jueves, 16 de junio de 2011

El bolígrafo de gel verde


Eloy Moreno no se vende, no publica un libro con su biografía contando sus éxitos comerciales o su gran trayectoria académica. Él prefiere hacerlo de otro modo.

Prefiere aprovechar las redes sociales, explotar los recursos de Internet. El libro "El bolígrafo de gel verde" ha sido uno de los más exitosos de la Feria del Libro de Madrid. Cuando lo oí, me llamó mucho la atención el título y, por supuesto, en ese caso, quise leerlo. Ya lo he terminado, en dos días.
No es un libro excesivamente largo. No es excesivamente formativo, ni tiene un mensaje excesivamente profundo. Tal vez por eso me ha conseguido llegar, porque no es excesivamente nada pero es, a la vez, excesivamente todo. Es un retrato de la vida cotidiana, de cómo la rutina puede ponernos una venda en los ojos e impedirnos ver lo que tenemos a nuestro alrededor. Quien nos rodea está siempre, por lo que nunca nos planteamos quá pasaría si no estuvieran, cómo éramos antes de conocerles como los conocemos.
Tal vez el libro merecería algunos retoques gramaticales: algunos juegos de palabras resultan un poco absurdos, los ciertos guiños al lector con alguna bromilla sobrarían... pero el libro tiene una sencillez donde se entrevé un escritor sencillo también, que quiere dar un buen mensaje y lo ha logrado recorriendo muchas ciudades en busca de un editor que lo publique.

Creo que me atrevo a recomendar su lectura.

Y, como no, he anotado una cita:

"Ella había dejado escapar palabras que sólo le pertenecían a sí misma.
Nadie es capaz de contar sus debilidades de tal forma y continuar como si nada hubiera pasado. Comenzó, a partir de aquel día, nuestro distanciamiento. Nos evitamos, nos separamos, seguimos siendo amigos, pero sin intensidad".

Esto incita a una mirada introspectiva y a preguntarse: ¿y no será que lo que más tememos es a nosotros mismos?¿A vernos demasiado transparentes y a no gustarnos? El primer paso es verse a uno mismo, y gustarse; después, vernos entre los demás y gustarnos y, sólo después, ver a los demás y quererlos.

Cuando nos mostramos demasiado a otra persona, nos hemos vendido, nos hemos condenado. Por eso tenemos miedo a enamorarnos: porque cuando entregamos a alguien nuestros secretos, ya no podemos dejarnos, ya estamos condenados a querernos para siempre o, si no, a vivir para siempre con el dolor del rechazo, de la pérdida, no sólo de la otra persona, sino con la pérdida de una parte de nosotros; porque ese secreto es un trozo de nosotros mismos.

Decía Carmen Martín Gaite en "Caperucita en Manhattan" que "a quien dices tu secreto das tu libertad".

2 comentarios:

Eloy dijo...

Hola, Patricia,
muchas gracias por tu reseña del libro. Me alegro de que te haya gustado y que hayas detectado esa sencillez que muchas veces intento transmitir.

La cita que has escogido me encanta, gracias. Sí, lo has definido perfectamente ¿y no será que lo que más tememos es a nosotros mismos? Muy buena pregunta.

Gracias de nuevo por haber elegido esta pequeña novela.

Un abrazo.

Eloy.

Cris dijo...

Adoro esa frase!! me encanta me encanta!! si tuviera q quedarme con solo una cita en el mundo (de las muchas q tú y yo compartimos jeje) creo que sería esa "a quien dices tu secreto das tu libertad". Caperucita en Manhattan es... una obra de arte!!
mañana te veo Patriuss! :D

pd: lo apunto entonces: "el boligrafo de gel verde" :D