viernes, 17 de junio de 2011

Peli "El discurso del rey"... o "El rey que aprendió a hablar"


El comienzo no podía ser mejor. Si una imagen de apertura debe servir de gancho con la audiencia; si para ganarnos al público hay que capturarlo desde el primer momento, causando sugerencias más que realidades, esa es sin duda una prueba que esta película ha superado. Múltiples planos de un micrófono de radio se suceden, diversas posiciones, diversas perspectivas. Algo habla detrás de esa música ambiental que suena de fondo. Algo nos incita a seguir observando, a pensar, a ver ese micrófono y plantearnos qué habrá oído, quién se habrá sentado frente a él y habrá dicho qué cosas. De cuántas historias puede ser testigo...

Pues fue testigo, ni más ni menos, que del mensaje que retransmitió un rey que era tartamudo al anunciar el comienzo de la II Guerra Mundial.
Y rápido surge aquí una contradicción (pero que sólo es aparente): ¿Cómo pudo un rey tartamudo dar un discurso en la radio? Pues lo consiguió porque venció su tartamudez.

La película aborda la cuestión de los complejos, de las crisis internas que nos hacen actuar de formas extrañas; cómo los conflictos interiores se manifiestan a veces de las formas más inesperadas. Una tartamudez fruto de un problema psicológico. Una película que ilustra a la perfección cómo las barreras las trazamos nosotros mismos, cómo con esfuerzo se consiguen grandes cosas, cómo la constancia hace logros, cómo "querer es poder" (no siempre en una sociedad en la que manda el dinero, pero sí cuando se trata de superaciones personales).

Una actuación estelar de Collin Firt que desde el primer momento olía a Oscar y que después, esa predicción se vio cumplida. Un Oscar muy merecido a un tremendo intérprete, que tiene que ponerse en la piel de una persona con problemas de pronunciación. Unos enfados, risas, broncas... con el logopeda que nos acercan a la faceta más humana de un gran personaje público.

Una Helena Bonham Carter que cuida a su esposo para ayudarle a superar sus problemas, que le ayuda a encontrar al médico adecuado. Una esposa que nos traslada en el tiempo, en el espacio, en la clase social...Un médico irónico, que sabe exactamente qué debe decir, cuándo y cómo.

Y, sobre todo, un mensaje muy importante: no importa sólo qué se dice, sino cómo se dice. El cómo puede cambiar el qué. Una información dada de una forma determinada es muy diferente a otra que se cuente de modo distinto. Debemos aprender mucho sobre las formas, y no sólo sobre el mensaje. Las palabras. Siempre las palabras. De todas las posibles, escojamos las mejores: las precisas, las inequívocas, las que nos salven de la contradicción, las que enmarquen el mundo en su lugar exacto.

Nos logramos posicionar tanto con el rey, sentimos tal empatía, que cuesta concentrarse en el contenido del discurso. Cuando llega el momento, sufrimos con él, sus miedos, sus temblores... Eso es realmente lo que significa "interpretar".

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