jueves, 25 de junio de 2009

Formas de ver a Dios

“SEÑOR DIOS, SOY ANNA” DE FYNN
En la contraportada del libro dice que la novela está basada en un personaje real del que el autor no quería hablar hasta ahora, tanto significó para él esa experiencia compartida. Dice que un editor inglés recibió un día la visita de un desconocido que traía un manuscrito. El desconocido era Fynn; el manuscrito, este libro. El autor quería saber si tenía algún mérito la historia de su amistad con Anna, pero no deseaba hablar mucho del asunto. Desde entonces se ha negado a dar conferencias de prensa o a revelar más detalles de los que figuran en su novela. El éxito fue inmediato. Seguiré investigando sobre este autor. Lo escribió en 1974. Es difícil encontrar datos en Internet sobre él. Parece que esta niña existió realmente, y que la contraportada no es una técnica de venta. La novela es conmovedora. Es una niña de 5 años a la que Fynn recoge de la calle, era mendiga y él la lleva a su casa. Ella es una personita muy especial, con una filosofía de vida completa y con respuestas para todo, muy superiores a las respuestas que puedan dar muchos adultos.
Frases literales de Anna:
“Si hay muchas cosas del señor Dios que no sabemos, ¿Cómo sabemos que nos ama?”
“A los polipinchos, yo puedo amarlos hasta que reviente, pero ellos no se enterarán, ¿no es cierto? Yo soy un millón de veces más grande que ellos, y el señor Dios es un millón de veces más grande que yo, por tanto, ¿cómo sé yo qué es lo que hace el Señor Dios?”
“El señor Dios es diferente. Fíjate, Fynn, las personas sólo pueden amar por fuera y besar por fuera, pero el Señor Dios puede amarte por dentro y besarte por dentro, así quee s diferente. El señor Dios no es como nosotros; nosotros nos parecemos un poquito al Señor Dios, peor no mucho todavía”.
“El señor Dios es diferente de nosotros porque él puede terminar las cosas y nosotros no. Yo no puedo terminar de amarte porque me habré muerto millones de años antes de poder terminar, pero el Señor Dios puede terminar de amarte, así que no es un amor de la misma clase”.
“El Señor Dios puede conocer a las cosas y a las personas desde dentro también. Nosotros solamente las conocemos desde fuera. Así que la gente no puede hablar del Señor Dios desde fuera; del Señor Dios sólo se puede hablar desde dentro de él”.
“No quiero que tú me escribas nada-intentó sonreír, pero no lo consiguió y siguió hablando con tono lloroso-. Yo sé lo que tú ves, y tú sabes lo que yo veo, pero hay gente que no ve nada y…y…-sollozando, se me arrojó en los brazos”.
“Ese atardecer, en nuestra calle de Londres, tuve un niño en mis bazos y miré dentro de esa solitaria celda de humanidad. Ningún libro que haya leído, ninguna conferencia han podido enseñarme más que esos momentos. Solitaria es tal vez la celda, pero jamás oscura. No había tinieblas tras esos ojos llenos de lágrimas, sino un deslumbramiento de luz. Y Dios hizo al hombre a su imagen, pero no en la figura, no en la inteligencia, no en los ojos ni en los oídos, ni en las manos ni en los pies, sino en esa absoluta interioridad. Allí estaba la imagen de Dios. No es lo que hay de demonio en su condición humana lo que hace del hombre una criatura solitaria, es su semejanza con Dios. Es la plenitud del Bien que no halla salida o no puede encontrar el otro lugar que le corresponde, lo que explica la soledad”.
“La religión era solamente ser como el Señor Dios, y ahí era donde las cosas se podían poner un poco arduas. No era cuestión de ser buena y generosa y amante y todo eso, porque así uno se parecía más al Señor Dios, y si era así uno no podía menos que ser bueno y generoso y amante”.
“Es fácil darse cuenta de, la diferencia que hay entre un ángel y una persona. La mayor parte de un ángel está por dentro y la mayor parte de una persona está por fuera.

Estas son las palabras que a los seis años pronunciaba Anna. A los cinco años, tenía un conocimiento perfecto de la razón de existir, sabía el significado del amor y era amiga personal y ayudante del Señor Dios. A los seis, Anna era teóloga, matemática, filósofa, poeta y jardinera. Quien le hacía una pregunta siempre obtenía respuesta... a su debido tiempo. En ocasiones la respuesta podía tardar en llegar semanas o meses; pero finalmente, siguiendo su propio ritmo interior, la respuesta llegaba: directa, simple y apropiada

No llegó a cumplir los ocho años; murió debido a un accidente. Murió con una sonrisa en su hermoso rostro, diciendo: ''Apuesto que el Señor Dios me deja entrar en el cielo por esto,'' y yo también apuesto a que fue así.

Conocí a Anna durante unos tres años y medio. Algunas personas alcanzan la fama porque han sido los primeros en navegar solos alrededor del mundo, o en llegar a la luna, o en realizar alguna otra hazaña. Todo el mundo conoce a esas personas. No son muchos los que me conocen a mí, pero también yo aspiro a la fama, porque conocí a Anna. Eso fue para mí la cúspide de la aventura. No fue un conocimiento fácil; me exigió total aplicación, pues hube de conocerla según sus propios términos, en la forma que ella exigía que la conocieran: por dentro primero. ''la mayor parte de un ángel está por dentro''. Y de esa manera aprendí a conocer a conocer a Anna, mi primer ángel...”

Así empieza 'Señor Dios soy Anna' de Fynn

1 comentario:

marcela martin dijo...

Un libro simplemente genial...marcó mi adolescencia...