martes, 9 de junio de 2009

Yo, mujer

Nací en un cuerpo condenado al maniqueísmo, en un sexo condenado a ejercer de tentación, en un mundo entre lobos voraces que compiten por el trozo de carne más inmaculada.
Cada día la realidad me va matando, y en vez de aprender a vivir, sólo me enseña ir recogiendo los cadáveres de los sueños rotos. Aprendo a comprender que el amigo no es más que uno más. Se destruyen los personajes de la comedia de esta vida inventada.
A golpes de realidad, a golpes de desencanto, a golpes de infelicidad.

Un mundo que se agota a medida que otro se explora.

Porque no sé vivir, porque soy el espíritu errante que se levanta cada día con la esperanza de no encontrarse con el abismo del vacío, y se acuesta rota porque los licántropos huelen la sangre del débil a miles de kilómetros. Porque Dios, o lo que sea, me dio el espíritu de la aspiración. Y porque no sé mentir, no sé aparentar, no sé vivir.

No existen los ojos a los que mire sin dudar, ni mentes a las que me entregue sin pensar. En esta vida que se aliena, y que no educa hombres sino fieras.

Porque he tenido la mala suerte de no querer ser estatua, ni esfinge, ni ser aquella que finge a cada segundo. Esa fue mi elección, y por ello hay que ver cómo triunfa el que apostó mejor: el que aprende que la vida no es profunda sino absurda.

Nací con un cuerpo condenado al maniqueísmo, y que no quiere ser maniquí. En un rol que es juego, pero que no quiere estrategias. En una tradición de milenios a la que nunca le gustó la igualdad. Con un cuerpo interrogante que debería ser evocante. Interrogante, que no responde a la embestida del demonio, sino que espera la mirada de un ángel.

Compuesta de besos, abrazos, caricias, amistades y confianzas que se ven tentados al suicidio con la entrega al fatal destino.

Mirando atenta cómo se devalúan los sentimientos y se encarece el respeto. Tengo el corazón opaco como la madera, frágil como el cristal, colorido cual primavera y negro como el alquitrán.

Con la desgracia de que mi mente se escapa por el sumidero de mi boca; con la desgracia de no tener tabúes en mi lengua, de destilar mi mente por cada poro de mi piel.
Desgracia por descubrirme en los extravertidos laberintos de mis palabras.

Mundo, frío, que me condena a la desidia y al escalofrío.
Mundo, raro, histeria, desgarro.
Falsedad, llanto.
Mundo, prometedor, cruel. Falso.

No quiero ser cubierta con las impúdicas caricias trasnochadas que ya tocaron otras pieles.
No me entregues la boca mortecina que besa y no siente.
No me hieles con el frío de tu alma abúlica. Si me das algo, que sea en primicia, inédito, desconocido.
Entre las grietas de mi corazón deshecho, aún se distinguen los tonos verdosos de la esperanza.
Si me das algo, no me sacies con veneno. Si me quieres das algo, dámelo con toda tu alma.

2 comentarios:

Cris dijo...

uy me suena de algo esa foto jajajaj..."india azul"

Patricia dijo...

Jajajaja. Claro!!! Es la tela personalizada, para cuando compartimos habitación lejos de casita!! jejejeje. Es tan... bonita!