostraciones de la teoría, muchas situaciones empíricas que muestran cómo el comportamiento humano se mueve habitualmente en esa espiral de silencio. También se valora los textos que reproduce textualmente de los filósofos y sociólogos clásicos. Como vemos, la autora es consciente de que el conocimiento es cumulativo, que las teorías no se “descubren”, no nacen de la nada, sino que todos los avances del conocimiento vienen precedidos de un estudio exhaustivo de aquellos que vivieron y pensaron antes que nosotros.
Valoro mucho que la autora haya citado todos los antecedentes de su teoría, que no haya querido atribuirse el mérito de inventar ella sola todas las relaciones entre conceptos, las acepciones, las connotaciones de cada término…
En cuanto a la opción de la autora de descartar desde el principio que el silencio se deba a la voluntad de conocimiento y aprendizaje, no estoy completamente convencida (si lo he interpretado correctamente). Considero que muchos individuos que callan su opinión no lo hacen sólo por miedo al rechazo, sino que pueden hacerlo también porque quieren ver todos los argumentos del adversario, porque quieren dejarle terreno libre para ver cómo piensa y después poder forjarse mejor su propio pensamiento. Considero que siempre es bueno ver el clima antes de posicionarse y que, incluso, si el clima se ve muy mal, conviene callar la propia teoría, no por miedo, sino por respeto a nuestros principios y por no exponer esos principios ante personas que no los valorarán. Cuando uno cree firmemente en algo, a veces exponerlo ante sus adversarios lo puede, digamos, “humillar” o “rebajar”.
Al terminar de leer el libro, el pensamiento que me viene a la mente, además del título, es ¿qué es la opinión pública? ¿Para qué sirve? Yo creo que hoy día la opinión pública viene muy marcada por los medios de comunicación. Es cierto que cada individuo tiene su propia percepción del clima de opinión, pero ese clima varía en función de lo que los medios de comunicación digan de él. En otra asignatura estudiamos los efectos de la agenda de los medios: el efecto setting, el efecto priming y el efecto framing. Es decir, los medios dicen sobre qué temas tiene que pensar la gente, con qué jerarquía, en qué marco conceptual, con qué connotaciones, por dónde debe ir la interpretación, en qué marco, con qué mirada subliminal. Creo que los medios emiten mensajes continuos y repetitivos que conforman ampliamente la mentalidad de los individuos. Creo que actualmente es sumamente difícil diferenciar qué pensamiento está libre de toda influencia y cuál está influenciado por los medios de comunicación.
Al hilo de esto, el periódico ABC publicaba hoy (27 de abril de 2011) un artículo sobre ciencia que decía que la parte del cerebro destinada al aprendizaje mediante las propias experiencias es mucho menor que la parte que se encarga de aceptar consejos y dejarse guiar por las experiencias ajenas. Independientemente de la fiabilidad de este estudio, creo que los individuos vivimos en una constante tensión entre nuestra propia personalidad, nuestro interior, ese Yo (o incluso Súper Yo) del que hablaba Nietzsche y nuestra existencia como ser social. Nietzsche diferenciaba entre tres conformaciones del ser humano, tres estratos entre los que fluctúa su existencia: el yo consciente (la persona que quiero ser, que debo ser para adecuarme a las pautas morales de mi época, de mi sociedad, de mi cultura), el yo inconsciente (quien verdaderamente soy), y las relaciones con el medio (cómo me ven los otros). Entre estas tres fuerzas vamos conformando nuestra vida, y creo que en cada persona unas fuerzas serán más poderosas que otras.
Coincido con Noelle Neumann en que la tendencia mayoritaria es que el yo consciente intente imponerse sobre los instintos espontáneos; nadie quiere estar solo ni sentirse aislado y prefiere defender lo que defienda la mayoría. Actualmente, hay una moda de “lo extravagante”, “lo singular”. Hoy día, quien se pretende individualizar del grupo no lo hace por propia elección sino que también es víctima de la espiral del silencio, lo hace porque hoy eso “está de moda”. Algunos teóricos lo llaman la “teoría de la larga cola”, lo singular es lo que atrae.
Antes de terminar el comentario, no puedo dejar de mencionar la noticia de actualidad muy reciente que serviría también como demostración de esta espiral del silencio. Me refiero a la noticia de Obama, quien ha tenido que dar una rueda de prensa para mostrar su partido de nacimiento. Todo comenzó como un rumor, como un argumento para ir contra el presidente, ya que en EEUU ser estadounidense de nacimiento es un requisito constitucional para poder ser presidente. Todo comenzó como un rumor que se fue extendiendo. Muchos tenían claro que nació en EEUU, pero al final el bulo se extendió de tal forma que ya la gente se lió y no estaba segura de nada. Hasta tal punto llegó la confusión que nadie sabía qué creer y qué no. Cuanto más se extiende una creencia, como hemos podido comprobar, más miedo tiene la gente de quedarse en el lado de la creencia minoritaria.

PD: Gracias a quien haya soportado toda la entrada y hay llegado hasta aquí. Ha sido poco habitual esta extensión, pero hay cosas que no se pueden condensar, sobre todo si son teorías como ésta. Como se puede apreciar, estoy dando un nuevo giro al blog. Espero que siga siendo del agrado de sus seguidores.

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