martes, 16 de junio de 2009

Vigilia


Me gustan las noches de vigilia. Soledad. Deseo saciado de independencia. Noches, que me traen albedrío y paz. Noches de entendimiento y de esparcimiento. En simbiosis el alma con el mundo, el mundo con el submundo. Entre poesías de letras y emociones, entre rimas de canciones. En un pequeño habitáculo, entre el revivir y renacer de multitud de sensaciones ya vividas por cientos de seres. Buscando algo, buscando algo y muchas cosas. La mente en jirones, rebuscando lo escondido. Me gustan las noches, silenciosas, misteriosas. Cuando cada hombre, cada animal y hasta cada piedra vuelve a las cavernas de su hogar. Cuando ya queda cada cosa en su sitio, cuando cesa la transmutación, cuando se apaga la luz y el bullicio. Entonces despierto.
Vampiro sediento de letras, con las plumas afiladas y las ideas desbordadas.
Noches de brujas, noches de musas.
Saliéndome al encuentro lo mismo sociólogos que poetas, lo mismo cantantes que anacoretas. Me gusta sentirme sola y alejada de todas las miradas. Vuelvo sobre mis pasos, me adelanto y me atraso. No existe el reloj, tan sólo siento mi pulso y mi respiración.
Me gustan las noches de vigilia en que me siento tan sobrecogida.

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