martes, 10 de noviembre de 2020

Una putada

 

Tú ya no estás
y eso,
de vez en cuando,
me sigue pareciendo,
aunque suene maleducado,
lo más cruel y brutal;
O sea, una putada.
 
Siempre he pensado
que te fuiste demasiado pronto,
demasiado para siempre,
demasiado deprisa,
demasiado imprevista
y casi sin avisar.
 
Recuerdo que apenas lloré.
¡Cómo hacerlo
cuando ni siquiera podía pensar!
Dejé tus cosas en un almacén
como tú las tenías:
limpias y descolocadas.
Como era tu vida:
pura, natural y alocada.
Y ahí siguen, llenas de recuerdos
y amenazas.
 
¿Que por qué hoy te escribo?
Porque fue una putada
y, antes de aceptarlo,
tenía que decirlo.
 
Desde que te fuiste
he seguido todos tus principios:
los que te veía
y los que me inculcabas.
Hoy sólo espero, pese a todo,
que estés orgullosa
y que sepas que cada vez que siento,
que lato, que tiemblo,
tu luz me ilumina en cada cosa.
 
A veces parece que estás
cuando la gente me cuenta anécdotas sobre ti,
siempre tan dicharachera y graciosa.
 
Quiero agradecerte mucho
todo el amor que me has dejado,
la ironía y la gracia,
la gente que cuidaste, te quiere,
me quiere
y, en tu ausencia, me abraza.
 
Pero, a pesar de todo, de las fases:
duelo, negación, aceptación...
Siempre me seguirá pareciendo
una putada.

Patricia Gómez Sánchez

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