jueves, 21 de mayo de 2009

La inmortalidad

Hace tiempo leí un libro de Borges, "El Aleph". Es un libro que contiene varios relatos, y uno de ellos es "El Aleph". Lo primero que hay que decir sobre este relato es que no tiene nada que ver con la canción de Nena Daconte. Pero nada, nada, por mucho que la radio se empeñe en que tratan el mismo tema. Bueno, no quería hablar de este relato, pero ahora me veo obligada. El Aleph, para Borges, es un punto que contiene todos los puntos, donde está contenido el Universo entero. No es un punto concreto, que esté situado en un lugar, sino que es más bien un momento; en un momento el hombre se da cuenta de todo, descubre la esencia de todas las cosas. Lo primero, desde que leí a Sartre y a Nietzsche, no creo ya demasiado en esa Unidad y armonía del Universo que predican algunos filósofos. No comparto mucho esta idea de la unidad de Borges. Es más optimista creerse un mundo caótico, al menos eso nunca nos sumirá en la frustración.

Ahora, hablaré del relato que más me gustó. Es el primero del libro: "El Inmortal". Borges se planteó qué pasaría si el hombre fuera inmortal. Nos da un mensaje de "carpe diem", que apreciemos cada instante porque es fugaz y nunca se repetirá. Copiaré sus palabras:

"La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Cada acto que ejecutan puede ser el último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso. Entre los Inmortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario".

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