martes, 10 de noviembre de 2020

Vivos, luego libres

 

Un día hablábamos de libertad,
de salir a la calle y poder hablar.
Con las manos negras de jugar con tinta,
escribíamos ríos sobre qué sería eso
y qué hacer para conseguirlo:
Sobre cómo y cuándo llegaría.
Sobre abrazar,
sin miedo,
a quien quisiéramos besar;
vernos y entendernos.
 
Un día hablábamos de libertad,
de salir a la calle y poder gritar.
 
Ahora, las preguntas se formulan de otra forma:
¿Qué o quién es quien nos aprieta?
¿Qué es lo que nos ahoga?
¿Ganamos,
o esto sólo era
otro modo de derrota?
 
"Esta liberación no es la nuestra,
no puede ser, es mentira,
es de plástico:
son toxinas
para engañar nuestros ánimos.
¿Dónde está la llave de nuestras cadenas?
Tanta esperanza
no podía tener como destino esta condena".
 
(¿Merecíamos algo más?)
 
Ahora, después del tiempo,
aquí seguimos,
sin saber todavía si somos
vencedores o vencidos.
 
El debate sigue abierto:
¿Quizá no entendimos
lo que significaba ser libre?
Extender las alas
y abrir la responsabilidad.
Sobre y para nosotros mismos,
sobre y para los demás.
 
Un día hablábamos de libertad,
de salir a la calle y podernos encontrar:
Vivos y con dignidad.
 
(Escrito en agosto de 2020, cuando empieza a repuntar una segunda oleada de contagios por coronavirus y las autoridades y población se debaten sobre qué medidas adoptar para atajar la crisis sanitaria).

Patricia Gómez Sánchez

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