martes, 16 de junio de 2009

En puerto de nadie

Tengo un barco encallado en el puerto de tu mirada.
Tiene la bandera de una sonrisa y el nombre de la alegría.
Tiene las velas del color púrpura de la espiritualidad y los astas rojos de la felicidad.
De la proa a la popa se extiende una alfombra de esperanza.
Tengo un barco encallado en el puerto de tu mirada.
Un barco que espera surcar los mares de tu alma, subir a la cresta de la ola más alta y llegar a nuestra isla inventada.
Tengo un barco que me llevará a tu mundo sin maldad, a tu cielo de lluvias incesantes para acabar con tus lamentos delirantes.
Tengo un barco sin puerto, sin rumbo, sin leyes... que navega dando tumbos.
Un barco capaz de surcar los tortuosos caminos de tu indescifrable enemigo; un barco que ama los parajes sinuosos, cuyo faro de referencia es el fulgor de tus ojos.
Tengo por ley a la ilusión y por motor a la pasión.
Tiene muchas claraboyas, para que nunca dé la sombra.
Tengo un barco para tu atormentado corazón, capaz de vencer tu abdicación.
Mi barco navega por mares insondables, con el viento en contra y sin bendición de las deidades.
No rompas tus bocetos, préstame tus evocaciones, cuéntame tus meditaciones y te podré regalar el cuadro más bonito que puedan pintar las civilizaciones.
Tengo un barco encallado en el puerto de tu mirada.
Tengo un barco preparado, esperando.

P.D: A todas las Grandes Cosas

No hay comentarios: