domingo, 10 de mayo de 2009

Retazos de un corazón

Los viajes en tren dan para mucho. Y los viajes en autobús dan para más todavía. En estos dos medios de transporte me han pasado todo tipo de cosas. Pero, sin duda, las mejores tienen lugar cuando puedo escuchar trozos de conversaciones. Fuera de su contexto, sin saber los antecedentes, sin saber lo que pasará después. Aun así, esos pequeños fragmentos de diálogos me parecen sumamente interesantes. Son retazos del corazón de esa persona que habla. Me gusta analizarlo, seguirlo. Quizá sea por cotilla, o quizá sea por analista. Me doy cuenta de que la literatura está en todas partes. De que cada momento es literario, de que lo sublime se puede hallar en los lugares más insospechados. El otro día escuché algo que me conmovió mucho. No sé si recordaré las palabras exactas, pero sí sabré hacer una aproximación. "Creo que él es el motivo de todos mis males, pero también de mis bienes. Le veo tan completo que me duele. No sé si me duele porque le quiero, o me duele porque creo que no me quiere, o me duele porque le veo tierno, y porque nunca me dirige esa ternura. Le veo demasiado perfecto: buena persona, buen fondo, alegre, simpático y, a pesar de eso, sé que no me conviene. Cualquiera que le conozca comprobará que llena todo donde está, que con él no hay aburrimiento, no hay tristeza. Me encanta su forma de ver el mundo. Pero no tengo claro qué siento por él. Sólo sé que le quiero a mi lado, que me agrada lo que dice, verle, oírle hablar. Y lo peor es que creo que le quiero a mi lado porque sé que me haría feliz. Tengo toda la confianza en que cuando quiere, quiere de verdad; tengo la confianza y la certeza de que cuando se enamora se implica por completo. Le intuyo sincero, siento que es muy transparente. Y que me encanta verle despeinado, le veo guapo. Pero no sé nada más. No lo sé definir. Es que últimamente estoy en un plan... indescifrable, totalmente. No sé nada, me desconozco, y a veces me agobia, no sé cómo soy, no sé casi lo que siento, no sé si manda mi cabeza, mi corazón, ¡¡Ninguno...!! ¡Es frustrante! ¡No sé ni explicarlo! Quiero hacer las cosas tan bien, usar tanto la razón, no arrepentirme después, no dañar a nadie...que me inmovilizo. Y al final no sé si lo que siento es lo que siento o lo que quiero sentir".
Anónimo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos llevamos un cotilla dentro jajaj Yo también pego la oreja cuando voy en el bus o en el tren, en la fruteria...jaj es muy interesante y divertido jaj.Fíjate hasta que punto que en uno de mis viajes a Paris estaba intentando comprender la conversación de una madre con sus dos pequeños y su marido y me dio tanta rabia no entenderlo todo que me propuse que cuando llegara a España intentaría mejorar mi precario frances jaja.
Leer lo que escribes es como escuchar una bella canción...
Me encanta tu blog. Besos guapa.
VERS