jueves, 16 de junio de 2011

Mundo cautivo


A veces la Verdad nos sorprende de un golpe. De pronto, abrimos los ojos. Un día, sin esperarlo, algo se nos muestra totalmente nítido. Un acto reflejo, un espasmo, una actuación que no conoce la mente porque no ha pasado antes por ella.
De pronto, deseamos algo, sin más, sin saber por qué, sin explicación. De pronto, nos encontramos en una situación desesperada, en un momento desesperado y desprovistos de cualquier arma porque no esperábamos vernos así. Empleamos muchas horas en saber qué queremos, quebrándonos la cabeza para poder trazar un camino donde nos realicemos, donde no vivir como frustrados infelices que se sienten condenados; pensamos mucho sobre el destino, el futuro, ¿qué meta?, ¿qué camino? para, de repente, darnos cuenta en sólo un segundo de lo que siempre hemos querido.

Hay quien cree en la Verdad. Yo no sé si me la creo, pero sí creo que, a veces, un solo minuto esconde muchas cosas. A veces hay instantes atrapados que son más intensos que toda una vida. Una simple mirada puede decir más que cientos de conversaciones. Un solo beso puede contener en sí más emoción y más deseo que cientos de ellos dados por costumbre. Un silencio cómplice que condena la acción, dos locos privados de conciencia que comparten un mismo temor. ¿Es la intensidad por la escasez? ¿Es la intensidad por sentir que hemos robado algo que no nos pertenece? ¿Es bello porque es imposible? ¿O sencillamente es intenso porque es cierto?

Nos hemos condenado a sentir parecido: a desterrar un sentimiento que sabemos vivo. Nos hemos desterrado a una tierra de nadie: a vivir en medios caminos.
¿Rebeldías de adolescente? ¿Tonterías de anhelar lo prohibido?
Yo creo que no. Yo creo que un mundo evocado vive cautivo.

Y actuamos.. Y sentimos una realidad, una verdad. Sentimos que estamos ahí sin esperarlo pero que, paradójicamente, es lo que alguna vez hemos deseado, incluso imaginado. Y es que, tal vez, un impulso inconsciente puede ser lo que realmente diga quiénes somos y qué queremos.
Aunque, precisamente, lo que queremos sea lo que menos podemos.

Creación propia

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