miércoles, 20 de mayo de 2009

Nuestros adolescentes

Resulta muy cómodo adoptar esta posición: ¡vaya jóvenes tenemos hoy día! ¡Están locos! ...

Es tan fácil quitarnos la responsabilidad. Es tan fácil decir: en mi época no estábamos tan mal. Pero esos jóvenes a los que tanto criticamos, de los que tanto nos cachondeamos, son nuestros jóvenes. Asumamos la parte de culpa. Somos una sociedad, y lo somos para todo, para lo bueno y para lo malo. Un joven que grita por la calle, que habla alto, que se pelea... es un joven que no se siente bien, está reclamando a gritos atención. Está pidiendo a su sociedad esa integración que su sociedad le niega. ¿Dónde están los espacios para el diálogo? ¿Dónde el tiempo para las conversaciones con sus familias? No reclaman nada que no les corresponda por naturaleza. Buscan un espacio para ellos, para decir que están ahí, para que no se les ignore, para que en algún sitio conste y se note que están vivos. Se les niega todo tipo de autoridad, en cualquier ámbito. Por fortuna he tratado con bastantes adolescentes, les he dado clases particulares, y no me parece que sean casos perdidos, sino más bien casos ignorados. La enseñanza de hoy día es una vergüenza, una verdadera vergüenza. Los jóvenes de hoy quieren hablar, participar, y no se les deja. En clase queda claro quién manda. Puede parecer que no sé de lo que hablo, pero sí lo sé.

Es muy fácil estudiar tres años de magisterio y convertirte en educador. Pero quizás haga falta otro tipo de maestros, no sólo aquellos que son capaces de memorizar un temario determinado. Se necesita mucha psicología, mucha pedagogía, mucha percepción de mundo y la realidad. Hay que comprender la sociedad en la que esos niños se van a insertar antes de prepararles para enfrentarse a ella. Los maestros tienen una labor muy importante, y muy decisiva en nuestra sociedad, y no sé si son conscientes de ello. Los adolescentes son las víctimas de estos cambios, de este mundo incoherente. No están en un bando ni en otro, no están en ningún lado, en tierra de nadie, son una transición. Ejemplos concretos: no se les educa en forma religiosa, no se creen ninguna religión, pero las enseñanzas éticas y filosóficas que se les imparten no son demasiado claras, y muchas veces no las entienden. Otro ejemplo: nadie les pone normas sobre el uso de internet, sus padres no lo entienden, sus hermanos les ignoran y sus profesores no les hablan de ello, no es un tema importante. Hay muchas cosas que enseñar, y creo que hay tiempo suficiente. Y habría más tiempo si los profesores no desperdiciaran el tiempo presumiendo delante de sus alumnos de sus grandes hazañas.

Es muy fácil culpar a chicos de 16 ó 17 años. Pero claro, ¡cómo vamos a culpar a esas personas con tanto prestigio, a esos profesores que tienen una carrera y han ido a la Universidad! ¡Y cómo vamos a culpar a sus hermanos, que son tan progresistas! ¡Cómo vamos a culpar a sus hermanos, padres o profesores, si nosotros mismos estamos en alguno de esos grupos!

Un poco de atención a nuestros jóvenes. Asumamos nuestra parte de culpa, y hagamos algo por remediarlo. Creo que podemos, yo creo en el hombre, en todas las etapas de su vida.

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