martes, 10 de noviembre de 2020

Lluvia confinada

 

Hoy ha llovido.
Y he pasado una hora
mirando por la ventana.
Pensando.
 
Me parecía una imagen poética,
a la par que desoladora.
La calle vacía.
Madrid vacío en las imágenes de la tele.
España vacía, parada,
expuesta.
Sin gente. Ni ruido.
Sin voces, ni risas.
Sin pandereta,
sin coches, ni algarabía.
 
He parado, por fin
de clases, estudio, cine, libros,
entretenimientos varios para no pensar
ni querer darme cuenta.
He parado y he asumido que tengo miedo.
Porque, en verdad, no sé qué pasa.
Miles de personas están muriendo
y apenas entendemos nada.
Y por más que leo y oigo,
cada vez me siento más desinformada.
 
Hoy ha llovido.
Y la lluvia me pesa sobre la espalda.
Sus gotas, como lágrimas,
hoy me calan.
Porque estamos, de nuevo,
ante esta España destrozada:
La Generación que nos dio tanto,
a la que debemos tantos avances
yéndosenos por millares.
Hoy tengo un nudo en la garganta:
el temor, la pena,
el ruido, la mentira, un grito
que se me atraganta.
 
Ha sonado un trueno
que me ha retumbado en las entrañas.
 
Hoy ha llovido
pero no sabemos, ni adivinamos,
ni queremos anticipar
cómo amanecerá mañana.
 
 
(Escrito en mayo de 2020, durante el confinamiento por pandemia de coronavirus).

Patricia Gómez Sánchez

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